Vivir para trabajar: el bucle agotador de consultoras, grandes despachos y bancos de inversi¨®n
Empleados y exempleados de estas firmas describen jornadas de trabajo maratonianas en medio de un enorme estr¨¦s
Consultoras, bancos de inversi¨®n y grandes despachos de abogados se han convertido en el eslab¨®n m¨¢s visible de una forma de entender el trabajo basada en largas jornadas laborales que se extienden al fin de semana, falta de respeto a la desconexi¨®n digital y una constante rotaci¨®n de personal. Varios estudios, as¨ª como la decena de empleados, exempleados y fuentes consultadas, documentan ampliamente el modelo de estas compa?¨ªas, generadoras de un estr¨¦s por encima de lo saludable que amenaza con ahuyentar a j¨®venes talentos, cada vez menos dispuestos a pasar por los filtros tradicionales para alcanzar puestos de relumbr¨®n si ello conlleva renunciar durante varios a?os a su vida personal.
Aunque hay ¨¦pocas donde la carga de trabajo disminuye y esta puede variar seg¨²n el tama?o del cliente, existen datos suficientes para hablar de un estilo de vida agotador. Una encuesta elaborada en 2019 por el Instituto de Salud Mental de la Abogac¨ªa a la que respondieron 672 letrados revela que un 71% de los abogados de grandes despachos tiene jornadas laborales de entre 40 y 60 horas semanales de media. Y un 10,5% supera ese umbral, que supone rebasar las 12 horas diarias en caso de que se trabajen cinco d¨ªas por semana. El 98,8% de los participantes identific¨® el estr¨¦s como un riesgo elevado o muy elevado para su salud.
Auditores de las big four (PwC, KPMG, EY y Deloitte) describen a este diario picos de 80 horas ¡ªcasi 12 horas al d¨ªa los siete d¨ªas de la semana¡ª en la llamada busy season de los meses de enero y febrero, cuando se cierran las cuentas anuales de grandes empresas y hay que revisarlas contra reloj antes de la presentaci¨®n de resultados. En los bancos de inversi¨®n, denuncias como la de los analistas de primer a?o de Goldman Sachs, que ped¨ªan trabajar 80 horas en lugar de 95, destapan una cultura corporativa a¨²n m¨¢s extenuante y han devuelto a un primer plano el debate sobre el equilibrio entre trabajo y vida personal, que ya era objeto de discusi¨®n por el teletrabajo y el abuso de las reuniones a trav¨¦s de aplicaciones como Zoom.
Las escenas que ilustran los efectos de ese ritmo desenfrenado son variadas. Una exempleada de un gran bufete espa?ol relata que tras un mes trabajando sin apenas descanso para preparar la contestaci¨®n a una demanda, el estr¨¦s hab¨ªa ocultado una contractura en el cuello. Una vez terminado el trabajo, no era capaz de mantener el equilibrio y se desmayaba, por lo que necesit¨® una semana de baja y varias de rehabilitaci¨®n. Ten¨ªa entonces 26 a?os. ¡°Cuando volv¨ª de la baja, uno de mis jefes me dijo que no me preocupara, que eso era porque no estaba acostumbrada al ritmo de trabajo y que ya se me pasar¨ªa¡±, explica la letrada, que prefiere mantener el anonimato, y que hoy forma parte del organigrama de una gran entidad p¨²blica.
Javier Franco, auditor j¨²nior de PwC entre 2016 y 2019, donde trabaj¨® en las cuentas del Banco Santander y Telef¨®nica, ambas entre las de mayor exigencia, recuerda como una empleada m¨¢s s¨¦nior, agotada, se ech¨® a llorar a las cinco de la madrugada ante la indiferencia del resto de jefes del equipo. Mientras, ¨¦l trat¨® de convencerla sin ¨¦xito de tomar un taxi en lugar de su veh¨ªculo para regresar a casa ante el riesgo de accidente por la fatiga.
