Los impuestos que se necesitan para construir la sociedad del futuro
La reforma fiscal debe responder a cuestiones como el cambio clim¨¢tico, la digitalizaci¨®n, el envejecimiento y la calidad de los servicios p¨²blicos
Los impuestos son tan antiguos como la civilizaci¨®n. Y han ido cambiando, y mucho, a lo largo de los siglos. Solo hay que pensar en que lleg¨® a haber un tributo sobre la orina. Lo introdujo el emperador romano Vespasiano para llenar las arcas que Ner¨®n hab¨ªa dejado vac¨ªas. La tasa se aplicaba a la orina recogida en las letrinas p¨²blicas ¡ªque desde entonces se llaman vespasiani¡ª que despu¨¦s se usaba en lavander¨ªas o para curtir pieles. De ah¨ª el origen, o as¨ª lo quiere la tradici¨®n, de la expresi¨®n pecunia non olet (el dinero no huele). Lejos de cualquier paralelismo, valga la an¨¦cdota para resaltar que los impuestos, y los sistemas fiscales en general, se han ido adaptando a los cambiantes escenarios econ¨®micos y sociales y a las necesidades ¡ªy extravagancias¡ª de cada ¨¦poca.
Ahora las finanzas p¨²blicas de todos los pa¨ªses est¨¢n puestas contra las cuerdas. Despu¨¦s de la pandemia, que ha disparado la deuda y el d¨¦ficit p¨²blicos, ha llegado una crisis energ¨¦tica e inflacionista cuyo fin a¨²n no se vislumbra y que mantiene bajo estr¨¦s el sistema. Todos los esfuerzos tributarios est¨¢n dedicados a capear el momento y han dejado en suspenso la reforma fiscal que en Espa?a lleva a?os pendiente. ¡°Hay problemas acumulados, que hemos ido resolviendo con parches. Adem¨¢s, las realidades van cambiando y surgen desaf¨ªos nuevos, como la digitalizaci¨®n o el cambio clim¨¢tico¡±, apunta Santiago Lago, catedr¨¢tico de Econom¨ªa en la Universidad de Vigo.
Lo que se mantiene es la brecha en presi¨®n fiscal con los pa¨ªses de la eurozona. Espa?a recauda menos que la media (39% del PIB frente al 42,2%), aunque en 2021 logr¨® recortar a la mitad la distancia gracias a una espectacular subida de los ingresos. Seg¨²n el Gobierno, al menos parte de esta mejora podr¨ªa ser estructural y explicarse por un afloramiento de la econom¨ªa sumergida. Con la pandemia, tener un contrato o una actividad regularizada era condici¨®n esencial para recibir las ayudas p¨²blicas. Tambi¨¦n aument¨® el uso de la tarjeta, que obliga a declarar y supone un mayor control de las operaciones por parte del fisco.
La reducci¨®n de este gap con los socios de la moneda ¨²nica era uno los objetivos del acuerdo de coalici¨®n entre PSOE y Unidas Podemos, que hab¨ªan planteado ¡°modernizar¡± el sistema fiscal a trav¨¦s de una reforma que, debido al deterioro de la coyuntura, no ver¨¢ la luz. En cambio, se han aprobado ajustes. El Ejecutivo ha impulsado tanto modificaciones en impuestos existentes, por ejemplo, alzas del IRPF a las rentas m¨¢s altas, como nuevas figuras fiscales. Entre ellas est¨¢n las tasas Google y Tobin, ya en marcha, o los nuevos grav¨¢menes temporales que entrar¨¢n en vigor el pr¨®ximo a?o a bancos, energ¨¦ticas y grandes fortunas con el objetivo de financiar las ayudas para mitigar el impacto econ¨®mico de la guerra en Ucrania.
