EE UU se asoma al precipicio
El debate pol¨ªtico suscitado por el Tea Party sobre el techo de deuda abre la puerta a la p¨¦rdida de la calificaci¨®n de triple A
Estados Unidos se ha disparado en su propio pie con el debate pol¨ªtico para elevar el techo de la deuda, en el que el Tea Party, el ala m¨¢s radical del Partido Republicano, se ha enrocado. Algo que hasta ahora se hac¨ªa casi de forma autom¨¢tica, pero que va a causar un da?o que costar¨¢ reparar. El prestigio de EE UU est¨¢ tan tocado por el circo ideol¨®gico en Washington, que en Wall Street se da casi por hecho algo que hace un a?o era impensable: una rebaja temporal de la nota crediticia a la mayor econom¨ªa del mundo.
Lo anticip¨® Barclays Capital y le siguieron el resto. Ampliar el margen que tiene el Gobierno federal para pedir prestado, indican desde IHS Global Insight, no ser¨¢ suficiente para evitar la rebaja de Standard & Poor?s (S&P) y Moody?s. Las dos agencias de calificaci¨®n dejan claro que de lo que se trata es de si este tr¨¢mite que se fue de la mano servir¨¢ para contener la escalada de la deuda.
Incluso si se llega a un acuerdo, la m¨¢xima nota crediticia peligra
Un estudio del Tesoro indicaba recientemente que la deuda nacional bruta superar¨¢ el tama?o de la econom¨ªa este a?o por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, al alcanzar el 102% del PIB. Hace un a?o se proyectaba en el 96,4% para 2011 y que rebasara el 100% en 2014. La causa de semejante revisi¨®n es doble: un crecimiento menor de lo esperado y la extensi¨®n de las rebajas fiscales.
Es una imagen que contrasta radicalmente con la de hace una d¨¦cada, cuando avanzaba por el camino del super¨¢vit fiscal. ?Qu¨¦ pas¨® para que siga hundi¨¦ndose en el agujero? Dos recesiones seguidas, dos recortes de impuestos y dos guerras. Otro estudio de Pew revela que el t¨ªo Sam est¨¢ obligado a pedir m¨¢s prestado, lo que le lleva a pagar un 11% m¨¢s en intereses.
El drama se lleva cocinando desde el pasado verano, cuando la Casa Blanca vio que no iba a conseguir que el Congreso le aprobara el presupuesto federal de 2011. Desde el 1 de octubre, Washington lo fue prorrogando con partidas de gasto de emergencia, hasta que lleg¨® un momento en el que hubo que llegar a un pacto para evitar un par¨®n gubernamental, como en 1995 y 1996. Aquellos "cierres del Gobierno" en tiempos del presidente Bill Clinton se debieron a la falta de un presupuesto y no tanto a que no se hubiera aprobado el techo de deuda.
Ahora, la batalla por el presupuesto era el principio de otra m¨¢s intensa que ha puesto en cuesti¨®n la capacidad de EE UU para pedir prestado y poder pagar as¨ª a tiempo sus facturas.
Desde la fundaci¨®n de Estados Unidos hasta 1917, el Congreso ten¨ªa que aprobar individualmente cada emisi¨®n de deuda p¨²blica. Para facilitar la financiaci¨®n de la participaci¨®n de Estados Unidos en la I Guerra Mundial, el Congreso cambi¨® este m¨¦todo por el de fijar un l¨ªmite de emisiones. Desde 1979, este techo se ha fijado habitualmente de forma semiautom¨¢tica en el momento de aprobar el Presupuesto (a menos que el Congreso se opusiese) o cada vez que ha hecho falta. El techo se ha elevado en 78 ocasiones desde 1960, incluyendo 18 bajo los mandatos de Ronald Reagan; 7, con George W. Bush, y 3, con Barack Obama. El actual presidente se opuso en 2006 a una de las elevaciones del techo de deuda con Bush que se aprob¨® en el Senado por solo 52 votos a 48.
En 1995, los republicanos, liderados por Newt Gingrich, se opusieron a elevar el techo de deuda y Estados Unidos tuvo que recurrir a tomar fondos prestados de fondos de pensiones p¨²blicos para evitar el impago. Pero entonces el d¨¦ficit era mucho m¨¢s bajo y Washington no necesitaba tanto como ahora apelar al endeudamiento para financiar su actividad una vez que se aprobase el presupuesto. Tambi¨¦n era m¨¢s baja la deuda y hasta Newt Gingrich daba por hecho que no se llegar¨ªa a una situaci¨®n l¨ªmite que impidiese el pago de la deuda y de los intereses.
Pero la situaci¨®n esta vez es distinta. El nivel de deuda ronda el 100% del PIB, buena parte del gasto federal se financia con deuda y Washington ha agotado ya pr¨¢cticamente todas las fuentes alternativas de financiaci¨®n. El rifirrafe pol¨ªtico podr¨ªa acabar con que la preciada AAA se esfume y, en el peor de los casos, que EE UU no pueda pagar sus deudas a tiempo.
Incluso en esa situaci¨®n extrema, es diferente a la del par¨®n de las actividades no esenciales del Gobierno federal por falta de presupuesto. Pero, como se?alan los expertos, sirve de precedente para anticipar lo que puede pasar. Las agencias p¨²blicas pueden seguir operando y manteniendo a los empleados en n¨®mina, con la promesa de que les pagar¨¢ por su trabajo.
En una escenario de default, estar¨ªan en riesgo los m¨¢s de 80 millones de cheques que salen al mes desde el Tesoro para pagar a veteranos, jubilados y a los que se benefician de la sanidad p¨²blica. En ese caso, como en el de par¨®n gubernamental, son la Casa Blanca y el Congreso los que deciden para qui¨¦n habr¨¢ dinero disponible. Pero son aguas nunca navegadas, y en este momento nadie da garant¨ªas de pago. La esperanza es que se llegue a un acuerdo de ¨²ltimo minuto que evite el peor escenario.
