Lo que Grecia ha ense?ado a Europa
La primera crisis del euro pone en evidencia los l¨ªmites y deficiencias de la uni¨®n monetaria
Grecia ense?¨® al mundo a pensar. De la Antigua Grecia arranca la tradici¨®n filos¨®fica occidental, el intento del ser humano por explicar el mundo mediante la raz¨®n y no a trav¨¦s de mitos y formas religiosas. Muchos siglos despu¨¦s Grecia vuelve a ofrecer una importante ense?anza al mundo. Su crisis fiscal ha puesto en evidencia las debilidades de la uni¨®n monetaria a la que tanto le cost¨® acceder -trampas estad¨ªsticas incluidas-, ha expuesto cu¨¢les son las deficiencias estructurales del euro y cu¨¢les los l¨ªmites de la propia Uni¨®n Europea. Grecia, en el germen mismo del nacimiento de Europa, ha precipitado la primera gran crisis del euro y sus consecuencias a¨²n est¨¢n por ver.
Dado que no hay otra uni¨®n monetaria en el mundo con la que comparar la marcha del proyecto europeo, hay quienes argumentan que estos son los contornos propios de una uni¨®n monetaria sin m¨¢s, que no se trata de que las reglas impuestas por Bruselas hayan sido equivocadas o insuficientes sino que, en ausencia de una uni¨®n pol¨ªtica, estos son los elementos con los que hay que trabajar y convivir.
El Pacto de Estabilidad no garantiza la disciplina fiscal
El euro ha funcionado hasta que la econom¨ªa se ha deteriorado
El BCE ha cambiado sus reglas cuando la situaci¨®n lo exig¨ªa
Cuando suban los tipos de inter¨¦s, la crisis de deuda se agudizar¨¢
La UE ha tenido que plantearse una situaci¨®n que hab¨ªa querido ignorar
"No hay un mecanismo de gesti¨®n de crisis, se est¨¢ inventando"
"Los actuales problemas est¨¢n en el origen mismo del euro. Es su pecado original porque se unifica la pol¨ªtica monetaria de los estados miembros pero cada uno de ellos mantiene su soberan¨ªa fiscal", asegura Gerardo della Paolera, profesor de Econom¨ªa de la Universidad Americana de Par¨ªs.
Sin embargo, las cosas se pod¨ªan haber hecho de otra forma, se pod¨ªan haber fijado otros l¨ªmites y las herramientas elegidas pod¨ªan haber sido tambi¨¦n distintas. "Los niveles de vigilancia establecidos, a trav¨¦s del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC), claramente no son suficientes. No se tienen en cuenta desequilibrios que ahora se han probado tan graves para la eurozona como los d¨¦ficits comercial y por cuenta corriente, la evoluci¨®n de los salarios, del cr¨¦dito, la pol¨ªtica prudencial.... No hay duda de que hace falta mayor supervisi¨®n", asegura Jean Pisani-Ferry, director del think tank Bruegel, con sede en Bruselas.
Las cr¨ªticas al Pacto de Estabilidad son un episodio habitual para los expertos. Y la verdad es que no parece que un l¨ªmite del 3% del PIB, en el caso del d¨¦ficit, y del 60%, en el de la deuda p¨²blica, basten para dotar de estabilidad a una uni¨®n monetaria en un mundo tan complejo como el actual y en el que est¨¢n tantos elementos en juego.
Precisamente, el PEC fue el origen de otra peque?a crisis de la moneda ¨²nica en estos 11 a?os de existencia. En 2004, la Comisi¨®n Europea dej¨® en suspenso la aplicaci¨®n de sanciones a Francia y Alemania por haber superado el l¨ªmite del 3% de d¨¦ficit el ejercicio anterior. Entonces se apost¨® por una reforma del Pacto que flexibilizara su cumplimiento para los pa¨ªses ricos, algo que algunos auguraron como una carga de debilidad permanente para el euro. No fue as¨ª. Pero ya entonces ese episodio permiti¨® intuir algunos problemas estructurales de la Uni¨®n: la dificultad de acomodar unas reglas comunes a pa¨ªses con momentos del ciclo muy dispares y con trayectorias econ¨®micas muy diferentes. "El euro ha funcionado bien porque el 85% del comercio se desarrollaba dentro de la UEM", apunta Della Paolera.
