Imanol
Ha muerto el cantante Imanol, en un hospital de Orihuela, lugar donde naci¨® el poeta Miguel Hern¨¢ndez. El destino o la casualidad ha unido de alguna manera a estos dos grandes hombres, amantes de la palabra sincera, de la palabra alegre, de la palabra limpia de basura, suciedad y podredumbre. Ha muerto lejos de su casa, lejos de San Sebasti¨¢n, ciudad que amaba, tanto como Par¨ªs, y en la que fue, en Donostia, creo, feliz, cuando no le faltaban amigos con los que charlar y pasear hasta la madrugada, donde no le faltaba ese calor que todos los artistas y especialmente m¨²sicos necesitan, por ser seres de sol y sombra, cigarras como ense?a la tradici¨®n, tan necesarias y tan sublimes; porque fue una ciudad donde no le falt¨® una familia que le ha sido fiel hasta el final.
Frente al exilio nos queda la memoria, la memoria que cierra heridas y sana
El exilio es un reino sin reino, un reino sin rey ni trono, un tiempo sin tiempo, un tiempo estancado en la memoria que ni avanza ni se extiende ni despliega sus colores, porque es gris y anodino, como el cielo de esta ciudad, su ciudad, nuestra ciudad, en ciertas tardes de oto?o; el exilio es el tiempo de penumbra que acecha y ataca en lo m¨¢s hondo del ser, en su alma, dej¨¢ndola escu¨¢lida, fr¨ªa, inane. El exilio es un no ser, y quien es no espera, no puede esperar, porque toda espera es una manera de matar la vida. El exilio es estar, es esperar, y quien est¨¢ no es, y nunca sabe si ser¨¢, porque el mundo se le va, sin darse cuenta. El exilio es una maldici¨®n, un grito, un fragor. El exilio es lo que no vemos, lo que no o¨ªmos, lo que no nos alcanza, porque es invisible e inaudible y no se conforma con su condici¨®n. Decir exilio es arrastrarse desde la vida hasta el infinito, desde el cual el ser desaparece y se deshace en capas dolorosas y silentes.
Frente al exilio nos queda la memoria, la memoria que cierra heridas y sana, la memoria que lucha por durar y preservarse, preserv¨¢ndonos asimismo del dolor y del silencio, de la soledad m¨¢s absoluta, de la m¨¢s altiva verg¨¹enza. Y recordar a Imanol es cantar, es disfrutar de la vida, es perseverar en ser personas que aman la amistad, el amor y la libertad, ante todo y ante nada
Recordar a Imanol, como yo lo recuerdo ahora mismo, es recordar una utop¨ªa: porque cuando cant¨¢bamos cre¨ªamos ser como los p¨¢jaros que vuelan sin que nadie les imponga fronteras, ni nadie les pida pasaporte, ni su ilustre opini¨®n, por supuesto, sobre la realidad de las cosas.
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