La baja inflaci¨®n debilita la recuperaci¨®n
La contenci¨®n de los precios lleva al BCE a mantener la cautela. La globalizaci¨®n, la tecnolog¨ªa y el envejecimiento de la poblaci¨®n socavan la evoluci¨®n del IPC
La inflaci¨®n rampante ha sido una constante a lo largo de la historia: se cita entre los principales motivos de la ca¨ªda del Imperio Romano, hundi¨® al vell¨®n espa?ol en el siglo XVII y supuso el fin de la Rep¨²blica de Weymar. La figura del banquero central independiente surgi¨® para defender al ciudadano de estas subidas de precios, una suerte de impuesto que erosiona el poder adquisitivo por la puerta de atr¨¢s y que los gobiernos usaban con demasiada facilidad para financiar sus ambiciones pol¨ªticas acu?ando m¨¢s dinero. Sin embargo, la inflaci¨®n ya no repunta como sol¨ªa. Y eso tambi¨¦n puede ser un problema. De hecho, acaba de?despertar de nuevo las alarmas en el BCE.
Salvo por casos como el de Venezuela, desde que en los a?os ochenta el entonces presidente de la Reserva Federal Paul Volcker matase las subidas de precios alimentadas por la crisis del petr¨®leo, la inflaci¨®n es un enemigo que se sabe c¨®mo combatir a fuerza de subidas de tipos de inter¨¦s. Sin embargo, a ra¨ªz de la crisis financiera, de repente la inflaci¨®n mut¨® en la cepa de un virus resistente a la medicina de los banqueros centrales. Y amenaz¨® con tomar la forma del monstruo de la deflaci¨®n, cuya virulencia se sufri¨® durante la Gran Depresi¨®n. Cuando los consumidores piensan que los precios pueden bajar, posponen sus compras. Al no haber actividad, las empresas rebajan los precios para competir, da?ando sus m¨¢rgenes. Y una vez sin m¨¢rgenes, se ven obligadas a cortar la inversi¨®n y el empleo.
Lo que a su vez retroalimenta una espiral recesiva en la que adem¨¢s los bancos entran en dificultades y no pueden prestar. ¡°En semejante ciclo se condicionan severamente las decisiones de gasto e inversi¨®n y resulta muy dif¨ªcil bajar la deuda porque los ingresos de las empresas y el empleo caen¡±, se?ala Francisco Vidal, economista jefe de Intermoney.
Sin embargo, gracias a la intervenci¨®n de los bancos centrales, durante la Gran Recesi¨®n se logr¨® derrotar al monstruo. Aun as¨ª, a?os despu¨¦s de la debacle, la inflaci¨®n sigue sin repuntar como deber¨ªa. Ahora mismo el mercado espera que dentro de cinco a?os los precios solo suban en la eurozona alrededor de un 1%, seg¨²n se mide con los seguros para protegerse del riesgo de inflaci¨®n. Y esa es una de las razones por las que Draghi abri¨® la puerta la semana pasada a nuevos est¨ªmulos. Ese entorno del 1% representa una tasa muy baja y causa problemas. ¡°Si se necesita hacer un ajuste, se puede hacer de manera m¨¢s f¨¢cil jugando con la inflaci¨®n¡±, explica Vidal. Es decir, se congelan gastos y salarios mientras suben los precios. Si no hay inflaci¨®n, entonces hay que recortar y el ajuste resulta mucho m¨¢s doloroso. En un escenario de baja inflaci¨®n, la deuda en relaci¨®n con los ingresos apenas se diluye y los incentivos a invertir son menores porque los retornos son menores. Adem¨¢s, cualquier shock puede hacer que la econom¨ªa entre en recesi¨®n con m¨¢s facilidad, en un contexto en el que la pol¨ªtica monetaria y la fiscal ya est¨¢n muy explotadas y dejan menos margen para la reacci¨®n. ?Da todav¨ªa coletazos el monstruo?
