Irureta se abona a jugar con dos puntas
Entre los muchos dilemas que impone a Javier Irureta la amplitud de su plantilla ninguno ha dado tanto que hablar como el pulso entre Roy Makaay y Diego Trist¨¢n por ocupar un puesto en la punta del ataque. Se trata de dos tipos tan h¨¢biles en el arte de marcar goles como en el atrevimiento para desafiar al entrenador en sus declaraciones p¨²blicas. La escasa paciencia de Makaay y Trist¨¢n para soportar las esperas en el banquillo ha sacudido m¨¢s de una vez el vestuario deportivista en las ¨²ltimas semanas, e incluso parece haber creado cierta rivalidad entre ambos: su relaci¨®n, dentro y fuera del campo, aparenta ser algo distante.
Daba la impresi¨®n de que Makaay y Trist¨¢n hab¨ªan asumido que, con el sistema de Irureta, uno de los dos sobraba en el equipo, a no ser en situaciones de emergencia. Pero el propio t¨¦cnico se ha encargado de desmontar esa tesis. Y anoche, como el domingo pasado en M¨¢laga o la semana anterior ante el Valencia, los dos goleadores volvieron a coincidir en el equipo titular.
Durante la semana, se hab¨ªa extendido la impresi¨®n de que Diego Trist¨¢n podr¨ªa quedarse en el banquillo. Tras un fulgurante comienzo de temporada, que culmin¨® con su imborrable actuaci¨®n en Manchester, el delantero sevillano se ha ido apagando poco a poco. Trist¨¢n, que de por s¨ª ya no es un jugador que destaque por su velocidad, parece haber perdido rapidez. Y, sobre todo, ha vuelto a dar muestras de su tradicional indolencia y de un excesivo ego¨ªsmo, defectos que hab¨ªa superado en el arranque del curso.
Contra el Valencia, en Riazor, el internacional espa?ol ya escuch¨® algunos silbidos, y en M¨¢laga no convenci¨® ni a Irureta ni a nadie. Pero el t¨¦cnico contradijo anoche los pron¨®sticos y dio otra oportunidad a Trist¨¢n. Eso s¨ª, le coloc¨® desde el principio una espada de Damocles: nada m¨¢s iniciarse el choque, V¨ªctor empez¨® a calentar en la banda, una advertencia visible de que el cambio pod¨ªa producirse en cualquier momento. Pero no lleg¨® hasta el minuto 67. Entonces Irureta prescindi¨® de uno de sus dos delanteros y opt¨® por reforzar el centro del campo.
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