Una guerra fr¨ªa econ¨®mica que empieza a cristalizar
La retirada geoestrat¨¦gica y el gasto centrado en Estados Unidos ofrecen a China una oportunidad ¨²nica de ser la gran superpotencia
En La tormenta que se avecina, el primer ministro brit¨¢nico Winston Churchill (1874-1965) escribe una de esas m¨¢ximas ¨²nicas: ¡°Los hechos son mejores que los sue?os¡±. El sue?o americano ha terminado. Joe Biden dej¨® claro en Afganist¨¢n que la pol¨ªtica exterior servir¨¢ solo a los intereses del pa¨ªs. Francia se ha dado cuenta hace poco. La presencia militar ir¨¢ reduci¨¦ndose. Y el esfuerzo social y econ¨®mico se destinar¨¢ a enfrentar la emergencia clim¨¢tica, la inequidad y la modernizaci¨®n de las infraestructuras. En Siria ya le ha dejado el campo abierto a Rusia e incluso Israel busca nuevos aliados. Y el enemigo econ¨®mico, porque Estados Unidos siempre ha tenido una idea hegeliana de su existencia, ser¨¢, claro, China. ¡°El pa¨ªs lleva alg¨²n tiempo en declive econ¨®mico frente a las naciones asi¨¢ticas en particular¡±, reflexiona Dani Rodrik, profesor de Econom¨ªa en la Universidad de Harvard. ¡°Pero la competencia con China ha alcanzado nuevas cotas en los ¨²ltimos a?os y determinar¨¢ el futuro orden o desorden internacional¡±, prev¨¦. O existe un entendimiento en temas como el control del cambio clim¨¢tico y la garant¨ªa de un r¨¦gimen comercial o habr¨¢ ¡°una nueva guerra fr¨ªa econ¨®mica¡±.
Este a?o, el PIB chino representar¨¢ el 75% frente al de Estados Unidos, pero durante 2026 ser¨¢ un 89%. La ¡°amenaza¡± resulta f¨¢cil de entender. Durante la Guerra Fr¨ªa, la riqueza de la URSS apenas supon¨ªa el 46% de la estadounidense. ¡°El empuje de China como poder econ¨®mico y geopol¨ªtico es quiz¨¢ el gran problema que afronta el pa¨ªs esta d¨¦cada y la siguiente¡±, revela el senador republicano Mitt Romney en The New York Times. En enero pasado lo dej¨® claro: ¡°Nosotros innovamos, ellos roban la innovaci¨®n. Nosotros jugamos de acuerdo a las reglas, ellos juegan con las suyas propias¡±.
Si en aquellos a?os de posguerra el centro era el ¨¢tomo, hoy es la tecnolog¨ªa. Y ese sentido muy americano de que su naci¨®n ¡ªEstados Unidos creci¨® un 6,6% en el segundo trimestre de 2021¡ª gira alrededor del Sol. ¡°Existe un interesante contraste entre la polarizaci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs y su dinamismo en el sector empresarial¡±, aprecia Joseph S. Nye, decano em¨¦rito de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de Harvard y ex secretario de Estado de Defensa con Clinton. ¡°Estados Unidos sigue produciendo m¨¢s unicornios [empresas emergentes valoradas por encima de 1.000 millones de d¨®lares] tecnol¨®gicos que ning¨²n otro pa¨ªs¡±. Ese es el nuevo himno econ¨®mico. ¡°La idea de que seamos la referencia en la vanguardia tecnol¨®gica no resulta una cuesti¨®n bipartidista. Es como la defensa en los antiguos d¨ªas¡±, advierte Chuck Schumer, l¨ªder de la mayor¨ªa dem¨®crata del Senado.
La congresista californiana Ro Khanna ha propuesto una partida de 100.000 millones de d¨®lares (85.200 millones de euros) los pr¨®ximos cinco a?os para investigaci¨®n en computaci¨®n cu¨¢ntica, rob¨®tica y biotecnolog¨ªa. No solo en Silicon Valley, sino tambi¨¦n en universidades como las de Wisconsin o M¨ªchigan, adelantando un cierto sorpasso a la bah¨ªa de San Francisco.
Pulso comercial
En 1988, Biden ya hablaba de ¡°una nueva era de econom¨ªa nacionalista estadounidense¡±. En los pasillos de Washington existe un sentimiento de que urge cambiar la pol¨ªtica comercial. Esto afecta a la industria espa?ola. ?Por qu¨¦ importar, por ejemplo, aerogeneradores cuando se pueden fabricar en casa? Depender¨¢ de la velocidad de la implantaci¨®n. Si urge, tiene m¨¢s sentido comprarlos fuera. El lugar, da igual. De lo contrario, las renovables espa?olas sufrir¨¢n. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, tiene un lenguaje muy preciso sobre este tema: ¡°La tendencia a las globalizaciones se ha transformado en p¨¦rdidas para los trabajadores. El objetivo es [reducir] la inequidad y los bajos salarios tienen mucho que mejorar¡±.
