L¨¢tigo y luna llena
Algunos se empe?an en que la Semana Santa sea una celebraci¨®n luctuosa y recomiendan la melancol¨ªa y el rezo. Su af¨¢n, sin embargo, est¨¢ condenado al fracaso pues adem¨¢s de repartir h¨¢bitos y zurriagos para que la comunidad entera se flagele al un¨ªsono, estos tristes sujetos deber¨ªan prohibir la primavera y la luna llena del Jueves Santo, que son los ant¨ªdotos con que la naturaleza combate los arrebatos m¨ªsticos. Como tal deseo es imposible, el rigor moral que predican los obispos y los hermanos de ciertas cofrad¨ªas se queda en un vano intento, casi siempre pat¨¦tico, de domar la compleja expresi¨®n de la fiesta. No obstante, hay unas semanas santas m¨¢s circunspectas que otras. La de Granada siempre fue medio an¨¢rquica hasta que las hermandades comenzaron a adoptar costumbres provenientes de Sevilla e incluso su jerga penitencial. De cualquier manera, la influencia de las ciudades vecinas no ha acabado del todo con la forma en que se manifiesta la Semana Santa en Granada para contento de quienes no estamos dispuestos a celebrar la primavera con un l¨¢tigo en la mano ni a ver las procesiones sin poder hacer una observaci¨®n desinhibida. S¨ª es complicado, en cambio, trazar la frontera a partir de la cual ciertos comentarios pueden zaherir la sensibilidad de los cofrades. Este cronista, que hoy m¨¢s que nunca comparece ante los lectores atado a su columna, fue invitado hace pocos d¨ªas a un min¨²sculo bar de Granada donde se re¨²nen cofrades para conversar de sus asuntos. Era una tertulia divertida, regada profusamente con licores. La conversaci¨®n giraba sobre la rijosidad de los religiosos, que es un tema viejo, que ya lo agot¨® Bocaccio en su Decamer¨®n. En cambio, la alusi¨®n a un cartel de una dolorosa bajo el cual se anunciaba un restaurante chino no gust¨® a la compa?¨ªa. En la calle un sujeto ense?aba a un grupito de personas c¨®mo se debe agitar el cornet¨ªn en los desfiles. ?Qu¨¦ pensar de esa doble condici¨®n de la Semana Santa de Granada? Uno prefiere la de antes, pero comprende que los aires ortodoxos la han contaminado irremediablemente, si bien no por completo y eso la salva. El conjunto ahora es ambiguo. Gracias a los cielos no se ha entregado a la completa emulaci¨®n.
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