Otro final de la abundancia es posible
La respuesta a este nuevo ciclo es sencilla de exponer: hemos de acostumbrarnos a menores tasas de crecimiento
Los presidentes franceses tienen como virtud el poder generar grandes frases que, a veces sin un contenido preciso, suponen un indicador de las circunstancias en las que vivimos. As¨ª, Sarkozy habl¨®, en 2009, de la necesidad de ¡°refundar el capitalismo¡±, y ahora, Emmanuel Macron ha definido el momento econ¨®mico y pol¨ªtico a trav¨¦s de otra frase afortunada, ¡°el fin de la abundancia¡±. El presidente se refer¨ªa, en este caso, al final de un ciclo econ¨®mico en el que los precios de la energ¨ªa, los recursos naturales y los bajos tipos de inter¨¦s impulsaban un fuerte crecimiento, fundamento de nuestro progreso econ¨®mico y social. La frase suena demoledora y advierte que debemos acostumbrarnos a vivir en un mundo donde la escasez sea la norma y no la excepci¨®n.
No es la primera vez que las econom¨ªas occidentales se enfrentan a un ciclo de ¡°final de la abundancia¡±. La crisis econ¨®mica de 1973 tuvo consigo muchos factores, pero quiz¨¢ el m¨¢s recordado es el incremento del precio del petr¨®leo, que se multiplic¨® por cuatro en apenas unos meses, llevando la inflaci¨®n a cifras que, en el caso de Espa?a, alcanzaron el 25% en t¨¦rminos interanuales a finales de 1977. Tambi¨¦n entonces el mundo se tuvo que enfrentar a una importante subida de tipos de inter¨¦s ¡ªque alcanzaron el 19% bajo el mandado de Volcker¡ª, destapando una crisis de deuda que, en aquel momento, se focaliz¨® en los impagos de las econom¨ªas emergentes, como M¨¦xico, en 1982. El proceso inflacionario, que se combin¨® adem¨¢s con un estancamiento en el crecimiento, coincidi¨® con la toma de conciencia sobre los l¨ªmites del crecimiento, concepto que se populariz¨® gracias al informe que, en 1972, hab¨ªa desarrollado el recientemente creado Club de Roma. La crisis econ¨®mica y de recursos naturales se combinaba con la primera constataci¨®n de los l¨ªmites planetarios. Los treinta gloriosos hab¨ªan acabado.
Ha querido la historia que Macron hablase del final de la segunda ¡°era de la abundancia¡± el a?o en el que el informe del Club de Roma ha cumplido 50 a?os. En estos 50 a?os los estudios sobre la capacidad de carga de nuestra naturaleza y sobre los l¨ªmites planetarios han avanzado mucho. El propio Club de Roma, ya sin su autora principal, Donella Meadows, sigue editando de manera peri¨®dica actualizaciones del informe original, en los que ha confirmado las intuiciones iniciales. M¨¢s recientemente, el equipo del Centro de Resiliencia de Estocolmo ha establecido un nuevo c¨¢lculo sobre los l¨ªmites planetarios: de los nueve l¨ªmites establecidos en su sistema, el ser humano habr¨ªa superado ya cinco. El m¨¢s conocido es el cambio clim¨¢tico, al que habr¨ªa que a?adir la integridad de los ecosistemas, el uso de la tierra, los contaminantes y el deterioro de los flujos biogeoqu¨ªmicos.
La respuesta sencilla ante este nuevo final de la abundancia es, dado que los recursos econ¨®micos y f¨ªsicos han dejado de estar f¨¢cilmente disponibles, acostumbrarnos durante un tiempo a menores tasas de crecimiento. Sencilla de exponer, pero socialmente inaceptable si no viene acompa?ada por una mejor distribuci¨®n de la renta y la riqueza. La salida que encontramos a la finalizaci¨®n de la primera era de la abundancia fue la pol¨ªtica econ¨®mica de Reagan y Thatcher, que incrementaron notablemente la desigualdad econ¨®mica, generando brechas sociales que todav¨ªa no hab¨ªamos resta?ado. La salida que encontremos ahora no puede ir en la misma direcci¨®n, por cuanto una nueva ronda de incremento de las desigualdades puede suponer un polvor¨ªn pol¨ªtico y social que amenace nuestras democracias. Y, sin embargo, como han certificado los banqueros centrales, estamos abocados a un nuevo ciclo de pol¨ªticas de ajuste. As¨ª que estamos compelidos a hacer frente a este nuevo ciclo desde nuevos pilares: una transici¨®n ecol¨®gica justa y un nuevo contrato social deber¨ªan ser los puntos de partida de la nueva pol¨ªtica econ¨®mica. El reto fundamental que nos encontramos es hallar la manera de proteger a los sectores m¨¢s vulnerables de los efectos de estas pol¨ªticas de ajuste que, irremediablemente, vamos a tener que poner en marcha. Sera necesario actuar con rapidez, solvencia y seriedad, pero tambi¨¦n con cierto grado de audacia y de asunci¨®n de riesgos. As¨ª, el nuevo final de la abundancia deber¨ªa ser diferente al de los a?os 70.
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