S¨®lo que hay desequilibrios que no se pueden mantener de forma indefinida. "La estructura del crecimiento en Europa est¨¢ desequilibrada de forma peligrosa, con un gran super¨¢vit por cuenta corriente en Alemania que tiene su reflejo en los grandes d¨¦ficits que soportan otros pa¨ªses de la Uni¨®n. Esos pa¨ªses sufren entonces una p¨¦rdida de competitividad que no pueden aliviar mediante una devaluaci¨®n del tipo de cambio", afirma Marco Annunziata, economista jefe de Unicredit desde Mil¨¢n. "Al mismo tiempo, Europa no cuenta con un mecanismo lo suficientemente fuerte como para redistribuir recursos de forma efectiva entre pa¨ªses y cuenta con una movilidad laboral limitada. Una uni¨®n monetaria en esas circunstancias, sin mayor integraci¨®n fiscal y pol¨ªtica, no puede funcionar", sentencia.
Con todo, mientras las cosas han ido razonablemente bien -fuerte crecimiento, liquidez, optimismo- el euro ha funcionado. Los problemas de verdad surgen cuando la econom¨ªa se deteriora. "Es la primera vez que las econom¨ªas en dificultades tienen que lidiar con el rigor desde dentro de una uni¨®n monetaria y todo ello en medio de una enorme crisis fiscal", recuerda desde su despacho de Londres Peter Westaway, economista jefe para Europa de Nomura.
Aunque la magnitud de la crisis actual ha superado cualquier previsi¨®n, algunos escenarios s¨ª que se pod¨ªan anticipar, al menos en parte. Las crisis financieras suelen venir acompa?adas de una reducci¨®n de la deuda -desapalancamiento, seg¨²n la jerga econ¨®mica- del sector privado y ¨¦sta, a su vez, de un aumento de la deuda p¨²blica. La historia concluye entonces que las suspensiones de pagos por parte de los Estados aumentan considerablemente despu¨¦s de las crisis financieras, como recogen Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff en su libro Esta vez es diferente: ocho siglos de locura financiera. Si bien "las posibilidades de una suspensi¨®n de pagos son muy bajas, especialmente dentro de la eurozona, las incertidumbres que [esta situaci¨®n] conlleva son considerables", admiten Ben Broadbent y Nock Kojucharov, de Goldman Sachs, en un reciente informe. Es decir, que los problemas por los que atraviesan econom¨ªas como Irlanda, Grecia, Portugal o Espa?a, por poner un ejemplo, no eran tan dif¨ªciles de prever. Y menos despu¨¦s de la suspensi¨®n de pagos de Dubai.
Los mercados est¨¢n castigando con un aumento de la prima de riesgo -medida por el diferencial de rentabilidad frente a la deuda alemana que hay que pagar para financiarse o por el coste de asegurar la deuda, los CDS- a los pa¨ªses con peor desempe?o fiscal "y en este punto entra en juego la credibilidad, conseguida a lo largo del tiempo", como recuerda Citigroup en una nota a clientes. Porque hay un poco de todo. Desde luego en el caso de Grecia.
Cuando el nuevo gobierno griego del socialista Giorgos Papandreu asumi¨® el poder, en octubre pasado, aflor¨® la verdadera dimensi¨®n de las cuentas p¨²blicas. Frente a un d¨¦ficit inicial estimado del 3,7%, los n¨²meros rojos iban a avanzar a finales de a?o hasta el 12,7% del PIB. Lo peor es que se trataba de la en¨¦sima vez que Grecia falseaba sus datos, incluidos los que le permitieron acceder a la moneda ¨²nica en el a?o 2000. Desde entonces Atenas ha estado inmersa en una carrera contrarreloj frente a los mercados para intentar ganar su confianza con sucesivos planes de ajuste que devuelvan a la econom¨ªa helena al marco de las reglas comunitarias. Pero no hay credibilidad posible a la que Papandreu pueda apelar y menos para un gobierno que lleg¨® al poder prometiendo subidas salariales a los funcionarios.
En el caso espa?ol, el problema es bien diferente. Como recuerda reiteradamente el Gobierno, la deuda p¨²blica est¨¢ en estos momentos a unos 20 puntos de la media de la Uni¨®n Europea. No habr¨ªa motivos, entonces, que justificaran el castigo de los inversores. S¨®lo que los mercados no est¨¢n evaluando si este escenario es insostenible hoy, sino si la consolidaci¨®n fiscal y la disciplina presupuestaria prometidas por el Ejecutivo componen un escenario cre¨ªble a dos o tres a?os vista. Y el mercado ya ha cuestionado que ese escenario se pueda cumplir sin una recuperaci¨®n vigorosa de la econom¨ªa. No parece que vaya a ser as¨ª porque el sector privado tiene todav¨ªa muchos ajustes que digerir.