Franco cree que algunas pr¨¢cticas de estas firmas son directamente ilegales. ¡°Se saltan el l¨ªmite de horas extraordinarias recogidas en convenio, no respetan el descanso que prev¨¦ la ley, ni tampoco la desconexi¨®n digital: te escriben correos y mensajes de WhatsApp al n¨²mero personal en d¨ªas festivos¡±. En los meses de enero y febrero de 2017 y 2018 trabaj¨® todos los d¨ªas, incluidos fines de semana, hasta altas horas de la noche. ¡°En Telef¨®nica apagaban las luces y nos ¨ªbamos a la torre de PwC, que est¨¢ abierta las 24 horas todos los d¨ªas¡±, rememora. Su sueldo oscil¨® entre los 24.000 y 27.000 euros anuales, una cantidad que considera que no compensa si se divide entre las horas trabajadas. Tras escribir a la inspecci¨®n de trabajo, contactar con varios medios de comunicaci¨®n y quejarse repetidamente sin resultado a los gerentes de los incumplimientos horarios ¡ªlo que le vali¨® que le apodaran el sindicalista¡ª, decidi¨® irse.
Otro joven exauditor de una de las cuatro grandes consultoras, que no quiere hacer p¨²blico su nombre por temor a represalias, corrobora que la excesiva presi¨®n, los horarios de trabajo intempestivos y las fechas l¨ªmite demasiado ajustadas son un tema de conversaci¨®n recurrente entre compa?eros. ¡°Los jefes dan por hecho que tienes que trabajar los fines de semana. Mucha gente llora de frustraci¨®n. Una persona puede soportar picos de estr¨¦s, pero no un estr¨¦s constante¡±, se?ala. Uno de los problemas que detect¨® a lo largo de sus cinco a?os en el sector fue la mala planificaci¨®n de las horas. Las programadas para un proyecto suelen ser insuficientes, lo que obliga a dedicar tiempo extra mientras las compaginan con nuevas responsabilidades. Es lo que llaman el efecto mochila. ¡°Les dije a los socios que para que me diera tiempo tendr¨ªa que dejar de dormir. Me respondieron que lo solucionara por m¨ª mismo¡±. Tras un tenso intercambio de impresiones, acab¨® pactando su salida.
La rotaci¨®n de empleados est¨¢ a la orden del d¨ªa. Franco explica que de las 20 personas que formaban al principio el ¨²ltimo equipo del que form¨® parte, el que llevaba la cuenta de Telef¨®nica, lleg¨® un momento en que solo quedaban tres. Y entre los que los reemplazaron hubo nuevas salidas. ¡°Por eso hacen contrataciones masivas. Me hace gracia que presuman de a cu¨¢nta gente dan empleo. Se van porque no les cuidan¡±, asegura. Preguntadas por este diario sobre sus pr¨¢cticas laborales, las cuatro grandes consultoras han rehusado responder.
Si las condiciones son aparentemente tan malas, ?por qu¨¦ aguantar y no marcharse antes? Entre los que han pasado por auditoras, grandes despachos y bancos de inversi¨®n hay consenso en que el salario es mejor que el de la media de los reci¨¦n salidos de la universidad, las ganas de abrirse puertas en el mercado laboral son grandes y el aprendizaje es intenso. No solo trabajan rodeados de grandes profesionales, tambi¨¦n reciben cursos de formaci¨®n financiados por la empresa, incluso en el extranjero.
Hay otras motivaciones. Est¨¢n en contacto con clientes importantes o colaboran en casos a los que de otro modo no tendr¨ªan acceso. Ganan pleitos, reciben primas y cierran negocios millonarios que se celebran con comidas y fiestas por todo lo alto. ¡°Se genera mucha adrenalina y puede ser muy gratificante en momentos puntuales, algo que no mucha gente experimenta en sus trabajos¡±, dice una abogada con experiencia en el sector. Adem¨¢s, estiman ¡ªla mayor¨ªa de veces con raz¨®n¡ª que si se es capaz de resistir unos a?os, luego tendr¨¢n v¨ªa libre hacia puestos muy bien pagados. Por eso muchos de ellos, aun conscientes de la paliza que supuso, volver¨ªan a seguir ese itinerario. Han acabado recogiendo los frutos.