Propuestas t¨¦cnicas
Una vez que se supere la tormenta, las propuestas t¨¦cnicas no faltan. Hay m¨¢s de 200 sobre la mesa. Una parte est¨¢ contenida en el Informe Lagares, impulsado por el anterior Gobierno del PP y publicado en 2014, que tuvo muy escasa aplicaci¨®n pr¨¢ctica. Otra se encuentra en el Libro Blanco del comit¨¦ de expertos para la reforma fiscal, encargado por el Gobierno actual y presentado el pasado marzo. Ambos trabajos son ambiciosos y ofrecen sugerencias para el largo plazo que pretenden definir el sistema tributario del futuro.
Pero ante todo hay que decidir hacia d¨®nde se quiere ir. ¡°Depende del modelo de bienestar que se quiera, y esa es una decisi¨®n pol¨ªtica¡±, subraya Lago. Estados Unidos, por ejemplo, tiene menos impuestos, pero no hay sanidad universal. Los pa¨ªses n¨®rdicos, al contrario, cuentan con unos servicios p¨²blicos potentes, pero una presi¨®n fiscal varios puntos por encima de la espa?ola. ¡°No existe un nivel de presi¨®n fiscal ¨®ptimo. Eso lo ha de determinar la situaci¨®n de cada pa¨ªs en funci¨®n del nivel de gasto p¨²blico que se quiera llevar a cabo, as¨ª como en funci¨®n de la redistribuci¨®n que se quiera acometer¡±, resume Alejandro Esteller, catedr¨¢tico de Econom¨ªa en la Universidad de Barcelona. ¡°En t¨¦rminos pr¨¢cticos, las pol¨ªticas que acaban llevando a cabo los partidos pol¨ªticos deben basarse en las preferencias de la sociedad¡±.
Espa?a recauda menos que sus vecinos pese a tener un sistema fiscal compuesto por los mismos grandes impuestos y tipos marginales parecidos. Las principales brechas se dan en el IRPF y el IVA, los dos tributos que m¨¢s ingresos brindan a las arcas p¨²blicas. Las razones de esta menor recaudaci¨®n son m¨²ltiples y algunas de dif¨ªcil soluci¨®n.
En primer lugar, el sistema est¨¢ lleno de agujeros: bonificaciones, deducciones, exenciones o tipos reducidos. El IVA es el mayor coladero. El tipo general ha subido con las sucesivas reformas del sistema ¡ªe imposiciones de Bruselas¡ª hasta instalarse en el 21%, pero hay una amplia gama de categor¨ªas de bienes y servicios que gozan de tipos reducidos (10%) y superreducidos (4%), hasta el punto de que el IVA acumula la mitad de todos los beneficios fiscales del sistema. Son m¨¢s de 20.000 millones estimados para 2022, casi la misma cantidad que se recauda por el impuesto de ?sociedades.
El ejemplo que los economistas sacan a menudo es el de la hosteler¨ªa: tomarse una cerveza o ir a cenar a un restaurante est¨¢ gravado con un IVA del 10%. Es cierto que el turismo supone uno de los grandes motores econ¨®micos de Espa?a, por lo que tocar este incentivo puede suponer perder una ventaja competitiva. Pero no hay que olvidar que se trata de un impuesto regresivo cuyas tasas reducidas ayudan a las rentas bajas, pero favorecen en proporci¨®n a¨²n mayor a las altas. Seg¨²n la Autoridad Fiscal, estas se quedan con el 60% del beneficio.
¡°El IVA no sirve para redistribuir. Los tipos reducidos son muy ineficientes. Para ayudar a una parte de la poblaci¨®n se favorece a otra que no lo necesita, y eso sale muy caro. Ser¨ªa mejor canalizarlo a trav¨¦s de la renta o con sistemas de transferencia m¨¢s ¨¢giles¡±, recomienda ?ngel de la Fuente, economista y director de Fedea. Suecia, por ejemplo, aplica el tipo general ¡ª?m¨¢s elevado que en Espa?a¡ª a la mayor¨ªa de los productos y servicios, y luego redistribuye m¨¢s gasto p¨²blico.
