Los 'pisos-nido' de do?a Mercedes
Una mujer mont¨® en Bilbao una extensa red de casas para esconder a embarazadas de familias burguesas - Los beb¨¦s eran dados en adopci¨®n
Un nombre de mujer se repite en los sobrecogedores relatos de muchas de las madres que est¨¢n denunciando el robo de sus hijos: el de Mercedes Herr¨¢n de Gras, que levant¨® una extensa red de pisos-nido para embarazadas en Bilbao. Su finalidad era entregar a ni?os en adopci¨®n a trav¨¦s de una asociaci¨®n fundada ex profeso por ella misma llamada Mar¨ªa Madre. Do?a Mercedes, como siguen refiri¨¦ndose a ella aquellas mujeres, lleg¨® a tener en alquiler ocho viviendas en cada una de las cuales hab¨ªa una media de entre 10 y 22 chicas en periodo de gestaci¨®n.
"Todas le ten¨ªamos miedo. Era una mujer muy soberbia, muy rica. Siempre iba muy enjoyada. Ten¨ªa varios abrigos de piel. Casi no hablaba con nosotras. Solo ven¨ªa, nos tocaba el vientre y calculaba el tiempo que nos faltaba para dar a luz", recuerda Dolores Chumillas, una de las chicas que fue a parar a uno de aquellos pisos. En su caso, fue captada por Fernando Ayala, un cura que remit¨ªa a los pisos de do?a Mercedes a las j¨®venes que conoc¨ªa en la parroquia de San Nicol¨¢s de Bari.
Los padres pagaban 25.000 pesetas al mes por la estancia de las j¨®venes
Las embarazadas pobres costeaban su hospedaje haciendo la limpieza
A muchas se les forzaba a dar al beb¨¦ en adopci¨®n para eludir el esc¨¢ndalo
La cabecilla de la red intercambiaba ni?os con una monja de Tenerife
Al llegar all¨ª, Dolores se sinti¨® fuera de lugar. "En el piso, que estaba en la calle de la Alameda de Urquijo, hab¨ªa 19 chicas m¨¢s embarazadas. Todas eran de familias bien. Se vest¨ªan de manera diferente, hablaban de una forma distinta, ten¨ªan las manos muy cuidadas, joyas... Sus padres iban a verlas con frecuencia", recuerda Dolores, a la que Mercedes puso a trabajar "como fregona" del resto de mujeres que hab¨ªa en la casa para costear su estancia.
"Eran hijas de jueces, m¨¦dicos, abogados, arist¨®cratas, pol¨ªticos, militares, empresarios...", asegura otra de las inquilinas de aquella casa, que prefiere ocultar su nombre y acusa a Herr¨¢n de Gras de robarle a su hijo en 1974. "El 90% eran adolescentes", a?ade. "Eran nuestros padres los que nos met¨ªan all¨ª, pero algunas aceptaban que las internaran en aquel piso como una forma de ocultar el embarazo y luego deshacerse del ni?o. Otras, como yo, que ten¨ªa 17 a?os, est¨¢bamos all¨ª forzadas por nuestros padres y no quer¨ªamos dar a nuestros hijos", recuerda. "Mi padre estuvo reproch¨¢ndome durante a?os el dinero que le hab¨ªa costado mi estancia all¨ª. Cada mes, seg¨²n me dijo, ten¨ªa que pagarle a do?a Mercedes 25.000 pesetas. Sol¨ªa decirme que con ese dinero pod¨ªa haberse comprado un piso".
La red de viviendas de Herr¨¢n de Gras estaba pensada para las hijas deshonradas de familias burguesas. Pero do?a Mercedes ten¨ªa tantos compromisos con matrimonios que quer¨ªan adoptar que tambi¨¦n acogi¨®, aunque en condiciones bien distintas, a mujeres como Dolores Chumillas, sin dinero o apoyo familiar de ning¨²n tipo. En estos casos, eran curas como el padre Ayala y monjas como sor Juana Alonso, superiora de la casa-cuna de Tenerife, quienes localizaban a las j¨®venes embarazadas y las remit¨ªan a do?a Mercedes. "Lo ten¨ªamos muy bien organizado. Yo he ido m¨¢s de una vez a Bilbao. Ella ten¨ªa madres que iban a dar a luz y de vez en cuando nos llamaba y nos dec¨ªa: 'Id preparando a los padres para que vayan a verlo'. Do?a Mercedes tambi¨¦n me llamaba cuando ten¨ªa alg¨²n compromiso y nos ped¨ªa un ni?o, y a veces tambi¨¦n le dec¨ªamos: 'Mujer, d¨¦janos alguno', porque nosotras ten¨ªamos tambi¨¦n otra petici¨®n", declar¨® la monja a EL PA?S.
"En los pisos, nos colocaba seg¨²n nuestro nivel social. A las chicas con poco dinero sol¨ªan ponerlas juntas en una habitaci¨®n aparte", recuerda una de las inquilinas de buena familia.
En el caso de Dolores Chumillas, que dio a luz en 1978, los padres, de origen humilde, no pod¨ªan costear las 25.000 pesetas al mes que costaba la discreta estancia en uno de estos pisos. Ni siquiera sab¨ªan que su hija estaba all¨ª, pues Dolores hab¨ªa decidido escaparse despu¨¦s de que el padre de la criatura, con el que la hab¨ªan obligado a casarse al quedar embarazada, empezase a pagar con ella su alcoholismo.