Pese al duro peaje personal, tambi¨¦n hay quien no ve su trabajo ¨²nicamente como un trampol¨ªn hacia otras metas y trata de hacer carrera hacia la parte alta de la pir¨¢mide. Una letrada que lleva m¨¢s de una d¨¦cada en un gran despacho y tiene a ocho personas a su cargo recuerda que en sus inicios lleg¨® a encadenar tres meses ininterrumpidos trabajando de ocho de la ma?ana a once de la noche para preparar un caso. Desde entonces ha sido testigo de t¨ªmidos pasos para mejorar la conciliaci¨®n, como reducir la jornada de los viernes para salir a las tres de la tarde. Los cambios se enfrentan, sin embargo, a factores inherentes a su labor, contra los que los despachos poco pueden hacer, como clientes que llegan con urgencias a las que hay que responder con agilidad, sin apenas margen.
La capacidad de reacci¨®n se da por supuesta. Y ah¨ª la vida personal ocupa un papel muy secundario. En lo peor de la pandemia, la supuesta flexibilidad del teletrabajo degener¨® en ocasiones en barra libre para pedir y pedir. ¡°Como no pod¨ªas salir de casa presupon¨ªan que ten¨ªas disponibilidad 24 horas¡±, explica la abogada litigante, que entre otros asuntos se ha dedicado a temas bancarios de relevancia, acciones colectivas y arbitrajes en el extranjero . La dependencia de los dispositivos electr¨®nicos es permanente. Incluso en vacaciones hay d¨ªas en los que tiene que volver a engancharse. ¡°La exigencia va en consonancia con lo que aprendes y con el salario¡±, opina. ¡°Hay gente que sacrifica horas de sue?o. Tienes que hacer malabares con tu vida y es una monta?a rusa emocional. A veces pienso que no me compensa, otras me siento realizada. No soy madre, pero veo a la gente con hijos dudar m¨¢s¡±. Sin sindicatos a los que recurrir, los buzones an¨®nimos y las evaluaciones anuales sirven a la empresa para tratar de captar el estado de ¨¢nimo de los suyos, pero sin un contrapoder que les plante cara, tienen v¨ªa libre para perpetuar ese modelo.
La jurista conoce casos de becarios que han abandonado el barco al poco de empezar las pr¨¢cticas, renegando de esa vida encadenada a la silla, en busca de unas oposiciones que les garanticen un horario menos ajetreado bajo el manto protector de lo p¨²blico. Las empresas tratan de frenar esa desbandada con incentivos. Los reci¨¦n contratados en el despacho de esta abogada ganan entre 26.000 y 32.000 euros. Y si se aguanta lo suficiente, esas cantidades suben mucho. Tambi¨¦n las responsabilidades, que incluyen renuncias dolorosas, como aquel domingo de verano que no pudo ir al cumplea?os de su sobrino. Y sustos. Presenci¨® como llamaban a una ambulancia porque a una socia se le aceler¨® el coraz¨®n. ¡°Creo que las cosas van a cambiar y que puedo ser parte de ese cambio hacia la conciliaci¨®n¡±, argumenta.
Otro sondeo, este realizado en 2018 por la revista Iberian Lawyers entre 66 abogados, recog¨ªa que ocho de cada diez encuestados conoc¨ªa a alg¨²n colega que padec¨ªa o hab¨ªa padecido problemas de salud mental a lo largo de su carrera, algunos tan graves como la depresi¨®n o con efectos irreversibles como el suicidio. El 79% culpaba de ello a la sobrecarga de trabajo.
¡°O cambiamos o perderemos a los m¨¢s v¨¢lidos¡±
Paula Fern¨¢ndez-Ochoa, presidenta del Instituto de Salud Mental de la Abogac¨ªa, lamenta que la profesi¨®n siga apostando por jornadas demasiado largas. ¡°Las consecuencias son estr¨¦s, ansiedad, adicciones, bajas por depresi¨®n y absentismo, lo que merma la productividad¡±, apunta. Fern¨¢ndez-Ochoa cree que los grandes despachos van a tener que corregir esa pol¨ªtica. ¡°Doy clase en la universidad y hace unos a?os todos se mor¨ªan de ganas por entrar en los despachos grandes [Garrigues, Cuatrecasas y Ur¨ªa y Men¨¦ndez]. Ahora me cuesta encontrar j¨®venes que quieran ir a ellos por el estilo de vida que les espera¡±. La competencia de tecnol¨®gicas, fondos y otras grandes compa?¨ªas, que ofrecen m¨¢s tiempo libre y salarios altos, se lo pone a¨²n m¨¢s dif¨ªcil. ¡°O cambiamos o perderemos a los m¨¢s v¨¢lidos, que tienen otras alternativas¡±, coincide la abogada s¨¦nior de uno de los grandes despachos del pa¨ªs.
