Un brindis dan¨¦s por lo sostenible
El turismo del futuro ya es realidad en Copenhague. Moverse en bici o en veh¨ªculos el¨¦ctricos, comer alimentos ecol¨®gicos y alojarse en hoteles respetuosos con el medio ambiente son algunas de sus claves
Usar la bicicleta para ir al colegio o al trabajo en una ciudad donde llueve (o nieva) 170 d¨ªas al a?o y donde hasta las mejores ma?anas de verano hay que salir con un forro polar atado a la cintura, por si acaso, es algo admirable, algo para lo que hay que tener mucha necesidad o mucha conciencia. Necesidad, en Copenhague, poca. Conciencia, para parar un tren. Impresionado se queda el viajero que viene de Espa?a, donde las bicis solo se sacan los domingos que hace sol y 20 grados, al ver con qu¨¦ c¨ªvico empe?o pedalean aqu¨ª todo el a?o grandes y peque?os, estudiantes y oficinistas, se?oras finas y barrenderos, polic¨ªas y carteros. Porque no son cuatro ecologistas, sino el 36% de los copenhagueses, los que marchan a sus diarias ocupaciones de esta guisa.
Calles vac¨ªas de coches y atestadas de bicis de todas las formas y colores: de paseo, de carreras, de monta?a, vintage, t¨¢ndem, plegables, reclinadas, rickshaws... Las m¨¢s originales, pr¨¢cticas y deseadas son las bicis Christiania, bautizadas as¨ª en honor del c¨¦lebre barrio hippy de la ciudad, donde en 1978 se cre¨® esta versi¨®n mejorada del triciclo de reparto, en cuya caja delantera se pueden transportar 100 kilos de lo que sea, desde ladrillos hasta ni?os.
El visitante de la capital danesa lo tiene f¨¢cil: repartidos por el centro hay 110 puestos donde se puede coger prestada una bici introduciendo una moneda de 20 coronas (unos dos euros y medio), como si fuera un carrito de la compra. Para los m¨¢s concienciados (m¨¢s a¨²n) est¨¢ Baisikeli (www.cph-bike-rental.dk) una empresa que las alquila de segunda mano (10,7 euros al d¨ªa) y que, de las ganancias, env¨ªa todos los a?os 1.200 bicicletas a Tanzania, Sierra Leona y Ghana, donde falta hacen. Baisikeli, en suajili, significa bicicleta.
Otra opci¨®n para moverse con la conciencia tranquila es el autob¨²s el¨¦ctrico 11A, o CityCirkel (www.citycirkel.dk), que circula con una frecuencia de siete minutos por el centro tur¨ªstico de Copenhague. Y otra, los taxis con la pegatina CO2-neutral de la compa?¨ªa Amager ?bro (www.amagerobrotaxi.dk), que no son, como pudiera pensarse, coches a pilas o extremadamente eficientes, sino potentes Mercedes cuyo due?o compra cuotas de emisi¨®n de CO2 a otras empresas, igual que los pa¨ªses ricos se las compran a los pa¨ªses pobres. No suena muy l¨®gico (ni ecol¨®gico), pero mejor que contaminar sin pagar nada a cambio, s¨ª es.
Que Copenhague apuesta fuerte por lo eco se advierte (donde hasta la web de turismo oficial tiene un apartado espec¨ªfico de propuestas eco), adem¨¢s de en el transporte, en la alimentaci¨®n. Ecol¨®gicos son el 75% de los productos que se consumen en los organismos p¨²blicos, r¨¦cord mundial, y se prev¨¦ que la demanda de ellos en el sector privado rebase el 20% en 2015. A esta ola (o m¨¢s bien tsunami) verde se han subido tambi¨¦n comercios, caf¨¦s, restaurantes e, incluso, hoteles que presumen de arquitectura sostenible o de neutralizar sus emisiones de CO2 con diferentes estrategias. Pero todo esto, mejor que leerlo, es vivirlo haciendo un par de rutas por la ciudad.