Unos 400.000 millones de d¨®lares ir¨¢n a fabricar equipos estadounidenses y 300.000 millones a I+D. Todo esto forma parte de la agenda Build back better. No resulta casual que los primeros encuentros de alto nivel de Biden en su transici¨®n fueran con Mary Barra, consejera de General Motors, y con Rory Gamble, hasta junio, presidente del sindicato United Auto Workers. El veh¨ªculo el¨¦ctrico circula por el centro de la autov¨ªa pol¨ªtica. ?Y los historiadores? ¡°Si hiciera las matem¨¢ticas ver¨ªa que todav¨ªa hay cuatro grandes econom¨ªas mundiales: Estados Unidos, China, Jap¨®n y la Uni¨®n Europea. Igual que hace dos d¨¦cadas. Solo que China sube y sube. Pero no han cambiado las relaciones entre Am¨¦rica y Europa o Jap¨®n. Lo que todo el mundo mira es a Estados Unidos. ?Se convertir¨¢ el pa¨ªs asi¨¢tico en nada o empujar¨¢ al d¨®lar fuera de sus dominios?¡±, se pregunta Paul Kennedy, historiador brit¨¢nico de la Universidad de Yale.
Muchos economistas sostienen que el llamado ¡°shock chino¡± es una anormalidad hist¨®rica. Un pa¨ªs muy pobre que tiene una intensa industrializaci¨®n en solo una d¨¦cada. ¡°Creo que puede haber una coexistencia econ¨®mica pac¨ªfica. Pero, por desgracia, Biden est¨¢ en el mismo camino que Trump al exagerar la amenaza china para los intereses vitales de Estados Unidos¡±, observa Dani Rodrik. Desde luego, el gigante asi¨¢tico persigue el jaque: ?mate? Su programa Made in China 2025 (rob¨®tica, veh¨ªculos el¨¦ctricos, biotecnolog¨ªa) quiere controlar la tecnolog¨ªa de vanguardia. De ese miedo, y de esa idea de que compa?¨ªas como la estatal Chinese Airlines est¨¢n recibiendo, acorde con Yellen, ¡°ayudas ilegales¡±, ha estallado la guerra de los microchips. Las c¨¦lulas nerviosas de la tecnolog¨ªa de nuestro tiempo. ¡°Estados Unidos ha restringido el suministro a algunos fabricantes chinos, mientras China ¡ªel mayor consumidor de microprocesadores¡ª quiere ser autosuficiente¡±, resume David H?hn, socio responsable de Transaction Services de KPMG en Espa?a.
Y mientras el pa¨ªs vierte sus problemas a un oc¨¦ano de distancia, ignora que los m¨¢s graves habitan dentro. La poblaci¨®n ha crecido a su segunda menor tasa en la ¨²ltima d¨¦cada desde la fundaci¨®n de la naci¨®n. La bajada de los inmigrantes y el descenso de la fertilidad (casi un 20% desde su m¨¢ximo en 2007) provocan que cada vez haya menos trabajadores activos para pagar las pensiones. Y la carga recae sobre las generaciones m¨¢s j¨®venes. Todo el mundo, menos la Administraci¨®n, parece saberlo. ¡°El crecimiento de la poblaci¨®n es uno de los motores econ¨®micos del desarrollo econ¨®mico a largo plazo¡±, alerta Oren Klachkin, economista jefe para EE UU de Oxford Economics. Y agrega: ¡°Una demograf¨ªa envejecida reducir¨¢ el crecimiento del pa¨ªs¡±. China tambi¨¦n envejece, pero no a esa velocidad, no a esos niveles. Vivimos una d¨¦cada en la que EE UU ha ignorado La tormenta que se avecina dentro y fuera de casa.
Militarizaci¨®n
Hay tantos libros que auguran la p¨¦rdida, la ca¨ªda o la demolici¨®n del poder econ¨®mico de EE UU que casi constituyen un g¨¦nero literario. El pa¨ªs, a pesar de su poder¨ªo, lleva tiempo deshilvan¨¢ndose. Las profundas fracturas pol¨ªticas que ahora resultan tan evidentes jam¨¢s estuvieron lejos de la superficie. Sus ciudadanos se han matado entre ellos y varios presidentes han sido asesinados. C¨®mo no vamos a ir, seg¨²n Emilio Ontiveros, presidente de AFI (Analistas Financieros Internacionales), ¡°hacia una globalizaci¨®n que cada vez destinar¨¢ m¨¢s dinero a gastos militares¡±. Al fin y al cabo, en esta desoccidentalizaci¨®n de la econom¨ªa mundial, ¡°Am¨¦rica siempre ha tenido un ¨¦xito enorme en el poder duro¡±, recuerda Federico Steinberg, investigador principal del Real Instituto Elcano. ?El coste de la guerra? Desde 2001 ha gastado dos billones de d¨®lares en Irak y Afganist¨¢n. ?La p¨¦rdida de vidas?, no caben en un Excel.
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