Am¨¦rica Latina frente al Gran Apag¨®n
Responder a la emergencia exige un nuevo pacto social y una ampliaci¨®n del espacio fiscal con deuda, incluso con la participaci¨®n de los bancos centrales. Las pol¨ªticas de austeridad solo prolongan las recesiones y agudizan la pobreza y la desigualdad
El coronavirus y la cotidianidad sanitaria dantesca que desat¨® han sumido a la econom¨ªa mundial en su colapso m¨¢s agudo en casi un siglo, solo comparable al del crash de los a?os treinta del siglo pasado. Para Am¨¦rica Latina el impacto de este Gran Apag¨®n ser¨¢ devastador, pues su bienestar econ¨®mico depende crucialmente de su desempe?o en los mercados globales de bienes, servicios y de capitales. Y hoy es golpeada por el colapso del comercio internacional, de los precios de las materias primas que exporta, de los ingresos por turismo y por remesas familiares. Sufre, tambi¨¦n, la ca¨ªda de la inversi¨®n extranjera directa y fuga de capitales sin precedente, en un contexto de volatilidad financiera y cambiaria.
El efecto de este choque ¡ªmucho m¨¢s intenso que el de 2008 y 2009¡ª deprime la actividad empresarial, cierra negocios y elimina diariamente miles de puestos de trabajo, agudizando la pobreza y la desigualdad. Este drama in¨¦dito empuja a la regi¨®n a la recesi¨®n m¨¢s aguda y prolongada en su historia moderna. Para enfrentarla y aminorar el da?o urgen respuestas extraordinarias de pol¨ªtica econ¨®mica y social en los ¨¢mbitos regional, nacional e internacional.
Para empezar, cabe subrayar que la magnitud de recursos a movilizar, la complejidad de decisiones en cuanto a distanciamiento social, identificaci¨®n de actividades esenciales y canalizaci¨®n de fondos a salud y a otros objetivos prioritarios coloca al Estado en una posici¨®n especial. En la emergencia, es el ¨²nico agente con credibilidad y capacidad leg¨ªtima para tomar decisiones sobre el uso de recursos a escala nacional para enfrentar la pandemia, aplicar las pol¨ªticas en el territorio y establecer sus mecanismos de financiamiento.
La pol¨ªtica fiscal y social debe canalizar oportunamente recursos a: salud, asegurar la subsistencia de los m¨¢s afectados por el par¨®n econ¨®mico y preservar puestos de trabajo con apoyos directos a empresas. Para acompa?ar el regreso ordenado a las actividades, debe aplicar una pol¨ªtica contrac¨ªclica para impulsar la pronta recuperaci¨®n econ¨®mica.
En cuanto a pol¨ªtica financiera, responder a la emergencia sanitaria-econ¨®mica exige solventar la ampliaci¨®n del espacio fiscal con deuda interna, quiz¨¢ incluso con la participaci¨®n directa de los bancos centrales. Tal financiamiento de la deuda p¨²blica puede conllevar riesgos para la estabilizaci¨®n macro de mediano plazo. Pero este es menor que la amenaza a la subsistencia de la poblaci¨®n y que el riesgo a la paz social. Dada la emergencia, incluso algunas calificadoras de riesgo ver¨ªan con buenos ojos programas contrac¨ªclicos aunque presionen el espacio fiscal en algunos puntos del PIB, si se acompa?an de reformas fiscales a instrumentarse en el repunte para asegurar la sustentabilidad de la deuda. Es reconocido que las pol¨ªticas de austeridad prolongan las recesiones y agudizan la pobreza y la desigualdad.
La ampliaci¨®n sostenible de espacios fiscales nacionales hace indispensable la cooperaci¨®n de organismos multilaterales para garantizar liquidez y respaldo financiero de balanza de pagos. Tambi¨¦n exige la regulaci¨®n de flujos de capitales para minimizar el efecto devastador de su fuga que exacerba la restricci¨®n externa. Urge expandir las asignaciones de derechos especiales de giro del FMI. Adem¨¢s, para diversos pa¨ªses, la salida de la crisis actual presupondr¨¢ reestructurar deuda soberana y condonaci¨®n parcial.
El Gran Apag¨®n inaugurar¨¢ respuestas extraordinarias ¡ªarriba se?aladas¡ª en pol¨ªticas macroecon¨®micas y sociales a nivel nacional, nueva regulaci¨®n regional de flujos de capitales y cambios en la arquitectura financiera internacional para aminorar presiones sobre pa¨ªses deudores. Hay coincidencia de que la organizaci¨®n de cadenas globales de producci¨®n habr¨¢ de repensarse, introduci¨¦ndole la noci¨®n de actividades esenciales.
La lecci¨®n m¨¢s importante que nos dejar¨¢ la pandemia es reconsiderar la noci¨®n de lo p¨²blico y lo privado en la b¨²squeda de una nueva agenda de desarrollo. Revel¨® que la salud de todos depende de la de los m¨¢s vulnerables; muchos de ellos careciendo de acceso a agua para lo b¨¢sico: lavarse las manos. Revel¨® una gran fragilidad social, en la que la subsistencia de vastas mayor¨ªas es vitalmente amenazada por interrupciones de unas cuantas semanas en la actividad productiva. Revel¨® lacerantes desigualdades entre j¨®venes y ni?os cuando el cierre de escuelas cancel¨® para muchos el acceso a educaci¨®n de calidad, a desayuno y a un ambiente ajeno de violencia.
La pandemia y sus efectos obligan a pensar para la regi¨®n una suerte de Plan Marshall basado en un nuevo pacto social global cuyo pilar sea asegurar, en un marco de derechos y obligaciones ciudadanas, protecci¨®n social universal, manutenci¨®n b¨¢sica y acceso a educaci¨®n de calidad. Su viabilidad residir¨ªa en el compromiso de los actores pol¨ªticos, econ¨®micos y sociales relevantes por mucho mayor igualdad en la repartici¨®n de los beneficios del crecimiento, por una nueva agenda de desarrollo sustentable e incluyente. Sin este pacto, sin las pol¨ªticas contrac¨ªclicas y cambios en el sistema financiero global, el futuro se cancela para los pobres de la regi¨®n y con ello el nuestro en tanto que sociedad civilizada.
Nelson Barbosa es exministro de Hacienda de Brasil y profesor de la Fundaci¨®n Get¨²lio Vargas, Pablo Bortz es profesor de la Universidad Nacional de San Mart¨ªn, Santiago Capraro y Juan Carlos Moreno-Brid son profesores de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico, Jos¨¦ Antonio Ocampo es exministro de Hacienda de Colombia y profesor de la Universidad de Columbia, Leonardo Vera es profesor de la Universidad Central de Venezuela y Mat¨ªas Vernengo es profesor de la Universidad Bucknell.
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