"No salgas del coche. Aqu¨ª tienes a tu hija"
Un padre adoptivo recogi¨® al beb¨¦, en 1968, frente a un hotel
Lucrecia Garc¨ªa Mu?oz naci¨® a la una de la tarde del 15 de septiembre de 1968 en la cl¨ªnica San Cosme y San Dami¨¢n de Barcelona. Tan solo una hora m¨¢s tarde fue entregada a sus padres adoptivos en una escena de pel¨ªcula.
"Mi padre me ha contado que me recogieron en medio de la calle. Le citaron en la puerta del hotel Ritz, frente a la cl¨ªnica, y una vez all¨ª le ordenaron: 'Abre la puerta del coche. No salgas. Aqu¨ª tienes a tu hija'. Mi padre me ha dicho que sali¨® de all¨ª pitando, que lo que quer¨ªa era cogerme e irse y que, al llegar a casa, cerr¨® con siete llaves. ?l no sab¨ªa ni en qu¨¦ cl¨ªnica hab¨ªa nacido yo", relata Lucrecia.
La persona que hab¨ªa entregado a Lucrecia, entonces un beb¨¦ de solo una hora de vida, en un coche, era la mujer de una influyente familia catalana. "Se dedicaban a buscar a madres gestantes. Les quitaban los beb¨¦s a unos y se los daban a otros. Tuvieron mucha actividad entre 1967 y 1968", explica Lucrecia por tel¨¦fono desde Andorra, donde reside.
La entrega de la reci¨¦n nacida se produjo una hora despu¨¦s del parto
Los adoptantes pagaron 500.000 pesetas antes de recoger a la ni?a
Sus padres adoptivos no pod¨ªan tener hijos. "Una prima de mi padre que tampoco pod¨ªa y hab¨ªa adoptado a sus hijos gracias a esta familia les confi¨®: 'Si quer¨¦is, buscamos para vosotros tambi¨¦n". Y as¨ª fue. Les dieron la oportunidad de elegir: ni?o o ni?a. "Mi madre les dijo que prefer¨ªa esperar si hac¨ªa falta pero que quer¨ªa ni?a. Y a los tres meses, les llamaron: 'Ya tenemos un beb¨¦ para vosotros".
La familia cont¨® a los ilusionados padres adoptivos que la ni?a hab¨ªa sido alumbrada por "una jovencita mon¨ªsima, sana y muy simp¨¢tica". En todo momento se refirieron a la madre biol¨®gica como una mujer que no quer¨ªa hacerse cargo del beb¨¦. Pero Lucrecia duda: "Siempre pens¨¦ que hab¨ªa renunciado a m¨ª, pero ahora, al conocer a otras chicas con casos similares, pienso que quiz¨¢ la enga?aron. Mis padres adoptivos tambi¨¦n tienen esa misma sospecha".
Tras conseguirles el beb¨¦, les reclamaron 500.000 pesetas, "por la manutenci¨®n de la madre biol¨®gica en en el convento de Santa Isabel".
Lucrecia recuerda otro detalle que tambi¨¦n inquiet¨® mucho a sus padres. "La familia que hab¨ªa conseguido al ni?o vino a mi bautizo. Por aquel entonces mi madre y mi padre no se llevaban muy bien y uno de ellos le advirti¨® a mi padre: 'Ten cuidado, que todav¨ªa te puedo quitar a la ni?a'. Les dio miedo. Ya no quisieron saber m¨¢s de ellos".
Lucrecia supo desde siempre que era adoptada. "Mis padres me lo contaron y no me supuso ning¨²n trauma. Solo recuerdo que durante la adolescencia me llevaba regular con mi madre y sol¨ªa pensar que con mi madre biol¨®gica me llevar¨ªa mucho mejor. Quise conocerla. Busqu¨¦ papeles en el despacho de mi padre, pero v¨ª que en mi partida de nacimiento no sal¨ªa el nombre de mi madre biol¨®gica. Pero en la literal figuro como hija de padres desconocidos y en la siguiente ya salen los nombres de mis padres adoptivos: Lucrecia y Antonio".
Al descubrir todas estas irregularidades, Lucrecia interrog¨® a sus padres adoptivos: "?Pero no os pareci¨® raro que tuvi¨¦rais que recogerme en medio de la calle?". Ellos nunca vieron el documento de renuncia de la madre biol¨®gica. "Mi padre me dijo: 'No ped¨ª papeles, ni me atrev¨ªa".
Buscando informaci¨®n sobre su origen, Lucrecia acudi¨® al convento de Santa Isabel a hablar con las monjas, pero no la ayudaron. "He pedido los datos por v¨ªa judicial dos veces y dos veces se la han negado al juez. Hay un pacto de silencio. Lo poco que he descubierto ha sido gracias a otras mujeres en situaciones similares. Y digo mujeres porque somos casi todas ni?as".
Tambi¨¦n acudi¨® al m¨¦dico que hab¨ªa asistido al parto. "Ten¨ªa una consulta preciosa en el paseo de Gracia. Reaccion¨® muy mal. Ped¨ª cita como paciente y una vez all¨ª le expliqu¨¦ qui¨¦n era. Se levant¨® escopetado, me ech¨®. Yo le repliqu¨¦ que ven¨ªa de muy lejos solo para preguntarle, y entonces ¨¦l me dijo: '?Pero para qu¨¦ quieres saber nada si te vas a decepcionar? Preg¨²ntale a las monjitas'. Me cerr¨® la puerta. Sal¨ª de all¨ª llorando a todo llorar. Y a las monjitas, por supuesto, no pude sacarles ni media palabra".
Lucrecia asegura que para ella su madre es su madre adoptiva, pero al mismo tiempo necesita conocer a la biol¨®gica. "Todos tenemos derecho a saber qui¨¦nes somos".
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