Morir de hambre en la era de la inteligencia artificial: por qu¨¦ 839 millones de personas no pueden comer dignamente
Los conflictos armados, el cambio clim¨¢tico y el encarecimiento de los insumos ejercen gran presi¨®n sobre la cadena alimentaria
Cuando haya terminado de leer las l¨ªneas de este p¨¢rrafo, al menos 10 personas en el mundo habr¨¢n muerto de una de las causas m¨¢s crueles que nos hayamos permitido nunca: de hambre. Porque cada 4,25 segundos, seg¨²n el c¨¢lculo de 238 organizaciones humanitarias en 2022, alguien pierde la vida por la falta de alimentos. En pleno siglo XXI ¡ªel de mayor desarrollo tecnol¨®gico que jam¨¢s hayamos visto, en el que hemos ense?ado a las m¨¢quinas a hablar, en el que se ha descubierto la existencia de agua en Marte, en el cual hemos podido observar planetas gigantes fuera de nuestro sistema solar¡ª, a¨²n no hemos dado con la tecla para evitar que millones de seres humanos se vayan a la cama con el est¨®mago vac¨ªo.
Unos 839 millones de personas en el globo no pudieron alimentarse dignamente el a?o pasado, y son 10,7 millones m¨¢s que en 2021, seg¨²n las primeras previsiones de la Agencia de las Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n y la Agricultura (FAO). El aumento solo contempla el impacto que ha tenido la invasi¨®n rusa en Ucrania, pero, seg¨²n los expertos consultados, se espera que vaya a m¨¢s cuando se agreguen al c¨¢lculo los efectos venenosos de las sequ¨ªas y las inundaciones, las restricciones a las exportaciones, los altos niveles de deuda de los pa¨ªses m¨¢s pobres, el aumento en las tasas de inter¨¦s, los costes energ¨¦ticos y el mazazo de otros conflictos b¨¦licos presentes en el mundo. ¡°La situaci¨®n no est¨¢ mejorando, por el contrario, va a peor¡±, afirma M¨¢ximo Torero, economista jefe de la FAO. ¡°Cada vez estamos m¨¢s lejos de un mundo sin hambre¡±, recalca el experto.
El escenario ya era desolador antes de que estallara la pandemia de coronavirus. En 2019, hab¨ªa m¨¢s de 618 millones de personas que pasaban hambre en el globo. Pero con la llegada de la covid, la cifra se dispar¨® hasta colocarse entre los 702 y 828 millones, seg¨²n la FAO. El panorama empeora si se considera a todos aquellos que viven con la incertidumbre de conseguir alimentos o que no pueden permitirse una dieta saludable, es decir, que est¨¢n en inseguridad alimentaria. En esta condici¨®n viv¨ªan m¨¢s de 2.300 millones de personas en 2021: una de cada cuatro en el mundo. De todas estas, unos 205 millones de personas (en 45 pa¨ªses) se enfrentan a una situaci¨®n de alta gravedad, con poco acceso a alimentos y medios, por lo que su vida corre peligro, seg¨²n el Banco Mundial.
La previsi¨®n es que todas estas cifras fuesen al alza en 2022, un a?o que Jason Channell, responsable de finanzas sostenibles de Citi Global Insights, describe como el de la " tormenta perfecta en la lucha contra el hambre¡±. Pues mientras el mundo, de forma sincr¨®nica, se recuperaba de la covid-19, los problemas medioambientales, sociales, pol¨ªticos y econ¨®micos se abr¨ªan paso en el mapa, dejando su impronta en el precio de los alimentos (que acumulaban una serie de m¨¢ximos hist¨®ricos o niveles que no ve¨ªamos desde hace una d¨¦cada), y una estela de gente con cada vez m¨¢s dificultades para acceder a la comida.
