El invierno demogr¨¢fico amenaza la econom¨ªa mundial
El envejecimiento y la futura ca¨ªda de poblaci¨®n condicionan las pol¨ªticas p¨²blicas y el crecimiento
No hay m¨¢s que salir a la calle para intuir el movimiento de placas tect¨®nicas que conforman la demograf¨ªa y la econom¨ªa mundial en las pr¨®ximas d¨¦cadas. Toparse con unos padres primerizos empieza a ser tarea ardua en los barrios m¨¢s envejecidos de Madrid, Roma, Se¨²l o Tokio, donde los andadores y los bastones superan por mucho a los carritos de beb¨¦. Y donde los vendedores de productos infantiles se las ven y se las desean para seguir adelante. La selecci¨®n de ciudades no es arbitraria: los dos epicentros de este terremoto sin precedentes est¨¢n en Europa del Sur y en el Asia rica. Sin embargo, la cuesti¨®n del envejecimiento es cada d¨ªa m¨¢s global. Y sus repercusiones econ¨®micas, de magnitudes dif¨ªciles de imaginar desde la comodidad adormecida del presente.
La humanidad se ha pasado casi dos siglos temiendo que los l¨²gubres postulados del economista y dem¨®grafo brit¨¢nico Thomas Malthus se convirtiesen en realidad: que no hubiese alimentos suficientes para una poblaci¨®n mundial en imparable trayectoria ascendente. Hoy, bien entrado el siglo XXI, parece claro que el mundo rico se enfrenta exactamente a lo contrario: a los retos de una sociedad que se hace mayor a marchas forzadas; en la que todos los esfuerzos por revivir la natalidad se est¨¢n demostrando infructuosos, y en la que solo un factor, el aumento de la esperanza de vida, ha evitado que la poblaci¨®n haya iniciado la trayectoria descendente. Todav¨ªa.
La sacudida es especialmente fuerte en Espa?a, en Italia, en Jap¨®n o en Corea del Sur, pero no solo: los pa¨ªses emergentes, cuyo s¨®lido crecimiento de las ¨²ltimas d¨¦cadas ha tenido como principal mimbre la amplia disponibilidad de una fuerza de trabajo joven, abundante y barata, enfrenta ahora el s¨ªndrome de la pir¨¢mide poblacional invertida. Hasta China, avanzadilla del mundo del ma?ana y el pa¨ªs que durante m¨¢s de tres d¨¦cadas ¡ª?hasta 2016¡ª tuvo en vigor la pol¨ªtica de un solo hijo por familia para frenar su explosi¨®n demogr¨¢fica, ve las orejas al lobo. No solo es que la India le acabe de arrebatar el t¨ªtulo de naci¨®n m¨¢s poblada, tras m¨¢s de un siglo en cabeza. Es que su m¨¢ximo de habitantes queda ya atr¨¢s: se alcanz¨® el a?o pasado, mucho antes de lo previsto. Y con ¨¦l se marchar¨¢, tambi¨¦n, el modelo de bajos salarios que tantos r¨¦ditos le ha dado.
La poblaci¨®n mundial casi se ha cuadruplicado en las siete ¨²ltimas d¨¦cadas, hasta los actuales 8.000 millones de habitantes. Ese crecimiento seguir¨¢ en los pr¨®ximos a?os, en gran medida ¡ªseg¨²n los datos de Naciones Unidas¡ª por el aumento de la esperanza de vida al nacer, que ya se sit¨²a en casi 73 a?os ¡ªen Espa?a, uno de los pa¨ªses m¨¢s longevos del mundo, la cifra crece hasta los 83¡ª. Pero el ritmo ir¨¢ paulatinamente a menos, hasta alcanzar la fase m¨¢s cr¨ªtica en el tramo final de este siglo, cuando la curva empezar¨¢ a doblegarse. Para entonces, el impacto sobre el PIB ser¨¢ palmario.
