Los espa?oles dan su ¨²ltimo adi¨®s a la peseta: ¡°Me he quedado con un billete de cada¡±
La moneda, ¨ªntimamente ligada a la historia de Espa?a, dejar¨¢ de ser canjeable por euros este 30 de junio
Santiago Sierra abre la cartera y ense?a un fajo de billetes. ¡°La mujer me ha obligado. Si no, esto no lo habr¨ªa tra¨ªdo¡±, dice observando el dinero. Las reticencias de este jubilado de 76 a?os, antiguo empleado del sector c¨¢rnico, son sentimentales, pero no pr¨¢cticas. Acompa?ado por su hijo, del mismo nombre, est¨¢ en el Banco de Espa?a para cambiar pesetas por euros. Dentro de unos d¨ªas, al acabar el mes, esos papeles que agita junto a las ventanillas, un regalo de su boda de hace 50 a?os ¡ªentre los que asoma el rostro de Manuel de Falla en el billete de 100 pesetas¡ª no valdr¨¢n nada fuera del ¨¢mbito de las emociones. Pero Sierra tiene claro con qui¨¦n est¨¢ su fidelidad en asuntos monetarios. ¡°Me he quedado con un billete de cada para que mis nietos sepan lo que era una peseta y el enga?o que nos han hecho con el euro¡±, afirma antes de lanzarse a criticar la subida de precios que not¨® con el paso a la moneda ¨²nica.
Como si de una vieja carta se tratase, la peseta aparece en los lugares m¨¢s rec¨®nditos de los hogares de los espa?oles, asemej¨¢ndose a un animal que se ocultara ante la amenaza de extinci¨®n. Sierra encontr¨® el sobre matrimonial olvidado dentro de un libro. Alicia Garc¨ªa, de 37 a?os, que viene en tren desde Ciudad Real ¡ªhay 15 sucursales del banco repartidas por Espa?a para cambiar el dinero, aparte de la de Madrid, pero ninguna en Castilla-La Mancha¡ª, las hall¨® en un caj¨®n, y se ha guardado para el recuerdo la moneda de 25 pesetas con el agujero en medio, una de las m¨¢s originales. Y Elena, que ha visto por internet que el 30 de junio se acaba el plazo para hacer el canje, las ten¨ªa en un ba¨²l que se puso a ordenar ahora que tiene m¨¢s tiempo tras haberse jubilado de su puesto en el servicio p¨²blico de empleo.
Aunque ya no vaya a crecer su n¨²mero, el coleccionismo y el descuido garantizan la supervivencia de la peseta como objeto de culto que los abuelos seguir¨¢n ense?ando durante d¨¦cadas a los nietos, para los que la idea de manejar una moneda nacional seguramente resulte tan arcaica como una cinta de cassette, un tel¨¦fono fijo o una aduana en la frontera. En mayo quedaban en manos de los espa?oles pesetas por valor de 1.585 millones de euros ¡ª800 millones en billetes, y 785 millones en monedas¡ª, un patrimonio que si perteneciera a una sola persona la situar¨ªa cerca de los diez espa?oles m¨¢s ricos, no muy lejos del presidente de ACS y del Real Madrid, Florentino P¨¦rez, aunque esa cifra menguar¨¢ con el tir¨®n de las devoluciones de ¨²ltima hora.
?Se perder¨¢ todo ese dinero? El Banco de Espa?a explica que no: ¡°Para atender al canje de los billetes en pesetas retirados tras la introducci¨®n del euro se dot¨® una provisi¨®n en las cuentas del Banco de Espa?a con cargo a las reservas. El importe de la provisi¨®n no utilizada retornar¨ªa a las reservas de la entidad, y el de las monedas no canjeadas ser¨¢ un ingreso para el Tesoro, quien tiene la competencia en materia de monedas¡±.
Fuentes del Banco de Espa?a aseguran a este diario que est¨¢n satisfechos con el ritmo de intercambios. ¡°Antes de iniciarse el canje de las pesetas por euros, el 1 de enero de 2002, hab¨ªa 48.750 millones de euros en pesetas. De esta cifra, el 30 de junio de ese a?o solo quedaban por canjear 2.700 millones, de modo que el grueso (un 94,5%), se realiz¨® en los primeros seis meses¡±, recuerdan.
Tras esa primera oleada en la que los espa?oles se lanzaron a vaciar huchas, cajones o mirar bajo el colch¨®n, apenas se ha cambiado un 2,5% adicional. A comienzos de a?o se entregaban unos 300.000 euros a la semana, aunque se espera que estos d¨ªas el ritmo aumente, igual que sucedi¨® a finales del a?o pasado, cuando se cambiaban unos 600.000 euros semanales porque el plazo parec¨ªa que iba a expirar. Finalmente, el Gobierno concedi¨® medio a?o de pr¨®rroga debido a las dificultades que supuso la pandemia para hacer el tr¨¢mite, paralizado entre el 16 de marzo y el 31 de mayo por el estado de alarma.