La invasi¨®n rusa en Ucrania fue la guinda en la tarta. ¡°El mayor impacto en los precios actuales de los alimentos se debe a la guerra¡±, afirma Hiral Patel, directora global de Investigaci¨®n Sostenible en Barclays. El ¨®rdago de Mosc¨² a Kiev ha echado m¨¢s le?a al fuego. ¡°Complic¨® los esfuerzos de reequilibrio del mercado agr¨ªcola que probablemente se habr¨ªan materializado en alg¨²n momento de 2022¡å, dicen los expertos de Citi Global Insights en un informe publicado recientemente. En marzo de 2022, inmediatamente despu¨¦s de que se iniciara la invasi¨®n rusa, el ¨ªndice de precios de los alimentos de la FAO ¡ªque incluye la media ponderada de los importes de exportaci¨®n de carne, productos l¨¢cteos, cereales, aceites, grasas y az¨²car¡ª alcanz¨® su m¨¢ximo hist¨®rico: 159,7 puntos. Los aumentos m¨¢s significativos se dieron en aceite de girasol, trigo y ma¨ªz.
Al cierre de 2022, el ¨ªndice termin¨® en un promedio de 143,7 puntos, con una subida de 18 puntos o del 14,3% respecto a 2021. ¡°Los temores de un periodo de altos precios mundiales sostenido de los alimentos han disminuido un poco¡±, comenta Rob Vos, director de la Divisi¨®n de Mercados y Comercio del Instituto Internacional de Investigaci¨®n sobre Pol¨ªticas Alimentarias (IFPRI). Todos los componentes bajaron al cierre del a?o pasado. En particular, el aceite vegetal, que mostr¨® el descenso m¨¢s fuerte en la segunda mitad de 2022: un 33% entre junio y diciembre, pero a¨²n est¨¢ un tercio por encima de los niveles anteriores a la pandemia. ¡°Los precios est¨¢n en los niveles de preguerra¡±, dice Torero. ¡°Pero a¨²n no llegan a los niveles de precovid¡±. El acuerdo alcanzado en julio de 2022 entre los pa¨ªses en conflicto, Turqu¨ªa y la ONU, para reanudar las exportaciones de alimentos desde los puertos ucranios del mar Negro contribuy¨® a contener la escalada. Ucrania ¡ª?sus cereales proporcionan las calor¨ªas necesarias para m¨¢s de 400 millones de personas en todo el mundo¡ª pudo aumentar sus ventas for¨¢neas a 4,6 millones de toneladas en septiembre, frente a los 1,2 millones obtenidos en junio. El 80% sali¨® por el mar.
Malas cosechas
La iniciativa se renov¨® en noviembre, lo cual ha alargado la tregua en las cotizaciones internacionales. Antes de la invasi¨®n rusa, el acceso a los alimentos ya era complicado. El mundo estaba haciendo frente a las malas cosechas en Am¨¦rica del Sur ¡ªdonde Brasil y Argentina son grandes jugadores en el mercado de soja, ma¨ªz, trigo y arroz¡ª, a una creciente demanda mundial de semillas, a un incremento en los costes de los combustibles y a los problemas de la cadena de suministro, que hab¨ªan reducido los inventarios de cereales y oleaginosas. La incertidumbre se acrecent¨® cuando la disponibilidad de alimentos de dos de los grandes graneros se puso en duda. Unos 50 pa¨ªses importan de Rusia y Ucrania al menos un 30% de sus cereales, en 20 de ellos el porcentaje es m¨¢s del 50%.
As¨ª que aquellos que pudieron se guarecieron frente a la tormenta que estaba por llegar. Para garantizar sus suministros, algunos de los principales productores de alimentos impusieron un freno a sus ventas a otros pa¨ªses. Argentina, por ejemplo, prohibi¨® la exportaci¨®n de harina y aceite de soja. Egipto y la India limitaron las ventas de trigo. Malasia hizo lo mismo con el comercio de pollos en los mercados for¨¢neos, lo cual ha reducido en un tercio la oferta av¨ªcola de Singapur. China, el segundo exportador mundial de fertilizantes, despu¨¦s de Rusia, extendi¨® una serie de restricciones a las exportaciones de insumos que ya hab¨ªa puesto en marcha en 2021, ante un contexto de subida de los precios del crudo y el gas natural. Esta tendencia, a la limitaci¨®n o prohibici¨®n del comercio, alcanz¨® su punto m¨¢s ¨¢lgido a finales de mayo, con casi el 17% de las exportaciones mundiales de alimentos y piensos afectados por las medidas aplicadas por 23 pa¨ªses, seg¨²n las cifras del IFPRI. El dato registrado ha sido similar al de la crisis de los precios de los alimentos de 2007-2008, que llev¨® al mundo a elevar las cotizaciones de los productos b¨¢sicos entre un 50% y un 200%.
