El modelo de eutanasia holand¨¦s
La normativa m¨¢s avanzada del mundo sobre el derecho a morir llega despu¨¦s de 30 a?os de di¨¢logo
Si la eutanasia contin¨²a siendo un tab¨² en la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos, en Holanda es m¨¢s que una pr¨¢ctica aceptada. La ley m¨¢s avanzada del mundo entr¨® en vigor el pasado 1 de abril con el voto t¨¢cito de m¨¢s del 90% de los ciudadanos. El texto, que regula con estrictos criterios la muerte, es el resultado de 30 a?os de di¨¢logo entre m¨¦dicos y pacientes, fiscales y jueces, iglesias y Gobiernos de todas las tendencias y partidos pol¨ªticos.
Elisabeth Pop ten¨ªa 80 a?os cuando le diagnosticaron leucemia. Por los tratamientos y los primeros dolores se vio condenada a un deterioro de su calidad de vida. Y sin perspectiva de mejorar. 'Le horrorizaba el fin que se le ven¨ªa encima. La sola idea de morir sufriendo, retorcida en dolores, postrada en la cama de un hospital, se convirti¨® en una obsesi¨®n', explica su hija Wanda. Fue entonces cuando Pop, que desde hac¨ªa a?os llevaba en su cartera el carn¨¦ de la Asociaci¨®n Holandesa por la Eutanasia Libre (NVVE), empez¨® a hablar con su m¨¦dico de cabecera de adelantar el fin de su vida.
Una encuesta de 1998 dice que el 92% de los holandeses est¨¢ a favor de la eutanasia
Los m¨¦dicos holandeses reciben unas 10.000 peticiones de eutanasia anuales: alrededor de un tercio son rechazadas por no cumplir los requisitos; en otro tercio de los casos la muerte natural se adelanta a la petici¨®n y, al final, son unos 3.600 (una media de 10 al d¨ªa) los que se llevan a la pr¨¢ctica. En el 89% de los casos se trata de enfermos de entre 20 y 60 a?os en fase terminal aquejados de c¨¢ncer.
'Su decisi¨®n nos caus¨® un gran impacto, pero, a medida que empeoraba, nos d¨¢bamos cuenta de que no se le pod¨ªa negar el derecho a morir con la misma dignidad que hab¨ªa vivido', dice Wanda, de 66 a?os.
Como ella opinan millones de personas en Holanda. Una investigaci¨®n de 1998 de la Universidad Erasmus de Rotterdam determin¨® que el 92% de los habitantes est¨¢ a favor de la eutanasia. Incluso el 96% de los cat¨®licos entrevistados se mostraba favorable, mientras que los mayores opositores estaban entre los protestantes m¨¢s tradicionales.
En realidad la nueva ley s¨®lo sanciona una pr¨¢ctica que ya se ven¨ªa tolerando desde hace a?os, basada en las estrictas directrices del Colegio de M¨¦dicos y los precedentes de la jurisprudencia, respaldados por una amplia mayor¨ªa de la sociedad para quien el derecho a la eutanasia es, a estas alturas, incuestionable.
Atr¨¢s queda un largo debate que comenz¨® en 1971, cuando la doctora Truus Postma inyect¨® una dosis mortal de morfina a su madre, gravemente enferma, quien se lo hab¨ªa pedido insistentemente. Aunque se le declar¨® culpable, las protestas de un amplio sector de la poblaci¨®n y, sobre todo, las declaraciones en el proceso de m¨¦dicos que reconocieron que se cuestionaban la necesidad de prolongar la vida en los casos m¨¢s amargos, dej¨® su condena reducida a una semana de c¨¢rcel. Por primera vez, un juez acept¨® los principios b¨¢sicos que regulan la eutanasia: que el enfermo padezca un gran sufrimiento sin posibilidad de mejorar y que pida repetidamente que no se prolongue su vida.
Poco a poco, otros casos dieron nuevos pasos en b¨²squeda de los l¨ªmites ¨¦ticos y jur¨ªdicos. A principios de los ochenta un tribunal eximi¨® de culpa a un m¨¦dico que hab¨ªa practicado la eutanasia, al considerar que hab¨ªa respetado los l¨ªmites ¨¦ticos del colegio. Poco despu¨¦s otro estableci¨® la necesidad de que el facultativo consultara siempre a un segundo colega. En 1995, despu¨¦s de que el Gobierno empezara a regular t¨ªmidamente la eutanasia bajo estrictas condiciones, el llamado caso Chabot marc¨® un nuevo hito al aceptar el 'sufrimiento ps¨ªquico' como motivo suficiente.
Todo este trayecto, que en muchos momentos provoc¨® agrias protestas desde las iglesias y fuertes discusiones pol¨ªticas, se realiz¨® al m¨¢s puro estilo holand¨¦s: conversaciones entre todos los sectores de la sociedad, que, sin prisas, buscaban el consenso y dar respuestas a las nuevas preguntas. Y todo con la misma actitud que da a Holanda gobiernos de coalici¨®n con partidos de dispares tendencias pol¨ªticas o que permite aprobar conflictivas leyes como el matrimonio entre homosexuales o la vanguardista aproximaci¨®n al problema de la drogadicci¨®n.
La aconfesionalidad del Estado y la progresiva secularizaci¨®n de una sociedad en la que tanto la Iglesia protestante reformada (mayoritaria) como la cat¨®lica cada vez cuentan menos, contribuy¨® a poder dar luz verde a la ley de la eutanasia, aunque con la oposici¨®n del cristianodem¨®crata CDA y los peque?os partidos confesionales.
Tras corroborar que cumpl¨ªa todos estos requisitos, el m¨¦dico de Pop le dio dos opciones: una inyecci¨®n letal y una p¨®cima de fuertes cantidades de tranquilizantes. La paciente eligi¨® la primera y una fecha: un s¨¢bado de octubre a las 11.00.
Despu¨¦s de levantarse, Pop ultim¨® sus funerales y dej¨® sobre la mesa los documentos que el m¨¦dico debe cumplimentar tras la muerte, para informar oficialmente de la eutanasia. Un forense de los servicios sanitarios tiene que certificar tambi¨¦n el deceso. Luego, el facultativo informa a una de las cinco comisiones regionales integradas por un m¨¦dico, un jurista y un experto en ¨¦tica que estudian el caso y juzgan si se han respetado los requisitos.
'Mi hermana y yo organizamos una ceremonia de despedida', recuerda Wanda. 'Mam¨¢ estaba tranquila, muy preparada, no lloraba. Antes de inyectarle, el m¨¦dico le pregunt¨® de nuevo si estaba segura de que quer¨ªa morir. Contest¨®: 'S¨ª, por favor'. Con la primera entr¨® en coma, un cuarto de hora despu¨¦s, tras la segunda inyecci¨®n, su coraz¨®n dej¨® de latir para siempre. Luego llamamos a mis hermanos'.
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