Marlen Est¨¦vez, socia del despacho Roca Junyent y presidenta de Women in a Legal World es madre de dos ni?os, de cinco y siete a?os. Reconoce que su trabajo copa much¨ªsimas horas, tantas que prefiere no dar un n¨²mero. ¡°No quiero ser un referente en cuanto a horas porque es un poco fuera de lo habitual y no pretendo que todo el mundo las haga¡±. Est¨¦vez cree que es cuesti¨®n de saber organizarse: en su caso, prefiere hacer una pausa en su jornada para acostar a sus hijos y seguir luego de noche. La coordinaci¨®n con la pareja y la ayuda de abuelos y cuidadores se vuelve fundamental para mantener ese ritmo en una profesi¨®n de la que se dice apasionada. Sus remedios contra el estr¨¦s son el deporte, comer bien, ciertas lecturas o recurrir a un asesor personal. ¡°Est¨¢s sometido a mucho estr¨¦s y presi¨®n. Tienes que darte tus peque?os premios¡±, recomienda.
?ngel Cano, consejero delegado del BBVA entre 2009 y 2015, sabe lo que es vivir absorbido por el trabajo de forma casi permanente. Aconseja a los empleados expuestos a estr¨¦s que encuentren una v¨¢lvula de escape. La suya era y es correr. De un modo que a algunos podr¨ªa parecerles excesivo. En un viaje de trabajo lleg¨® a su hotel en Tokio a las dos de la madrugada y lo primero que hizo fue subirse a la cinta para hacer unos kil¨®metros. Cano ve dos razones para explicar las jornadas maratonianas en estos sectores: la b¨²squeda de m¨¢s rentabilidad y la enorme competitividad. Eso lleva a las firmas a hacer ofertas a precios de derribo para adjudicarse proyectos muy codiciados, lo cual obliga a reducir el n¨²mero de empleados implicados.
Cano percibe una batalla soterrada entre la vieja escuela, partidaria del presentismo y las largas jornadas, y la nueva hornada, que se inclina hacia el trabajo por objetivos y una organizaci¨®n del tiempo m¨¢s aut¨®noma. ¡°Los j¨®venes de ahora puede que tengan la misma ambici¨®n que los de antes, pero no est¨¢n dispuestos a ascender a cualquier precio. Antes, el que m¨¢s horas echaba era el que m¨¢s sub¨ªa. La gente hoy cree que se puede llegar de otro modo. Lo veo en mis hijos¡±, sostiene.
El economista jefe del banco de inversi¨®n Arcano, Ignacio de la Torre, ve dif¨ªcil un cambio de h¨¢bitos en su sector. Los que trabajan en operaciones de Bolsa y otros activos no est¨¢n expuestos a horarios interminables porque los mercados cierran, pero aquellos envueltos en movimientos corporativos como fusiones o adquisiciones viven dedicados en cuerpo y alma a su labor. Solucionarlo, alega, no es tan simple como contratar a m¨¢s empleados. De la Torre aduce que es muy dif¨ªcil ajustar la oferta a la demanda: se ponen en marcha varias operaciones paralelamente, pero algunas fracasan, y todo ese trabajo solo se ve recompensado cuando tienen ¨¦xito, por lo que planea cierta incertidumbre sobre los ingresos que percibir¨¢n. Haya muchas negociaciones simult¨¢neas o solo unas pocas, la presi¨®n no decae, porque para sobrevivir hay que preparar presentaciones para encontrar nuevos negocios y seguir facturando. ¡°Deliveroo puede contratar m¨¢s riders, pero en banca de inversi¨®n es m¨¢s dif¨ªcil. Son perfiles que tienes que integrar en tu propia cultura y las retribuciones son muy elevadas¡±, explica.
