Napole¨®n o Coluche
La presidencia francesa de la UE, en el segundo semestre de 2008, dilucidar¨¢ una inc¨®gnita: ?es Nicol¨¢s Sarkozy el Napole¨®n redivivo al que aspira? ?O una mera reencarnaci¨®n del payaso Coluche, como tantos sospechan, y nadie escribe?
El continuo disparate circense en la pol¨ªtica interior acaba filtr¨¢ndose a la acci¨®n exterior. Por suerte, el grave sentido de la dignidad democristiana y europe¨ªsta acreditado por Angela Merkel ha provocado de momento la paralizaci¨®n de importantes reuniones bilaterales del eje franco-alem¨¢n. No es s¨®lo que esta locomotora est¨¦ gripada. Es que la parte francesa vive ausente, entretenida en el bingo de amor¨ªos de Estado, grandeurs trasnochadas y populismos de mercadillo. Sarko ha optado por la peor herencia del gaullismo: no a una Francia europea, s¨ª al sue?o de una Europa a la francesa manera. O sea, exportaci¨®n nuclear unilateral al norte de ?frica, sin siquiera evaluar los eventuales peligros de la proliferaci¨®n para la seguridad com¨²n; reedici¨®n del feroz proteccionismo a la vieja encanallada agricultura, un atentado a las expectativas de crecimiento de los pa¨ªses emergentes vecinos; ac¨¦rrima defensa de las empresas campeonas nacionales contra el proceso de liberalizaci¨®n (y la cochambre antiglobalizadora-verde a lo Jos¨¦ Bov¨¦, venga a callar); grandeur neoimperial-neocolonial en el Mediterr¨¢neo. Petit probl¨¨me. Hoy todo esto es casi imposible, al menos a la brava.
'Sarko' ha optado por la peor herencia del gaullismo
Ante el Tratado de Lisboa muchos atribuyeron al h¨¢bil prestidigitador del El¨ªseo el noble papel de broker. Era s¨®lo un funambulista. Y ahora le llega la hora de la verdad.
No es extra?o que la muy responsable canciller alemana se haya plantado ante la renacionalizaci¨®n de la pol¨ªtica euromediterr¨¢nea, que Sarko pretende jibarizar en pat¨¦tica caricatura meramente ribere?a. No s¨®lo porque Berl¨ªn sea su principal pagano; papel, h¨¦las, que Par¨ªs no pretende absorber. Sino porque supondr¨ªa descomprometer al grueso de Europa de un flanco de vecindad econ¨®mica, estrat¨¦gica, y civilizacional decisivo.
La evidente maniobra del bur¨®crata Brown tendente a dividir a los continentales insuflando ox¨ªgeno al can-can parisiense mediante la revitalizaci¨®n bilateral de la Europa de la Defensa, no debiera enga?ar m¨¢s que a los tontos. Entre otras razones porque incluye el peaje nada secreto de encumbrar al ahora vaticanista Blair como jefe de las cumbres europeas.
A Espa?a todo esto le ofrece la oportunidad del desenredo. Apoyar la seriedad europe¨ªsta de Merkel; reconducir a una mera cooperaci¨®n reforzada el huero fasto del Mediterr¨¢neo... sin media Europa; hallar alternativas al bushiano Tony de las Azores para el Consejo Europeo. A lo mejor en este envite puede allegar tambi¨¦n la complicidad de la mejor tecnocracia diplom¨¢tica francesa, encabezada por el secretario de Estado Jean Pierre Jouyet. Si es que Napole¨®n / Coluche no le env¨ªa a casa por carecer de un Rolex o un Patek Phillip, la verdadera identidad de esta no-Francia que ha hecho de lo cursi grandilocuencia.
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