Muchos pa¨ªses revirtieron parcialmente las medidas a lo largo de 2022. A mediados de julio, el volumen de comercio afectado hab¨ªa descendido al 7,3%, y as¨ª se mantuvo durante el resto del a?o pasado. En diciembre, seg¨²n el Banco Mundial, todav¨ªa hab¨ªa 19 pa¨ªses con 23 prohibiciones de exportaci¨®n de alimentos y 8 m¨¢s que hab¨ªan implementado medidas de limitaci¨®n de ventas al extranjero. ¡°Las restricciones aumentan el coste de los alimentos y los pa¨ªses m¨¢s pobres son los que m¨¢s sufren¡±, explica Vos. La situaci¨®n se agrava a¨²n m¨¢s en un entorno de alzas de tipos de inter¨¦s por parte de las principales econom¨ªas del mundo (con lo que buscan paliar la inflaci¨®n), pues las monedas de las naciones menos favorecidas econ¨®micamente pierden fuerza frente al d¨®lar estadounidense.
La participaci¨®n de esta ¨²ltima divisa es relevante en el comercio mundial: 4 de cada 10 productos exportados se hace con el billete verde. Dicha proporci¨®n no ha cambiado en los ¨²ltimos 20 a?os, seg¨²n el Fondo Monetario Internacional (FMI). Adem¨¢s, para muchos de estos pa¨ªses que luchan por bajar la inflaci¨®n, el debilitamiento de sus monedas con relaci¨®n al d¨®lar es un quebradero de cabeza. ¡°En promedio, el traspaso estimado de un 10% de apreciaci¨®n del d¨®lar a la inflaci¨®n es del 1%¡±, dice el organismo internacional.
Para aquellos con elevada deuda comprometida en divisas, la situaci¨®n es m¨¢s que desafiante, pues la mitad de todos los pr¨¦stamos transfronterizos y t¨ªtulos internacionales est¨¢n denominados en d¨®lares estadounidenses. As¨ª que muchos pa¨ªses tienen poco margen para pedir un pr¨¦stamo, ante sus elevados compromisos financieros. ¡°Si ya no tienes capacidad de endeudarte, se limita tu capacidad de compra de alimentos¡ No podemos separar el problema financiero de la crisis alimentaria. Creo que est¨¢n bastante vinculadas hoy en d¨ªa. Este es el problema m¨¢s serio que vamos a vivir en 2023¡å, recalca Torero. La FAO ha contabilizado unos 62 pa¨ªses que ante todos estos factores no solo est¨¢n comprando menos alimentos, sino pag¨¢ndolos m¨¢s caros. La factura de importaci¨®n para ellos ha subido unos 25.400 millones de d¨®lares en 2022, afectando a unos 1.700 millones de personas. Se estima, por ejemplo, que ?frica subsahariana gaste 4.800 millones de d¨®lares m¨¢s en importaciones de alimentos, pero que los vol¨²menes disminuyan en 700 millones de d¨®lares. Y no solo compran menores cantidades, tambi¨¦n se centran en lo m¨¢s b¨¢sico.
Insumos agr¨ªcolas
Mientras que los pa¨ªses de renta alta siguen adquiriendo toda la gama de productos, el gasto de las regiones en desarrollo se concentra cada vez m¨¢s en la importaci¨®n de aquellos m¨¢s b¨¢sicos (arroz, trigo, ma¨ªz, mijo). Al coste de los alimentos se suma el de los insumos agr¨ªcolas: fertilizantes, semillas, pesticidas y energ¨ªa. La factura de importaci¨®n de estos productos se ha disparado un 50% en 2022, hasta 424.000 millones de d¨®lares. El coste de los combustibles y los fertilizantes pudo haber llegado en 2022 a un r¨¦cord del 86% de la factura mundial global de insumos, seg¨²n la FAO.
