Lyft, el rival de Uber, abre Wall Street a las aplicaciones
El servicio de coches se estrena en Bolsa y sienta las bases para que le sigan Uber, Airbnb y otras ¡®apps¡¯ de consumo
Cu¨¢nto vale la llamada econom¨ªa colaborativa? Es decir, ?cu¨¢nto vale una empresa de transporte que no tiene coches o una empresa de alojamientos que no tiene camas? El mundo de las finanzas lleva a?os queriendo ponerle precio a la econom¨ªa que simboliza Uber. La semana pasada, por primera vez, los inversores tuvieron n¨²meros reales con los que hacerse a la idea. La salida a Bolsa de Lyft, el pasado 29 de marzo, ser¨¢ tomada como el d¨ªa en que ese mundo se puso a precio de mercado. El veredicto, por ahora, es complicado.
Lyft es el otro Uber. Solo opera en Estados Unidos y Canad¨¢. Tiene el 30% del mercado de lo que se llama compa?¨ªas de redes de transporte (TNC, por sus siglas en ingl¨¦s), un mercado b¨¢sicamente creado por Uber, que tiene el otro 67%. El principio es el mismo: una aplicaci¨®n que pone en contacto particulares que necesitan ir a alg¨²n sitio con particulares que se sacan un dinero por llevarlos en su coche. Uber fue quien populariz¨® la idea a partir de 2009. Los fundadores de Lyft, Logan Green y John Zimmer, ya ten¨ªan un servicio para compartir coches desde 2007, pero su llegada al mercado como Lyft fue en 2012. Las dos compa?¨ªas nacieron en San Francisco.
Quiz¨¢ por un liderazgo m¨¢s modesto y transparente, sin esc¨¢ndalos, Lyft siempre ha tenido una imagen p¨²blica m¨¢s amable que Uber. Hasta hace poco, sus coches se distingu¨ªan por un gran bigote rosa fosforito en el parabrisas. El servicio es exactamente el mismo. En Estados Unidos, es normal tener las dos aplicaciones en el m¨®vil y ver cu¨¢l sale m¨¢s barato en cada momento o tarda menos en llegar. Lyft, sin embargo, ha logrado comerse un tercio del mercado con discreci¨®n. Nunca tuvo esa ¨¦poca de empresa depredadora y antip¨¢tica, una imagen de la que Uber todav¨ªa se est¨¢ recuperando poco a poco tras cambiar su liderazgo en 2017.
De ambas compa?¨ªas se esperaba que salieran a Bolsa en la primera mitad de 2019 despu¨¦s de a?os coqueteando con la idea. El pasado diciembre, las dos comenzaron los tr¨¢mites para cotizar y empez¨® una carrera que acab¨® ganando Lyft el pasado 18 de marzo, cuando inici¨® el roadshow (reuniones con potenciales inversores). Uber ha dejado caer a los medios que necesita unas semanas m¨¢s para su estreno.
La causas pueden ser varias. Lyft es b¨¢sicamente una empresa de Estados Unidos mientras que Uber es global y depende de decenas de econom¨ªas y regulaciones distintas. El pasado 29 de marzo, mientras Lyft comenzaba a cotizar en Nueva York, el alcalde de Los ?ngeles celebraba el momento con los ejecutivos de la compa?¨ªa. Lyft anunci¨® una iniciativa conjunta para invertir al menos 50 millones anuales en el transporte de la ciudad y el alcalde dec¨ªa en Twitter que ¡°su esp¨ªritu de responsabilidad corporativa guiar¨¢ el futuro de la colaboraci¨®n p¨²blico-privada que beneficia a los vecinos¡±. Las grandes ciudades americanas como Los ?ngeles han abrazado los servicios de coches privados como una soluci¨®n a sus problemas de transporte. En otros sitios, especialmente Europa, esta imagen es impensable.