¡°El golpe econ¨®mico ser¨¢ sustancial. Tanto como para rivalizar frente a otras megatendencias como el cambio clim¨¢tico o la inteligencia artificial¡±, sugiere Andrew Mason, profesor em¨¦rito de la Universidad de Haw¨¢i y experto en econom¨ªa demogr¨¢fica, que cifra el tajo sobre el crecimiento global de un punto porcentual: del 3,6% registrado entre 1950 y 2020 al 2,6% entre 2021 y 2060. ¡°El crecimiento se reducir¨¢ en la medida en que la productividad no aumente y la poblaci¨®n en edad de trabajar empiece a contraerse¡±, completa Berkay ?zcan, profesor de Demograf¨ªa Econ¨®mica y Social de la London School of Economics (LSE), que apuesta por una manifestaci¨®n de da?os lenta, gradual. Lo que sigue es un esbozo somero de lo que est¨¢ por venir:
Jubilaciones, mercado laboral y gasto sanitario: la madre de todas las batallas. El tetris que varios pa¨ªses europeos ¡ªentre ellos Espa?a¡ª llevan enfrentando desde hace a?os llegar¨¢ antes o despu¨¦s al resto del mundo: c¨®mo garantizar unos ingresos razonables cuando se sale del mercado de trabajo por razones de edad. Un dilema que ofrece muy pocas salidas: subir los impuestos o aumentar la edad de jubilaci¨®n.
¡°Hay que invertir m¨¢s en el capital humano de los j¨®venes, ampliar la tasa de participaci¨®n femenina en el mercado de trabajo y retrasar la edad de jubilaci¨®n¡±, asegura Karen Eggleston, investigadora de la Universidad de Stanford y del National Bureau of Economic Research (NBER) estadounidense. Las dos primeras recetas no solo son indoloras, sino que favorecer¨ªan a dos sectores de la sociedad tradicionalmente penalizados. La tercera, aunque imprescindible a ojos de la media docena de especialistas consultados, es mucho m¨¢s dif¨ªcil de llevar a cabo. Las protestas contra la reciente reforma de las pensiones de Emmanuel Macron son la mejor muestra de ello. Y una prueba m¨¢s de la vigencia de aquella c¨¦lebre sentencia del expresidente de la Comisi¨®n Europea Jean-Claude Juncker: ¡°Todos sabemos lo que tenemos que hacer, pero no c¨®mo ganar las elecciones despu¨¦s¡±.
La gran trampa a la hora de afrontar este nuevo entorno es la brecha entre el corto plazo ¡ªen el que se desarrolla el grueso del debate p¨²blico y de la actividad pol¨ªtica¡ª y el largo ¡ªen el que cristalizan las reformas que perduran¡ª. Una dicotom¨ªa agravada por la propia composici¨®n del electorado: ¡°Los mayores suelen prestar menos atenci¨®n a la sostenibilidad y m¨¢s al crecimiento econ¨®mico cortoplacista¡±, resume ?zcan, de la LSE.
Pero si algo preocupa al soci¨®logo Alberto Palloni, profesor em¨¦rito de la Universidad de Wisconsin-Madison, es el gasto sanitario. ¡°Es, de largo, el mayor componente de los llamados costes del envejecimiento¡±, anota. ¡°Un gran n¨²mero de personas entrar¨¢n en edades en las que las enfermedades cr¨®nicas y los riesgos de discapacidad aumentan r¨¢pidamente, as¨ª que los pa¨ªses de renta media y alta tendr¨¢n que sufragar estos con m¨¢s impuestos o desviando dinero de otras partidas¡±.