D¨ªa 1 Perritos calientes
Partimos del Kong Arthur, un hotel del siglo XIX con comodidades del XXI en la zona de los Lagos (S?erne), y el buque insignia de la cadena Br?chner, una de las primeras del mundo que es CO2-neutral. Todo lo que aqu¨ª hacen para reducir el impacto ambiental (luces de bajo consumo, productos org¨¢nicos en el bufet, esconder las toallas...) est¨¢ muy bien, pero nosotros bajar¨ªamos un poco la calefacci¨®n, porque hemos tenido que dormir con la ventana abierta. En la puerta, a nuestra disposici¨®n, un par de coches el¨¦ctricos y una veintena de bicis. Estas son, sin duda, la mejor opci¨®n para callejear. Elegimos una sin cesta. Luego lo lamentaremos.
La marea de ciclistas nos arrastra hacia el centro por la avenida Frederiskborggade, que pasa por delante del flamante mercado Torvehallerne -dos edificios gemelos de cristal, inaugurados el mes pasado, en cuyos 80 puestos se puede comprar desde embutidos org¨¢nicos hasta sal del mar Muerto- y va a morir al pie de la vieja Torre Redonda (Rundetaarn). Justo antes de llegar a esta iglesia, biblioteca y observatorio astron¨®mico del siglo XVII, descubrimos la cabeza de vaca dorada que preside la carnicer¨ªa Slagteren ved Kultorvet, de g¨¦nero impecable y ecol¨®gico. Y justo despu¨¦s, un tenderete con el s¨ªmbolo ? rojo que garantiza que los perritos calientes que all¨ª se venden son tambi¨¦n ecol¨®gicos. Cuestan carillos (cinco euros y pico), pero son los mejores que hemos comido. Si desayunar fast food (comida r¨¢pida) no entra en nuestros planes, por muy buena y controlada que est¨¦, algo m¨¢s abajo, en la calle Pilestr?de, tenemos el local de comida vegetariana 42? Raw, cuyo nombre lo dice todo: alimentos crudos (raw, en ingl¨¦s) o cocinados, los pocos que se cocinan, a 42 grados. Zumos, ensaladas, lasa?as y pasteles para tomar in situ o para llevar en envases muy monos y biodegradables.
Atravesando el barrio latino, un poco por la comercial Str?get y otro poco a la diabla, acabamos dando con nuestra bici en la plaza del Ayuntamiento y, cruzando esta, en el famoso parque de atracciones T¨ªvoli, el m¨¢s antiguo del mundo (1843), que, para no ser menos ecol¨®gico que el resto de Copenhague, ilumina sus atracciones con la electricidad que produce un generador e¨®lico en las afueras de la ciudad. Cerca, en el Museo Nacional, el restaurante Julian ofrece una cocina respetuosa con el medio ambiente, empleando productos frescos de la regi¨®n, muchos de ellos biodin¨¢micos. Quien prueba su brunch (entre desayuno y comida), repite. Y en el vecino distrito de Vesterbro, Bio Mio atrae a los forofos de lo ecol¨®gico por sus detalles -como las largas mesas de madera certificada o el jab¨®n del lavabo sin productos qu¨ªmicos nocivos- y por sus platos cocinados en woks a la vista del comensal. La verdad es que, salvo la sopa de gambas, los mejillones con crema de coco y la cerveza ?kologisk Herslev Bryghel Land?l, todo lo dem¨¢s que probamos nos deja tibios, tirando a fr¨ªos. Para resarcirnos, por la noche volveremos a Vesterbro para cenar de lujo en K?dbyens Fiskebar a base de pescados salvajes.
Nuestro siguiente destino es Islands Bryggen, el Manhattan de Copenhague, una zona portuaria anta?o deprimida e incluso peligrosa y hoga?o uno de los barrios m¨¢s caros de la ciudad. La pasarela peatonal y ciclista Bryggebroen forma, junto con la Residencia Gemini -dos silos transformados en apartamentos de lujo-, una de las estampas m¨¢s sugerentes del Copenhague contempor¨¢neo. Nada m¨¢s cruzar, doblamos a la izquierda para dirigirnos a la isla de Christianshavn y a Christiania, un lugar que lleva 40 a?os viviendo de forma independiente ("Est¨¢ usted entrando en la Uni¨®n Europea", reza un letrero a la salida) en terrenos abandonados en su d¨ªa por el ej¨¦rcito, con su bandera, su himno, sus leyes, sus calles de tierra no aptas para coches, sus casas de madera emboscadas en la espesura ribere?a y sus nubes de marihuana. Ecol¨®gico es. Y sostenible: ha durado cuatro d¨¦cadas. El contraste entre esta minirrep¨²blica okupa y la fastuosidad de la nueva Opera House, la Casa de la ?pera (caliza del Jura, m¨¢rmol siciliano, madera de arce, techos de oro...), que se levanta 500 metros m¨¢s all¨¢, es brutal. En la variedad, seg¨²n dicen, est¨¢ el gusto.
