Los trapos sucios del clan de los supermercados Aldi
Las disputas sucesorias paralizan las necesarias reformas en el gigantesco grupo alem¨¢n
Babette Albrecht estaba entusiasmada. Declar¨® a los medios de comunicaci¨®n: "En todos los stands se pod¨ªan degustar exquisitos fuegos artificiales culinarios". Nada raro teniendo en cuenta que, el pasado fin de semana, en el distinguido hotel Breidenbacher Hof, de D¨¹sseldorf, la enorme oferta inclu¨ªa, entre otras cosas, las creaciones de diversos cocineros galardonados con estrellas Michelin y los conocimientos de Ralf Bos, el sumo pont¨ªfice de la trufa. A 149 euros por cabeza. Claro que la mayor¨ªa de los invitados no necesitaban mirar hasta el ¨²ltimo c¨¦ntimo, sobre todo la riqu¨ªsima coheredera de Aldi.
En un gesto de generosidad, Albrecht suele permitir que la gente corriente participe de aquello que a ella le hace disfrutar. Unos d¨ªas antes de la exquisita fiesta, la multimillonaria de 58 a?os, ataviada con un elegante vestido oscuro y acompa?ada por el actor Fritz Wepper, derrochaba sonrisas en la gala de la editorial Busche en el hotel muniqu¨¦s The Charles. Tambi¨¦n es habitual verla en las ferias de arte de Basilea, Maastricht o Miami, as¨ª como en los rallies de autom¨®viles cl¨¢sicos de Kuwait o California, y en la Oktoberfest de M¨²nich, donde el a?o pasado pos¨® feliz en la carroza de Michael K?fer, el empresario de la famosa tienda de delicatessen.
La exhibici¨®n p¨²blica de su persona y su fortuna supone una ruptura radical con la tradici¨®n de la familia creadora del imperio de los supermercados de bajo coste. Reserva, discreci¨®n e invisibilidad hab¨ªan sido siempre las m¨¢ximas de los propietarios de Aldi. Sin embargo, desde la muerte de los dos fundadores en los a?os 2010 y 2014, la fachada se desmorona. Actualmente, en el Tribunal Administrativo Superior de Schleswig se ve una causa relacionada con el poder en una de las fundaciones Aldi. Tras a?os de sequ¨ªa informativa, en ella est¨¢n saliendo a la luz por primera vez toda clase de desagradables detalles sobre la vida privada de los Albrecht. El proceso, en el que lo que se disputa principalmente son grandes cantidades de dinero, tambi¨¦n constituye un importante problema de imagen para la empresa, lo cual es bastante inc¨®modo para un supermercado cuya clientela s¨ª que mira hasta el ¨²ltimo c¨¦ntimo. Adem¨¢s, llega en un momento en el que Aldi se enfrenta a retos enormes. Si no quiere quedar rezagado en el mundo de los supermercados baratos, en veloc¨ªsimo proceso de transformaci¨®n debido, entre otras causas, a la digitalizaci¨®n, el imperio erigido sobre la idea de la m¨¢xima discreci¨®n y reserva tendr¨¢ que darse prisa en abrirse y cambiar.
El imperio empez¨® como un modesto establecimiento en el barrio obrero de Schonnebeck, en Essen. En ¨¦l, Karl y Theodor Albrecht, los disciplinados hijos del tendero, perfeccionaron tanto su idea de la tienda barata en los a?os de privaci¨®n de la posguerra que el negocio creci¨® sin parar. Los precios eran bajos, pero a¨²n m¨¢s bajos eran los gastos del austero establecimiento, de manera que, con cada paquete de pasta y con cada bolsa de leche que vend¨ªan, al cabo de los a?os amasaron una asombrosa fortuna a partir de los innumerables minim¨¢rgenes. Hace poco, la revista Bilanz, hermana de Die Welt am Sonntag, calcul¨® que los bienes de los herederos sumaban 41.500 millones de euros, lo cual los sit¨²a por delante de Dieter Schwarz, fundador de Lidl, su rival en el sector del bajo coste.
