Infierno
Si el nuevo Diccionario de teolog¨ªa fundamental, de pr¨®xima aparici¨®n en el supermercado terrestre, no incluye el t¨¦rmino infierno, ?hemos de entender que, l¨®gicamente, tampoco se mencionar¨¢ la existencia del cielo en ediciones posteriores?El diccionario consta de un millar y medio de p¨¢ginas y 220 voces que fueron seleccionadas por un centenar de eminentes te¨®logos de todo el mundo, bajo la direcci¨®n de la Universidad Gregoriana de Roma, equivalente a la London School of Economics en el tema Financiero sobrenatural. Pues bien, estos expertos de m¨¢xima solvencia pasan por alto el horror de las calderas de Pedro Botero dando a entender con su omisi¨®n que se trata de un cuento chino para asustar a ni?os y agonizantes.
El infierno no existe, se?oras y se?ores, lo cual significa que si la gran finca del sufrimiento inacabable no Figura inscrita en el catastro del m¨¢s all¨¢, ?qu¨¦ sentido tiene temer al se?orito Lucifer o a los jornaleros ca¨ªdos en su incandescente n¨®mina?
?sta es una muy buena noticia. Hay que hacer el bien por amor al bien y el mal por amor al mal, que en ocasiones es mejor que el mismo bien. Hay que amar al pr¨®jimo como a uno mismo, y para festejarse uno mismo sin odiar al pr¨®jimo, ?hac¨ªa falta la barbacoa humana o el pastel de cabello de ¨¢ngel?
San Fulgencio (468-533), y con ¨¦l un mont¨®n de santos y pont¨ªfices, han de tragarse ahora sus t¨¦tricas amenazas. San Fulgencio dijo: "Que nadie dude lo m¨¢s m¨ªnimo que no s¨®lo los paganos, sino tambi¨¦n los jud¨ªos, herejes y cism¨¢ticos que viven fuera de la Iglesia cat¨®lica ir¨¢n al fuego eterno preparado por Satan¨¢s y los demonios".
Pues nada, se?oras y se?ores: la Universidad Gregoriana se muestra partidaria al fin de abolir la pena de muerte despu¨¦s de la muerte. Ya podemos vivir sin la angustia del certificado de penales.
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