La persistencia del IPC
El traslado del ¡®shock¡¯ energ¨¦tico y de otros costes al resto de precios no se ha completado a¨²n

Las presiones inflacionarias tienen pinta de ser m¨¢s persistentes de lo anticipado, con un IPC que apenas se ha beneficiado de las rebajas de enero o de los recortes de IVA, y con los alimentos disparados, avivando el descontento social. Detr¨¢s de las cifras agregadas, sin embargo, aparecen tendencias de fondo que pueden ser ¨²tiles de cara al buen dise?o de la pol¨ªtica contra la inflaci¨®n, tanto la fiscal como la monetaria.
Y es que los efectos de la desescalada de la primera onda expansiva de costes empiezan a notarse en el periodo m¨¢s reciente. As¨ª pues, desde el mes de agosto ¡ª?cl¨ªmax de la crisis del gas y de los alimentos¡ª el IPC energ¨¦tico ha registrado un descenso cercano al 17%. El de alimentos no elaborados, los m¨¢s golpeados por la sequ¨ªa y el encarecimiento de los fertilizantes y otros insumos, se ha desacelerado hasta valores inferiores al 3%, menos de la mitad que durante la primera parte del pasado ejercicio.
Naturalmente, el shock inicial todav¨ªa se est¨¢ trasladando al resto de precios. Pero esos efectos indirectos tambi¨¦n se est¨¢n frenando: el n¨²cleo central de precios, es decir, sin contar la energ¨ªa y los alimentos, est¨¢ creciendo a un ritmo anual del 3,6%, casi la mitad que durante el periodo central del shock. Los alimentos elaborados tambi¨¦n se encaminan a una desaceleraci¨®n, especialmente en el periodo m¨¢s reciente ¡ªsi bien desde tasas muy elevadas y de manera desigual¡ª. Todo ello deber¨ªa reflejarse en los datos agregados a partir de la primavera, cuando el efecto escal¨®n posterior a la invasi¨®n de Ucrania haya desaparecido.
En suma, el traslado de la primera ola de inflaci¨®n al conjunto del aparato productivo est¨¢ amainando, pero de manera muy gradual. Vamos en la buena direcci¨®n, pero la gradualidad de la desescalada eleva el riesgo de cronificaci¨®n, especialmente en los sectores caracterizados por la falta de competencia. Es por ello que algunos socios europeos han fortalecido el papel de la autoridad de vigilancia de los mercados, con instrumentos que facilitan la comparaci¨®n de precios como en Francia (similar al que existe en la CNMC para las tarifas el¨¦ctricas) o la denuncia de pr¨¢cticas anticompetitivas. V¨¦ase la estrategia de 360 grados de Portugal. Seg¨²n un estudio reciente de la OCDE, este tipo de pol¨ªticas es susceptible de contribuir a limitar la inflaci¨®n (los llamados efectos de segunda ronda), y no solo a incidir favorablemente en el nivel de los precios.
Por otra parte, el contexto es propicio a una mayor focalizaci¨®n de las ayudas en torno a los colectivos vulnerables; de lo contrario, los esfuerzos ser¨¢n insuficientes para las personas m¨¢s necesitadas y perjudiciales para el erario p¨²blico. Es preferible, y a la vez menos costoso, elevar las transferencias monetarias condicionadas a un cierto umbral de ingresos, como en el caso de la ayuda de 200 euros recientemente decidida por el Gobierno, que recortar el IVA de manera generalizada. Estos recortes, adem¨¢s, solo sirven para abaratar puntualmente los productos, sin ning¨²n impacto en las din¨¢micas, con el riesgo a?adido de que la medida sea absorbida por los m¨¢rgenes empresariales.
Entre tanto, el protagonismo est¨¢ en el Banco Central Europeo (BCE). La lenta y desigual desescalada de la inflaci¨®n que se aprecia en Espa?a es tambi¨¦n perceptible en el resto de pa¨ªses de la zona euro. Por otra parte, ya se constatan se?ales contractivas como consecuencia de las subidas de tipos de inter¨¦s y su reflejo en el eur¨ªbor. Las condiciones de acceso a los pr¨¦stamos bancarios se endurecen mientras se contrae la concesi¨®n de nuevos pr¨¦stamos, preludio de un enfriamiento de la demanda. Todo ello, junto con la necesidad de incorporar el tiempo de latencia entre los ajustes monetarios y sus efectos en la econom¨ªa, aboga por atino en la acci¨®n del banco central en sus esfuerzos por aplacar la inflaci¨®n. Pero sin generar una recesi¨®n.
Precios
El índice de precios al consumo registró en enero un descenso del 0,2%, inferior al registrado el mismo mes del año pasado, lo que ha elevado la tasa de inflación hasta el 5,9%. El incremento ha procedido de todos los componentes del índice subyacente, que es de donde proceden en estos momentos las mayores presiones inflacionistas: pese a la bajada de los costes energéticos y de otros costes, la transmisión de los ascensos anteriores puede no haberse completado. Sin embargo, el diferencial de inflación con la eurozona sigue siendo favorable a España (2,6 puntos porcentuales).
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