Sin embargo, los creadores de Aldi jam¨¢s alardearon de dinero ni de poder. Al contrario. Figuraban entre los grandes empresarios m¨¢s discretos de la Rep¨²blica Federal de Alemania. Nada de conceder entrevistas, de dar su opini¨®n ni de ocupar cargos p¨²blicos. Durante d¨¦cadas, ni siquiera hubo fotos de los hermanos y de sus familias, seguramente tambi¨¦n por motivos de seguridad. En 1971, Theodor Albrecht fue secuestrado y permaneci¨® m¨¢s de dos semanas en cautiverio. Pero es muy probable que la discreci¨®n tuviese que ver adem¨¢s con el car¨¢cter de los Albrecht. A los empresarios les gustaban las casas grandes, las alfombras persas, el golf; eso s¨ª. Pero, al mismo tiempo, eran discretos, sobrios y decorosos hasta el punto de observar la asistencia semanal obligatoria a la iglesia. En Essen, los vecinos del barrio de Bredeney, donde viven los que han escalado socialmente, conoc¨ªan a la familia Albrecht, pero no sab¨ªan demasiado de ella. Un aura de misterio la envolv¨ªa.
Hasta que, hace unos a?os, Babette, nuera de Theodor, empez¨® a vivir seg¨²n unas reglas propias y m¨¢s libres. Su manera aparentemente despreocupada de disfrutar sin l¨ªmite del placer que le proporciona la riqueza es un desaf¨ªo al resto de la familia: miradme, no ten¨¦is ning¨²n poder sobre m¨ª. Y es que, actualmente, en el clan de los supermercados de bajo coste, el poder es mucho m¨¢s importante que el dinero, sobre todo en Aldi Norte, un imperio comercial con 60.000 empleados, un volumen de ventas de casi 30.000 millones de euros y unos beneficios netos que en el a?o 2016 se calculaban en 1.000 millones de euros.
Batalla judicial
En estos momentos, la batalla por el poder se libra concretamente en el juicio que se celebra en el Tribunal Administrativo Superior de Schleswig-Holstein. La sala dirime la apelaci¨®n contra la decisi¨®n del Tribunal Administrativo de Schleswig, en el que se juzg¨® la composici¨®n de la junta directiva de la Fundaci¨®n Jakobus, una de las fundaciones de la familia. Los detalles jur¨ªdicos son tan complejos que las distintas partes presentaron a la sala de audiencias aut¨¦nticas pilas de alegatos. Sin embargo, el meollo de la cuesti¨®n se puede explicar en un momento: Babette Albrecht y sus cinco hijos, entre ellos los cuatrillizos nacidos en 1990, no quieren conformarse con los 25 millones de euros que, seg¨²n la revista Manager Magazin, se les asignan anualmente. Quieren m¨¢s. Quieren tener derecho a intervenir en las decisiones estrat¨¦gicas de la empresa. De eso precisamente fueron privados en una discutible operaci¨®n.
El proceso debe de causar horror a los defensores de la cultura del mutismo del clan. En ¨¦l se diseccionan p¨²blicamente detalles en los que la familia no quiere que se meta nadie fuera de los muros de sus residencias en Bredeney. A sus 90 a?os, la matriarca C?cilia (Cilly), esposa de Theodor y madre de Theo Albrecht hijo y de Berthold, difunto marido de Babette, es la primera en llamar a la discreci¨®n. En cambio, en Schleswig se debate pormenorizadamente, a la vista y el o¨ªdo de todos, la capacidad jur¨ªdica de Berthold Albrecht en el momento de su fallecimiento en noviembre de 2012.
A finales de 2016, Babette Albrecht declaraba en un informe para el Tribunal Administrativo Superior: "La causa de la muerte fue un fallo org¨¢nico m¨²ltiple debido al alcoholismo". Seg¨²n la viuda, hac¨ªa unos a?os que su esposo era incapaz de reconocer la gravedad y el significado de la firma con que hab¨ªa rubricado una trascendental modificaci¨®n de los estatutos de la Fundaci¨®n Jakobus la Nochebuena de 2010. El cambio consist¨ªa en una reestructuraci¨®n de la junta directiva que limitaba la influencia de la familia fundadora a favor de un gerente ajeno a ella. Por otra parte, el tribunal contaba con las declaraciones juradas de altos directivos de Aldi, seg¨²n las cuales por entonces no cab¨ªa dudar de la capacidad jur¨ªdica de Berthold Albrecht.