En la sede central del Banco de Espa?a en Madrid, las devoluciones son ¨¢giles. Hay que pedir cita previa, lo que evita largas filas, pero el goteo es incesante en estos d¨ªas de fin de ciclo. La gran mayor¨ªa trae peque?as cantidades que guardaba como recuerdo o por coleccionismo. El importe medio por operaci¨®n durante el primer trimestre fue de unas 31.000 pesetas (unos 186 euros), un peque?o alivio en tiempos de apreturas pand¨¦micas.
Casi dos d¨¦cadas puede parecer tiempo m¨¢s que suficiente para llevar las pesetas al banco, por lo que es l¨ªcito pensar que los espa?oles son especialmente lentos en esto de desprenderse de su vieja moneda. Sin embargo, mirando al entorno europeo, Espa?a no es la ¨²ltima de la clase. Solo seis de los otros 18 pa¨ªses que tienen el euro como moneda han cerrado ya sus ventanillas al cambio: Francia, Grecia, Finlandia, Italia, Chipre y Malta. Otros seis aceptan ya ¨²nicamente billetes y no monedas (Pa¨ªses Bajos, B¨¦lgica, Portugal, Luxemburgo, Eslovenia y Eslovaquia). Y en los seis restantes se cambia de todo, de momento por tiempo indefinido (Alemania, Austria, Estonia, Letonia, Lituania e Irlanda). Si bien varios de estos pa¨ªses adoptaron el euro mucho despu¨¦s que Espa?a, por lo que han tenido menos tiempo para rebuscar.
Un pasado convulso y, a veces, desconocido
La peseta tiene poco futuro, pero un pasado convulso y, a veces, desconocido. Tras subir las suntuosas escaleras de m¨¢rmol de Carrara, dos expertas del Archivo Hist¨®rico del Banco de Espa?a toman asiento en una sala de reuniones para recordar algunos de esos episodios. Se instaur¨® como unidad b¨¢sica del sistema monetario espa?ol el 19 de octubre de 1868, tan solo diez d¨ªas despu¨¦s de la constituci¨®n del Gobierno provisional que sigui¨® a la revoluci¨®n de La Gloriosa, el levantamiento que acab¨® con el reinado de Isabel II. Reci¨¦n aterrizado como ministro de Hacienda, el catal¨¢n Laureano Figuerola prepar¨® el decreto en tiempo r¨¦cord con un doble objetivo: acabar con el descontrol de las 97 monedas espa?olas y extranjeras que circulaban por el pa¨ªs hasta entonces ¡ªcomo el escudo o el maraved¨ª, casi todas desgastadas por el uso¡ª, y borrar los s¨ªmbolos de la monarca reci¨¦n destronada, exiliada en Francia.
Desaparecen as¨ª del escudo espa?ol que figura en el reverso de la primera peseta las flores de lis, emblema de los Borbones. Y en el anverso, bajo la leyenda Gobierno provisional en lugar del habitual Espa?a, el grabador italiano Luis Marchionni, siguiendo el consejo de la Real Academia de la Historia, se inspira en las monedas del emperador Adriano y presenta a la personificaci¨®n de Hispania recostada sobre los Pirineos con el Pe?¨®n de Gibraltar a los pies y llevando en la mano extendida una rama de olivo. Patricia Alonso, experta del archivo del Banco de Espa?a, lo justifica as¨ª: ¡°Las monedas tienen un fuerte valor simb¨®lico y est¨¢n relacionadas con el poder. Representan a un r¨¦gimen pol¨ªtico, y si este cae, el que le sucede se apresura a cambiar sus s¨ªmbolos¡±.
El origen del nombre es objeto de discusi¨®n. Alonso cita tres hip¨®tesis: la palabra francesa pi¨¦cette, la pezzetta italiana o la pe?eta catalana. Todos ellos significan ¡°piececita¡±.
Las primeras monedas, acu?adas en oro, plata y bronce, empiezan a circular en 1869. Las de oro son de 100, 50, 20, 10 y 5 pesetas; las de plata, de 5, 2 y 1 peseta; y las de bronce, tan poco valoradas que no era obligatorio aceptarlas, de 10, 5, 2 y 1 c¨¦ntimo. La emisi¨®n de los primeros billetes se retrasar¨ªa hasta 1874, cuando el Banco de Espa?a obtiene el monopolio de esa tarea. Y aumenta el enfrentamiento entre dos formas de pensar. Por una parte, los nominalistas entienden que el dinero se encamina hacia lo fiduciario, esto es, que se ha de confiar en el valor atribuido de com¨²n acuerdo a la moneda o al billete, al margen de su valor intr¨ªnseco. Mientras, los metalistas defienden que es peligroso deshacerse del metal porque los gobiernos pueden crear dinero por encima de sus necesidades y hacerle perder valor. Si hoy vivieran, seguramente tendr¨ªan pesadillas. ¡°Los metalistas tuvieron la batalla perdida desde el principio¡±, explica Jos¨¦ Mar¨ªa Serrano, catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Universidad de Zaragoza.
