Un equipo para todos
La bandera es el buen juego, una forma de conciliar a favor de una causa com¨²n y sin partidas de nacimiento - Se ha asumido con normalidad que el Bar?a sea la academia predominante
Hay entrenadores que no necesitan levantar el dedo ¨ªndice al cielo y dar la vuelta al ruedo tras superar una eliminatoria europea en campo ajeno. Algunos son m¨¢s mundanos, incluso ante conquistas mayores. Su carisma es otro. No precisan desbravarse, tampoco espejos en los que engominarse. Estos no buscan el plano corto, no anhelan portadas, no restan protagonismo a los verdaderos actores: los futbolistas. Es el caso de Vicente del Bosque, que podr¨ªa sentirse en la cima del mundo, pero alcanza una final mundialista, se abraza con su fiel Toni Grande y acude en b¨²squeda de su colega derrotado, Joachim L?w, con el que estrecha la mano de forma afectuosa y educada.
En Del Bosque no hay revanchismo alguno, y motivos encontrar¨ªa. Por mucho menos se han deslenguado otros. El seleccionador espa?ol bien podr¨ªa revolverse contra quien le desahuci¨® de su casa al aducir que era un t¨¦cnico antediluviano. O contra el veneno de alg¨²n comentarista de Al Yazira. En Del Bosque hay otra sensibilidad. Es el d¨ªa de san Ferm¨ªn. As¨ª se llamaba su padre, como su hermano tambi¨¦n fallecido. Esos recuerdos laten en su interior mientras su equipo se glorifica. No hay mayor s¨ªntoma de la naturalidad de esta selecci¨®n que su entrenador. Hay otras pistas.
En Del Bosque no hay revanchismo alguno, y motivos encontrar¨ªa
Una imagen quedar¨¢ para las enciclopedias. Una escena que habr¨ªa pasado inadvertida en muchos pa¨ªses, no en Espa?a, hasta esa bendita sencillez que ha calado hasta el tu¨¦tano en este grupo. Ya nadie se extra?a de que, al t¨¦rmino del choque con Alemania, el futuro capit¨¢n del Madrid se cuelgue con euforia de la nuez del capit¨¢n del Bar?a. No hay pie para las miradas retorcidas. Quedan algunos focos de resistencia carro?era, pero Espa?a, un equipo, sin m¨¢s, se ha sacudido la caspa. Su bandera es el buen f¨²tbol, un estilo, una forma de conciliar a favor de una causa com¨²n, sin partidas de nacimiento por el medio. Vive de espaldas a los torticeros que escrutan a los que pesta?ean cuando suena el himno, que pasan revista a quienes se doblan las medias un cent¨ªmetro por encima del rojo o el amarillo. Estos chicos solo quieren ganar un Mundial, por ellos y por la felicidad que despiertan en todos los rincones, sin politiqueos. Espa?a no solo ha ganado un equipo delicioso, sino que se ha despojado de tanta casquer¨ªa. La selecci¨®n es ahora un ventilador, sin hojarascas en el entorno, sin tanto cainita alrededor.
Tambi¨¦n se ha asumido con una normalidad -a la vista del pasado, resulta extraordinaria- que el Bar?a sea el cultivo predominante. Un motivo de orgullo para los azulgrana, que frente a Alemania alinearon a siete futbolistas (Villa incluido), y un fil¨®n para Espa?a. No hay dobleces: el director t¨¦cnico de la selecci¨®n es un madridista hasta los huesos como Fernando Hierro y en el banco gobierna otro merengue de por vida como Del Bosque. La selecci¨®n es identitaria, aperturista. Ya no es un simple par¨¦ntesis entre Liga y Liga.
Hala, Bar?a; visca el Madrid, podr¨ªa ser el credo de esta selecci¨®n en la que no faltan representantes de viveros como el del Athletic, el Atl¨¦tico, el Sevilla, el Valencia o el Espanyol. Y los que lleguen, porque no hay barreras. Xavi no se encontrar¨ªa sin Casillas. Casillas no se ver¨ªa sin Xavi. Ah¨ª est¨¢ V¨ªctor Vald¨¦s, Lucifer dec¨ªan algunos. Hoy se entrena como un jabato, sin malas caras. Est¨¢n Reina y Marchena, los grandes agitadores desde el banquillo. Frente a Alemania, como en otras jornadas, apenas se sentaron, siempre dispuestos a dar aliento. Ni un reproche de Cesc, todo un capit¨¢n del Arsenal, ni de Silva, que era un fijo, o de Navas y Llorente, revulsivos sin continuidad. Ni de Fernando Torres, icono del equipo. En Espa?a no hay galaxias. No hay lugar para los disidentes. La cohabitaci¨®n, por encima de todo. En las buenas y en las malas. Tan vocacional es el equipo que cuando sufre un tropez¨®n ante Suiza lo metaboliza como parte del juego. Nadie se siente en la diana, no hay truenos. No hay quien conozca mejor el f¨²tbol que quien lo interioriza como lo que es, una catarata de angustias, alegr¨ªas, baches y podios. Un juego de todos para todos. Tan natural como esta Espa?a F¨²tbol Club.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.