"Sin duda, en el caso de Espa?a pesa, y mucho, el elevado volumen de deuda privada, que representa aproximadamente el 225% del PIB. Si le sumamos el 55% que alcanza la deuda p¨²blica tenemos que la deuda total equivale a 2,8 veces el PIB, es decir el 280% de nuestra producci¨®n total anual. Teniendo en cuenta que la vida media de la deuda es de tres o cuatro a?os eso supone que cada a?o hay que refinanciar nada m¨¢s y nada menos que 600.000 millones de euros que hay que pedir al mercado", explica Luis de Guindos, director del nuevo centro de investigaci¨®n financiera de PricewaterhouseCoopers y del Instituto de Empresa. Eso no significa que Espa?a est¨¦ en una situaci¨®n fiscal parecida a la de Grecia a juicio de los inversores, aclara Guindos, pero s¨ª que su poder de contagio sea mayor, pues representa aproximadamente el 10% del PIB de la eurozona, frente al 2,7% de Grecia.
No hay duda de que la inestabilidad se ha cebado con los pa¨ªses del Sur de Europa m¨¢s Irlanda, aunque el gobierno de Dubl¨ªn ha acometido un plan de ajuste tan severo -incluyendo recortes del 15% del salario de los funcionarios- que parece haber recuperado la calma. Una coincidencia geogr¨¢fica que ha llevado a los analistas a rescatar para sus informes el despectivo acr¨®nimo PIGS, que significa cerdos, en ingl¨¦s, y las iniciales en ese idioma de Portugal, Italia, Grecia y Espa?a. Una denominaci¨®n que tuvo cierto ¨¦xito en los a?os previos a la entrada en vigor de la moneda ¨²nica pero que la convergencia y el buen desempe?o econ¨®mico hab¨ªan hecho caer en el olvido.
Claro que, si nos atenemos a las econom¨ªas que pueden verse arrastradas en caso de una suspensi¨®n de pagos de Grecia, el nuevo acr¨®nimo de moda entre los analistas es STUPID, las siglas en ingl¨¦s de Espa?a, Turqu¨ªa, Reino Unido, Portugal, Italia y Dubai. Algunos a?aden otra U para incluir a Estados Unidos. La referencia del acr¨®nimo en este caso es innecesaria.
Ante el alcance y la extensi¨®n que est¨¢ cobrando la crisis, la Uni¨®n Europea se ha visto obligada a plantearse un escenario que hab¨ªa querido ignorar desde su creaci¨®n: la posibilidad de un rescate financiero a un miembro de la uni¨®n monetaria. Es m¨¢s, los estatutos fundacionales del Banco Central Europeo excluyen expl¨ªticamente la posibilidad de un rescate por parte de la autoridad monetaria. S¨®lo dejan la puerta vagamente abierta a que lo hagan los Estados miembros, pero bajo circunstancias muy concretas.
"No hay un mecanismo de gesti¨®n de crisis, estamos en proceso de inventarlo", reconoce Jean Pisani-Ferry. En algunos ¨¢mbitos ya ha habido avances. La Uni¨®n Europea estableci¨® una l¨ªnea de ayuda junto al Fondo Monetario Internacional (FMI) para acudir al rescate de Hungr¨ªa, Ruman¨ªa y Letonia, pa¨ªses miembros de la uni¨®n pero no de la moneda ¨²nica. Una opci¨®n que, sin embargo, parece descartada de plano cuando afecta a los pa¨ªses del euro.
No s¨®lo por la humillaci¨®n que puede suponer para los europeos que sean otros los que le resuelvan la crisis sino porque, adem¨¢s, el Fondo nunca ha aplicado sus programa en pa¨ªses que carecen de control sobre el tipo de cambio o sobre los tipos de inter¨¦s. Y eso comprometer¨ªa en buena medida la independencia del propio banco central. Pero no hay margen para la discusi¨®n. El que era comisario para Asuntos Econ¨®micos hasta el pasado martes, Joaqu¨ªn Almunia, lo dejaba claro. "Coincido con los diputados que han dicho que no necesitamos llamar al FMI. Lo podemos y debemos hacer nosotros", declar¨® ante el Parlamento.
Y a ello se han puesto. El primer intento institucional de armar ese plan de rescate ha tenido lugar esta semana en Bruselas y el resultado ha sido, cuando menos, decepcionante. Una declaraci¨®n pol¨ªtica asegurando que los Estados miembros no dejar¨¢n caer a Grecia parece lejos de transmitir la claridad que demandan los mercados. Y eso que los mismos pa¨ªses que m¨¢s reticencias expresan a la hora de socorrer financieramente a Grecia -Francia y Alemania, principalmente- son los mismos que tienen una mayor exposici¨®n, a trav¨¦s de su banca, a estos mercados [ver gr¨¢fico].
