"Doy por perdido mi piso"
Con 40 a?os y cuatro hijos, Jos¨¦ Gonz¨¢lez Rodr¨ªguez ha visto c¨®mo la crisis de Santana ha cambiado su car¨¢cter y el de su mujer, Rosario Mart¨ªnez, hasta el extremo de encadenar las discusiones en el ¨²ltimo mes. "Hace dos a?os me met¨ª en un cr¨¦dito para pagar un piso a raz¨®n de 67.000 pesetas mensuales y, desde luego, si me despiden, lo doy por perdido", dice. Con una n¨®mina de 140.000 pesetas al mes, algunas "chapuzas cuando se puede" y cuatro hijos, Manuel, de 19 a?os, Jos¨¦ David, de 16, Antonio, de 13, y Ver¨®nica de 9, este linarense, hijo de minero que muri¨® de silicosis a los 45 a?os, no es capaz de ver una luz al problema."En otras zonas de Espa?a, la reconversi¨®n logr¨® instalar industrias alternativas y paliar el problema. Aqu¨ª no hay de d¨®nde comer. Esto es un drama. Vendr¨¢n las necesidades y yo no s¨¦ qu¨¦ puede pasar", enfatiza.
El hijo mayor, Manuel, actualmente estudia en la Academia de Guardias J¨®venes de Baeza, lo que "permite que sea autosuficiente" y no gravar el presupuesto familiar. El ¨²ltimo a?o trabajaba como camarero de bodas y ganaba unas 10. 000 pesetas cada fin de semana.
La ciudad de Linares se ha sentido agredida por las fuerzas del orden en este conflicto. En esta comarca y en la vecina Baeza se forman, procedentes de la zona, promociones de j¨®venes guardias civiles que luego son destinados a cualquier zona de Espa?a. Varios obreros de Santana cuentan entre sus familiares y parientes miembros de la Guardia Civil y de la polic¨ªa que han estado alerta para intervenir en las movilizaciones de los ¨²ltimos d¨ªas.
Los hijos de Jos¨¦ ya tienen una edad como para saber la gravedad del asunto. Sin embargo, el padre dice: "Procuro quitarles presi¨®n y no pintarles la situaci¨®n todo lo negra que est¨¢. Yo les digo que por alg¨²n sitio saldremos adelante".
Jos¨¦ es consciente de que la divisi¨®n entre los trabajadores de la factor¨ªa puede saltar cuando 941 reciban la carta de incorporarse y 1.496 obreros la carta de despido. "Nadie sabe lo que puede ocurrir, pero desde luego la vida en el pueblo se va a enconar. Muchos pensamos que en las nuevas condiciones es mejor que ni abran la f¨¢brica. Ya nos buscaremos las habichuelas". La agresividad contra los japoneses no la esconde este linarense que se ve "al borde de la desesperaci¨®n, porque ni siquiera me queda el recurso del campo".
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