Seg¨²n Francisco de la Torre, inspector de Hacienda, la elecci¨®n de un sistema u otro depende del resultado que se busque. ¡°Si se trata de reducir los niveles de pobreza, la redistribuci¨®n m¨¢s eficiente es por el lado del gasto. Si hay un problema de desigualdad, entonces es una cuesti¨®n de impuestos¡±, explica. ¡°Creo que en Espa?a el problema est¨¢ en la parte baja de la sociedad. Se necesitan pol¨ªticas p¨²blicas que son m¨¢s complicadas de dise?ar, porque hace falta identificar a los destinatarios, saber a qui¨¦n hay que dar la ayuda, y que el coste administrativo de los programas sea asumible¡±.
Un problema parecido lo plantea la imposici¨®n medioambiental, por ser regresiva como el IVA y en la que Espa?a est¨¢ muy rezagada en comparaci¨®n con la eurozona. Instituciones internacionales como la Comisi¨®n Europea, el FMI o la ?OCDE llevan a?os recomendando que se aumenten los impuestos verdes. Tambi¨¦n el Libro Blanco para la reforma fiscal plantea elevar el peso de estas figuras, con medidas como la igualaci¨®n de la tributaci¨®n del di¨¦sel a la gasolina ¡ªque el Gobierno ya intent¨® aprobar, pero desisti¨® ante el rechazo del PNV¡ª o nuevos impuestos a la aviaci¨®n.
Aunque la actual crisis energ¨¦tica desaconseje moverse ahora en esa direcci¨®n, hay consenso entre los economistas en que el refuerzo de la fiscalidad verde es una de las grandes tareas pendientes. ¡°Es incuestionable que tengamos que ir en esta direcci¨®n, porque nos la estamos jugando con el cambio clim¨¢tico. Pero hay perdedores claros y habr¨¢ que buscar compensaciones¡±, valora Jes¨²s Ruiz-Huerta, catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Universidad Rey Juan Carlos y presidente del comit¨¦ de expertos que ha elaborado el Libro Blanco. ¡°Existen deducciones reembolsables, impuestos negativos¡ Es lo que los soci¨®logos llaman fiscalizaci¨®n de las pol¨ªticas sociales [es decir, integrar prestaciones e impuestos]. Es complicado en la pr¨¢ctica, pero se trata de apuntar l¨ªneas para el futuro¡±.
Mercado laboral
De la Torre enumera otras dos razones por las cuales en Espa?a se recauda menos que en los pa¨ªses del entorno. La primera es un mayor fraude, aunque asegura que el cumplimiento voluntario ha mejorado y la pandemia ha hecho aflorar mucha econom¨ªa en b. La segunda explicaci¨®n son bases imponibles m¨¢s peque?as. A eso no solo contribuyen exenciones y deducciones que reducen la tarta sobre la que se aplica el impuesto, sino factores estructurales: el menor tama?o de las empresas ¡ªla casi totalidad del tejido productivo espa?ol est¨¢ conformado por pymes¡ª y, sobre todo, el elevado desempleo. Tener a menos gente trabajando supone menos recaudaci¨®n en IRPF y cotizaciones sociales ¡ªaunque en la parte pagada por el empresario Espa?a ingresa sobre el PIB m¨¢s que la media de la UE¡ª, que son las dos figuras m¨¢s potentes. A ello se a?ade que los sueldos en Espa?a son inferiores a los de los principales pa¨ªses europeos.
El impuesto sobre sociedades, por otra parte, est¨¢ herido de muerte. Alcanz¨® su mayor contribuci¨®n a las arcas p¨²blicas antes de la Gran Recesi¨®n (m¨¢s de 40.000 millones). Desde entonces, ha ca¨ªdo en picado y ahora recauda m¨¢s o menos la mitad que entonces, ligeramente por debajo de la media europea. Aunque la aportaci¨®n de este tributo anterior al crash financiero estaba inflado por la burbuja, es un tributo que ha recibido varias estocadas a lo largo de los ¨²ltimos a?os.