Los fertilizantes ¡ªen los que Rusia ocupa un lugar importante en la palestra: es el primer exportador de los nitrogenados, el segundo de los pot¨¢sicos y el tercero de los fosforados¡ª y la energ¨ªa son elementos especialmente importantes, pues la reducci¨®n o falta de estos se traduce en una menor productividad agr¨ªcola. ¡°Este a?o, veremos en qu¨¦ medida el aumento de los precios de los fertilizantes afect¨® a la toma de decisiones en las explotaciones agr¨ªcolas y qu¨¦ repercusiones tendr¨¢ en las pr¨®ximas cosechas, por ejemplo, ?se plantaron menos cultivos?¡±, se cuestiona Patel, de Barclays. La guerra ha exacerbado los diversos problemas en el mundo alimentario. ¡°El conflicto ha dejado en evidencia dos claras cosas: el control sobre los alimentos e insumos que tiene un grupo reducido de pa¨ªses y los cuellos de botella del comercio para el transporte de productos b¨¢sicos¡±, a?ade Channell.
M¨¢s del 40% de la ingesta cal¨®rica mundial procede de solo tres cultivos (trigo, ma¨ªz y arroz), que se producen en unos pocos pa¨ªses y que dominan cada paso de la cadena de valor. Entre ellos: la India, Indonesia, Canad¨¢, China, Estados Unidos, Brasil, Argentina y Rusia. Ucrania, y otros como Uruguay y Tailandia aparecen siempre en el top 10 en la venta for¨¢nea de estos alimentos. La desigualdad es tan grande que solo cinco pa¨ªses tienen m¨¢s de dos tercios de las exportaciones mundiales de trigo y carne de res. En el caso de la soja, la cuota es del 95%. Brasil copa el 45% de las ventas mundiales de az¨²car, Canad¨¢ controla el 54% de las semillas oleaginosas y Tailandia acapara el 56% de las ra¨ªces y tub¨¦rculos.
La ventaja competitiva es abismal. Eritrea, por ejemplo, compr¨® en 2021 el 100% de su consumo de trigo a Rusia y Ucrania. Armenia, Georgia, Azerbaiy¨¢n o Bielorrusia adquirieron el 90% solo a Mosc¨². Somalia ¡ªdonde, seg¨²n las estimaciones de Oxfam, hay m¨¢s de 300.000 personas al borde de la hambruna¡ª import¨® m¨¢s del 90% de este cereal a las dos naciones en guerra, que ya controlaban un cuarto de las ventas for¨¢neas de trigo antes de que se iniciara el fuego. Rusia y Ucrania son exportadores netos de otros productos agr¨ªcolas, como ma¨ªz y cebada.
En el aceite de girasol, su cuota de mercado mundial combinada de exportaci¨®n ascend¨ªa a m¨¢s del 70%. Adem¨¢s, juntas suministraban m¨¢s del 50% de las importaciones de estos cereales al norte de ?frica y Oriente Pr¨®ximo. Unas 26 econom¨ªas (como Uruguay, Noruega, Colombia, Albania, Brasil, M¨¦xico, Guinea, Congo, Mozambique e incluso la Uni¨®n Europea en su conjunto) dependen de los insumos rusos en un 20% o m¨¢s de sus importaciones. Los casos m¨¢s extremos est¨¢n en Mongolia, Kazajist¨¢n, Moldavia, Serbia, Honduras y Ghana, que compran m¨¢s del 50% de este producto a Mosc¨². ¡°La asequibilidad de los alimentos sigue siendo un desaf¨ªo macro, pero tambi¨¦n entre los hogares¡±, recalca Vos.
La inflaci¨®n interna de los precios de los alimentos contin¨²a siendo alta, a pesar de que los costes internacionales est¨¢n a niveles de preguerra. Al cierre del a?o pasado, de acuerdo con los datos del Banco Mundial, en el 83,3% de las naciones de renta baja, en el 90,5% de aquellos con renta media-baja y en el 91% de los que tienen una renta media-alta hab¨ªan registrado inflaciones superiores al 5%, con muchos de ellos tocando el doble d¨ªgito. La proporci¨®n de los pa¨ªses de renta alta con un encarecimiento de los productos no se queda atr¨¢s: alrededor del 85,7% experimenta una ¡°inflaci¨®n elevada¡±, dice la instituci¨®n en su informe Food Security, de finales de enero. Sin embargo, los pa¨ªses m¨¢s afectados est¨¢n en ?frica, Am¨¦rica del Norte, Am¨¦rica Latina, Asia Meridional, Europa y Asia Central.