D¨ªa 2 Cinco jardines y un diamante
Hoy pintan tr¨¦boles. O sea, jardines. Provisiones para un posible pic-nic: panes de f¨¢bula, cerveza artesanal, shushi, jam¨®n ib¨¦rico... en el mercado Torvehallerne, y 120 variedades de queso ecol¨®gico en Osten ved Kultorvet. Esta queser¨ªa se halla en Rosenborggade, a 200 metros del Konges Have o Jard¨ªn de Rey, sobre el que proyecta su alargada sombra el castillo de Ronserborg. Como no dejan montar en bici en el parque, lo atravesamos caminando con la nuestra (que, hoy s¨ª, tiene cesta). No hay prisa.
Del Jard¨ªn del Rey saltamos al vecino Bot¨¢nico; del Bot¨¢nico, al parque ?stre Anl?g, y de este ¨²ltimo, cruzando las v¨ªas del tren en Osterport, a la Ciudadela (Kastellet). Esta fortificaci¨®n abaluartada del siglo XVII, en forma de estrella de cinco puntas y tapizada de hierba, con guarnici¨®n de rojos barracones, molino de viento y foso en cuyas aguas se duplican los cisnes y la picuda torre de la iglesia de St. Alban, es un lugar precioso para comer, pero si Zeus nub¨ªfero lo impide, cerca queda el restaurante BioM (no confundir con Bio Mio), donde todo es ecol¨®gico, hasta la pintura de las paredes. M¨¢s lejos, aunque tampoco mucho, est¨¢ Gourmandiet by Night, delicatessen con peque?o comedor para almuerzos ma?aneros, brunchs dominicales y cenas org¨¢nicas.
La que est¨¢ al lado mismo de la Ciudadela es la Sirenita, im¨¢n de parejas a las que dejamos jur¨¢ndose amor eterno mientras nos alejamos hacia el sur pedaleando por la orilla del puerto. Siempre con el agua a mano izquierda, atravesamos Amaliehaven, quinto y ¨²ltimo parque de nuestra ruta, donde los turistas que acaban de acribillar a fotos a los guardias del palacio de Amalienborg se asoman para hacer lo propio con la Opera House, que est¨¢ justo enfrente, en la otra orilla. Enseguida nos tropezamos con el cubo cristalino del nuevo Teatro Real, que rompe con el tipismo de las casas de colores de Nyhavn. En este puertecito de mentirijillas, copado por las terrazas y empedrado de chapas de Carlsberg, quiz¨¢ lo m¨¢s aut¨¦ntico sea la cocina casera, con productos org¨¢nicos de la tierra, de Cap Horn.
Un kil¨®metro m¨¢s adelante, en Christians Brygge, la calle atraviesa, y nosotros con ella, el Diamante Negro (un proyecto de los arquitectos daneses Schmidt Hammer y Lassen e inaugurado en 1999). As¨ª le dicen a la moderna extensi¨®n de la Biblioteca Real, un edificio negro que salta por encima de la calzada, mediante pasarelas acristaladas, y se torna vest¨ªbulo luminoso en la orilla del mar. Visto desde la bicicleta, semeja una l¨ªnea de meta gigante. Y es una buena manera de acabar una ruta, atravesando el coraz¨®n de un diamante.
Las cifras
? Poblaci¨®n de Copenhague: 1,1 millones de personas (que recorren 1,2 millones de kil¨®metros diarios en bicicleta).
? Carriles bici: 350 kil¨®metros.
? D¨ªas de lluvia al a?o: 168.
? Consumo de energ¨ªa renovable: 18,76% del total (Madrid, 2,78%).
? Basura reciclada: 23,61% del total (Madrid, 9,88%).