La situaci¨®n es compartida a nivel internacional. La globalizaci¨®n y la digitalizaci¨®n han propiciado una carrera fiscal a la baja entre Estados, que intentan retener algo de tributaci¨®n de las grandes multinacionales mientras estas emplean esquemas cada vez m¨¢s sofisticados para esquivar impuestos. El resultado de esta competencia fiscal es que el tipo medio legal del impuesto de sociedades en la OCDE ¡ªorganizaci¨®n que lidera las negociaciones internacionales para gravar m¨¢s a las grandes corporaciones¡ª ha bajado del 28% del a?o 2000 al 20% de 2022. En Espa?a, ha pasado del 35% al 25%.
¡°Es un impuesto que se basa en un sistema de hace un siglo, pensado para actividades menos intensivas en mano de obra y en un comportamiento homog¨¦neo del sector empresarial, pero no es as¨ª¡±, comenta Susana Ruiz, responsable de justicia fiscal en Oxfam Interm¨®n. Ignacio Zubiri, doctor por la Universidad de Princeton y catedr¨¢tico de Hacienda P¨²blica en la Universidad del Pa¨ªs Vasco, considera que este tributo hace agua por todos los lados independientemente del tama?o de la empresa. Entre las principales v¨ªas por las que se pierde recaudaci¨®n destaca la exenci¨®n de todos los rendimientos del capital, la generosidad del mecanismo de consolidaci¨®n y, en general, de la compensaci¨®n de bases negativas y las deducciones, bonificaciones y reservas. En particular, se?ala la ¡°dudosa¡± eficacia de las bonificaciones al I+D+i, incluyendo el patent box. ¡°Habr¨ªa que poner un tipo m¨ªnimo del 15%, no sobre la base, sino sobre una definici¨®n corregida de beneficios contables y mejorar el control fiscal sobre todas las empresas, peque?as medianas o grandes. A las grande se les deber¨ªa ofrecer un distintivo p¨²blico de colaborador con Hacienda a cambio de abrir su informaci¨®n fiscal¡±, a?ade.
Gregorio Izquierdo, director del Instituto de Estudios Econ¨®micos (IEE), el think tank de la patronal CEOE, ofrece una visi¨®n distinta. Se?ala como prioridad la mejora de la eficiencia del gasto y, una vez consolidadas las finanzas p¨²blicas, sugiere bajar la imposici¨®n patrimonial y societaria, adem¨¢s de las cotizaciones sociales a cargo de los empresarios. ¡°El sistema fiscal m¨¢s eficiente es el que recauda generando la menor distorsi¨®n posible y que contribuye al crecimiento econ¨®mico potencial. Crecer m¨¢s significa crear m¨¢s empleo, y por cada punto de crecimiento se recauda un 0,4% adicional. Cuando gestionas de forma responsable el gasto p¨²blico, el fraude tiende a reducirse y los ciudadanos est¨¢n m¨¢s dispuestos a contribuir¡±, asegura.
Las ¨²ltimas encuestas del CIS apuntan a que la percepci¨®n de los espa?oles sobre los impuestos ha mejorado, sobre todo a ra¨ªz de la pandemia. Seg¨²n Jos¨¦ Mois¨¦s Mart¨ªn Carretero, economista y consultor, este resultado se explica m¨¢s bien porque la opini¨®n de los ciudadanos hab¨ªa empeorado tanto con la pol¨ªtica de austeridad posterior a la crisis financiera, que solo hab¨ªa margen de mejora. ¡°La pandemia ha hecho mucho en este sentido. El haber resuelto de manera diferente la crisis hace tener m¨¢s confianza en los servicios p¨²blicos, pero la tensi¨®n sigue ah¨ª¡±, alerta.
Mart¨ªn Carretero cree que la mayor¨ªa de los ciudadanos, aunque afirman que prefieren pagar m¨¢s impuestos a cambio de m¨¢s servicios, a la hora de votar no expresan siempre esta preferencia. ¡°Paradigm¨¢tico es el caso de la Comunidad de Madrid¡±, comenta en referencia a la masiva manifestaci¨®n a favor de la sanidad p¨²blica de la semana pasada. La regi¨®n madrile?a, de las que menos invierten en sanidad, es a la vez la que m¨¢s ha ejercido a la baja su competencia fiscal en los 30 a?os de gobierno del PP, con recortes generalizados de impuestos y beneficios espec¨ªficos para los mayores patrimonios. ¡°Con subir la fiscalidad a los ricos no llega para financiar el Estado de bienestar, pero si la clase media sigue pagando y deja de recibir, al final el apoyo a los impuestos cae y el contrato social no funciona¡±.
