Fuegos artificiales en el mundo del arte
Pese al ¨¦xito de las plataformas ¡®online¡¯, las ventas caen un 70% al no poder desplazarse f¨ªsicamente los coleccionistas
El 6 de junio fue, sin duda, el d¨ªa m¨¢s dif¨ªcil de la vida profesional de Marc Spiegler. El periodista franco-americano es el responsable mundial de la franquicia Art Basel, y una de las personas m¨¢s poderosas del mundo del arte, y esa ma?ana anunci¨® por Twitter que se cancelaba la feria. En la ¨¦poca del milagro dorado, la divisi¨®n m¨¢s famosa que gestiona, Art Basel (Suiza), lleg¨® a asegurar obra por valor de 1.000 millones de d¨®lares. Y su peque?o aeropuerto no daba abasto para aterrizar aviones privados de actores, deportistas, coleccionistas, millonarios. Por unos orgi¨¢sticos d¨ªas, la peque?a ciudad helv¨¦tica se transformaba en el jard¨ªn del Gran Gatsby.
La pandemia se ha llevado por delante este milagro dorado. Primero se cancel¨® (marzo) la edici¨®n de Hong Kong, despu¨¦s Basilea, que cumpl¨ªa medio siglo, y este mes se anunciaban tambi¨¦n la suspensi¨®n de Frieze London y Frieze Masters (octubre), que ser¨¢n digitales. La nueva edici¨®n suiza regresar¨¢ el 17 de junio de 2021. Veremos de qu¨¦ manera gira el arte entonces, que ha sido volteado como un ni?o que da un puntapi¨¦ a un bal¨®n de playa. La respuesta ¡ªal igual que en otras actividades¡ª fue digital. Mostrar 4.000 obras en 282 galer¨ªas virtuales sin ning¨²n coste para el expositor. ?Funcion¨®? ¡°Fue un desastre econ¨®mico¡±, apunta la galerista catalana Silvia Dauder, una de las pocas profesionales espa?olas escogidas en un club (este a?o gratuito) donde entrar es igual de dif¨ªcil que batear en un r¨ªo aur¨ªfero. ¡°El arte exige complicidad y no existe en las pantallas de los ordenadores¡±, asegura. Antes de la pandemia, los n¨²meros tra¨ªan una brisa de cierta esperanza. El a?o pasado ¡ªacorde con UBS¡ª las ventas digitales de arte y antig¨¹edades llegaron a los 5.900 millones de d¨®lares.
Algunos ten¨ªan la esperanza de que la propuesta digital redujera la inequidad de este mundo. Pero el arte, online o f¨ªsico, sigue reflejando muchas de las peores realidades de nuestra ¨¦poca. En t¨¦rminos de riqueza, las estad¨ªsticas, por ejemplo, muestran que el 1% de los estadounidenses m¨¢s ricos posee el 43% de toda la prosperidad. Y la sociedad se est¨¢ fracturando. ¡°El mercado del arte depende de los ricos, y a la mayor¨ªa de ellos la pandemia, las crisis sociales, no les est¨¢n afectando de la misma forma que al resto de la sociedad¡±, reflexiona el coleccionista Paco Cantos. ¡°A lo que se suman tipos de inter¨¦s negativos y una liquidez inmensa. La ecuaci¨®n da el mismo resultado online que f¨ªsico. Ganan las grandes galer¨ªas¡±. Hauser & Wirth vendi¨® en Art Basel ¡°digital¡± un pintura de Mark Bradford por cinco millones de d¨®lares y David Zwirner (ha despedido a unos 40 empleados) coloc¨® una escultura (Balloon Venus Lespugue , Red) de Jeff Koons por ocho millones. Quiz¨¢ la pieza m¨¢s cara vendida nunca v¨ªa online.
Esta mezcla obligada de ladrillo y clics ha buscado recuperar esa obra de teatro que es una subasta. Sotheby¡¯s se invent¨® una marat¨®n de cuatro horas digitales con grandes firmas (Bacon, Basquiat, Clyfford Still, Remedios Varo, Helen Frankenthaler) que sum¨® la impresionante cifra (a?adiendo comisiones) de 363,2 millones de d¨®lares. Cerca de 321 millones de euros. ¡°Aunque en la sesi¨®n de la noche (donde aparecen las piezas m¨¢s importantes) del 16 de mayo del a?o pasado en Nueva York la casa logr¨® una cifra parecida: 341,8 millones de d¨®lares. Un espejismo de unos y ceros y de c¨®digo binario.
