El legado m¨¢s preocupante de Trump
Cuando se vaya deber¨ªamos reflexionar sobre c¨®mo alguien tan perturbado pudo llegar a ser presidente de EE UU
La renuncia forzada de Kirstjen Nielsen como secretaria de Seguridad Nacional de los Estados Unidos no es un motivo para celebrar. Es verdad que pilot¨® la separaci¨®n forzosa de las familias de inmigrantes en la frontera estadounidense (que se hizo famosa por las im¨¢genes del encierro de ni?os peque?os en jaulas). Pero es improbable que la partida de Nielsen traiga consigo alguna mejora, ya que el presidente Donald Trump quiere reemplazarla por alguien que ejecute sus pol¨ªticas xen¨®fobas de forma todav¨ªa m¨¢s despiadada [Kevin McAleenan es ahora el secretario interino].
La pol¨ªtica migratoria de Trump es espantosa en casi todos sus aspectos, pero es posible que no sea lo peor de su Gobierno. De hecho, identificar qu¨¦ es lo peor se ha convertido en un juego de sal¨®n muy popular en Estados Unidos. S¨ª, llam¨® a los inmigrantes criminales, violadores y animales. Pero ?qu¨¦ decir de su profunda misoginia, su vulgaridad y crueldad sin l¨ªmites? ?O de que haga la vista gorda con los supremacistas blancos? ?O de su retirada del acuerdo clim¨¢tico de Par¨ªs, del acuerdo nuclear con Ir¨¢n y del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio? Y sin olvidar su guerra contra el medioambiente, la salud y el sistema internacional basado en reglas. Este juego morboso es interminable, porque casi todos los d¨ªas aparece un nuevo contendiente por el t¨ªtulo. Trump es una personalidad conflictiva, y cuando se vaya deber¨ªamos reflexionar sobre c¨®mo alguien tan perturbado y moralmente deficiente pudo llegar a ser elegido presidente del pa¨ªs m¨¢s poderoso del mundo.
Pero lo que m¨¢s me preocupa es el da?o que ha hecho Trump a las instituciones necesarias para el funcionamiento de la sociedad. La agenda trumpista de ¡°hacer grande a Estados Unidos otra vez¡± no se refiere, claro est¨¢, a restaurar el liderazgo moral del pa¨ªs; m¨¢s bien encarna y celebra el ego¨ªsmo y la egolatr¨ªa desenfrenados. Es una agenda econ¨®mica, lo cual nos obliga a preguntarnos: ?cu¨¢l es la base de la riqueza estadounidense?
Adam Smith intent¨® dar una respuesta en su cl¨¢sico de 1776 La riqueza de las naciones. All¨ª se?al¨® que los niveles de vida hab¨ªan estado estancados por siglos, hasta que hacia fines del siglo XVIII comenz¨® a darse un enorme aumento de los ingresos. ?A qu¨¦ se debi¨®?
Smith fue una de las mentes m¨¢s brillantes del gran movimiento intelectual conocido como la Ilustraci¨®n Escocesa. El cuestionamiento de la autoridad establecida que sigui¨® a la Reforma en Europa oblig¨® a la sociedad a preguntarse: ?C¨®mo podemos conocer la verdad? ?C¨®mo podemos saber acerca del mundo que nos rodea? ?Y c¨®mo debemos organizar la sociedad?
De la b¨²squeda de respuestas a estas preguntas surgi¨® una nueva epistemolog¨ªa, basada en el empirismo y en el escepticismo de la ciencia, que se impusieron a las fuerzas de la religi¨®n, la tradici¨®n y la superstici¨®n. Con el tiempo, se fundaron universidades y otras instituciones de investigaci¨®n para ayudarnos a juzgar la verdad y descubrir la naturaleza de nuestro mundo. Mucho de lo que hoy damos por sentado (desde la electricidad, los transistores y las computadoras hasta el l¨¢ser, la medicina moderna y los tel¨¦fonos inteligentes) es el resultado de esta nueva disposici¨®n, sostenida por la investigaci¨®n cient¨ªfica b¨¢sica (financiada en su mayor parte por el Estado).
A falta de una autoridad mon¨¢rquica o eclesi¨¢stica que dictara el modo ¨®ptimo, o el mejor posible, de organizar la sociedad, la sociedad ten¨ªa que decidirlo por su cuenta. Pero idear instituciones que aseguraran el bienestar de la sociedad era m¨¢s dif¨ªcil que descubrir las verdades de la naturaleza: en general, en este tema no se pod¨ªan hacer experimentos controlados.
Sin embargo, un estudio de la experiencia pasada pod¨ªa ser ilustrativo. Hab¨ªa que basarse en el razonamiento y en el discurso, reconociendo que ninguna persona ten¨ªa un monopolio de nuestra comprensi¨®n de la organizaci¨®n social. De este proceso surgi¨® la convicci¨®n de que es m¨¢s probable que instituciones de gobernanza basadas en el Estado de Derecho y en un sistema de controles y contrapesos, ¡ªy sostenidas por valores como la libertad individual y la justicia universal¡ª, produzcan decisiones acertadas y justas. Estas instituciones no ser¨¢n perfectas, pero se las dise?¨® para hacer m¨¢s probable la detecci¨®n y posterior correcci¨®n de sus defectos.
Pero ese proceso de experimentaci¨®n, aprendizaje y adaptaci¨®n demanda un compromiso con la determinaci¨®n de la verdad. Los estadounidenses deben gran parte de su ¨¦xito econ¨®mico a un variado conjunto de instituciones dedicadas a decir, descubrir y verificar la verdad, en las que son centrales la libertad de expresi¨®n y los medios independientes. Los periodistas son tan falibles como cualquiera; pero como parte de un s¨®lido sistema de controles y contrapesos sobre quienes ocupan posiciones de poder, han sido tradicionalmente proveedores de un bien p¨²blico esencial.
Desde los tiempos de Smith, est¨¢ comprobado que la riqueza de una naci¨®n depende de la creatividad y productividad de su gente, que s¨®lo es posible promover adoptando el esp¨ªritu de la indagaci¨®n cient¨ªfica y la innovaci¨®n tecnol¨®gica. Y eso depende de mejoras continuas de la organizaci¨®n social, pol¨ªtica y econ¨®mica, descubiertas a trav¨¦s del discurso p¨²blico razonado.
El ataque que Trump y su Gobierno han emprendido contra cada uno de los pilares de la sociedad estadounidense (y su especialmente agresiva demonizaci¨®n de las instituciones del pa¨ªs dedicadas a la b¨²squeda de la verdad) pone en riesgo la continuidad de la prosperidad de los Estados Unidos y su capacidad misma de funcionar como una democracia. A esto se suma la aparente falta de control a los intentos de los gigantes corporativos de manejar las instituciones (tribunales, legislaturas, organismos regulatorios y grandes medios de comunicaci¨®n) que supuestamente deben evitar la explotaci¨®n de trabajadores y consumidores. Est¨¢ surgiendo ante nuestros ojos una distop¨ªa que antes s¨®lo imaginaron los escritores de ciencia ficci¨®n. Da escalofr¨ªos pensar qui¨¦n es el ¡°ganador¡± en este mundo, y en qui¨¦n o en qu¨¦ puede convertirse por el mero intento de sobrevivir.
Joseph E. Stiglitz es profesor distinguido de la Universidad de Columbia y ganador del Premio Nobel 2001 en Ciencias Econ¨®micas.
?? Project Syndicate 1995¨C2019
Traducci¨®n: Esteban Flamini
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