El riesgo del populismo
Clara Mart¨ªnez Toledano, profesora del Imperial College de Londres, alerta sobre los riesgos de reducir la progresividad. ¡°Puede generar descontento, sobre todo entre las clases medias y bajas, y esto puede repercutir en cambios en la preferencia de voto hacia posiciones nacionalistas. Lo vimos en Brasil con Bolsonaro, en EE UU con Trump, en Reino Unido, en Italia¡¡±. La economista descarta que en Espa?a se haya llegado a este punto, pero avisa de que la desigualdad ha aumentado. El 1% m¨¢s rico concentra ahora m¨¢s renta nacional que antes de la Gran Recesi¨®n (del 13% al 17%), mientras que las clases medias han reducido su participaci¨®n en la riqueza del 45% al 43%. Este fen¨®meno se explica, principalmente, por el peso que tiene la renta del capital en la parte alta de la distribuci¨®n. ¡°Los ricos han tenido m¨¢s ahorros y unos retornos m¨¢s altos. Espa?a tiene un impuesto dual sobre la renta, pero la escala de gravamen sobre el ahorro es m¨¢s baja y menos progresiva¡±, analiza.
Determinar el nivel de gasto de una econom¨ªa es una decisi¨®n pol¨ªtica, pero luego hay que dise?ar el sistema para que recaude lo suficiente, un principio que a Espa?a le cuesta cumplir. El desfase cr¨®nico entre ingresos y gastos p¨²blicos se ha mantenido incluso en los periodos de bonanza ¡ªen las ¨²ltimas dos d¨¦cadas solo se consigui¨® super¨¢vit en los a?os de la burbuja inmobiliaria¡ª y es quiz¨¢s la muestra m¨¢s evidente de que algo falla. ¡°Tenemos un d¨¦ficit estructural y un endeudamiento alto. No podemos bajar impuestos, significar¨ªa desplazar los gastos hacia el futuro cuando adem¨¢s tenemos necesidades crecientes¡±, alerta Ruiz-Huerta.
La m¨¢s imperante de estas necesidades tiene que ver con las pensiones, la partida de gasto m¨¢s voluminosa, que ir¨¢ aumentando de aqu¨ª a 2050 en m¨¢s de tres puntos del PIB (del 12% al 15,5%) con la jubilaci¨®n de la generaci¨®n de los baby boomers, los nacidos entre finales de los cincuenta y los setenta del siglo pasado. La Seguridad Social ha traspasado a Hacienda los gastos impropios que sobrecargaban el sistema y se ha aprobado la primera parte de la reforma de las pensiones, que implica medidas como la revalorizaci¨®n de las prestaciones con el IPC o incentivos para retrasar la jubilaci¨®n. Queda pendiente decidir qu¨¦ hacer con las bases m¨¢ximas de cotizaci¨®n y el periodo de c¨®mputo de la pensi¨®n, pero el desaf¨ªo va m¨¢s all¨¢ de garantizar el pago de las prestaciones.
Problema demogr¨¢fico
¡°Tenemos un problema demogr¨¢fico. El envejecimiento va acompa?ado tambi¨¦n de un aumento del gasto en sanidad y en las pol¨ªticas de los cuidados¡±, alerta Elisa Chuli¨¢, soci¨®loga e investigadora en Funcas. Olga Cant¨®, catedr¨¢tica de Econom¨ªa en la Universidad de Alcal¨¢, pone el acento sobre otro reto de cara al futuro: la fractura intergeneracional que podr¨¢ causar el incremento de la desigualdad entre mayores y j¨®venes. Mientras que los segundos sufren m¨¢s paro y precariedad, los primeros est¨¢n acumulando riqueza, al beneficiarse de un sistema de prestaciones e impuestos que redistribuye m¨¢s a hogares mayores.