En este escenario in¨¦dito ¡ªno hay precedentes de un achicamiento de la poblaci¨®n en tiempos libres de guerra, hambre o pestes¡ª, ¡°que las sociedades prosperen o tropiecen depender¨¢ de su capacidad para anticiparse, adaptar su mercado de trabajo, su sanidad y su sistema de pensiones; no se puede culpar a las mujeres por la baja natalidad, avivar las guerras culturales o buscar chivos expiatorios¡±, avisa Eggleston. ¡°Hay que atacar el problema con las dos armas que tenemos en este momento: subir la edad de jubilaci¨®n y flexibilizar las pol¨ªticas migratorias para que puedan venir m¨¢s personas¡±, remata Timothy Kehoe, de la Universidad de Minnesota.
La inmigraci¨®n: fundamental, pero no panacea. El ¨²nico factor que est¨¢ permitiendo atemperar la imparable curva del envejecimiento en los pa¨ªses ricos es la llegada de familias j¨®venes en busca de una vida mejor. Este impulso, sin embargo, no puede resolver por s¨ª solo todo el marasmo demogr¨¢fico. ¡°Por supuesto que ayuda: es, de hecho, el ¨²nico canal de ajuste en el corto y medio plazo. Pero dif¨ªcilmente podr¨¢ compensarlo del todo¡±, opina Uwe Sunde, profesor de la Universidad de M¨²nich y fellow del Instituto Federal de Investigaciones sobre la Poblaci¨®n de Alemania.
A la larga, algunos trazos invitan a pensar en que cada vez ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil para Europa atraer talento. Antes o despu¨¦s, los pa¨ªses emisores tambi¨¦n caer¨¢n bajo las garras del envejecimiento. Y, quiz¨¢ m¨¢s importante, cada vez m¨¢s pa¨ªses ¡ªentre ellos, muchos emergentes¡ª necesitar¨¢n m¨¢s mano de obra: la competencia por los mejores perfiles laborales, hoy solo limitada por la miop¨ªa de la ultraderecha, dejar¨¢ de ser una cuesti¨®n occidental para convertirse en un fen¨®meno global.
Hay, adem¨¢s, una raz¨®n para augurar que el potencial rejuvenecedor de la inmigraci¨®n puede ser limitado: m¨¢s pronto que tarde, recuerda ?zcan, los reci¨¦n llegados tienden a mimetizarse con los locales en lo que a n¨²mero de hijos se refiere. As¨ª que el efecto positivo sobre la natalidad total del pa¨ªs de destino se concentra, fundamentalmente, en la primera generaci¨®n. Despu¨¦s se evapora.
M¨¢s all¨¢ del PIB. Visto con un m¨ªnimo de optimismo, cabr¨ªa pensar que, aunque el tama?o total de las econom¨ªas terminar¨¢ por contraerse al son del envejecimiento y ¡ªsobre todo¡ª de la merma demogr¨¢fica, el PIB por habitante podr¨ªa aguantar mejor el envite. Y que, de hecho, incluso podr¨ªa crecer: aplicando el viejo s¨ªmil de la tarta, estar¨ªamos hablando de una tarta de parecido tama?o ¡ªo solo ligeramente m¨¢s peque?a¡ª a repartir entre menos comensales.
Mason, de la Universidad de Haw¨¢i, se atreve incluso a proyectar un impacto ¡°favorable, aunque modesto¡± sobre el bienestar colectivo. El ahorro individual, argumenta, crecer¨¢, iniciando un c¨ªrculo virtuoso. ¡°En los pa¨ªses con menor fertilidad, adem¨¢s, el gasto educativo por hijo ha alcanzado niveles muy altos. Y eso tambi¨¦n se traduce en una mayor productividad y en una mejora de la calidad de vida¡±, sostiene el acad¨¦mico.
¡°Lo que est¨¢ claro es que vamos a tener que acostumbrarnos a crecimientos positivos del producto por persona en edad de trabajar y a crecimientos cero, o incluso negativos, en valores absolutos¡±, expone Kehoe. Esta nueva realidad, recuerda, asoma el hocico en Jap¨®n desde hace m¨¢s de una d¨¦cada, cuando la poblaci¨®n empez¨® a caer, y nos obliga a ¡°analizar todo en otras claves¡±, m¨¢s all¨¢ del PIB. ¡°No soy pesimista: simplemente vamos a tener que acostumbrarnos a un menor crecimiento en t¨¦rminos absolutos. Y a no verlo con p¨¢nico¡±.