Pero si hay un lugar donde todos los jinetes del apocalipsis cabalgan a sus anchas es en el Cuerno de ?frica. Los conflictos armados, bloqueos comerciales, los efectos del cambio clim¨¢tico y la pandemia han puesto de rodillas a la poblaci¨®n. All¨ª se hace frente a la peor sequ¨ªa de los ¨²ltimos 40 a?os, provocada por una falta de lluvias durante el ¨²ltimo lustro. En la actualidad, se calcula que 27,6 millones de personas de Somalia (5,6 millones), Kenia (4,4 millones), Etiop¨ªa (9,9 millones) y Sud¨¢n del Sur (6,6 millones) est¨¢n en niveles cr¨ªticos de hambre. ¡°Estas cifras aumentar¨¢n en el primer trimestre de 2023, lo que es muy preocupante, ya que las consecuencias de la crisis del hambre son inmensas¡±, afirma Margret Mueller, coordinadora Humanitaria Regional para el Cuerno de ?frica, ?frica Oriental y Central en Oxfam Interm¨®n.
El cambio clim¨¢tico est¨¢ haciendo que los fen¨®menos meteorol¨®gicos extremos sean m¨¢s frecuentes en ?frica Oriental. ¡°Es uno de los principales impulsores del hambre¡±, resalta Mueller. La zona hace frente a la tercera sequ¨ªa desde 2011. En d¨¦cadas anteriores se vivi¨® una intensa en 2005, otra de 1996 a 1998 y despu¨¦s la de los a?os ochenta, cuando m¨¢s de un mill¨®n de personas murieron en la hambruna de Etiop¨ªa. El hambre provocada por el clima es una cruda demostraci¨®n de la desigualdad mundial. La mitad de la poblaci¨®n, la m¨¢s pobre, unos 3.500 millones de almas, es responsable de menos del 10% de las emisiones de carbono.
Conflictos armados
Diez de los peores focos clim¨¢ticos del mundo ¡ªSomalia, Hait¨ª, Yibuti, Kenia, N¨ªger, Afganist¨¢n, Guatemala, Madagascar, Burkina Faso y Zimbabue¡ª han sufrido un aumento del 123% del hambre aguda solo en los ¨²ltimos seis a?os, seg¨²n Oxfam. En Yemen, en Oriente Pr¨®ximo, la situaci¨®n tambi¨¦n es alarmante. Los diversos conflictos armados que han azotado al pa¨ªs desde hace d¨¦cadas lo han dejado devastado. El ¨²ltimo enfrentamiento, que tiene sus ra¨ªces en 2011, producto de la Primavera ?rabe, y que fue escalando hasta convertirse en una guerra civil en 2015, ha puesto a unos 21,6 millones de personas necesitadas de ayuda humanitaria.
Una tregua ¡ªque inici¨® en abril de 2022 y que se ha extendido por nueve meses entre Arabia Saud¨ª y los rebeldes hut¨ªes, que cuentan con el respaldo de Ir¨¢n¡ª ha permitido un respiro. ¡°Ha tenido un impacto positivo porque se han reducido las restricciones a las importaciones, el aeropuerto de San¨¢ se ha abierto a ciertos vuelos y la gasolina est¨¢ entrando m¨¢s f¨¢cilmente. Pero la situaci¨®n sigue siendo dram¨¢tica¡±, comenta el director de Oxfam Interm¨®n en ese pa¨ªs. ¡°Hemos perdido una d¨¦cada en la lucha contra la pobreza¡±, destaca Torero, de la FAO. Este experto indica que, de prolongarse la guerra, el mundo tendr¨ªa un problema de acceso y no de disponibilidad como ahora, pues Rusia y Ucrania reducir¨ªan considerablemente sus exportaciones. ¡°En 2023, prevemos que los precios de los alimentos sigan elevados y que el riesgo de que vuelvan a subir a¨²n es alto¡±, a?ade Patel. ¡°Estamos ante una crisis de hambre como no la hemos visto antes¡±, concluye Mueller.