En este sector hemos llegado tarde al espacio virtual¡±Carlos Urroz
¡°Las plataformas digitales no pueden reemplazar la experiencia de ver el arte en persona o visitar la feria¡±, reflexiona Marc Spiegler. Y a?ade: ¡°Los coleccionistas no acuden exclusivamente a las ferias a comprar obra, de la misma forma que los galeristas no solo participan para vender las piezas que muestran¡±. Relaciones, intercambio de ideas, empat¨ªa; el factor humano. Y tambi¨¦n una gl¨¢snost art¨ªstica. Apertura. La plataforma Artsy ha demostrado que las obras online que incluyen los precios tienen m¨¢s probabilidades de venderse. ¡°El espacio digital ha democratizado el arte. Tendiendo puentes entre el lugar que ocupan los grandes coleccionistas mundiales y el p¨²blico en general, y volviendo el arte m¨¢s accesible¡±, sostiene Clare McAndrew, fundadora de la consultora Arts Economics. Quiz¨¢. Pero el responsable de Art Basel no contesta a la pregunta sobre cu¨¢nto ha ¡°perdido¡± la feria al volverse online. Porque la cantidad debe ser enorme.
Sin los coleccionistas millonarios pudiendo viajar, la ca¨ªda de ventas ¡ªacorde con la revista The Art Newspaper¡ª ronda, seg¨²n los marchantes, el 70%. Y la tragedia interpretar¨¢ Hamlet para bastantes galer¨ªas peque?as y medianas. Cerrar¨¢n. La consultora ArtTactic¡¯s revela que las ventas conjuntas de Christie¡¯s, Sotheby¡¯s y Philips ¡ªlas tres grandes casas de subasta¡ª hab¨ªan ca¨ªdo hasta el 10 de julio casi la mitad en comparaci¨®n al mismo periodo del a?o pasado. De unos 5.700 millones de d¨®lares a 2.900 millones. De 4.800 millones a 2.500 millones de euros. En contraste, las transacciones online se dispararon el 500%. En los mismos plazos, de 69 a 412,6 millones de d¨®lares. No es suficiente. ¡°Pese a todo, el mundo del arte hemos llegado tarde al espacio virtual¡±, asume Carlos Urroz, director de Thyssen-Bornemisza Art Contemporary (TBA21). ?Todos?
Pionero
David Zwirner fue la primera en lanzar una plataforma virtual en 2017. Vendi¨® digitalmente diez de las 15 piezas que ofrec¨ªa en la edici¨®n online de Basilea. Factur¨® diez millones de d¨®lares. La obra m¨¢s cara fue una pintura de 2015 del pintor de la negritud Kerry James Marshall titulada Untitled (Blot) adquirida por tres millones de d¨®lares por un museo estadounidense. Manolo Borja expuso al artista, seis a?os antes, en 2014, en el Palacio de Vel¨¢zquez. Y eran otros precios. Un mill¨®n lo que hoy son tres. ¡°?Va a comprar obra?¡±, se le pregunt¨® entonces. ¡°Imposible¡±, contest¨® con una mirada de rendici¨®n econ¨®mica, el responsable del Museo Reina Sof¨ªa. ¡°Todo el espacio digital crecer¨¢. Pero hay un territorio de naturalidad, f¨ªsico, que es incontestable¡±, defiende.
Sin duda esta es la respuesta a 30 a?os de pol¨ªticas neoliberales, globalizaci¨®n, inequidad y un 0,1% de la poblaci¨®n que tiene gran parte de la riqueza del planeta. ¡°El mundo ha experimentado muchas transformaciones en los ¨²ltimos cuatro meses. Los canales y los espacios a trav¨¦s de los cuales los coleccionistas descubren y adquieren obras han sido transformados por la tecnolog¨ªa¡±, observa Elena Soboleva, directora de ventas online de David Zwirner. ¡°Pero la raz¨®n por la que los coleccionistas quieren una obra es la misma¡±. David Zwiner lo ha dicho: ¡°El arte es c¨®mo justificamos nuestra existencia¡± y eso era verdad antes y ahora.
El negocio de comprar viejos maestros
?Y qu¨¦ ser¨¢ de los viejos maestros? Murillo, Sebastiano del Piombo, Rubens. Buscar, descubrir, contar de otras maneras. Nicol¨¢s Cort¨¦s ¡ªdue?o de la galer¨ªa madrile?a del mismo nombre¡ª acaba de hallar fuera de Espa?a dos bodegones de Zurbar¨¢n mal atribuidos al genio. Ha comprado ¡°mucho¡± durante la cuarentena. ¡°Estamos trabajando en una nueva forma de ver el arte antiguo, con 3D, realidad aumentada, v¨ªdeos; una revoluci¨®n¡±, describe. ¡°Aunque las piezas de importancia no las puedes vender online. El coleccionista necesita verlas¡±. Y muestra dos soberbios cavarozzi y dos extraordinarias artemisia gentileschi que tiene a la venta. Telas que hace tres siglos fueron imaginadas con ¨®leo y lienzo y no con p¨ªxeles y un Mac.
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