El debate est¨¢ servido. ¡°Es muy improbable que eso [el desacoplamiento entre PIB total y PIB por habitante] suceda¡±, argumenta ?zcan, de la LSE. ¡°Y, de ocurrir, no significar¨ªa nada: la renta per capita no es un buen indicador del bienestar¡±. En ¨²ltima instancia, recuerda, solo un aumento de la productividad puede dar la vuelta a las tornas.
La salida del laberinto: automatizaci¨®n ?e inteligencia artificial? En el largo plazo solo hay dos formas de hacer funcionar el engranaje de una econom¨ªa: que crezca la poblaci¨®n o la productividad. Cuando la primera v¨ªa quede anulada ¡ª?para m¨¢s precisi¨®n, la ONU calcula que el mundo empezar¨¢ a perder habitantes en 2086¡ª, solo quedar¨¢ la segunda. Que es, de hecho, la ¨²nica que de verdad permite una mejora sostenida de las condiciones materiales de vida.
La lectura pesimista es que, pese al impulso tecnol¨®gico, la productividad lleva a?os creciendo a un ritmo menor de lo previsto: ¡°La era de los ordenadores se puede ver en todas partes menos en las estad¨ªsticas de productividad¡±, dec¨ªa hace ya m¨¢s de tres d¨¦cadas el Nobel Robert Solow, ilustrando una tendencia que no ha cambiado desde entonces.
La optimista es que hay varios elementos que permiten pensar en una pronta mejora. La escasez de mano de obra en los pa¨ªses ricos est¨¢ acelerando la automatizaci¨®n. La robotizaci¨®n sigue y seguir¨¢ ganando terreno. Y la inteligencia artificial, hoy en boca de todos, promete una vuelta de tuerca a la madre del cordero de la econom¨ªa: c¨®mo hacer m¨¢s con menos.
¡°Habr¨¢ un impulso de la automatizaci¨®n y la innovaci¨®n, lo que se dejar¨¢ sentir en la productividad¡±, conf¨ªa Sunde, de la Universidad de M¨²nich. Las propias tendencias demogr¨¢ficas, sin embargo, reman en contra: cuanto m¨¢s mayores somos, menos innovamos. ¡°Quienes crean empresas suelen tener entre 30 y 45 a?os, as¨ª que los economistas tenemos argumentos s¨®lidos para temer un sistema m¨¢s est¨¢tico¡±, subraya el profesor Kehoe.
El impulso educativo se antoja fundamental. ¡°Los pa¨ªses en fase de envejecimiento no pueden permitirse que parte de los j¨®venes est¨¦n desempleados o subempleados, o que no tengan las habilidades que necesita el mercado laboral¡±, avisa Sunde.
La paradoja emergente: ser viejo sin antes ser rico. El lado pr¨®spero del mundo, aunque minoritario, tiene una tendencia natural al an¨¢lisis lineal: a mirarse el ombligo y obviar lo que ocurre fuera. En cuestiones demogr¨¢ficas, el error es doble: ¡°El envejecimiento de los pa¨ªses de altos ingresos es y ser¨¢ diferente que el de los pa¨ªses de ingresos medios y bajos. Son historias completamente distintas¡±, avisa Palloni.
Aunque de forma m¨¢s gradual y tard¨ªa, sin embargo, el mundo emergente tambi¨¦n est¨¢ inexorablemente abocado a asomarse al balc¨®n del nuevo orden demogr¨¢fico. Con un a?adido: el de tener una poblaci¨®n envejecida sin antes haberse convertido en econom¨ªas avanzadas. ¡°No hay precedentes de nada similar y me preocupa, incluso, m¨¢s que Europa: no estamos mirando a China ni a India, y es donde m¨¢s problemas puede haber¡±, desliza Kehoe. El mejor ejemplo, dice, es Pek¨ªn: ¡°Su modelo de bajos salarios ha funcionado bien durante 50 a?os gracias a la emigraci¨®n interna, del campo a la ciudad. Pero no est¨¢ claro que vaya a hacerlo a partir de ahora, con la poblaci¨®n envejeciendo y contray¨¦ndose¡±.
