La econom¨ªa mundial se adentra en lo desconocido
Con la recesi¨®n ya como escenario base en Europa, economistas e historiadores ven m¨¢s similitudes con la crisis del petr¨®leo de los setenta o con el ¡®crash¡¯ del 29 que con la de 2008
Comparar el hoy con los episodios m¨¢s traum¨¢ticos del ayer es demasiado tentador. Las heridas de aquel tramo final de verano de 2008, en el que el sector financiero se desmoron¨® llev¨¢ndose consigo al conjunto de la econom¨ªa, son demasiado cercanas en el tiempo y siguen demasiado presentes en el imaginario colectivo como para que resulte inevitable retrotraerse a entonces. Hasta el BCE, en un severo toque de atenci¨®n a las capitales para que se coordinen y saquen la artiller¨ªa pesada, ha recurrido a ese s¨ªmil para sacudir conciencias y llamar a los Gobiernos a filas. S¨ª, el coronavirus ha hecho caer a plomo las Bolsas en las ¨²ltimas semanas. S¨ª, los siempre temidos ¨ªndices de volatilidad est¨¢n por las nubes. S¨ª, todo nos recuerda a aquella hidra de las mil cabezas. Y s¨ª, la econom¨ªa mundial ha entrado en un terreno inh¨®spito y habr¨¢ que esperar meses para ver el alcance real del zarpazo en toda su amplitud. Pero estamos frente a algo distinto, ya se ver¨¢ si m¨¢s o menos grave: ninguna recesi¨®n ¡ªya es el escenario base de todos en Europa, Bruselas incluida¡ª es igual a la anterior.
Frente al choque de demanda de libro de la Gran Recesi¨®n ¡ª2008 fue, ante todo, el estallido de una burbuja y el desplome de un sector bancario hipertrofiado e infrarregulado, que desat¨® un p¨¢nico general y hundi¨® el consumo¡ª, esta es una crisis h¨ªbrida. ¡°Al principio, cuando el coronavirus empez¨® a golpear China era un impacto muy espec¨ªfico de oferta, sobre la cadena de suministro¡±, apunta ?ngel Talavera, jefe de an¨¢lisis de Oxford Economics para Europa. Su aterrizaje en el Viejo Continente, en cambio, ¡°ha escalado el escenario a otra magnitud: ahora es tambi¨¦n un choque de demanda muy fuerte¡±. A diferencia de una d¨¦cada larga atr¨¢s, como repiten estos d¨ªas todas las grandes casas de an¨¢lisis, la banca est¨¢ m¨¢s controlada y mejor capitalizada, por lo que el riesgo de contagio a lo financiero es menor. ¡°Aunque cuidado, porque si llega, entonces s¨ª ser¨ªa la madre de todas las batallas¡±, advierte Jos¨¦ Juan Ruiz, ex economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El ocaso se ha acelerado, la noche se ha echado demasiado pronto sobre la econom¨ªa y el mundo navega y navegar¨¢ durante semanas sin apenas puntos de referencia. Hace tres meses, la gran preocupaci¨®n global era la guerra comercial entre EE UU y China, pero hoy ya nadie se acuerda de aquello: cinco letras (Covid) y dos n¨²meros (19) lo monopolizan todo. Algunos economistas, como Kenneth Rogoff o el propio Ruiz, ven trazas de la crisis de los setenta revivida, cuando el embargo petrolero de los pa¨ªses del Golfo cuadruplic¨® el precio por barril y da?¨® la sala de m¨¢quinas de las econom¨ªas occidentales. Otros, como Joan Roses, responsable del Departamento de Historia Econ¨®mica de la London School of Economics, ven ¡ªcon todas las precauciones debidas¡ª m¨¢s similitudes con el crash del a?o 29 del siglo pasado. ¡°Como ahora, hubo una interrupci¨®n de la producci¨®n, la Bolsa se hundi¨® y acab¨® d¨¢ndose una sobreoferta. La lecci¨®n que aprender de entonces es la de la cooperaci¨®n: si empobreces al vecino, acabas empobreci¨¦ndote a ti tambi¨¦n¡±, valora por tel¨¦fono. ¡°La incertidumbre sobre la magnitud de la crisis detonada por el coronavirus no exime, sino m¨¢s bien obliga a los Gobiernos a poner en marcha, preferiblemente de manera concertada, el arsenal de instrumentos de pol¨ªticas contrac¨ªclicas¡±, suma Juan Carlos Moreno Brid, de la UNAM.
Una de las grandes diferencias de esta crisis es que el impacto es secuencial: como si de un tsunami se tratase, el virus golpe¨® primero a China; luego lleg¨® a Ir¨¢n y a Corea del Sur; y ahora zarandea a Italia y al resto de Europa occidental, ya oficialmente convertida en epicentro de la epidemia. ¡°No hay sincronizaci¨®n y ah¨ª, como historiador econ¨®mico, es algo que no he visto nunca¡±, agrega. Eso complica la salida: ¡°Puede prolongar su duraci¨®n, crea problemas adicionales sobre el comercio e indica que necesitamos coordinaci¨®n internacional: no hay forma de actuar aisladamente¡±. Aunque hasta ahora el virus se ha ensa?ado con especial virulencia con las siete grandes potencias econ¨®micas mundiales, como recuerda el economista jefe del banco de inversi¨®n suizo UBS, Paul Donovan, seguir¨¢ golpeando ¡°a diferentes pa¨ªses, de maneras diferentes y en diferentes momentos temporales¡±.
