P¨¦rfida Albi¨®n
Es la vieja raposa de Occidente fustigada lo mismo por el republicano Le¨®n Felipe que por el fascista y traidor a la patria Ezra Pound (ahora, por cierto, que nuestro Ministerio de Defensa anda pensando en reinstaurar la pena por traici¨®n a la patria, podr¨ªan recordar el caso del autor de los Cantos pisanos y a?adir al castigo la exhibici¨®n del reo en una jaula). Es la usurera y la saqueadora, dicen, o dec¨ªan hasta hace muy poco, de todo el ancho mundo. Es la p¨¦rfida Albi¨®n, la responsable, en la mitolog¨ªa de la derecha hisp¨¢nica, de todos nuestros males hist¨®ricos, la que reafirma en Gibraltar su maligno y pat¨¦tico orgullo de imperio derruido, la que proh¨ªbe artillar nuestra costa y se divierte cazando el zorro y practicando juegos tan divertidos y perversos como el spanking y la disciplina, naturalmente inglesa.
Pero todo eso ya da lo mismo. Aznar y Blair se pasaron la tarde del pasado mi¨¦rcoles charlando de sus cosas (es decir, de las cosas de Irak m¨¢s que nada) en alguna salita recoleta de Downing Street. Vieron juntos el partido de f¨²tbol que enfrent¨® al Real Madrid y al Manchester United y despu¨¦s comentaron la jugada (la jugada de Irak mayormente) con su compa?ero de fratr¨ªa Goerge W. Bush. Los mandatarios espa?ol y brit¨¢nico manifestaron, cuentan las cr¨®nicas, "un entendimiento completo en todos los asuntos tratados". Ser¨ªa demasiado f¨¢cil hacer el chiste y decir que ahora est¨¢n a partir un pe?¨®n.
Algo est¨¢ sucediendo, se dir¨¢ m¨¢s de uno. Algo raro, algo que no termina de cuadrar. Se supone que un laborista como Tony Blair debe tener que ver, aunque sea muy poco, pero algo, con gentes como Pablo Iglesias y Juli¨¢n Besteiro o, sin ir m¨¢s lejos, con el risue?o Rodr¨ªguez Zapatero. Pero no con Aznar. Por otro lado, si al menos el Palacio de Santa Cruz tuviese por inquilino a alguien como el difunto conde de Motrico, con modales y flema brit¨¢nica, la impostura ser¨ªa m¨¢s asumible (y menos impostora). Al fin y al cabo, Areilza era socio de un club m¨¢s ingl¨¦s que los clubes ingleses. Tan ingl¨¦s que se ubica todav¨ªa en la calle Navarra de Bilbao.
No deber¨ªamos, sin embargo, asombrarnos de que Aznar y Blair se entiendan. Algo tiene Inglaterra que seduce y excita al pol¨ªtico de la piel de toro. Quiz¨¢s el amor-odio es lo que de verdad nos pone a las personas y tambi¨¦n a los pa¨ªses. El caso es que nos hemos olvidado del idilio que en su d¨ªa vivieron la se?ora Thatcher y Felipe Gonz¨¢lez. ?No se acuerdan? Es como el negativo de lo de ahora. De aquella relaci¨®n entre el l¨ªder socialista espa?ol y la entonces ama y se?ora del conservadurismo brit¨¢nico, han quedado una p¨¢ginas memorables dentro de una novela de Javier Mar¨ªas (un escritor, curiosamente, calificado por sus enemigos como "angloaburrido"). El pasaje de la novela en donde se describe, con int¨¦rprete por medio, el encuentro entre Thatcher y Gonz¨¢lez es despiadadamente divertido. Algo habremos ganado, en fin, de todo este teatro si la derecha espa?ola entierra definitivamente el mito rancio de la p¨¦rfida Albi¨®n. P¨¦rfidos somos todos.
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