Estados Unidos a¨²n no est¨¢ perdido
El pa¨ªs no va a caer tan f¨¢cilmente en el autoritarismo, pero se ha de reflejar en las urnas
Muchos empezamos 2017 esper¨¢ndonos lo peor. Y en muchos aspectos, lo hemos tenido. Donald Trump ha sido todo lo horrible que cab¨ªa esperar; d¨ªa tras d¨ªa, sigue demostrando que est¨¢ completamente incapacitado para ejercer el cargo, tanto desde el punto de vista moral como desde el intelectual. Y el Partido Republicano, incluso los supuestos "moderados", ha resultado ser, en todo caso, peor a¨²n de lo que cab¨ªa esperar. Sin duda, en este momento est¨¢ compuesto por entero de perros fieles, dispuestos a vender cualquier principio ¨Cy cualquier ¨¢pice de dignidad¨C con tal de que sus donantes consigan grandes rebajas de impuestos. Por otra parte, los medios de comunicaci¨®n conservadores han dejado hasta de fingir que hacen verdadero periodismo.
Pero acabo este a?o con un sentimiento de esperanza, porque decenas de millones de estadounidenses se han mostrado a la altura de la ocasi¨®n. Estados Unidos a¨²n podr¨ªa convertirse en otra Turqu¨ªa u otra Hungr¨ªa, un Estado que conserva las formas de la democracia pero convertido en la pr¨¢ctica en r¨¦gimen autoritario; sin embargo, si eso ocurre no ser¨¢ con la rapidez o la facilidad que muchos nos tem¨ªamos.
A principios de a?o, el analista David Frum advert¨ªa de que la ca¨ªda hacia el autoritarismo ser¨ªa imparable "si los ciudadanos se encierran en su vida privada, si los cr¨ªticos se callan, si el cinismo se vuelve end¨¦mico". Pero por el momento, eso no ha ocurrido.
Lo que hemos visto, por el contrario, es la aparici¨®n de una resistencia muy en¨¦rgica. Esa resistencia se hizo visible literalmente al d¨ªa siguiente de la toma de posesi¨®n de Trump, con las enormes marchas de mujeres que tuvieron lugar el 21 de enero y que eclipsaron las escasas multitudes que acudieron a la ceremonia. Si la democracia estadounidense sobrevive a este terrible episodio, yo voto por que convirtamos los gorritos rosas en s¨ªmbolo de nuestra liberaci¨®n frente al mal.
La resistencia continu¨® con las muchedumbres congregadas en los ayuntamientos para oponerse a los legisladores republicanos que intentaban revocar la Ley de Atenci¨®n Sanitaria Asequible. Y en caso de que alguien se pregunte si las ruidosas multitudes contra Trump y los sondeos enormemente contrarios a ¨¦l se traducir¨ªan en acci¨®n pol¨ªtica, toda una serie de elecciones especiales ¨Cque culminaron con una gigantesca oleada dem¨®crata en Virginia y una inesperada victoria en Alabama¨C han eliminado esas dudas.
Seamos claros: Estados Unidos sigue estando, como todos sabemos, en peligro mortal. Los republicanos siguen controlando todas las palancas del poder federal, y nunca en el transcurso de la historia de nuestro pa¨ªs hemos estado gobernados por personas menos dignas de fiar.
Esto obviamente hace referencia al propio Trump, que es claramente un aspirante a dictador, sin respeto alguno por las normas democr¨¢ticas. Pero tambi¨¦n a los republicanos del Congreso, que han demostrado una y otra vez que no van a hacer nada por limitar las acciones del presidente. Lo han respaldado pese a utilizar su cargo para enriquecerse ¨¦l y para enriquecer a sus compinches; a pesar de que fomenta el odio racial, y a pesar de que ha puesto en marcha una purga a c¨¢mara lenta del Departamento de Justicia y del FBI.
De hecho, a lo largo de los ¨²ltimos meses, hemos observado una extra?a din¨¢mica: cuanto peor parecen irle las cosas a Trump, m¨¢s se atan a ¨¦l los republicanos. Habr¨ªa sido de esperar que las recientes derrotas electorales diesen a los moderados del Partido Republicano un poco m¨¢s de agallas. En cambio, senadores como John McCain y Susan Collins, que se ganaron grandes elogios por oponerse a la revocaci¨®n de Obamacare el pasado verano, han aceptado sumisos una ley tributaria monstruosamente horrible.
Y las pruebas cada vez m¨¢s numerosas de que los organizadores de la campa?a electoral de Trump actuaron en connivencia con Rusia no parecen haber inducido a ning¨²n republicano destacado que no estuviese ya contra Trump a tomar postura.
De modo que no podemos contar con que la conciencia de los republicanos nos proteja. En concreto, debemos ser realistas respecto a los probables resultados de la investigaci¨®n que Robert Mueller est¨¢ llevando a cabo. La mejor apuesta es que, encuentre lo que encuentre Mueller, por muy condenatorio que sea, y haga lo que haga Trump ¨Caunque suponga una descarada obstrucci¨®n a la justicia¨C, las mayor¨ªas republicanas en el Congreso respaldar¨¢n a su presidente y seguir¨¢n alab¨¢ndolo. En otras palabras, mientras los republicanos dominen el Congreso, los controles y equilibrios constitucionales ser¨¢n de hecho letra muerta.
De modo que va a depender de los ciudadanos estadounidenses. Es posible que vuelvan a hacerse o¨ªr en las calles. Ciertamente tendr¨¢n que hacer que su fuerza se sienta en las urnas. Va a ser dif¨ªcil, porque el juego est¨¢ definitivamente ama?ado. Recuerden que Trump perdi¨® la votaci¨®n popular pero acab¨® de todas formas en la Casa Blanca, y las elecciones de mitad de mandato ser¨¢n cualquier cosa menos justas. E incluso aunque el electorado se alce efectivamente en contra de las horribles personas que ocupan actualmente el poder, nos quedar¨¢ un largo trecho hasta restaurar los valores estadounidenses b¨¢sicos. Nuestra democracia necesita dos partidos decentes, y en este momento el Republicano parece irremediablemente corrupto.
En otras palabras, incluso en el mejor de los casos, har¨¢ falta un esfuerzo muy prolongado para volver a convertirnos en la naci¨®n que supuestamente deber¨ªamos ser. Y sin embargo, como ya he dicho, me siento mucho m¨¢s optimista que hace un a?o. Estados Unidos no est¨¢ perdido a¨²n.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa.
? The New York Times Company, 2017.
Traducci¨®n de News Clips.
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