¡°No me dan pena los de Goldman Sachs¡±
La fama de exigencia de este tipo de trabajos es tal que en Industry, la nueva serie de HBO que aborda la vida de un grupo de j¨®venes que compiten por ser contratados por un banco de inversi¨®n en Londres, uno de los aspirantes se suicida en el primer cap¨ªtulo.
Como sucediera con la muerte de Moritz Erhardt, el becario de la oficina londinense de Bank of America que apareci¨® sin vida en la ducha tras sufrir un ataque epil¨¦ptico despu¨¦s de trabajar 72 horas seguidas, la denuncia de los j¨®venes de Goldman Sachs ha vuelto a llenar p¨¢ginas sobre hasta qu¨¦ punto se deben permitir horarios as¨ª, por mucho que sus cuentas bancarias no dejen de sumar ceros.
Un espa?ol que ejerci¨® en 2007, con 24 a?os, en la divisi¨®n de banca de inversi¨®n de Citigroup en la capital brit¨¢nica, la meca financiera europea, confirma que los horarios no est¨¢n hechos para todo el mundo, pero insiste en que las grandes de Wall Street no enga?an a nadie. Durante el proceso de selecci¨®n les repiten una y otra vez que les necesitan ultramotivados y listos para un esfuerzo fuera de lo com¨²n. ¡°No me dan pena los analistas de Goldman Sachs que se quejan de trabajar 95 horas semanales. Es cierto que curras como una bestia, pero son gente con perfiles muy buenos, que tienen otras ofertas y cobran unos sueldos en la c¨²spide del mercado laboral¡±, razona.
En su caso, pese a estar reci¨¦n licenciado, particip¨® en operaciones de renombre, donde se movieron miles de millones, como la compra del aeropuerto londinense de Heathrow por parte de Ferrovial. ¡°Est¨¢s metido en el meollo de los meollos¡±, subraya. Su salario exced¨ªa con mucho lo normal para alguien que acababa de dejar las aulas: 50.000 libras fijas al a?o y 20.000 m¨¢s en variables. Agarrado a inmensos vasos de caf¨¦ de Starbucks, los d¨ªas transcurr¨ªan frente a las pantallas, encadenando semanas de acostarse a las seis de la madrugada y levantarse a las diez, solo cuatro horas de sue?o, en las que lleg¨® a perder peso.
Finalmente, pese a que le ofrecieron un contrato tras las vacaciones de verano, eligi¨® cambiar de trabajo, algo muy com¨²n. ¡°Cada dos semanas te llegaba un correo electr¨®nico de gente que se desped¨ªa¡±, recuerda. Otros resisten por ambici¨®n. ¡°Hay quien aguanta unos a?os para hacer curr¨ªculo y algo de dinero. Con tres a?os de experiencia laboral pueden dar la entrada de un piso, algo impensable en otros trabajos. A medida que promocionas tu sueldo escala, as¨ª que es un c¨ªrculo vicioso del que cuesta salir¡±, admite.
Pese a las renuncias, no se arrepiente de haberse sometido a una experiencia as¨ª. Tampoco le molestar¨ªa que alguno de sus tres hijos siguiera ese camino. Eso s¨ª, explic¨¢ndoles antes lo que van a encontrarse. ¡°Una persona con 23 o 24 a?os tiene que estar dispuesta a sacrificarse. Y para ser una esclavitud est¨¢ muy bien pagada¡±, concluye.
La corriente de la historia, sin embargo, parece circular en sentido opuesto. El debate sobre la semana laboral de cuatro d¨ªas est¨¢ sobre la mesa. Y la preocupaci¨®n por el bienestar de los empleados parece ganar terreno poco a poco en mundos como el financiero. La consejera delegada de Citigroup, Jane Fraser, anunci¨® hace diez d¨ªas la prohibici¨®n de las videollamadas internas los viernes, y anim¨® a sus empleados a fijar l¨ªmites entre trabajo y vida personal. Los m¨¢s esc¨¦pticos recuerdan buenos prop¨®sitos similares tras la muerte de Erhardt hace ocho a?os. Dan por hecho que nada cambiar¨¢.
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