"Lo que tendr¨ªan que hacer los jefes de Estado y de Gobierno es clarificar cu¨¢les pueden ser las modalidades de ayuda que est¨¢n dispuestos a prestar a Grecia y fijar qu¨¦ condiciones establecen ahora, y de cara al futuro, para los planes de asistencia a Estados miembros. Eso es lo que necesitan los mercados: no s¨®lo bonitas palabras prometiendo futuras ayudas sino saber cu¨¢les son las reglas del juego de la Uni¨®n para una situaci¨®n de crisis", insiste el director de Bruegel.
Es ah¨ª cuando los m¨¢s puristas apelan al riesgo moral. El mismo temor que surgi¨® entre las autoridades estadounidenses y que les llev¨® a dejar caer al banco Lehman Brothers, en septiembre de 2008, pero que no impidi¨® el rescate meses antes de Bear Sterns o el de la aseguradora AIG, pocos d¨ªas m¨¢s tarde.
El mismo miedo de los pa¨ªses te¨®ricamente m¨¢s cumplidores de la Uni¨®n a subvencionar a gobiernos fiscalmente irresponsables, a que sus contribuyentes acaben costeando con sus impuestos comportamientos de gasto irresponsable.
En parte, no les falta raz¨®n. "?C¨®mo va a aplicar Irlanda recortes de salarios p¨²blicos superiores al 10%, con la impopularidad que ello implica para su gobierno, si Grecia se acoge a un plan de rescate que le exime de adoptar ajustes dolorosos?", pregunta ret¨®ricamente Westaway. Es evidente que nadie va a optar por la disciplina presupuestaria si existe un camino m¨¢s f¨¢cil. Y el riesgo moral apela, precisamente, a que pueda producirse una especie de contagio de pa¨ªses solicitando un rescate.
"Eso no lo sabes nunca y no se debe tener en cuenta en este momento. Lo importante es clarificar las reglas del juego para hoy y para ma?ana, no s¨®lo hacer algo a medida de Grecia", incide Pisani-Ferry.
En todo caso, la Uni¨®n Europea tambi¨¦n ha modificado sus normas cuando las circunstancias as¨ª lo han exigido, sin pararse a pensar si ello implicaba o no un riesgo moral sino la magnitud de los problemas en juego.
No en vano, el consejo de BCE acord¨® en pleno estallido de la crisis financiera aceptar deuda p¨²blica con calificaci¨®n por debajo de A-, la m¨ªnima categor¨ªa exigida hasta entonces, como activo colateral a los bancos para facilitar su acceso a l¨ªneas de financiaci¨®n preferente. Una regla que ya ha advertido que revertir¨¢ a finales de este a?o y que, en caso de deterioro de la calificaci¨®n griega, podr¨ªa hacer que sus bonos no pudieran ser utilizados por la banca para recibir financiaci¨®n barata del BCE. Ser¨ªa la primera vez que un banco central no acepta deuda de un Estado miembro. Un nuevo episodio de inestabilidad en los mercados estar¨ªa, sin duda, servido.
"Eso hace que resulte inconcebible que el BCE no vaya a encontrar una v¨ªa, si fuera necesario, para ayudar a un Estado miembro que permanece en riesgo sist¨¦mico. Al igual que es tambi¨¦n inconcebible que el BCE vaya a precipitar deliberadamente los problemas de pa¨ªses en dificultades por unas reglas altamente proc¨ªclicas", explican los analistas de Moody's. Si el BCE ha reescrito sus reglas una vez, y lo ha hecho para ayudar al sistema financiero, bien puede volver a hacerlo en una segunda ocasi¨®n, sobre todo si se trata de garantizar la viabilidad de la Uni¨®n monetaria y el futuro del euro.
Porque de lo que no cabe duda es de que la Uni¨®n Europea est¨¢ viviendo situaciones para las que claramente no estaba preparada y siempre es buen momento para reformar aquello que no funciona.
Lo quieran o no, los ministros de Finanzas se van a ver forzados por las circunstancias a concretar alg¨²n tipo de hoja de ruta. Ya sea ahora o lo dejen para algo m¨¢s adelante. Porque la crisis de deuda que ha estallado en el seno de la UEM se ha producido con los tipos de inter¨¦s en el nivel m¨¢s bajo de su historia, el 1%. Y si la recuperaci¨®n de las econom¨ªas se empieza a concretar como parece, la estrategia de salida del BCE pasa indudablemente por ir elevando los tipos de inter¨¦s, lo cual a?adir¨¢ m¨¢s presi¨®n a las econom¨ªas m¨¢s altamente endeudadas. Todo en un contexto de fuerte competencia a la hora de colocar deuda, lo que les va a obligar a pagar sustanciosas primas a los inversores.
Al final, la Uni¨®n Europea va a acabar dando la raz¨®n al jefe de gabinete de Barack Obama, Rahm Emmanuel, cuando dice que "una crisis es una oportunidad que no se puede desaprovechar. Nunca".
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