¡°Hay que tratar de equilibrar. Ahora existen deducciones en el IRPF focalizadas en los mayores de 65 a?os y no se entiende el motivo. Estas personas podr¨ªan tener otros ingresos adem¨¢s de la pensi¨®n de jubilaci¨®n¡±, explica Cant¨®, quien defiende subir las cotizaciones m¨¢ximas y revisar el sistema fiscal, eliminando ventajas para unos e introduciendo apoyos para otros, por ejemplo ayudas a la crianza o para la vivienda. ¡°Me resisto mucho a enfrentar una generaci¨®n a otra. Hay que cubrir las pol¨ªticas que faltan¡±, aconseja.
¡°El sistema contributivo ya no da de s¨ª. Deber¨ªamos redise?ar todo el sistema de prestaciones sociales desde que nacemos y evitar convertir la longevidad en una batalla generacional¡±, coincide Mart¨ªn Carretero. Otra vez, como la pescadilla que se muerde la cola, se vuelve a una decisi¨®n que tiene m¨¢s tintes pol¨ªticos que t¨¦cnicos. ¡°El elemento fundamental es decidir qu¨¦ nivel de servicios p¨²blicos queremos¡±, dice este economista. Una decisi¨®n que sigue en el aire.
El sudoku del Estado auton¨®mico
El Estado auton¨®mico otorga amplias competencias a las comunidades, que tienen encomendada la gesti¨®n de los servicios p¨²blicos b¨¢sicos como la educaci¨®n, la sanidad y las pol¨ªticas sociales. Tambi¨¦n se les reconoce una gran autonom¨ªa fiscal. Hasta el punto de que son frecuentes las disputas a cuenta de los impuestos que administran. Ha ocurrido hace dos meses, cuando la Junta de Andaluc¨ªa prometi¨® una rebaja tributaria en el IRPF y a los m¨¢s ricos. El anuncio recibi¨® cr¨ªticas del Ejecutivo central y de algunas autonom¨ªas, mientras que fue aclamada y en parte plasmada en cascada por otros gobiernos regionales del PP. Ahora hay una pugna por el nuevo impuesto a las grandes fortunas que Hacienda est¨¢ tramitando y que invade competencias de las comunidades. Mientras tanto, sigue sin acometerse la reforma del sistema de financiaci¨®n auton¨®mico, caducado desde 2014, y que tambi¨¦n enciende los ¨¢nimos por el reparto de recursos.
¡°Creo que el Estado auton¨®mico es m¨¢s un acierto que un escollo. Se trataba de encajar una serie de aspiraciones territoriales que no ten¨ªan cabida en reg¨ªmenes anteriores¡±, defiende Diego Mart¨ªnez, profesor en la Universidad Pablo Olavide de Sevilla. Una consideraci¨®n que tiene un amplio consenso entre los economistas. ¡°Es verdad que el proceso de descentralizaci¨®n ha sido asim¨¦trico, se ha avanzado muy r¨¢pido con el gasto [en la cesi¨®n de servicios] y se ha ido mucho m¨¢s lento y de manera imperfecta por el lado de los ingresos [la competencia en impuestos], pero ha llegado un punto en el que sobre algunas cosas no se puede dar marcha atr¨¢s¡±.
Una de ellas es la imposici¨®n fiscal a la riqueza, que est¨¢ descentralizada y transferida a las comunidades. Estas concentran el impuesto sobre el patrimonio, el de sucesiones y donaciones, y el de transmisiones patrimoniales. Se trata de tributos estatales cuya gesti¨®n est¨¢ totalmente cedida a las autonom¨ªas, que pueden modificar tipos y aplicar rebajas, y que, pese a tener una recaudaci¨®n relativamente exigua, causan mucho ruido porque cualquier movimiento puede adquirir matices ideol¨®gicos y porque sus bases imponibles son muy m¨®viles.