?frica: una pir¨¢mide como oportunidad. La contracara del declive demogr¨¢fico de Occidente, buena parte de Asia e incluso de Am¨¦rica Latina, ?frica ¡ªel continente m¨¢s joven del mundo¡ª, tiene una ocasi¨®n de oro para subirse a un tren, el del desarrollo, que se le resiste desde tiempos inmemoriales. ¡°El r¨¢pido aumento de su fuerza laboral puede alimentar el crecimiento, sobre todo a la luz de las din¨¢micas demogr¨¢ficas en el resto del mundo¡±, sostiene Mason.
El continente africano ser¨¢ el ¨²nico recodo del mundo donde la pir¨¢mide poblacional tendr¨¢ una estructura reconocible, no invertida. Y en la que el bono demogr¨¢fico seguir¨¢ siendo una realidad en los pr¨®ximos a?os. ¡°Intentar construir una econom¨ªa mundial pr¨®spera sin invertir all¨ª equivaldr¨ªa a intentar impulsar la revoluci¨®n tecnol¨®gica de los a?os dos mil sin contar con Silicon Valley. Estar¨ªan desperdiciando el futuro¡±, sintetizaba recientemente, en EL PA?S, Melinda French Gates. Con todo, Sunde apela a la prudencia: ¡°La debilidad de sus instituciones puede hacer que estas oportunidades no se acaben materializando y que los dividendos de la demograf¨ªa acaben siendo menores de lo previsto¡±.
Jap¨®n, laboratorio de ancianos
INMA BONET, Pek¨ªn
Casi la mitad de los pa¨ªses del mundo no tienen ni?os suficientes para mantener el tama?o de sus poblaciones. Y uno en concreto se ha convertido en el laboratorio del que el resto podr¨¢ extraer lecciones sobre el impacto econ¨®mico de este fen¨®meno: Jap¨®n.
La poblaci¨®n japonesa lleva contray¨¦ndose 12 a?os consecutivos, seg¨²n datos oficiales. La naci¨®n del sol naciente se enfrenta, adem¨¢s, a un reto de envejecimiento sin precedentes que a?ade incertidumbre al futuro de su econom¨ªa, la tercera m¨¢s grande del planeta, por detr¨¢s de la de EE UU y China. La sociedad nipona es la segunda m¨¢s anciana, solo superada por la del peque?o principado de M¨®naco. El Banco Mundial estima que el 30% de los japoneses son mayores de 65 a?os y que, para el a?o 2030, uno de cada tres tendr¨¢ m¨¢s de 65 a?os, y uno de cada cinco, m¨¢s de 75.
Esta crisis demogr¨¢fica es consecuencia, por un lado, del aumento de la esperanza de vida (hace medio siglo rondaba los 72 a?os de media, y en 2021, los 84) y, por otro, de la tendencia a la baja en el n¨²mero de nacimientos. Desde mediados de la d¨¦cada de 1970, la tasa de fecundidad ha sido incapaz de mantenerse por encima del nivel de reemplazo (fijado en 2,1 hijos por mujer en edad f¨¦rtil) y en 2022 se desplom¨® a un m¨ªnimo hist¨®rico de 1,26, de acuerdo con el Ministerio de Salud.
Con el objetivo de ¡°abordar con la m¨¢xima prioridad¡± esta ¡°crisis existencial¡±, el primer ministro, Fumio Kishida, se ha comprometido a aumentar el presupuesto de las pol¨ªticas de atenci¨®n a la infancia en unos 3,5 billones de yenes (22.358 millones de euros) anuales durante los pr¨®ximos tres a?os.