Arif Husain (ONU): ¡°Hace muchos a?os que no se ve¨ªa una hambruna como la actual¡±
Arif Husain, economista jefe del Programa Mundial de Alimentos de la ONU (WFP, por sus siglas en ingl¨¦s), es poco optimista sobre el futuro alimentario del planeta. Sobre todo le preocupa un nuevo ascenso de los precios internacionales de los principales alimentos. ¡°No veo todav¨ªa las razones estructurales por las que los precios est¨¢n bajando ahora¡±, afirma. En una entrevista por videoconferencia, Husain habla desde Roma sobre el crecimiento del hambre aguda, de la cotizaci¨®n del arroz (que recomienda vigilar) y de las exportaciones de comestibles, en manos de una decena de pa¨ªses: ¡°Hemos puesto los huevos en muy pocas cestas¡±.
Pregunta. ?Cu¨¢l es la situaci¨®n del hambre en el mundo?
Respuesta. Respecto al hambre, hablamos de dos tipos. La cr¨®nica, que es cuando la gente se va a la cama con hambre, porque no tiene suficiente dinero para comprar la suficiente comida que le permita tener una dieta m¨¢s o menos razonable. La segunda es el hambre aguda. Aqu¨ª est¨¢ la gente que no tiene alimentos por un acontecimiento imprevisto (un terremoto, una inundaci¨®n, una sequ¨ªa, una guerra), que ha afectado a su econom¨ªa y que de repente se volvi¨® pobre. Este ¨²ltimo grupo ha ido en aumento desde antes de la covid. En 2019 eran alrededor de 135 millones de personas. Cuando la pandemia golpe¨® al mundo el n¨²mero salt¨® a 276 millones. Despu¨¦s lleg¨® la guerra y en 2022 el dato subi¨® a 349 millones. De ellos, entre 49 y 50 millones viven en una emergencia de hambre. Es decir, que est¨¢n a un paso de la hambruna, y se han sumado al mill¨®n que ya la padec¨ªa antes del conflicto. Entre ellos, Hait¨ª, Somalia, Etiop¨ªa, Yemen¡
P. ?Estamos en una emergencia?
R. Desde hace mucho tiempo no se ve¨ªa una hambruna as¨ª. Influyen varios factores: los conflictos armados [m¨¢s all¨¢ de la invasi¨®n rusa]; el cambio clim¨¢tico; la covid. Adem¨¢s de eso, est¨¢ la guerra en Ucrania. As¨ª que no deber¨ªa sorprendernos un aumento en la inseguridad alimentaria.
P. ?Qu¨¦ pa¨ªses o zonas son las m¨¢s afectadas?
R. La hambruna se ha expandido por todo el mundo. Las personas tienen dificultades para comprar alimentos en diversas zonas. Hay 69 pa¨ªses en los que la inflaci¨®n alimentaria supera el 15%, de estos hay unos cuatro en los que la inflaci¨®n alimentaria es de tres d¨ªgitos: Zimbabue, L¨ªbano, Venezuela y Sud¨¢n. Luego hay otros 10 donde supera el 50%, como en Argentina, Siria, Turqu¨ªa, Sri Lanka, Cuba, Ghana, Ruanda, Myanmar, Hait¨ª.?Cu¨¢les han sido los m¨¢s afectados? Sin duda aquellos que tienen un conflicto, importan sus alimentos, combustibles y fertilizantes.
P. ?El control de los alimentos, en manos de una decena de econom¨ªas, es un gran desaf¨ªo para el futuro de seguridad alimentaria?
R. De muy pocas naciones dependen las exportaciones de todo el mundo, y son a¨²n menos las que poseen estas grandes reservas. Podemos decir que los huevos est¨¢n puestos en pocas cestas. La seguridad alimentaria mundial no est¨¢ diversificada. Y lo peor de todo esto es que no se trata de un problema nuevo. Ya lo era en 2008 [en la ¨²ltima crisis alimentaria global]. Y lo es ahora. Menos de 10 pa¨ªses controlan cerca del 86% de las exportaciones de trigo, el 85% del ma¨ªz, el 78% del arroz y cerca del 87% de la soja. Tambi¨¦n es bastante aterrador cuando se miran las reservas de estos cultivos: menos de cinco pa¨ªses tienen las tres cuartas partes de todas ellas. Solo dos concentran el 82% de las reservas de ma¨ªz [China y Estados Unidos]. Menos de cinco tienen el 82% de las de arroz. Y menos de cuatro pa¨ªses controlan el 93% de las de soja.