As¨ª que Dolores limpiaba en la casa donde conviv¨ªa con otras embarazadas de familias bien, y tambi¨¦n en la casa de la propia Herr¨¢n de Gras. "Ten¨ªa una estanter¨ªa llena de libros donde apuntaba los nombres de las chicas. Eran much¨ªsimos. Parec¨ªa una enciclopedia", recuerda. A Dolores le intimidaba aquella vivienda. "Era como un palacio. Ten¨ªa fotos con el Papa, con Franco... y un mont¨®n de cuadros que dec¨ªa que eran de pintores buen¨ªsimos".
Decenas de mujeres fueron a parar a aquellas casas entre 1965 y 1984. "En los seis meses de embarazo que pas¨¦ all¨ª no vi que una cama se quedara libre m¨¢s de tres d¨ªas", recuerda la joven madre, que no quiere dar su nombre.
Los contactos de do?a Mercedes le permitieron entregar o traer ni?os de Canarias, Madrid y Andaluc¨ªa al Pa¨ªs Vasco, seg¨²n cuentan algunas de estas mujeres que han comenzado a investigar con detectives el funcionamiento de la trama para localizar ahora a los hijos que fueron obligadas a entregar en adopci¨®n. El nombre de Mercedes Herr¨¢n de Gras -en realidad se apellidaba Herr¨¢n Inchausti, pero se hab¨ªa puesto el De Gras de su marido, C¨¢ndido, importante agente comercial- hab¨ªa llegado incluso a familias residentes en Francia y EE UU que adoptaron a sus hijos a trav¨¦s de la red de Mar¨ªa Madre, apunta una de las afectadas. De nuevo, instituciones religiosas como las Hijas de la Caridad o Acci¨®n Cat¨®lica actuaron de intermediarias.
Herr¨¢n de Gras era "muy religiosa y del Opus", recuerda Chumillas. "Por eso los domingos iba un cura a decir misa a los pisos". Se trataba del padre Ayala y el padre Esparza, ya fallecidos. Las chicas apenas sal¨ªan. "Las que eran de Bilbao nunca. Las que eran de fuera y hab¨ªan acudido all¨ª motu proprio ten¨ªan cierta libertad para salir. Y las que ¨¦ramos de fuera pero est¨¢bamos all¨ª forzadas por nuestros padres solo pod¨ªamos salir de vez en cuando y siempre vigiladas por alguien de confianza de Do?a Mercedes", a?ade una madre que dio a luz en 1974.
Algunas de aquellas mujeres que hab¨ªan ingresado en los pisos por voluntad propia para entregar a su hijo tras el parto continuaron luego en la casa como empleadas de do?a Mercedes. "Recuerdo a una chica de Burgos, Maril¨®, que estaba estudiando derecho cuando se qued¨® embarazada y, despu¨¦s de entregar al ni?o, se qued¨® un a?o m¨¢s en el piso para terminar la carrera. Era hija de un juez. Se convirti¨® en una especie de encargada, la mano derecha de do?a Mercedes", recuerda una inquilina del piso.
Mar¨ªa Dolores M. C., Maril¨®, pertenec¨ªa a una familia de la burgues¨ªa con fuertes intereses empresariales y pol¨ªticos en la comarca de Medina de Pomar (Burgos), donde uno de sus familiares lleg¨® a ostentar la alcald¨ªa.
Algunas de estas madres se preguntan ahora por el inmenso patrimonio que do?a Mercedes, fallecida en 2002, acumul¨® durante sus m¨¢s de 20 a?os de actividad. "Adem¨¢s del dinero que hac¨ªa pagar a nuestros padres por la estancia, no s¨¦ si tambi¨¦n cobraba a los padres adoptivos; pero se hizo de oro con aquel negocio", asegura una de ellas.
Dolores Chumillas cree que a su hija la vendieron. "La ni?a naci¨® hermosa: tres kilos ochocientos gramos. Una monja le hizo una foto y me la dio. Es la ¨²nica que tengo de ella, porque a los dos d¨ªas me echaron de la cl¨ªnica San Francisco Javier de Bilbao, donde hab¨ªa dado a luz. La monja dijo que era mejor que la ni?a se quedara. Yo entonces no entend¨ª lo que estaba pasando. Cuando volv¨ª a por ella me dijeron que yo nunca hab¨ªa parido all¨ª. Luego una de las chicas embarazadas que hab¨ªa en el piso me explic¨® que hab¨ªan vendido a mi ni?a por 200.000 pesetas".
Dolores cogi¨® un tren a Murcia para pedir ayuda a sus padres. Antes de salir, en la estaci¨®n la estaban esperando. "El padre Ayala me dio dos bofetadas y me advirti¨®: 'No has visto nada. No sabes nada. No hables'. Despu¨¦s llam¨¦ muchas veces a do?a Mercedes pidi¨¦ndole que me devolviera a mi hija. Me dijo que la olvidara porque si no caer¨ªa en una depresi¨®n. Cuando volv¨ª al piso, el portero me asegur¨® que do?a Mercedes hab¨ªa dado orden de prohibirme la entrada". Dolores sigue buscando a su hija 32 a?os despu¨¦s.
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