Una crisis (ahora s¨ª) global
A diferencia de una d¨¦cada atr¨¢s, la recesi¨®n sincronizada de pa¨ªses ricos y emergentes eleva los riesgos. 2008 deja algunas lecciones aprendidas
Nunca antes los n¨²meros dijeron tan poco y quedaron obsoletos tan pronto. Ante la brutal embestida de una crisis rel¨¢mpago, las estad¨ªsticas son la viva imagen de una econom¨ªa rota, autoparalizada, pero su valor informativo se queda ah¨ª. Los gr¨¢ficos de PIB y empleo exploran nuevos l¨ªmites (negativos) en el eje de coordenadas: imposibles de ignorar, pero m¨¢s que previsibles a estas alturas de la pel¨ªcula. La recesi¨®n es siempre un terreno abonado para los clich¨¦s y esta ya tiene el suyo: ¡°sin precedentes¡±. Dos palabras que, pese a la hiperinflaci¨®n en su uso, no dejan de ser ciertas. Estamos, s¨ª, fuera de mapa y sin GPS.
En medio de este pandem¨®nium estad¨ªstico, la clave es tratar de anticiparse a la recuperaci¨®n. La pregunta del mill¨®n ¡ª?cu¨¢ndo y c¨®mo llegar¨¢?¡ª que, todav¨ªa hoy, nadie sabe responder. Vayamos, entonces, con las certezas: ser¨¢ la primera gran crisis verdaderamente global para varias generaciones. En 2008 la inercia y la ampulosidad occidental llev¨® a todos a a?adir el apellido ¡°global¡± a una crisis netamente estadounidense y europea. Y as¨ª quedar¨¢ en los libros de historia, pese a que el mundo del siglo XXI no termina en Washington ni en Londres y que los emergentes resistieron mejor que bien, agarrados al voraz apetito de China por las materias primas. ¡°Fue una crisis financiera de las econom¨ªas avanzadas¡±, desliza Kenneth Rogoff, ex economista jefe del FMI.
Una sacudida realmente global, como la que vemos estos d¨ªas, es otra cosa. ¡°El mundo entero est¨¢ involucrado¡±, enfatiza Anne Krueger, exjefa de an¨¢lisis del Banco Mundial. Tanto el bloque rico como los pa¨ªses de renta media y baja se sumir¨¢n en una recesi¨®n que no estaba en ninguna hoja de ruta, pero que ser¨¢ un parteaguas en la historia econ¨®mica. Ingenuos todos, cuando en diciembre ve¨ªamos en la guerra comercial el mayor riesgo en el horizonte, un virus microsc¨®pico estaba a punto de hacer descarrilar el tren. No hubo ni un solo toque a rebato. No pudo haberlo: el virus tard¨® semanas en infectar la econom¨ªa y dos meses despu¨¦s sabemos que ¨²nicamente 17 de los 190 pa¨ªses del FMI escapar¨¢n de la recesi¨®n en t¨¦rminos per c¨¢pita. Entre ellos, solo dos potencias: China ¡ªparad¨®jicamente, punto de partida del virus¡ª e India, ambas por la m¨ªnima. En lo peor de la crisis financiera, 75 de los 190 estaban en positivo, recuerda Ugo Panizza, del Graduate Institute.
El golpe, como explica Jason Furman, presidente del consejo de asesores econ¨®micos de la Casa Blanca en tiempos de Barack Obama, puede acabar siendo incluso peor para los emergentes que para las econom¨ªas avanzadas. ¡°Es justificable que pa¨ªses como EE UU o Espa?a est¨¦n centrados en su propia situaci¨®n, pero es fundamental que tambi¨¦n se preocupen por lo que ocurre fuera¡±, avisa. ¡°Por primera vez los economistas est¨¢bamos seguros de que habr¨ªa una recesi¨®n antes de que llegara cualquier cifra¡±, agrega Jeffrey Frankel, de Harvard. ¡°El instinto me dice que es peor que la de 2008: estamos ante la mayor cat¨¢strofe natural desde la [mal llamada] gripe espa?ola; un choque de oferta y demanda que puede transformarse en una crisis financiera en toda regla¡±, alerta Rogoff.