De hecho, heredar o tener un patrimonio relevante supone grandes oscilaciones en la factura fiscal de los contribuyentes en funci¨®n de la comunidad donde vivan. Eso porque, desde hace una d¨¦cada, las autonom¨ªas est¨¢n instaladas en una competencia fiscal a la baja, con Madrid a la cabeza. La regi¨®n de la capital ha sido pionera en implementar una bonificaci¨®n del 100% en el impuesto sobre el patrimonio y dejar as¨ª en la pr¨¢ctica de recaudarlo. A partir del a?o que viene, tambi¨¦n Andaluc¨ªa aplicar¨¢ el mismo beneficio fiscal. Estas rebajas, sin embargo, se ver¨¢n anuladas por el nuevo impuesto estatal a las grandes fortunas. Con esta figura temporal, ideada para financiar los mayores gastos derivados de la guerra en Ucrania, el Gobierno impondr¨¢ de facto una armonizaci¨®n entre comunidades. ¡°Har¨ªa falta un poco m¨¢s de respeto por las competencias y las preferencias ajenas. Obligar a Madrid a subir el impuesto de patrimonio por la puerta de atr¨¢s no es aceptable, pero tampoco est¨¢ bien acusar de infierno fiscal a las comunidades que optan por impuestos m¨¢s altos que los tuyos. Los votantes pueden tener preferencias distintas: unos prefieren mejores servicios al precio de mayores impuestos, y otros menores impuestos al precio de peores servicios. Tan leg¨ªtima es una cosa como la otra,¡± plantea ?ngel de la Fuente, economista y director de Fedea.
De la Fuente a?ade que uno de los grandes problemas del sistema de financiaci¨®n regional ¡°es que hay un d¨¦ficit de responsabilidad fiscal. Las comunidades no acaban de aceptar la idea de que si quieren gastar m¨¢s, tienen que subir impuestos y dar la carta. Si ellas se quedan con los beneficios pol¨ªticos del gasto pero no tienen que afrontar los costes de financiarlo, el incentivo a gastar demasiado es irresistible.¡± Mart¨ªnez coincide con este an¨¢lisis. Cree que deber¨ªa visualizarse m¨¢s el coste de las decisiones fiscales de las comunidades, que ahora quedan en parte encubiertas. El sistema de financiaci¨®n actual se basa en un complicado sistema de fondos alimentado por ingresos tributarios auton¨®micos ¡ªlos compartidos con el Estado (IRPF, IVA y especiales) y los cedidos (como sucesiones o patrimonio)¡ª y aportaciones del Estado, que tiene el objetivo de que todas las regiones, sean ricas o pobres, puedan prestar los mismos servicios. En este esquema, el fondo de garant¨ªa es el principal instrumento de nivelaci¨®n: se trata de una bolsa com¨²n donde cada comunidad transfiere sus ingresos tributarios te¨®ricos, los que tendr¨ªa si no aplicara bajadas o subidas de impuestos, y que se reparte en funci¨®n de la poblaci¨®n ajustada, es decir, ponderada por factores como el envejecimiento o la dispersi¨®n geogr¨¢fica.
Todos los economistas coinciden en que este sistema necesita ser simplificado y mejorada su transparencia, porque acaba creando desequilibrios injustificados en el reparto. ¡°Habr¨ªa que hacerlo [el sistema de financiaci¨®n] m¨¢s sencillo, la nivelaci¨®n m¨¢s transparente, y evitar que haya comunidades con recursos menores a lo que les corresponder¨ªa seg¨²n la aplicaci¨®n del modelo, como ocurre hoy con Murcia y la Comunidad Valenciana¡°, enumera Santiago Lago, de la Universidad de Vigo. ¡°Pero no se han cometido errores graves, salvo con la descentralizaci¨®n de la tributaci¨®n patrimonial y la aplicaci¨®n del sistema foral¡±. Navarra y el Pa¨ªs Vasco tienen otro r¨¦gimen de financiaci¨®n que les brinda mayores recursos y hace que aporten mucho menos a la solidaridad del sistema. ¡°Pero es una cuesti¨®n pol¨ªtica, no econ¨®mica¡±, recuerda Ignacio Zubiri, de la Universidad del Pa¨ªs Vasco.
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