Los restos del escritor ins¨®lito La Diputaci¨®n de Granada culmina este a?o la edici¨®n de todas las obras de ?ngel Ganivet
Manuscritos
Desde que decidi¨® arrojarse al r¨ªo Dvina, en Riga (actual capital de Letonia), el 29 de noviembre de 1898, por un fracaso amoroso, el novelista y ensayista granadino ?ngel Ganivet no ha dejado de levantar controversias por parte de quienes lo defienden como una de las mentes m¨¢s preclaras de la Generaci¨®n del 98 y quienes lo ven como un autor conservador y ut¨®pico, v¨ªctima de la enfermedad mental que lo llev¨® al suicidio. Tal vez la clave de la pol¨¦mica se encuentre en sus escritos, incendiarios unas veces y visionarios otras. Son esos escritos, sus obras completas, los que la Diputaci¨®n de Granada ha decidido editar en una colecci¨®n, cuyo ¨²ltimo volumen ser¨¢ publicado a final de este a?o, y que arrojan un poco m¨¢s de luz sobre un hombre que, muerto a los 33 a?os, a¨²n despierta pasiones."?ngel Ganivet fue un autor ins¨®lito para su ¨¦poca, por todas las caracter¨ªsticas de su escritura", afirma el vicerrector de la Universidad de Sevilla Fernando Garc¨ªa Lara, responsable de la edici¨®n de las obras completas. "Era un escritor nada t¨®pico; no era un novelista de su tiempo. Nunca fue un profesional de la escritura: ¨¦l escrib¨ªa desde los m¨¢rgenes, desde el extrarradio".
Ganivet -el centenario de cuya muerte, hace dos a?os, fue eclipsado por el del nacimiento de Federico Garc¨ªa Lorca- fue un autor cuyas reflexiones a¨²n repercuten en su ciudad natal. Su libro Granada la bella, en el que critica la cortedad de miras, la pobreza y la peque?ez de su ciudad y a las que contrapone una visi¨®n ut¨®pica, moderna y progresista, era, hasta no hace mucho, material de lectura obligatoria en los institutos. Tal vez por una raz¨®n: porque Ganivet siempre escribi¨® de Granada o de Espa?a desde la distancia, desde sus distintos puestos como vicec¨®nsul o c¨®nsul en el norte de Europa.
"La decisi¨®n de recuperar y publicar las obras al completo de Ganivet", comenta Garc¨ªa Lara, "coincidi¨® con el centenario de su muerte y tambi¨¦n con el hecho de que se produjo la compra de sus manuscritos, de sus aut¨®grafos, de sus novelas, de mucho material in¨¦dito, como su correspondencia epistolar. Eso proporcionaba una buena oportunidad para conocerlo en toda su dimensi¨®n".En los ¨²ltimos dos a?os se han publicado cinco vol¨²menes con obras tan emblem¨¢ticas como Ideario espa?ol, Granada la bella, Cartas finlandesas, la pieza teatral El escultor de su alma o la novela La conquista del reino Maya por el ¨²ltimo conquistador espa?ol, P¨ªo Cid. Todas ellas muestran la faceta polivalente de Ganivet, sus amargas reflexiones sobre una Espa?a de fin de siglo cada vez m¨¢s encerrada y decadente, su vocaci¨®n casi pedag¨®gica de mostrar a sus contempor¨¢neos todas las nuevas ideas de avance y progreso que bull¨ªan por su cabeza.
"Ganivet estaba al tanto de diferentes corrientes de pensamiento que, en su momento, a¨²n no hab¨ªan llegado a Espa?a", afirma Garc¨ªa Lara. "Eso le proporcionaba una perspectiva muy diferente a la que ten¨ªan sus compatriotas".
Hombre dual e incluso contradictorio, ?ngel Ganivet era un vegetariano declarado que al mismo tiempo no rehusaba un buen banquete; alguien que despotricaba contra el "pasar por la vicar¨ªa" a la vez que ocultaba a su concubina, la cubana Amelia Rold¨¢n, y a su hijo.
"Analizando la endiablada letra de Ganivet", explica el coordinador de la edici¨®n, "con acotaciones en los m¨¢rgenes, ideas anotadas a bote pronto, uno comprende que cambiaba de humor constantemente. Tambi¨¦n que escrib¨ªa en un perpetuo viaje, en un perpetuo caminar".
La edici¨®n de su obra, que concluir¨¢ a finales de este a?o, permitir¨¢ que se conozca casi un centenar de cartas in¨¦ditas que se encontraban hasta ahora en la Spanish Society de Nueva York o en manos de sus herederos. Habr¨¢ tambi¨¦n una edici¨®n cr¨ªtica sobre su ideario y sobre sus art¨ªculos period¨ªsticos, que eran, como suced¨ªa con Mariano Jos¨¦ de Larra, un revulsivo para su tiempo. Sus reflexiones obligaron en su d¨ªa a que el lector abriera la mente. Ahora, cien a?os despu¨¦s de hundirse en las aguas heladas del r¨ªo Dvina, Ganivet plantea otra vez todas sus dudas.
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