Shiro Armstrong, doctor en Econom¨ªa y director del Centro de Investigaci¨®n Australia-Jap¨®n de la Universidad Nacional de Australiana, reconoce que los subsidios ¡°pueden ayudar¡±, pero apunta que la clave est¨¢ en que ¡°las mujeres no tengan que elegir entre tener hijos o una carrera¡±. Jap¨®n ocupa la posici¨®n n¨²mero 125 de 146 (la m¨¢s baja de toda Asia Oriental y el Pac¨ªfico) en el informe de 2023 sobre la brecha de g¨¦nero del FMI. Si bien el 64% de las japonesas trabajan, la mayor¨ªa lo hacen a tiempo parcial.
Otra soluci¨®n, en su opini¨®n, es reducir las barreras a la inmigraci¨®n: ¡°En 2019 se aprobaron nuevos tipos de visados para abrirse al mundo gradualmente; hay que continuar en esa l¨ªnea¡±. La proporci¨®n de residentes extranjeros en Jap¨®n en 2020 fue del 2,2%, pero se espera que aumente hasta el 10,8% en 2070. ¡°No se trata de una cuesti¨®n solo de despoblaci¨®n; es que no hay gente suficiente para tomar las riendas de peque?os y medianos negocios¡±, destaca Armstrong.
¡°El envejecimiento es el problema real¡±, enfatiza. Jap¨®n tiene cifras de productividad equiparables a las de EE UU, seg¨²n datos de Trading Economics, ¡°pero conforme la tasa de dependencia aumente, la productividad se ver¨¢ afectada¡±, se?ala Armstrong. El primer golpe lo han recibido las industrias m¨¢s grandes, como la automotriz y la electr¨®nica, que est¨¢n perdiendo la mano de obra necesaria para continuar con el ritmo de producci¨®n actual. Esa desproporci¨®n entre jubilados y nuevos contratados presenta una amenaza a largo plazo para la posici¨®n de liderazgo econ¨®mico y tecnol¨®gico del que goza Jap¨®n. De hecho, el FMI alerta de que el PIB japon¨¦s se reducir¨¢ un 1% anual durante los pr¨®ximos 30 a?os debido a cuestiones puramente demogr¨¢ficas.
¡°Los japoneses est¨¢n muy preocupados por sus pensiones¡±, afirma Armstrong, ¡°pero no est¨¢n dispuestos a hacer concesiones¡±, agrega. En 2020, el gasto p¨²blico en pensiones fue del 9,7% del PIB, dos puntos por encima de la media de la OCDE, y se calcula que alcanzar¨¢ el 12,1% en 2030. La financiaci¨®n del gasto p¨²blico a?ade presi¨®n a las autoridades; al cierre del ¨²ltimo a?o fiscal (2022), la deuda nacional hab¨ªa alcanzado el 263% del PIB, la m¨¢s alta de cualquier naci¨®n desarrollada. El Ministerio de Sanidad, Trabajo y Bienestar planea para 2024, entre otras reformas, ampliar el periodo de cotizaci¨®n de los 40 a?os actuales a 45.
Armstrong opina que se requiere de ¡°un gran cambio social¡± para estabilizar la poblaci¨®n activa, ¡°ya que es imposible revertir la tendencia a la baja de la natalidad¡±. La tecnolog¨ªa, la inteligencia artificial y la automatizaci¨®n ¡°est¨¢n ayudando a ello¡±, apostilla.
La bonanza mexicana se agota
KARINA SU?REZ, M¨¦xico
La ventaja demogr¨¢fica de M¨¦xico se est¨¢ agotando. La segunda econom¨ªa de Am¨¦rica Latina, con m¨¢s de 126 millones de habitantes, a¨²n puede presumir de que m¨¢s del 66,3% de su poblaci¨®n, unos 83,6 millones de habitantes, se encuentran en edad productiva, es decir, entre los 15 y 64 a?os. Sin embargo, tanto los pron¨®sticos oficiales como aquellos elaborados por analistas independientes coinciden en que este porcentaje entrar¨¢ en declive por un proceso paulatino de envejecimiento poblacional a partir de 2030.