Gu¨ªa
C¨®mo ir
? Spanair (www.spanair.com), SAS (www.flysas.com) e Iberia (www.iberia.com) tienen vuelos directos. Todos ofrecen ahora, en oto?o, billetes de ida y vuelta desde Madrid a partir de unos 150 euros.
C¨®mo moverse
? Baisikeli (www.cph-bike-rental.dk). Turesensgade, 10 e Ingerslevsgade, 80. Alquiler solidario de bicis de segunda mano por 10,7 euros al d¨ªa. Tambi¨¦n nuevas y de estilo Christiania.
? CityCirkel (www.citycirkel.dk). L¨ªnea circular de autobuses el¨¦ctricos. Billete v¨¢lido para una hora: 3,20 euros.
? Metro (www.m.dk). Ideal para ir del aeropuerto al centro. Tarda 14 minutos y cuesta 4,80 euros.
? Amager ?bro Taxi (www.amagerobrotaxi.dk). Compa?¨ªa de taxis CO2-neutral.
Comer
? D?p (www.d?p.dk). Rundetaarn s/n. Perritos calientes ecol¨®gicos.
? 42? Raw (www.42raw.com). Pilestr?de, 32. Vegetariano.
? Julian (www.restaurantjulian.com). Ny Vestergade, 10. En el Museo Nacional. Nueva cocina n¨®rdica respetuosa con el medio ambiente, a precios asequibles.
? Bio Mio (www.biomio.dk). Halmtorvet, 19. En Vesterbro.
? K?dbyens Fiskebar (www.fiskebaren.dk). Fl?sketorvet, 100. Buenos pescados, en un local de est¨¦tica industrial. Solo cenas.
? BioM (www.biom.dk). Fredericiagade, 78. Cocina org¨¢nica.
? Gourmandiet by Night (www.gourmandiet.dk). Rosenv?ngets All¨¦, 7A. Tienda y restaurante.
? Cap Horn (www.caphorn.dk). Nyhavn, 21. Pintoresco y algo caro.
Dormir
? Kong Arthur (www.kongarthur.dk). N?rre S?gade, 11. Un hotel moderno, c¨®modo y ecol¨®gico en un edificio de 1882, con spa y tres restaurantes. Desde 168 euros.
? Crown Plaza Copenhague Towers (www.cpcopenhagen.dk). ?restads Boulevard, 114-118. Considerado como uno de los hoteles m¨¢s ecol¨®gicos del mundo, destaca por su arquitectura sostenible y por el empleo de fuentes alternativas de energ¨ªa (solar, biomasa, geot¨¦rmica...), adem¨¢s de por su cuidado dise?o. Desde 122 euros.
? Scandic Hotels (www.scandic-hotels.dk) es una cadena especialmente comprometida con el medio ambiente. Hasta los uniformes de sus empleados son ecol¨®gicos. Hay habitaciones dobles en sus hoteles de Copenhague desde 100 euros.
? Arp-Hansen Hotel Group (www.arp-hansen.dk) tiene 11 hoteles en Copenhague, todos ellos con la certificaci¨®n ecol¨®gica internacional de The Green Key. Destaca por su situaci¨®n y su encanto el 71 Nyhavn Hotel. Desde 92 euros.
? Choice Hotels (www.choicehotels.com) es la mayor cadena hotelera de Escandinavia, con 160 establecimientos. Ofrece a sus hu¨¦spedes un desayuno ecol¨®gico y dedica parte de sus beneficios a preservar los bosques tropicales. Desde 90 euros.
Compras
? Torvehallerne (www.torvehallernekbh.dk). Frederiksborggade, 21. C¨¦ntrico mercado de productos frescos, gourmet y ecol¨®gicos.
? Slagteren ved Kultorvet (www.slagterenvedkultorvet.on2day.dk). Frederiksborggade, 4. Carne de ganader¨ªa ecol¨®gica en una tienda de 1888. Aunque no se compre, es un espect¨¢culo para la vista.
? Osten ved Kultorvet. Rosenborggade, 2. Quesos ecol¨®gicos daneses, alemanes, franceses, espa?oles...
Informaci¨®n
? Turismo de Copenhague (www.visitcopenhagen.com).
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