Confusi¨®n de confusiones
El debate sobre la fiscalidad de las multinacionales debe ser en Bruselas y en Par¨ªs, en el marco de la OCDE. No a escala nacional, donde no existe este problema
El debate de la fiscalidad de las multinacionales no es solo l¨®gico, sino necesario. La pujanza de las empresas digitales (las ya famosas bigtechs) y las dificultades para determinar los beneficios que genera su actividad conlleva que, de facto, no se pagan impuestos locales por los beneficios obtenidos en cada pa¨ªs. No podemos negar, adem¨¢s, que, incluso en el ¨¢mbito de la UE, existe una competencia fiscal entre Estados, que facilita a algunas de estas empresas radicadas en pa¨ªses como Luxemburgo, Irlanda u Holanda disfrutar de una tributaci¨®n menor por impuesto de sociedades. Hay que discutir estas cuestiones en Bruselas y en el marco de la OCDE en Par¨ªs, y no a escala nacional, donde no existe este problema.
Ahora bien, al calor de este debate, l¨®gico, sensato y necesario, se deslizan argumentos que son, simplemente, inadmisibles porque no responden a la verdad. As¨ª, no es cierto que en Espa?a las empresas con actividad multinacional paguen pocos impuestos. Es posible analizarlo de dos formas. Una, m¨¢s ortodoxa, es tomar el beneficio generado en Espa?a (mejor a¨²n, la base imponible) y compararlo con el impuesto de sociedades pagado en Espa?a. La otra, menos ortodoxa, pero tambi¨¦n informativa, es dividir los beneficios generados en los pa¨ªses en lo que las empresas espa?olas est¨¢n implantadas por la tributaci¨®n por impuesto de sociedades realizada en esos pa¨ªses. Pues bien, seg¨²n la OCDE el primer c¨¢lculo arroja para las sociedades espa?olas un resultado de un 24,8%, cifra que es un 23% superior a la media de los pa¨ªses de esa organizaci¨®n. El segundo c¨¢lculo, en este caso para las empresas del Ibex 35, da como resultado que los impuestos pagados suponen un 27,8% de sus beneficios. No es cierto, pues, que las multinacionales espa?olas no paguen impuestos o que estos sean bajos.
?Qu¨¦ ocurrir¨ªa si, ignorando estos argumentos, se hiciera tributar a las empresas otra vez en Espa?a por el beneficio generado en el exterior? Que se generar¨ªa un problema de doble imposici¨®n (pagar dos veces impuestos sobre el mismo hecho imponible). Esa doble imposici¨®n va en contra de los principios de ¡°capacidad econ¨®mica¡± y ¡°no confiscatoriedad¡±. Pero, sobre todo, har¨ªa inviable la existencia de empresas multinacionales en Espa?a. Y es por ello por lo que las autoridades fiscales espa?olas tienen firmados m¨¢s de 100 (s¨ª, 100) convenios bilaterales de doble imposici¨®n con otras tantas autoridades fiscales y pa¨ªses. Este problema no es ni nuevo ni desconocido.
En este sentido, se puede entender que el debate p¨²blico de cuestiones complejas a veces pueda ser confuso. Tambi¨¦n es cierto que la publicaci¨®n de estad¨ªsticas mal dise?adas tampoco ayuda a un debate sereno y t¨¦cnico.
A ra¨ªz de este debate, la pregunta de fondo es qu¨¦ queremos para Espa?a. ?Queremos una econom¨ªa con grandes empresas internacionales que lleven el nombre de nuestro pa¨ªs por todo el mundo? ?O preferimos, en aras a una justicia fiscal mal planteada, que acaben march¨¢ndose de Espa?a para recalar en otros pa¨ªses europeos? Parece que la respuesta es obvia, ?no? Al menos, eso espero.
Jos¨¦ Mar¨ªa Rold¨¢n es presidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de Banca (AEB).
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