P. ?Cu¨¢l es la soluci¨®n para esta desigualdad?
R. Hay que diversificar la seguridad alimentaria, pero no es algo que se pueda hacer en un d¨ªa o en un mes, se requieren a?os. Los pa¨ªses importadores necesitan replantear sus pol¨ªticas agr¨ªcolas, tener planes alternativos en caso de que el plan principal falle. Hay que hacerlo no solo desde el punto de vista de la seguridad econ¨®mica y medioambiental, sino tambi¨¦n para su seguridad nacional. Creo que la guerra en Ucrania nos ha mostrado claramente que debemos reconsiderar lo que pasa con nuestros alimentos y nuestra energ¨ªa.
P. ?Hemos visto ya las mayores subidas de precios en 2022?
R. Hay dos cosas que est¨¢n sucediendo ahora mismo. La primera: los precios de los cereales (trigo, ma¨ªz, aceite de girasol e incluso fertilizantes) han bajado. Est¨¢n a niveles preguerra en Ucrania. Pero no olvidemos que en 2021 los alimentos estaban en su nivel m¨¢s alto en los ¨²ltimos 10 a?os. La segunda es que se est¨¢ destruyendo la demanda. Es decir, la gente est¨¢ dejando de consumir, porque la inflaci¨®n sigue all¨ª. Por lo tanto, si se consume menos, los precios bajan. Para nada estamos fuera de peligro. Todav¨ªa hay mucha incertidumbre.
P. ?A qu¨¦ alimentos tenemos que seguirles la pista de cerca?
R. Al arroz. Sus precios han empezado a moverse tarde, est¨¢n subiendo gradualmente. Recordemos que, en 2008, fue uno de los cereales que m¨¢s aument¨® [un 80%], y fue el que m¨¢s golpe¨® a las econom¨ªas africanas. ?Por qu¨¦ hay que seguirlo? Porque su producci¨®n ha sido menor [afectada por la disponibilidad de fertilizantes]. Y, en general, porque no veo todav¨ªa las razones estructurales por las que los precios de los alimentos est¨¦n bajando. La gente est¨¢ consumiendo menos y eso significa que estamos avanzando lentamente hacia una recesi¨®n. Una cosa que me preocupa mucho es que hay pa¨ªses con una deuda alta y que no pueden comprar alimentos. Tenemos que encontrar un mecanismo con el que puedan hacerse con comida, combustible e insumos. Porque los gobiernos est¨¢n gastando m¨¢s dinero para comprar menos comida.
P. ?Se les deber¨ªa condonar la deuda?
R. Esto es lo que estoy impulsando. Tenemos que empezar a pensar o en aliviar la deuda o en aliviar el hambre de las personas. Hay que asegurarnos de que los gobiernos tienen los recursos para pagar sus alimentos y sus fertilizantes. Pero, obviamente, esto es para los pa¨ªses que se encuentran en un alto nivel de estr¨¦s.
Gestionar mejor los desperdicios
En el mundo hay comida para todos. Mientras la producción de alimentos se ha multiplicado al menos 3,6 veces desde hace 70 años, la población lo ha hecho solo 2,5 veces. “La causa del hambre y la desnutrición es la pobreza”, afirma la OCDE. Para lograr un mayor acceso, dice la FAO, hay que incentivar la movilidad de los alimentos, usar nuevas tecnologías para producir, tener un consumo más eficiente de los insumos (hasta un 50% de los fertilizantes se derrochan) y desperdiciar menos. Unos 1.300 millones de toneladas (útiles para alimentar a 3.000 millones de personas) van a la basura al año. En los países más pobres se desperdicia en la producción y el almacenamiento. Los monocultivos de una sola cosecha son muy vulnerables a las plagas. En el norte global se hace al final de la cadena. “Los consumidores esperan productos inmaculados, siempre de temporada y perfectos”, dice Raj Patel, estudioso de la crisis alimentaria. En España, cada ciudadano tira 28,21 kilos. “Esto se podría reducir cambiando el comportamiento de la gente”, comenta Máximo Torero.
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