Mujeres al borde del agotamiento
Las 'superwoman' no existen. Sin embargo, algunas mujeres se ven ideales en este papel. Querer llevar la casa y el trabajo, y hacerlo todo bien, se convierte en una lucha contra los elementos. Al final, persiguiendo un mito inalcanzable, muchas de estas mujeres acaban presas del s¨ªndrome del agotamiento femenino.
Muchas son las mujeres que se hacen cargo de todo lo que les toca y adem¨¢s de todo lo que les cae. A sus infinitas tareas cotidianas se suman as¨ª todo tipo de emergencias que no saben de horarios. Como resultado, algunas pueden padecer una variante de la depresi¨®n, el "no puedo m¨¢s".
Basta escuchar a una de estas mujeres contando c¨®mo le ha ido el d¨ªa para que salte la se?al de alarma. En su lista de tareas abundan las dobles o encadenadas: atender a los ni?os mientras termina la lavadora, acordarse de las fotocopias para la reuni¨®n del d¨ªa siguiente, para el que se piensa ya qu¨¦ ropa se va a llevar, no olvidarse de las medicinas para la abuela o aprovechar la hora de la ducha para limpiar el ba?o y cambiar las toallas.
La jornada transcurre entre malabarismos, siempre con varias cosas en mente. Al final, la mujer se reta a creer y demostrar que puede hacerse cargo de todo. Como si ¨¦sa fuera su misi¨®n s¨®lo por ser mujer: "Todo. Yo sola. Siempre". Hasta que aparece el s¨ªndrome del agotamiento femenino.
Detecci¨®n: cuanto antes, mejor. Seg¨²n Sonia Tessa, especialista en el tratamiento del s¨ªndrome, est¨¢ bastante extendido. Pero es dif¨ªcil de detectar por las propias mujeres que la padecen, acostumbradas a deso¨ªr su cuerpo o a ocultar sus debilidades por verg¨¹enza. Sin embargo, en cuanto leen algo sobre el tema, reconocen los s¨ªntomas.
"Me levanto temprano. Durante el curso, sobre las seis. Desayuno, me ducho y despierto a los ni?os. Cuando se van al colegio, organizo la casa y me voy a trabajar", relata Gabriela, profesional de treinta y tantos a?os, separada y con dos hijos. Su trabajo implica actividades fuera de horario, que resuelve -siempre ella- dejando a los ni?os con las abuelas, vecinos o amigas. Su ex marido, explica sin justificarle, "tiene horarios de trabajo poco habituales".
Una de las primeras manifestaciones del s¨ªndrome del agotamiento femenino es precisamente el enfriamiento de las relaciones familiares. El cansancio y el exceso de responsabilidades hacen que la mujer se torne irritable y que lo ¨²nico que le interese al terminar sus deberes sea acostarse y dormir, con lo que los v¨ªnculos afectivos en torno a ella se debilitan. Despu¨¦s de haber puesto todo su empe?o en que la familia funcione, se ha quedado sin energ¨ªa para s¨ª misma. Y todo el mecanismo falla.
El alto nivel de exigencia puede venir de una necesidad familiar o de la tendencia a pensar que una debe tener el control sobre todo. Pedirse imposibles genera en la mujer un estado de ¨¢nimo que no entiende y que no es capaz de explicar. Los otros lo achacan al sue?o, el tiempo o la regla. Y ella, a la falta de vitaminas u organizaci¨®n. No es capaz de adivinar que est¨¢ ante una patolog¨ªa que si no se trata puede conducir a la despersonalizaci¨®n y la depresi¨®n.
Sonia Tessa define a la mujer propensa a padecer este s¨ªndrome como competente en el trabajo, preocupada por la casa y el bienestar de cuantos le rodean. Su frase favorita: "Deja, que yo lo hago, no me cuesta nada". Aunque desear¨ªa que alguien le dijera lo mismo a ella, es incapaz de pedirlo y si la ayudan se siente inc¨®moda, pues piensa que est¨¢n poniendo en duda su capacidad.
Harta, desganada, incluso lo que antes le proporcionaba placer se acaba convirtiendo en obligaci¨®n. Ver a las amigas, ir al cine, pasear, depilarse? son actividades que acaba postergando. Y ni en vacaciones disfruta, preocupada por cuidar a los ni?os, hacer la comida? cumplir con las expectativas propias y ajenas, en definitiva.
Cuanto m¨¢s abarque la mujer, m¨¢s profundo ser¨¢ el agotamiento, hasta hacerla presa de una depresi¨®n que le impedir¨¢ seguir adelante. Al contrario que el hombre, para ella no es f¨¢cil decir que no. "Acostumbradas a anteponer las necesidades o el sufrimiento ajenos sobre los propios, estas mujeres se sienten insustituibles y acaban por irritarse, tener dificultades para relacionarse con los otros? y aislarse", explica Sonia Tessa.
Muchas veces, son mujeres que pasan de cuidar de sus hijos a cuidar de sus padres, sin transici¨®n. "No se trata de sacrificar el cuidado de los hijos o la vocaci¨®n; de lo que se trata es de asignar prioridades y compartir responsabilidades", contin¨²a. La soluci¨®n empieza por prestar m¨¢s atenci¨®n a las propias necesidades y procurar dejar de correr como una bombera voluntaria ante las demandas de los dem¨¢s. El objetivo, seg¨²n los profesionales, es pararse por un segundo y desandar el camino del agotamiento para descubrir que se puede vivir sin intentar tapar todos los agujeros. Habr¨¢ que renunciar a ciertas responsabilidades, pero la sensaci¨®n de cansancio infinito ir¨¢ cediendo, hasta desaparecer.
Aprender a cuidar los tiempos propios
Como en toda situaci¨®n de malestar, lo primero es reconocer que algo falla.
Dejarse cada d¨ªa un tiempo para hacer algo que proporcione placer: un ba?o, un encuentro con una amiga, ir al cine, salir a caminar o simplemente leer, mirar el paisaje o ver la televisi¨®n.
Reconsiderar c¨®mo es la relaci¨®n con las personas del entorno.
Acudir a un especialista para intentar recuperar la autoestima.
Repasar la propia historia para verse a una misma y para ver qu¨¦ modelos se han tenido a la hora de decidir c¨®mo se quiere o se debe llegar a ser.
Delegar en alg¨²n familiar o amigo una tarea al menos una vez por semana.
Dejar sin hacer una tarea secundaria. As¨ª se aprende a relativizar la importancia de hacerse cargo de todo. M¨¢s vale poco y bien que mucho y mal.
Contratar a una asistenta para que ayude con las tareas dom¨¦sticas, aunque s¨®lo sea dos veces al mes.
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