La rebaja, sin embargo, de la calificaci¨®n podr¨ªa llegar a un a?o de las presidenciales. EE UU se descolgar¨ªa as¨ª del club que integran Alemania, Australia, Austria, Canad¨¢, Dinamarca, Finlandia, Francia, Holanda, Noruega, Reino Unido, Singapur, Suecia y Suiza. A no ser que el acuerdo convenza de que habr¨¢ una consolidaci¨®n fiscal a medio plazo. Ni S&P ni Moody?s ni Fitch quieren ver un arreglo a corto plazo de los que acostumbra Washington, donde hay una brecha sobre c¨®mo afrontar el desaf¨ªo. S&P ha advertido que Estados Unidos necesita un recorte de gastos por 4 billones de d¨®lares, aunque podr¨ªa mantener la m¨¢xima nota con un recorte de gasto de entre 1,5 billones, si va acompa?ado de un compromiso cre¨ªble para acciones futuras.
EE UU tiene la triple A desde 1941. Pero, como dec¨ªa Christine Lagarde esta semana, aqu¨ª no se trata de entrar a valorar la posici¨®n adoptada por los dem¨®cratas o los republicanos durante la negociaci¨®n. En t¨¦rminos econ¨®micos, la nueva jefa del Fondo Monetario Internacional (FMI) recuerda que EE UU arrastra un d¨¦ficit gemelo que hay que solucionar a medio plazo.
Una rebaja en uno o dos pelda?os no es la calamidad que se vaticinaba ante un escenario de impago de la deuda. Pero no deja de ser un riesgo en un momento de incertidumbre. EE UU entrar¨ªa as¨ª, en un territorio peligroso. Adem¨¢s, este juego tiene lugar en un momento delicado a escala global, donde no hay una zona del planeta que no escape de problemas.
La p¨¦rdida de la m¨¢xima nota crediticia no afectar¨¢ a EE UU como destino de inversi¨®n. Pero s¨ª puede hacer que sus principales acreedores se replanten sus carteras en d¨®lares a largo plazo, indica Goldman Sachs. Elevar¨¢ adem¨¢s los costes de las firmas financieras para pedir prestado, con el consiguiente impacto en la actividad empresarial y el empleo.
Un rebaja afectar¨ªa, adem¨¢s, a la valoraci¨®n de algunos bancos y empresas -que podr¨ªan verse forzados a reforzar sus colchones de capital-, de las hipotecarias semip¨²blicas Fannie Mae y Fredie Mac, y la de los bonos municipales. Y, con toda probabilidad, un mayor debilitamiento del d¨®lar, que ya est¨¢ sufriendo frente al euro a pesar de la incertidumbre que domina en Europa.
JP Morgan estima el impacto de la p¨¦rdida de AAA en 100.000 millones de d¨®lares anuales para el contribuyente. Eso se deduce de un incremento del coste de pedir prestado de hasta 75 puntos b¨¢sicos, con lo que el dinero p¨²blico ir¨¢ a pagar intereses y tendr¨¢ que retirarse de otros partidas. El efecto a corto plazo ser¨ªa menor, de 10 puntos b¨¢sicos.
Como indican en Bank of America, si EE UU se topa con la situaci¨®n de que pierde algo de credibilidad entre sus grandes compradores de deuda en el exterior, eso har¨¢ m¨¢s dif¨ªcil lograr una situaci¨®n fiscal sostenible a largo plazo. Lo que, indican, crear¨¢ a la vez un clima negativo para la inversi¨®n. Pero como a?ade IHS, tampoco hay alternativas m¨¢s atractivas para el inversor.
Hay quien se pregunta, viendo la situaci¨®n financiera de EE UU, si la rebaja no deber¨ªa haber llegado mucho antes. Es decir, incluso si se evita la rebaja de una o m¨¢s agencias, seguir¨¢ pesando la amenaza de EE UU abandone el club de las grandes econom¨ªas y tenga que acabar llamando a la puerta del m¨¢s poblado grupo que integran pa¨ªses como Jap¨®n, Chile, B¨¦lgica o Espa?a. -
?Puede la Fed salvar a EE UU?
Ben Bernanke fue el primero en alertar desde la Reserva Federal de las consecuencias catastr¨®ficas que tendr¨ªa no elevar a tiempo el techo de la deuda. Es m¨¢s, dijo que no pod¨ªa estar ni un minuto sin el efectivo necesario para poder pagar las facturas. La pregunta ahora es qu¨¦ puede hacer el banco central para cubrir una responsabilidad pol¨ªtica. Ah¨ª entra de nuevo en juego la m¨¢quina de hacer dinero, que puso en pausa el pasado 30 de junio hasta ver c¨®mo marchaban las cosas. La semana pasada se reuni¨® con el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, para empezar a trazar planes de contingencia. Pero legalmente hay l¨ªmites en lo que la Fed puede hacer en su labor de banquero del Gobierno.
Bernanke, adem¨¢s, trata de ser muy cuidadoso con la independencia de la instituci¨®n y distanciarse de disputas pol¨ªticas. As¨ª que para evitar una fuga de inversores tendr¨¢ que subir tipos, con el consiguiente coste econ¨®mico. Una posibilidad es que la Reserva compre bonos del Tesoro e inyecte a la vez liquidez en el sistema para que no se resienta la actividad econ¨®mica. Pero no puede adquirir los bonos directamente del Tesoro y debe tener presente que se le puede desbocar la inflaci¨®n. -
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