Ser¨¢, sin embargo, una descarga tan severa como ¡ªparece¡ª breve. ¡°Y eso es algo que deber¨ªa destacarse m¨¢s¡±, dispara Xos¨¦ Carlos Arias, coautor de La nueva piel del capitalismo (Galaxia Gutenberg). Un ciclo que se cerrar¨¢ del todo cuando ¡ªcrucemos los dedos¡ª llegue la vacuna. En todo caso, mucho menos tiempo que el transcurrido una d¨¦cada atr¨¢s, cuando el arre¨®n financiero mut¨® en crisis de deuda en el sur de Europa, una espiral que por momentos parec¨ªa no tener fin. Sin nuevos brotes del virus, el a?o que viene el crecimiento deber¨ªa volver a terreno positivo. Pero para llegar a ese escenario, recuerda Frankel, hay que evitar por todos los medios caer en el error de 1918, cuando las medidas de contenci¨®n sanitaria se levantaron antes de lo debido.
En alem¨¢n dinero (geld) rima con mundo (welt). Un juego sonoro que ¡ªcomo recuerda Hans Magnus Enzensberger en Siempre el dinero (Anagrama), una de las novelitas (el diminutivo es suyo) m¨¢s refrescantes para interiorizar los rudimentos de la econom¨ªa¡ª dif¨ªcilmente podr¨ªa ser mejor. La ret¨®rica antiglobalizaci¨®n creci¨® como la espuma tras la crisis financiera y se ha mantenido pujante desde entonces, convirti¨¦ndola en el chivo expiatorio de los males de Occidente. ¡°Esta crisis puede acelerar esa tendencia previa de ruptura, al menos con la globalizaci¨®n como la hemos conocido hasta ahora¡±, remarca Arias. Y contra el virus de la desglobalizaci¨®n, con consecuencias negativas sobre productividad y crecimiento, como previene Rogoff, no hay vacuna posible.
Lo ¨²nico bueno de las crisis es que se pueden extraer lecciones de los errores cometidos y la de 2008 da para varios tomos: Europa, maniatada por la cerraz¨®n de Alemania y sus aliados ordoliberales, tard¨® a?os en reaccionar. La historia ha cambiado. En lo fiscal, el despliegue a ambas orillas del Atl¨¢ntico ha sido ¡°impresionantemente r¨¢pido¡±, en palabras de Frankel. En lo monetario, los bancos centrales han profundizado en las compras de deuda como dique de contenci¨®n en los mercados. Y cuando han mostrado dudas ¡ªv¨¦ase el error inicial de Christine Lagarde: ¡°No estamos aqu¨ª para reducir las primas de riesgo¡±¡ª, la subsanaci¨®n ha sido inmediata. La sombra de Mario Draghi es, por fortuna, alargada.
Pero al Viejo Continente, sin embargo, se le siguen viendo demasiado las verg¨¹enzas cuando vienen curvas. ¡°Demuestra, de nuevo, estar mal equipado frente a las crisis¡±, opina Arias. La sima norte-sur contin¨²a ah¨ª; como permanece, tambi¨¦n, una falta de solidaridad. Pero esta vez Berl¨ªn y ?msterdam lo tienen m¨¢s dif¨ªcil: el poder de las lecciones de moral es directamente proporcional a la capacidad de identificar un culpable. Y esta vez no lo hay. ¡°Torpezas como la del Constitucional alem¨¢n pueden hacer mucho da?o, pero hemos aprendido que ante una crisis de esta magnitud no debe preocuparnos el tama?o del d¨¦ficit¡±, resuelve Panizza.
En tiempos de incertidumbre radical, decir con rotundidad c¨®mo saldremos de esta es casi como leer el futuro en los posos del caf¨¦. Pero, con todas las salvedades posibles, algunos empiezan a esbozar los primeros trazos del cuadro que est¨¢ por pintarse. La recuperaci¨®n en V, al menos en su versi¨®n m¨¢s cl¨¢sica, fue el sue?o de una noche de primavera. Vamos, m¨¢s bien, hacia una V alargada: incluso cuando el virus sea historia, las econom¨ªas seguir¨¢n cerrando sus heridas. En tres a?os, vaticina Furman, pr¨¢cticamente todos los pa¨ªses ricos habr¨¢n recuperado el nivel de renta pre-coronavirus. En algunos emergentes, el gran ¨¢ngulo ciego de esta crisis, la traves¨ªa en el desierto durar¨¢ algo m¨¢s. Si el ¨²ltimo coletazo de la crisis financiera aplast¨® al sur de Europa, esta vez el eje puede desplazarse al oeste: atentos a Am¨¦rica Latina.
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