Otro conflicto ¡ªla Guerra Civil que parti¨® a Espa?a en dos mitades¡ª fue la primera gran prueba de fuego para la peseta. El bando franquista declar¨® inv¨¢lidos los billetes del Banco de Espa?a que salieron a circulaci¨®n tras el 18 de julio de 1936 ¡ªcuando empez¨® la sublevaci¨®n¡ª y oblig¨® a estampillar todos los billetes anteriores a esa fecha para que fueran considerados legales. ¡°Hubo una guerra monetaria¡±, explica Patricia Alonso. ¡°Se rompe la unidad monetaria, y existen dos Bancos de Espa?a operando de forma independiente y emitiendo cada uno sus propios billetes, uno en Madrid, republicano, y otro en Burgos, en el bando nacional¡±, a?ade.
Con los metales preciosos y no preciosos dedicados al esfuerzo de la guerra para comprar o fabricar armamento, en el bando republicano incluso se utilizan sellos pegados en un cart¨®n como moneda. Tambi¨¦n aparece en 1937 una moneda de lat¨®n con una efigie de mujer sobre ella que pronto ser¨ªa conocida como la rubia por su color dorado. Y gobiernos regionales, ayuntamientos, sindicatos como la CNT, y otras entidades, especialmente en Catalu?a, realizan miles de emisiones de dinero no respaldadas por el banco central.
Jos¨¦ Mar¨ªa Serrano, autor del libro Del real al euro: una historia de la peseta, cuenta que no solo convivieron dos pesetas diferentes: tambi¨¦n hubo intentos de desestabilizar al enemigo. ¡°Procuraron fastidiar la vida de la peseta del bando contrario. Lo hac¨ªan emitiendo billetes del otro bando y deposit¨¢ndolos en su zona para que el dinero perdiera valor, b¨¢sicamente era como lanzar billetes falsificados, una argucia a la que recurrieron m¨¢s intensamente los nacionales¡±.
Antes de la contienda, la peseta hab¨ªa cumplido su funci¨®n a la perfecci¨®n. La tasa media de inflaci¨®n desde su nacimiento hasta la conflagraci¨®n se mantuvo por debajo del 1% anual, una estabilidad sin precedentes. Solo dos acontecimientos rompieron esa armon¨ªa. Por el lado negativo, la guerra de 1898 con Estados Unidos, en la que el imperio espa?ol, ya en decadencia, perdi¨® las colonias de Cuba, Filipinas, Puerto Rico y Guam en medio de una profunda depreciaci¨®n de la peseta por las necesidades financieras de la guerra. Entonces hac¨ªan falta 49,2 pesetas para adquirir una libra esterlina. Y por el flanco positivo, la neutralidad espa?ola en la Primera Guerra Mundial fortaleci¨® la moneda hasta el punto de que, en 1918, cuando una gran ofensiva alemana hac¨ªa presagiar una derrota brit¨¢nica ¡ªque nunca lleg¨® a producirse¡ª, la libra esterlina se compraba con solo 16,9 pesetas.
Las grandes fechas de la peseta
1868: El Gobierno provisional aprueba el decreto ley que establece a la peseta como unidad monetaria.
1869: Empiezan a circular las primeras monedas de peseta, acu?adas en oro, plata y bronce.
1874: Los primeros billetes de peseta entran en circulaci¨®n.
1898: La p¨¦rdida de las colonias provoca una devaluaci¨®n de la peseta, que hasta entonces hab¨ªa sido bastante estable.
1936: La Guerra Civil rompe la unidad monetaria, cada bando tiene sus propias pesetas, no v¨¢lidas para comprar en el lado enemigo.
1998: Espa?a supera el examen de Bruselas para ser uno de los pa¨ªses que adopten el euro desde el principio.
2002: El euro empieza a circular en 12 pa¨ªses, entre ellos Espa?a, desde el 1 de enero. Durante dos meses, euro y peseta conviven.
2021: Este 30 de junio finaliza el plazo del Banco de Espa?a para cambiar las pesetas a euros.
