La Europa ganadora que necesitamos
La capacidad del continente para liderar la econom¨ªa mundial se ha debilitado por su menor inversi¨®n en investigaci¨®n
La competitividad de una regi¨®n se manifiesta en el ¨¦xito o fracaso comercial de sus empresas y depende de las opciones para recibir y exportar bienes, servicios, tecnolog¨ªa y capital humano. En esencia, mejorar la competitividad significa aumentar la productividad. En este sentido, la competitividad europea ha estado profundamente ligada a su habilidad para fomentar la innovaci¨®n y utilizar nuevas tecnolog¨ªas capaces de transformar sectores productivos y empresas. En un contexto internacional de incertidumbre y crisis continua, en el que la Uni¨®n Europea est¨¢ abocada a desacoplar su econom¨ªa del gas y petr¨®leo rusos, y tambi¨¦n a lidiar con un Gobierno chino m¨¢s nacionalista en lo pol¨ªtico e intervencionista en lo econ¨®mico, urge dedicar recursos y esfuerzos a mejorar la capacidad competitiva.
La Uni¨®n Europea sigue siendo una de las regiones con mayor calidad de vida del planeta, basada en un sistema pol¨ªtico democr¨¢tico, instituciones robustas, servicios sociales accesibles y empresas situadas en la frontera tecnol¨®gica. Sin embargo, para asegurar el crecimiento de su econom¨ªa y el bienestar futuro de sus ciudadanos se necesita una estrategia de progreso sostenible a largo plazo. En los ¨²ltimos a?os, sin embargo, las inversiones europeas se alejan cada vez m¨¢s de los pa¨ªses que lideran la innovaci¨®n tecnol¨®gica. Tanto el PIB per capita como la productividad del trabajo en la eurozona han aumentado m¨¢s lentamente que en EE UU, por ejemplo. Seg¨²n un estudio de McKinsey Global Institute, entre 2014 y 2019 las empresas europeas crecieron de media un 40% m¨¢s despacio que sus pares estadounidenses e invirtieron un 40% menos en investigaci¨®n y desarrollo (I+D). Como consecuencia, la capacidad de Europa para liderar la econom¨ªa mundial se ha debilitado.
Es necesario revertir esta tendencia. La ¨²nica f¨®rmula capaz de compensar la fuerza gravitacional que atrae m¨¢s producci¨®n, inversi¨®n e innovaci¨®n hacia China y otras econom¨ªas emergentes es aumentar la competitividad de la econom¨ªa europea. Es tambi¨¦n la f¨®rmula necesaria para desarrollar las tecnolog¨ªas con las que limitar los efectos que el cambio clim¨¢tico tiene en nuestra sociedad. Las medidas de mitigaci¨®n, para reducir las emisiones de CO2, y las de adaptaci¨®n, que permitan al sector p¨²blico y privado una mejor reacci¨®n ante los fen¨®menos clim¨¢ticos extremos que se suceden, requieren de una apuesta firme por la innovaci¨®n y la transformaci¨®n econ¨®mica y tecnol¨®gica.
Una Europa m¨¢s innovadora y competitiva, por tanto, aumentar¨¢ su capacidad para afrontar con ¨¦xito los grandes retos de nuestro tiempo: geopol¨ªticos, clim¨¢ticos o demogr¨¢ficos. Para ello, es necesario recuperar la agenda de la competitividad como eje central de la pol¨ªtica econ¨®mica en la UE. Espa?a, futura presidenta del Consejo de la Uni¨®n Europea, tiene la oportunidad de protagonizar este rescate.
Hace m¨¢s de 20 a?os, los pa¨ªses europeos se propusieron convertir a Europa en la econom¨ªa basada en el conocimiento m¨¢s atractiva y din¨¢mica del mundo. El objetivo no se ha cumplido. La Agenda de Lisboa era compleja y su ejecuci¨®n se basaba en pol¨ªticas nacionales donde las instituciones europeas ten¨ªan poca capacidad de influencia. Una nueva agenda de la competitividad debe dise?arse con la Uni¨®n Europea como ejecutor de las pol¨ªticas que se establezcan en el mercado ¨²nico, sobre todo en el sector de los servicios, y que ¨¦ste sea el motor del dinamismo econ¨®mico. Adem¨¢s, la econom¨ªa europea debe reforzar sus lazos comerciales y culturales con el resto del mundo, especialmente como fuente de tecnolog¨ªa y talento.
La Europa que necesitamos es una Europa din¨¢mica y con confianza en sus capacidades, donde las pol¨ªticas p¨²blicas fomentan el intercambio y la competencia, sin necesidad de primar a las empresas m¨¢s grandes sobre las peque?as o sobre las que est¨¢n por nacer. Una Europa sin miedo al cambio tecnol¨®gico y capaz de asumir riesgos en favor de la lucha contra el cambio clim¨¢tico, la diversidad social y la prosperidad econ¨®mica. Una Europa abierta que no tenga miedo a recibir ideas, tecnolog¨ªas y personas del resto del mundo.
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