En su informe anual, el Banco de Espa?a ahonda en las razones de la baja inflaci¨®n, presente en la zona euro desde 2013. Uno de los motivos es la reciente crisis, que hace que a¨²n haya mucho trabajador desempleado que presione a la baja sobre los salarios y, por tanto, la inflaci¨®n. Otro consiste en unos precios de la energ¨ªa que disminu¨ªan y que se ven afectados por el fracking o las ganancias en eficiencia energ¨¦tica. Adem¨¢s, al no haber estado subiendo los precios, las demandas de subidas de sueldos se contienen.
Efecto de la globalizaci¨®n
Hasta ah¨ª los motivos coyunturales. Pero el organismo supervisor tambi¨¦n detecta razones m¨¢s estructurales y persistentes. Una es el envejecimiento de la poblaci¨®n. Al reducirse sus rentas y ahorrar m¨¢s, los mayores consumen e invierten menos. La globalizaci¨®n tambi¨¦n desempe?a un papel fundamental, al haberse desarrollado una competencia global que socava la capacidad de las empresas para fijar precios. Tambi¨¦n influye en los salarios, cuando se percibe que los trabajos pueden ser deslocalizados. China ha sido el motor de este proceso desde su incorporaci¨®n a la Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC) en el 2000. Y luego est¨¢ la tecnolog¨ªa, que abarata la producci¨®n y fomenta la competencia de la globalizaci¨®n. El ejemplo es Amazon.
Por ¨²ltimo, las reformas estructurales han contribuido a la contenci¨®n de precios y salarios en los pa¨ªses rescatados, se?ala el Banco de Espa?a.
Y el economista Jos¨¦ Carlos D¨ªez a?ade otra: ¡°Todo el dinero en circulaci¨®n que las entidades devuelven al banco central¡±. La banca tiene ahora ociosos unos 600.000 millones depositados en el BCE. Se trata de una suerte de trampa de liquidez. Por m¨¢s fondos que se inyecten, no hay quien los coja. Sobre todo cuando los precios de los activos ya est¨¢n en niveles m¨¢ximos y se presume que solo pueden bajar. Nadie va a invertir m¨¢s si piensa que han llegado a un tope. La liquidez no fluye hacia la econom¨ªa.
En esta coyuntura, el Banco de Espa?a observa ahora que en la eurozona se han subido los salarios sin que se hayan dado mejoras de productividad. Sin embargo, las empresas no las han trasladado a los precios. El coste ha ido directamente contra el margen empresarial. Si bien en la crisis las compa?¨ªas elevaron sus m¨¢rgenes para bajar deuda y autofinanciarse, el recorrido de esta situaci¨®n es finito. Si se enquista y las empresas no son capaces de repercutir los incrementos de costes laborales a sus precios en un contexto de alta competencia, al final la inversi¨®n y el empleo pueden resentirse, apunta el organismo supervisor. La baja inflaci¨®n debilita la recuperaci¨®n.
El ejemplo de Jap¨®n
Pese al discurso pesimista, hay economistas como el alem¨¢n Daniel Gross que no ven un problema en la baja inflaci¨®n y apuntan a Jap¨®n. Si bien la econom¨ªa nipona ha crecido poco en las ¨²ltimas d¨¦cadas, ello se debe sobre todo a su menguante poblaci¨®n y a una inmigraci¨®n muy restringida. Lo cual no ha impedido que haya pleno empleo y que el PIB per capita avance a tasas similares que en otros pa¨ªses. En Suiza y Suecia sucede algo parecido.
El Banco Internacional de Pagos habla de una nueva normalidad en la inflaci¨®n, muy influida adem¨¢s por el exceso de deuda, que en estos momentos incluso supera la que hab¨ªa cuando se desat¨® la crisis financiera. Y sostiene que es hora de reducir la meta de inflaci¨®n por debajo del 2%. De lo contrario, se estar¨ªan aplicando unas pol¨ªticas excesivamente laxas, que inflan el precio de los activos y acaban alimentando burbujas.
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