La llegada de la democracia trajo una renovaci¨®n estil¨ªstica de los billetes, m¨¢s modernos, sin la orla que aparec¨ªa en casi todos hasta entonces. Tuvo emisiones tan emblem¨¢ticas como la de 1979, dedicada a personas c¨¦lebres de las artes, las letras y la pol¨ªtica, que llev¨® a los bolsillos de los espa?oles a Benito P¨¦rez Gald¨®s, Rosal¨ªa de Castro, Juan Ram¨®n Jim¨¦nez o Leopoldo Alas Clar¨ªn. En 1985 nace el billete de m¨¢s valor, el de 10.000 pesetas, dise?ado por Jos¨¦ Mar¨ªa Cruz Novillo, autor de los logotipos de la Polic¨ªa Nacional, Correos y Renfe, entre otros muchos. En ellos aparec¨ªan el entonces rey Juan Carlos I y su hijo el pr¨ªncipe Felipe.
La peseta se ha ido de las carteras, pero no del vocabulario. Perviven expresiones como ¡°tener muchas perras¡±, herencia del le¨®n grabado en las monedas de cinco y diez c¨¦ntimos en 1870, que la gente ve¨ªa m¨¢s parecido a un perro. ¡°Estar sin un duro¡±, en referencia a la moneda de 20 reales, especialmente fuerte. Aunque m¨¢s tarde, la palabra ¡°duro¡± se adaptar¨ªa para significar cinco pesetas. O el ¡°kilo¡± para hablar del mill¨®n de pesetas, el peso aproximado de un mill¨®n de pesetas en papel.
Resisti¨® mejor que la lira y el franco
M¨¢s all¨¢ de las an¨¦cdotas, ?qu¨¦ balance cabe hacer de los 133 a?os de historia de la peseta? El catedr¨¢tico Serrano lo tiene claro: ¡°Naci¨® y muri¨® al mismo tiempo que el franco franc¨¦s y la lira italiana. Y fue la que mejor se comport¨®. En 1868, con una peseta comprabas un franco y una lira. En 1999 comprabas 11 liras y cuatro francos [de los de 1868, porque en 1958 se cre¨® un nuevo franco que multiplicaba por cien el antiguo]. Ha conservado mejor su valor¡±, concluye. ?Fue valorada por los ciudadanos como merec¨ªa? Serrano no lo cree as¨ª. ¡°A mucha gente le queda en el recuerdo la peseta de los ¨²ltimos decenios, la de la inflaci¨®n intensa de los a?os setenta y ochenta del siglo pasado, marcada por la p¨¦rdida de valor. Y no su historia completa¡±.
El ¨²ltimo billete de peseta se fabric¨® el 21 de noviembre de 2000. Y siete meses despu¨¦s sali¨® de las m¨¢quinas acu?adoras la ¨²ltima moneda, de 100 pesetas. Desde entonces, planchas, troqueles y otros utensilios para producir la rubia pasaron a ser piezas de museo. Finalmente, el 28 de febrero de 2002, tras una breve convivencia de dos meses con el euro, la peseta dej¨® de servir para comprar el pan, llevarse el diario del kiosco o pagar la entrada del cine.
Es innegable que en ciertos casos los productos que costaban 100 pesetas pasaron de la noche a la ma?ana a valer un euro, pese a que el cambio oficial fuera de 166,386 pesetas. Pero, si se miran las grandes cifras, el impacto del cambio de moneda en los precios no fue dram¨¢tico. Ignacio de la Torre, economista jefe del banco de inversi¨®n Arcano, cree que el efecto fue simb¨®lico. ¡°No hay series de inflaci¨®n que reflejen una subida desmesurada¡±, argumenta.
Pese a los fr¨ªos datos que arroja la estad¨ªstica, para gente como Santiago Sierra y sus billetes del regalo de boda, ninguna moneda ser¨¢ capaz nunca de superar a la peseta.
Los requisitos para aceptar el canje de un billete
Los interesados en cambiar sus billetes de pesetas antes de que expire el plazo el 30 de junio deben tener en cuenta un aviso. Es habitual que el Banco de Espa?a reciba billetes muy deteriorados por haber estado guardados durante muchos a?os, y a veces expuestos a humedad. La entidad solo acepta aquellos que tengan una superficie superior al 50% del tama?o y hayan sido emitidos despu¨¦s de 1939. Aquellos emitidos entre 1936 y 1939, durante la Guerra Civil, deber¨¢n ser analizados por expertos del Banco de Espa?a antes de ser aceptados. En cuanto a las monedas, se aceptan solo las que estaban en circulaci¨®n el 1 de enero de 2002, incluidas aquellas de colecci¨®n, conmemorativas y especiales. Una vez en su poder, el Banco de Espa?a entrega las monedas al Tesoro, y ellos deciden si las achatarran, las venden o les dan otro uso. En el caso de los billetes, el banco se encarga de reducirlos a porciones milim¨¦tricas, el material se compacta y la mayor¨ªa se reciclan.
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