La vista ha sacado bruscamente a la luz p¨²blica desagradables detalles de la vida del difunto. Pero no es la primera vez que esta vivaracha mujer de origen humilde act¨²a as¨ª. En 1985, Babette Sch?nbohm contrajo matrimonio con el reservado hijo de los multimillonarios en contra de la voluntad del resto de los Albrecht, y durante a?os se someti¨® de mala gana a las r¨ªgidas normas familiares. Pero las cosas cambiaron en abril de 2014. Entonces interpuso una demanda contra Helge Achenbach. Seg¨²n ella, en a?os anteriores, el marchante de arte de D¨¹sseldorf hab¨ªa vendido a Berthold Albrecht cuadros y valiosos autom¨®viles cl¨¢sicos por un valor de 120 millones de euros, y hab¨ªa estafado unos cuantos millones al empresario en las transacciones. Por ello, merec¨ªa la c¨¢rcel.
Rebelde con motivaci¨®n
La viuda ya no se somete a los dictados de la familia. De ah¨ª la demanda que ha logrado ganar, al menos en primera instancia. En segunda instancia, el jueves pr¨®ximo podr¨ªa ser un d¨ªa decisivo, ya que entonces el tribunal quiere volver a o¨ªr a Hartmuth Wiesemann. A los 66 a?os, tras m¨¢s de 50 de servicio en Aldi, Wiesemann se retir¨® en 2011 de la actividad diaria de la empresa por motivos de salud. Por eso, Berthold Albrecht, presidente de la Fundaci¨®n Jakobus, aprob¨® la modificaci¨®n de los estatutos tambi¨¦n en nombre del excolaborador, lo cual constituye un punto central de la disputa. Posteriormente, Wiesemann asegur¨® que estaba "de acuerdo con cualquier estructura que garantizase que la empresa seguir¨ªa teniendo influencia en la junta directiva de la fundaci¨®n aun tras el fallecimiento de don Berthold Albrecht". Pero al tribunal no le basta con eso, y es posible que emita su veredicto inmediatamente despu¨¦s de la audiencia.
Si la sentencia es favorable a Babette Albrecht, existe el riesgo de que la hostilidad entre la viuda, por una parte, y la suegra C?cilia y el cu?ado Theo Albrecht hijo, por otro, paralice la empresa. Y es que todas las decisiones importantes sobre la estrategia de la compa?¨ªa y el reparto de los principales cargos directivos los deben adoptar tres fundaciones de la familia por unanimidad.
Todo esto llega justo en un momento en el que habr¨¢ que tomar una serie de decisiones de aut¨¦ntico peso que pueden determinar la posici¨®n de Aldi Norte en el mercado para muchos a?os. "Precisamente los supermercados de bajo coste est¨¢n sometidos a una gran presi¨®n para que act¨²en, debido a la incipiente competencia por Internet. Van a tener que invertir miles de millones", sentencia Thomas T?uber, experto en comercio de la consultora Accenture. Es verdad que, en Alemania, de momento la cuota de mercado de la distribuci¨®n de alimentos por Internet no representa m¨¢s que alrededor de un 1%, pero la puja es enorme. Cada punto porcentual de m¨¢s o de menos corresponde a una redistribuci¨®n del volumen de ventas de casi 2.000 millones de euros. Por tanto, hay que actuar cuanto antes, ya que en los pr¨®ximos dos a?os se prev¨¦ que los avances m¨¢s significativos en la distribuci¨®n de alimentos en el pa¨ªs tengan lugar en la venta por Internet.
Adem¨¢s, las tiendas f¨ªsicas tambi¨¦n est¨¢n cambiando. La austera idea del supermercado de bajo coste ya no funciona. Los establecimientos se vuelven m¨¢s grandes, luminosos y complejos; los surtidos, m¨¢s variados; la publicidad, m¨¢s cara, y la imagen, m¨¢s cuidada. Hace poco, Lidl contrat¨® a Heidi Klum para una colecci¨®n de ropa, y Aldi Sur contraatac¨® con la estrella del pop estadounidense Anastacia, algo impensable hace pocos a?os. Sin embargo, hasta ahora Aldi Norte no ha hecho ning¨²n movimiento. No cabe duda de que, en estos momentos, la empresa est¨¢ demasiado ocupada consigo misma, igual que sus propietarios lo est¨¢n asistiendo a fiestas gastron¨®micas y a procesos judiciales.
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