Hay algunas ¡ªpocas¡ª cosas claras a estas alturas. Las previsiones previas son papel mojado desde el momento mismo en el que, lo que empez¨® como una gripe m¨¢s a ojos de Occidente, ha mutado en algo mucho m¨¢s serio. ¡°Todas est¨¢n desfasad¨ªsimas. Ahora mismo ponerle n¨²meros a la crisis es muy arriesgado: en solo unos d¨ªas quedan obsoletas. Con el retraso de datos que hay, hasta que no tengamos un n¨²mero de todo marzo que nos sirva de gu¨ªa, es casi como el tarot¡¡±, reconoce Talavera. ¡°Las circunstancias cambian tan r¨¢pido que es imposible confiar en cualquier pron¨®stico¡±, completa por correo electr¨®nico David Wilcox, director de investigaci¨®n de la Fed hasta 2018 y uno de los asesores m¨¢s estrechos de los tres ¨²ltimos presidentes del instituto emisor. ¡°?Ad¨®nde vamos?¡±, se preguntaba hace unos d¨ªas Claudio Borio, jefe del Departamento Monetario y Econ¨®mico del BIS, el coordinador de los bancos centrales. Ahora mismo ¡°solo hay una cosa clara: los mercados financieros seguir¨¢n danzando al ritmo de las noticias sobre el coronavirus y la respuesta de las autoridades¡±.
Toda medida de contenci¨®n de la epidemia, especialmente si es del calado de las aplicadas en los ¨²ltimos d¨ªas, implica cortocircuitar la econom¨ªa durante un tiempo. Es el l¨®gico precio a pagar: la salud es lo primero. Y es, tambi¨¦n, una aut¨¦ntica prueba de resistencia para el crecimiento, un metal que se ha demostrado demasiado quebradizo en los ¨²ltimos tiempos. Habr¨¢ impacto, ser¨¢ fuerte y, parece, transitorio; como si de una cat¨¢strofe natural se tratase. Durar¨¢ lo que dure el virus, entre dos y cinco meses, seg¨²n los c¨¢lculos de las autoridades sanitarias espa?olas. Entonces, s¨ª, ser¨¢ el momento de levantar las alfombras y ver qu¨¦ hay debajo; de hacer un recuento de da?os, que se presumen profundos. Mientras, los economistas parecen resignados a una de sus peores pesadillas: ir a tientas durante un periodo de tiempo mucho mayor del que quisieran. En eso s¨ª, esto se parece demasiado a aquel negro septiembre de 2008.
Una ardua batalla que pilla al mundo con las defensas bajas
Alejar de la vista el fantasma de 2008 puede resultar, en cierta forma, un alivio. Y en parte lo es. Aunque, como recuerdan Richard Baldwin y Beatrice Weder di Maurola, del Graduate Institute, el virus se est¨¢ ensa?ando con la flor y nata econ¨®mica ¡ª¡°la lista de las 10 naciones m¨¢s golpeadas es casi id¨¦ntica a la de los 10 pa¨ªses m¨¢s grandes del mundo por PIB, dejando claro que tiene potencial para hacer descarrilar la econom¨ªa mundial¡±, escriben¡ª, en las grandes mesas de an¨¢lisis no est¨¢ sobre el tapete (aplique aqu¨ª el lector todas las salvedades que estime oportunas) un hundimiento como el de entonces. Se sabe que el golpe ser¨¢ duro pero temporal, aunque siempre con la duda planeando sobre su duraci¨®n: se empez¨® hablando de semanas, luego de meses y, tras su llegada a Europa, el debate es sobre los trimestres de actividad bajo m¨ªnimos. Descontada la recesi¨®n, cuanto m¨¢s tiempo dure el estado de excepci¨®n, mayor ser¨¢ su virulencia.
En un segundo vistazo, sin embargo, el temor es otro: apenas hay puntos de anclaje o precedentes a los que asirse a la hora de trazar una respuesta de pol¨ªtica econ¨®mica. La p¨®lvora monetaria est¨¢ mojada, con los tipos de inter¨¦s por los suelos, y exige una importante dosis de creatividad. El fiscal, muy lastrado por los pasivos acumulados, exige una reformulaci¨®n completa de las directrices, al menos a escala europea. Aunque, como escrib¨ªa el viernes el profesor de Harvard Gregory Mankiw, ¡°hay momentos para preocuparse por la creciente deuda p¨²blica pero este no es uno de ellos¡±. La expansi¨®n, adem¨¢s, llega desacelerada y en una fase ya muy madura: casi 130 meses consecutivos de crecimiento en EE UU, cerca de cuatro veces por encima de la media hist¨®rica, as¨ª lo atestiguan. Un punto a?adido de fragilidad.
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