La victoria de la paciencia
Carlos Sastre a?ade blasones desde el podio de par¨ªs al a?o m¨¢gico del deporte espa?ol
Con Indurain, hace ya casi dos d¨¦cadas, el deporte espa?ol se quit¨® de encima a?os y a?os de complejo de inferioridad, se atrevi¨® a mirar a Europa de t¨² a t¨², conoci¨® la ambici¨®n. Con Carlos Sastre, otro ciclista, otro corredor de amarillo en lo m¨¢s alto del podio de los Campos El¨ªseos, en Par¨ªs, el deporte espa?ol a?adi¨® ayer otro cap¨ªtulo de ¨¦xito m¨¢s a este 2008 que, si en los Juegos de Pek¨ªn una hecatombe no lo impide, lleva camino de convertirse en el a?o m¨¢gico, el a?o en el que todos los sue?os est¨¢n permitidos. "Mi verdadera victoria son mis hijos", dijo Sastre, de 33 a?os, al bajar de lo m¨¢s alto del podio. Es el s¨¦ptimo espa?ol que gana el Tour.
Si la selecci¨®n espa?ola de f¨²tbol ha ganado la Eurocopa, todo lo dem¨¢s es pan comido.
Pereiro, Contador, Sastre... Una serie que remite a Bobet, Walkoviak y Anquetil
Sastre acoge "con serenidad" su triunfo en los Campos El¨ªseos
"Los hijos son mi verdadera victoria", dice junto a Claudia y Yeray
Freire tambi¨¦n disfrut¨® con su hijo, Marcos, el premio a la regularidad
Especial del Tour de Francia |
Revive la victoria en l'Alpe-d'Huez |
As¨ª te contamos la ¨²ltima contrarreloj |
Hasta el sue?o de un chaval de 33 a?os, tres meses y seis d¨ªas que hizo de la paciencia virtud, de la regularidad coraza y de la frialdad, que otros llaman ascetismo, algunos sobriedad y otros c¨¢lculo, arma definitiva para coronarse al octavo intento.
En su primera participaci¨®n, en 2001, Carlos Sastre termin¨® el vig¨¦simo. Despu¨¦s fue bajando: d¨¦cimo, noveno, octavo, 23? al servicio del italiano Ivan Baso, tercero, cuarto y, finalmente, primero. Una regularidad digna de Joop Zoetemelk, aquel legendario holand¨¦s que pas¨® a la historia peyorativa como chuparruedas, primero ensombrecido por el legendario Eddy Merckx y luego por Bernard Th¨¦venet y Bernard Hinault, pero que no desesper¨® y supo aprovechar su oportunidad en 1980, en su d¨¦cima participaci¨®n en la grande boucle, precisamente a los 33 a?os de edad, cuando Hinault se lesion¨® y no le qued¨® m¨¢s remedio que retirarse.
"Con serenidad", dice Sastre que acogi¨® su propia victoria, un triunfo basado en la tremenda fuerza colectiva de su equipo, el CSC; en un ataque ¨²nico y definitivo en el m¨ªtico Alpe d'Huez y en una fe infinita en sus posibilidades durante la contrarreloj final.
Y todo ello, con serenidad, como si acabaran de comunicarle que padece un c¨¢ncer. Con sobriedad, como el culotte negro que luci¨® ayer junto a su maillot amarillo: rechaz¨® el culotte amarillo a juego que le llev¨® Nalini. "Puede darle mala suerte", le justific¨® su director, Bjarne Riis. Una disculpa como otra cualquiera.
Frialdad, como la que exhibi¨® en el momento en que atac¨® al pie de Alpe d'Huez, por delante de su compa?ero Frank Schleck, a quien acabar¨ªa arrebatando el maillot amarillo hasta el podio de Par¨ªs, en el que le acompa?aron finalmente el australiano Cadel Evans, segundo de nuevo y que, privado del le¨®n de peluche al que tanto amor mostr¨® durante los d¨ªas en que visti¨® el maillot amarillo, se conform¨® con un canguro boxeador, s¨ªmbolo de su pa¨ªs, y un deshollinador austriaco, feo como escupir, llamado Bernhard Kohl, que, adem¨¢s, luci¨® el maillot de lunares que distingue al rey de la monta?a.
Sastre gan¨® el Tour y es el tercer triunfo consecutivo de un espa?ol, tras los de ?scar Pereiro en 2006 y Alberto Contador en 2007, en una sucesi¨®n triple s¨®lo imitada por la gran Francia de los a?os 50 con Louison Bobet, Roger Walkoviak y Jacques Anquetil.
Gan¨® el Tour un a?o de los denominados de transici¨®n, como lo est¨¢n siendo todos los que se llevan despu¨¦s del estadounidense Lance Armstrong, en un ciclismo convulso que no acaba de encontrar, este s¨ª, la serenidad, y en los que ning¨²n corredor ha sido capaz de asentar su dominio.
Podr¨ªa haber sido, si no, el segundo Tour de Contador, el madrile?o que deslumbr¨® en 2007; que gan¨® despu¨¦s, este a?o, el Giro, pero al que el Tour vet¨® de una manera absurda.
Contador, se espera, regresar¨¢ en 2009, donde le espera, al menos eso se desea, Andy Schleck, el jovencito luxemburgu¨¦s que, para muchos observadores, ha sido la verdadera revelaci¨®n de este Tour y la primicia de un futuro nuevo para el ciclismo.
En el podio de Par¨ªs, Sastre, por fin, se relaj¨®, perdi¨® la serenidad y hasta sonri¨® contemplando a sus pies a sus dos hijos: a Claudia, aquella reci¨¦n nacida cuyo chupete se puso en la boca cuando gan¨® la etapa de Ax en el Tour de 2003, la primera vez que el Tour le mostr¨® su amor, y a Yeray, hiperactivo con el le¨®n agarrado por la cola y golpeando a todo lo que se le pon¨ªa por delante, incluido el p¨²gil canguro de Evans.
"Los hijos son mi verdadera victoria", dijo Sastre en una frase que quiz¨¢s explique la ausencia de sentimientos con que recibi¨® el maillot amarillo.
?scar Freire, a su lado, tambi¨¦n ten¨ªa su hijo, Marcos, a los pies, que se lo hab¨ªa llevado a la carrera, a pie, todos los Campos El¨ªseos cuesta arriba, su compa?ero Bram Tankink, quiz¨¢s la ayuda m¨¢s grande que le hayan prestado sus gregarios holandeses en su conquista del maillot verde.
El ciclista c¨¢ntabro, acostumbrado a la soledad y a ser pionero a su pesar, a pisar caminos muy poco trillados por el ciclismo patrio, es el primer espa?ol que logra el maillot de los puntos, que premia al m¨¢s regular en las llegadas.
Lo consigui¨®, como casi todo en su vida, este ¨¦mulo de Miguel Poblet a solas, con su genio, con su velocidad e inteligencia en los sprints, como antes hab¨ªa ganado tres veces el Mundial de fondo en carretera y dos la cl¨¢sica Mil¨¢n-San Remo.
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