N¨²meros rojos
Lyft, como la inmensa mayor¨ªa de los negocios vinculados a las aplicaciones, es una m¨¢quina de quemar caja. La empresa de transporte de pasajeros ha logrado impulsar con fuerza sus ingresos en los ¨²ltimos tres a?os. En 2016 la facturaci¨®n fue de 343 millones de d¨®lares (306 millones de euros) mientras que en 2018 los ingresos fueron de 2.156 millones. Este imponente repunte de la cifra de negocio, sin embargo, no le ha permitido alcanzar la rentabilidad, sino m¨¢s bien lo contrario. Si hace tres a?os Lyft perd¨ªa 682 millones, en 2018 los n¨²meros rojos ascendieron a 910 millones. El mismo d¨ªa de su estreno en Bolsa, un periodista de Bloomberg pregunt¨® a John Zimmer, cofundador y presidente de la compa?¨ªa, si ¨¦sta lograr¨ªa ganar dinero en un plazo de cinco a?os. ¡°No puedo hablar sobre el futuro, pero nuestro compromiso es crear valor a largo plazo para nuestros accionistas¡±, dijo.
Las dos se han metido en el mercado de los patinetes el¨¦ctricos y las bicis, y ambas est¨¢n desarrollando el coche aut¨®nomo, pero la visi¨®n de Uber va m¨¢s all¨¢. La aplicaci¨®n tiene planes de a?adir servicios como el transporte p¨²blico o trayectos cortos en aviones el¨¦ctricos. Es m¨¢s grande, en todos los sentidos, y su valoraci¨®n es m¨¢s compleja. Pero la cotizaci¨®n de Lyft es la cobaya con la que hacer pruebas a ver qu¨¦ puede pasar con Uber. Esas pruebas afectan a inversores como Alphabet, General Motors o Rakuten, que han metido cientos de millones en Lyft.
En las horas previas a debutar, Lyft logr¨® una valoraci¨®n por encima de lo que se propon¨ªa. Coloc¨® 32 millones de acciones a 72 d¨®lares (2.300 millones). En ese momento, la econom¨ªa colaborativa ten¨ªa por primera vez precio. Lyft, una empresa que el a?o pasado perdi¨® 911 millones y el anterior 688, vale 23.000 millones de d¨®lares. Las acciones llegaron a subir un 21% el d¨ªa del estreno aunque el alza de la jornada inaugural se qued¨® en el 12%. Sin embargo, a principios de esta semana cayeron por debajo del precio de salida y llegaron a un m¨ªnimo de 68 d¨®lares. El jueves, el precio se hab¨ªa estabilizado de nuevo en 72. El pasado martes, The Wall Street Journal public¨® que el inversor Carl Icahn vendi¨® el 2,7% de que ten¨ªa en Lyft (alrededor de 550 millones de d¨®lares) a George Soros justo antes de la salida a Bolsa.
Las cifras iniciales de Lyft han creado el marco en el que llegar¨¢ al parqu¨¦ Uber. Esta podr¨ªa acabar siendo una de las operaciones m¨¢s grandes de la historia, si consigue una valoraci¨®n de 120.000 millones de d¨®lares, como esperan sus due?os. Siete a?os despu¨¦s de la muy esperada y controvertida salida al mercado de Facebook, este a?o se esperan anuncios de salidas a Bolsa de Airbnb, el gigante del alojamiento, y otras compa?¨ªas de tecnolog¨ªa de consumo como Pinterest, Slack, Postmates o Instacart. El mercado va a ver cu¨¢nto valen de verdad las aplicaciones del m¨®vil.
Salir a Bolsa, aparte de hacer ricos a sus fundadores, tiene otras consecuencias para estas compa?¨ªas tecnol¨®gicas. Va a ser mucho m¨¢s dif¨ªcil justificar p¨¦rdidas en aras de una supuesta estrategia para cambiar el mundo en las pr¨®ximas d¨¦cadas. Los inversores querr¨¢n saber cu¨¢ndo van a dar beneficios, cu¨¢l es la estructura de precios, cu¨¢nto cobran los conductores, qu¨¦ ocurre con los problemas regulatorios; querr¨¢n saber si est¨¢n invirtiendo en patinetes, en coches voladores o en una filosof¨ªa general de eficiencia en el transporte que ya veremos si da dinero o no. Este 2019 se perfila como el a?o en el que la cultura de Silicon Valley se tendr¨¢ que explicar al inversor com¨²n si quiere pedirle su dinero. Lyft ha abierto la puerta.
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