El Guggenheim recupera la escultura experimental y humana de Jorge Oteiza
La antol¨®gica de 200 obras del museo de Bilbao prescinde del mito que el artista cre¨® de s¨ª mismo
El Museo Guggenheim de Bilbao inaugur¨® ayer la exposici¨®n Jorge Oteiza: mito y modernidad, un proyecto frustrado anteriormente por el propio escultor que aspira a situar su obra en una perspectiva internacional, lejos del personaje de artista aislado, pol¨¦mico y contradictorio que ¨¦l mismo aliment¨® durante toda su vida. Dos centenares de obras muestran la trayectoria experimental de un escultor de escala humana y modesta, que manej¨® la masa y el vac¨ªo. "Se trata de poner a Oteiza en su medida, una inmensa medida", dijo el artista Txomin Badiola, uno de los comisarios de la exposici¨®n.
Jorge Oteiza (Orio, 1908-San Sebasti¨¢n, 2003) vivi¨® empe?ado en crear el mito de artista vasco aislado, rechaz¨® la entrada en los canales de comercializaci¨®n del arte y acab¨® peleado con quienes defendieron la difusi¨®n de su obra. La exposici¨®n que ahora, a?o y medio despu¨¦s de su muerte, presenta el Guggenheim quiere despojar su obra del peso de una personalidad arrolladora y de las facetas de agitador social y pol¨ªtico para recuperar el valor de su escultura. "Ante Oteiza no eres indiferente: est¨¢s con ¨¦l o contra ¨¦l", advirti¨® la conservadora estadounidense Margit Rowell, organizadora de la exposici¨®n junto a Badiola. "Hemos situado a Oteiza lejos del mito que el cre¨® para s¨ª mismo y lo hemos colocado en un escenario internacional". Oteiza: mito y modernidad estar¨¢ abierta al p¨²blico en Bilbao hasta el 9 de enero de 2005. El pr¨®ximo febrero ser¨¢ inaugurada en el Reina Sof¨ªa, en Madrid, y est¨¢ previsto que a mediados de 2005 se presente en el Guggenheim de Nueva York.
Rowell destac¨® que Oteiza realiz¨® la parte esencial de trabajo en poco m¨¢s de 10 a?os, concentrado en la d¨¦cada de los cincuenta, y que culmin¨® con el premio de la Bienal de S?o Paulo en 1957, dos a?os antes de que decidiera abandonar la escultura al sentir agotado el proceso de experimentaci¨®n. Las obras reunidas en la exposici¨®n -cerca de 169 esculturas y una colecci¨®n de 40 dibujos y collages in¨¦ditos- sorprenden por su peque?o formato, en contraste con las obras p¨²blicas de grandes dimensiones que en los ¨²ltimos a?os ha sido salido a la calle, especialmente en el Pa¨ªs Vasco. "La escala de Oteiza es humana", subray¨® Rowell. "Es un sentido de la escala modesta, poco frecuente en los escultores". Badiola reforz¨® esa opini¨®n. "Oteiza no es un escultor que pone esculturas en enormes en plazas", asegur¨®. "?l dec¨ªa: 'Pa¨ªs de monumentos, pa¨ªs de enanos'. No ha sido responsable de lo ocurrido debido a su edad". Badiola, disc¨ªpulo de Oteiza en sus a?os de formaci¨®n, fue tambi¨¦n responsable de la antol¨®gica de Oteiza que pudo verse en 1988 en Madrid, Barcelona y Bilbao. El comisario afirm¨® que la exposici¨®n era "urgente y necesaria" para recuperar el inter¨¦s por Oteiza y generar una profundizaci¨®n en su escultura y sus escritos. Con la muestra pretenden, a?adi¨®, "poner a Oteiza en su medida, una inmensa medida, rescat¨¢ndole de los territorios en los que ¨²ltimamente ha estado". Badiola se refer¨ªa, sin citarlo, a las reediciones de las esculturas de Oteiza, los cambios de escala y los conflictos surgidos en el entorno de Oteiza y en la fundaci¨®n que gestiona su legado.
La exposici¨®n ha sido estructurada en cuatro salas que agrupan las obras con un doble criterio conceptual y cronol¨®gico. El recorrido comienza con un grupo de trabajos iniciales, realizados a partir de los a?os veinte, que revelan el inter¨¦s del artista por el arte precolombino y las esculturas de Alberto S¨¢nchez y Henry Moore. La evoluci¨®n de Oteiza se plasma a partir de 1950 en figuras de piedra en las que experimenta con las formas y la luz. A mediados de la d¨¦cada de los cincuenta, entr¨® en la investigaci¨®n plenamente abstracta con poliedros y esferas, hasta lograr sus caracter¨ªsticas series de cajas vac¨ªas, con las que avanz¨® en el camino hacia el vac¨ªo.
Las piezas se suceden en series a corta distancia unas de otras. "Es una decisi¨®n consciente. No es amontonamiento, sino agrupamiento", explic¨®. "No se puede sacralizar cada uno de los objetos. Se trata m¨¢s de ver las relaciones entre las esculturas que lo que son ellas mismas". Oteiza particip¨® del esp¨ªritu de las vanguardias que buscaban un cambio radical en la sociedad, record¨® el comisario. "Entend¨ªa que el arte iba hacia el objeto necesario, no el objeto bello".
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