Alberto Alesina, el economista de la austeridad expansiva
El prol¨ªfico autor italiano, conocido en el ¨¢mbito acad¨¦mico y habitual de los debates medi¨¢ticos, fallece a los 63 a?os
Acabamos de perder a uno de los grandes economistas del momento. El coraz¨®n de Alberto Alesina (Broni, Italia, 1957) se par¨® el s¨¢bado a la joven edad de 63 a?os. Se doctor¨® en la universidad de Harvard con el gran Jeffrey Sachs como director de tesis y ha sido uno de los grandes profesores de esa universidad. Fue un economista muy prolijo sobre diferentes temas: desigualdad, ciclo pol¨ªtico econ¨®mico, integraci¨®n europea, uniones monetarias, etc¨¦tera. Pero ser¨¢ recordado y citado principalmente por sus trabajos sobre la deuda p¨²blica y la consolidaci¨®n fiscal. La principal patolog¨ªa de la econom¨ªa italiana es la elevada deuda p¨²blica desde hace d¨¦cadas, y hay excelentes economistas italianos especialistas en deuda y pol¨ªtica fiscal. Alesina era uno de los m¨¢s influyentes.
Muy conocido en el ¨¢mbito acad¨¦mico, la Gran Recesi¨®n y, especialmente, la crisis de la deuda europea en 2010 le convirtieron en un habitual de los debates medi¨¢ticos. Mientras en EE UU Obama sigui¨® los consejos de Olivier Blanchard, profesor de Alesina en Harvard y en ese momento economista jefe del FMI, su consolidaci¨®n fiscal fue gradualista. En Europa, Merkel y la Comisi¨®n exigieron ajustes fiscales intensos cuando estall¨® la crisis de Grecia en la primavera de 2010.
Los trabajos de Alberto Alesina fueron utilizados para argumentar la hip¨®tesis de la austeridad expansiva. Bas¨¢ndose en la equivalencia ricardiana y las expectativas racionales, argumentaba que los ajustes fiscales no tendr¨ªan efectos contractivos sobre la actividad y el empleo. La idea pon¨ªa en cuesti¨®n las tesis de John M. Keynes en su Teor¨ªa general en 1936.
La idea la sugiri¨® David Ricardo en el siglo XIX y fue desarrollada en 1974 por Robert Barro, tambi¨¦n profesor de Harvard. Cuando un Gobierno aprueba un programa de reducci¨®n del d¨¦ficit, las familias y las empresas piensan que pagar¨¢n menos impuestos, reducen su ahorro, aumentan su gasto e inversi¨®n y compensan el efecto contractivo de la reducci¨®n del gasto p¨²blico. Y los inversores est¨¢n dispuestos a prestar a tipos de inter¨¦s m¨¢s bajos, siendo el equivalente a una pol¨ªtica monetaria expansiva.
Al final, seg¨²n Alesina y varios casos emp¨ªricos que encontr¨®, una reducci¨®n del d¨¦ficit cre¨ªble aumentaba el empleo y bajaba la tasa de paro. El problema es que, para que se cumpla el modelo, los mercados de capitales tienen que ser perfectos y los individuos deben poder prestar o endeudarse a la misma tasa de inter¨¦s. En 2008, los mercados colapsaron, los tipos de inter¨¦s del cr¨¦dito privado subieron exponencialmente y ni las familias ni las empresas se pod¨ªan financiar.
Como explicaron Lawrence Summers y Bradford Delong en 2012, los inversores son proc¨ªclicos, y cuando el Gobierno anuncia ajustes en una situaci¨®n de restricci¨®n de cr¨¦dito anticipan m¨¢s recesi¨®n, menos ingresos y m¨¢s d¨¦ficit y provocan una fuga de capitales. Eso es lo que sucedi¨® en la crisis de la deuda europea, y la salv¨® el BCE actuando de prestador de ¨²ltima instancia. El mismo Alesina, en su ¨²ltimo art¨ªculo de 2017 sobre el tema, abandon¨® las expectativas racionales y usaba un modelo neokeynesiano. Los ap¨®stoles europeos de la austeridad expansiva, como Luis de Guindos, hoy recomiendan a los Gobiernos aumentar sus d¨¦ficits y su deuda p¨²blica y que el banco central los compre para que no aumenten las primas de riesgo, la restricci¨®n de cr¨¦dito y evitar una depresi¨®n econ¨®mica.
En las crisis todos somos keynesianos. Pero pronto llegar¨¢ el debate de la consolidaci¨®n fiscal y, como nos anticip¨® Keynes, los hombres pr¨¢cticos ser¨¢n cautivos de ideas de economistas difuntos como la austeridad expansiva. Alesina nos ha dejado, pero su obra perdurar¨¢.
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