El desperdicio del talento extranjero es un lujo que Espa?a no puede permitirse
Espa?a necesita talento desesperadamente pero se resiste a reconocer que su futuro depende de una demograf¨ªa que se transforma gracias a la movilidad humana
En el pico de la pandemia, Luis Pe?aloza -como muchos otros extranjeros- consigui¨® en una situaci¨®n inconcebible un empleo indispensable. Por varios meses fue conserje de un conjunto residencial al norte de Madrid, un trabajo que, dadas las circunstancias, supon¨ªa tanto sustento como riesgo.
Hab¨ªa llegado a Espa?a un par de a?os antes, para cursar un m¨¢ster en gesti¨®n p¨²blica. En Venezuela, donde naci¨®, estudi¨® Ingenier¨ªa Electr¨®nica y se dedic¨® tambi¨¦n a la oposici¨®n pol¨ªtica. Las profundas fisuras econ¨®micas y la presi¨®n sobre los j¨®venes contrarios al chavismo le motivaron a quedarse y renunciar a todo lo que exist¨ªa para ¨¦l en San Crist¨®bal.
Ya en Madrid, el panorama fue siempre desgastante. Una vez culmin¨® sus estudios intent¨® por todos los medios trabajar en algo acorde a su experiencia. No lo logr¨®. Antes de ser conserje, trabaj¨® como ayudante de cocina en un restaurante donde contrajo paperas y fue despedido durante la baja m¨¦dica que la enfermedad le provoc¨®; y particip¨® de forma habitual en programas de televisi¨®n donde pagaban nueve euros por aplaudir durante seis horas como parte de la audiencia y en pruebas cl¨ªnicas de medicamentos experimentales para hacer algo de dinero.
Con una depresi¨®n diagnosticada, el NIE vencido y en la b¨²squeda de asilo, recorri¨® todo ese periplo durante casi tres a?os. Los rechazos y prejuicios no solo obstruyeron sus oportunidades de subsistencia, sino que le obligaron a abandonar trozos de su identidad y de su historia, uno de los despojos m¨¢s normalizados y brutales que atraviesa una persona migrante.
Cuando las credenciales no cuentan, ni la experiencia importa, ingenieros, m¨¦dicos, arquitectas, cient¨ªficas o artistas de or¨ªgenes distintos se ven forzados a convertirse en lo que el mercado les dicta, y muchas veces, a vivir en la vulnerabilidad y la desventaja. Es un problema estructural: el empleo, parafraseando alg¨²n experto, es la ¡°primera oportunidad¡± del extranjero, sin embargo, para perfiles como el de Luis, han sido escasas, precarias, temporales y disonantes con su trayectoria.
Desde hace a?os, los migrantes han estado relegados a los m¨¢rgenes del mercado con una sobrerrepresentaci¨®n en ocupaciones de cualificaci¨®n b¨¢sica, donde la temporalidad, la precariedad y la informalidad son mucho mayores, y en parte por eso, ha sido persistente la disparidad en las tasas del paro indistintamente de la curvatura econ¨®mica. Solo en el ¨²ltimo trimestre de 2023 el desempleo para las personas extranjeras fue de 17,43%, casi siete puntos m¨¢s que el de nacionales espa?oles.
Este pa¨ªs necesita talento desesperadamente pero se resiste a reconocer que su futuro, competitividad, productividad e innovaci¨®n dependen de una demograf¨ªa que se transforma cada vez m¨¢s, gracias a la movilidad humana
Los datos de la Encuesta Laboral Europea publicados por este peri¨®dico en su investigaci¨®n junto a Lighthouse Reports y Financial Times reiteran este panorama y parecen una contradicci¨®n. Este pa¨ªs necesita talento desesperadamente pero se resiste a reconocer que su futuro, competitividad, productividad e innovaci¨®n dependen de una demograf¨ªa que se transforma cada vez m¨¢s, gracias a la movilidad humana. Que la sobrecualificaci¨®n de los extranjeros con estudios universitarios alcance el 54% y se haya mantenido pr¨¢cticamente igual desde hace m¨¢s de una d¨¦cada, es un s¨ªntoma de algo peor: el desperdicio del talento extranjero es un lujo que pocas econom¨ªas podr¨ªan permitirse y Espa?a act¨²a como si fuera una de ellas.
A pesar de que existe desde hace tiempo un importante consenso en el mundo empresarial en torno a la escasez de mano de obra, nadie parece querer contar con los migrantes. A comienzo de este a?o un reporte de Randstad Research revelaba que un 81% de las empresas encuestadas ¡°hab¨ªan experimentado dificultades para cubrir vacantes, especialmente en perfiles cualificados¡± y aunque Europa ha reconocido sin tapujos que parte de la soluci¨®n estriba en ¡°la movilidad de los talentos de pa¨ªses no pertenecientes a la UE¡±, el foco espa?ol ha estado en respaldar un Pacto de Asilo y Migraciones que hermetiza el continente de cara a quienes m¨¢s necesitan un futuro. Entre la pierna que camina y la que patea, ha elegido la segunda.
Hace apenas unos d¨ªas todos los grupos pol¨ªticos (a excepci¨®n de Vox), aceptaron dar v¨ªa al debate de regularizaci¨®n de cerca de 500.000 personas. A pesar de un s¨ª que lleg¨® en el ¨²ltimo momento, la reticencia fue evidente desde todos los clivajes. Algo desconcertante, porque perseguir, deportar o condenar a miles de personas a una vida clandestina son alternativas m¨¢s costosas y complejas, y porque la regularizaci¨®n no solo es un paso que facilita la permanencia, devuelve la esperanza y respeta la dignidad -que a estas alturas deber¨ªa ser una obviedad en la pol¨ªtica- sino porque abre la puerta a dise?ar estrategias para el desarrollo del talento, el empoderamiento econ¨®mico o la repoblaci¨®n de territorios donde la productividad y la competitividad se desmorona.
La precariedad, el desempleo y la sobrecualificaci¨®n son parte de la gruesa capa de rechazo que permanece hacia los migrantes, y para quebrarla, hace falta una estrategia contundente. Espa?a no se puede permitir m¨¢s un sector privado con falencias de talento, un mercado laboral excluyente, unos procesos imposibles de homologaci¨®n, el desperdicio de la cualificaci¨®n, y sobre todo, no puede seguir perpetuando esa narrativa dominante de los migrantes como una pieza artificial y prescindible.
Ahora que los datos alumbran el debate, los relatos deber¨ªan responder a nuevas l¨®gicas m¨¢s all¨¢ de lo economicista, lo utilitario y lo pol¨ªticamente conveniente. Deber¨ªan servir para que menos personas permanezcan estancadas en trabajos donde muere el potencial migrante, para evitar m¨¢s talentos perdidos, m¨¢s brazos explotados y, sobre todo, m¨¢s seres humanos desterrados de ese terreno colectivo que llamamos futuro.
Santiago S¨¢nchez Benavides es periodista y emprendedor. De origen colombiano, reside en Madrid desde 2018, donde fund¨® Voice (ES), iniciativa dedicada a visibilizar e impulsar el empoderamiento econ¨®mico de la poblaci¨®n extranjera en Espa?a.
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