Hasta ahora, M¨¦xico ha gozado de un crecimiento sostenido de su poblaci¨®n y, por ende, de una mayor cantidad de personas en edad de trabajar respecto al grupo dependiente, aquellos que est¨¢n fuera del mercado laboral porque son muy j¨®venes o muy viejos. Los vientos demogr¨¢ficos favorables comenzaron en 1970. Sin embargo, el segmento de la poblaci¨®n anciana va en ascenso: el ¨ªndice de envejecimiento ¡ªn¨²mero de personas mayores de 60 a?os por cada 100 ni?os y j¨®venes¡ª pas¨® del 26,4% en 2005 al 47,7% en 2020, de acuerdo con las cifras del Instituto Nacional de Estad¨ªstica y Geograf¨ªa (Inegi).
?Cu¨¢ndo terminar¨¢ en M¨¦xico su ventaja demogr¨¢fica? Varios expertos coinciden en que la venta de oportunidad del llamado bono demogr¨¢fico se est¨¢ agotando y M¨¦xico no ha hecho lo necesario para aprovechar en su totalidad el empuje de una poblaci¨®n con capacidad de trabajar, producir, ahorrar e invertir.
Rodolfo de la Torre, director de movilidad social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), explica que el alto nivel de informalidad en M¨¦xico resume bien la situaci¨®n. ¡°S¨ª, est¨¢ absorbi¨¦ndose esta mano de obra, pero no con el m¨¢ximo potencial posible. ?Qu¨¦ quiere decir esto? Que se incorpora cada vez m¨¢s mano de obra, pero cada trabajador, en lugar de tener la mayor producci¨®n posible, se enfrenta a bajos niveles salariales y de productividad¡±, se?ala.
Hasta mayo, la poblaci¨®n laboral informal en M¨¦xico rebas¨® la cifra de 32,1 millones de personas y la tasa de informalidad laboral fue del 55,2% de la poblaci¨®n ocupada, seg¨²n la m¨¢s reciente Encuesta Nacional de Ocupaci¨®n y Empleo. De la Torre prev¨¦ que al pa¨ªs a¨²n le restan entre 15 a 20 a?os de bono demogr¨¢fico; no obstante, advierte de que el horizonte ya muestra un descenso en la tendencia, y eso significa que el margen para generar pol¨ªticas p¨²blicas a favor de este fen¨®meno demogr¨¢fico ser¨¢ limitado. Entre los cambios que, en su opini¨®n, son prioritarios est¨¢ la universalizaci¨®n de la seguridad social. Una meta que varios gobiernos han intentado cristalizar, pero que no han fructificado. El especialista apunta que para lograr el acceso de sanidad a los m¨¢s de 126 millones de mexicanos se requiere que este derecho sea financiado mediante los impuestos generales y no a trav¨¦s de las contribuciones obrero-patronales como ocurre ahora, una v¨ªa que a su parecer desincentiva el empleo formal.
¡°En el caso de M¨¦xico, nosotros somos todav¨ªa exportadores de mano de obra a trav¨¦s de los migrantes, pero llegar¨¢ un momento en donde el crecimiento de nuestra poblaci¨®n ya no ser¨¢ tan alto y ya no habr¨¢ tantos j¨®venes que salgan del pa¨ªs. Entonces tendremos que mirarnos en el espejo de los pa¨ªses europeos, preguntarnos qui¨¦n va a pagar todos los gastos de pensiones, de salud, y ah¨ª no est¨¢ claro, no se ha hecho una reforma fiscal que pueda dar viabilidad a estos gastos hacia futuro¡±, zanja De la Torre.
La investigadora M¨®nica Orozco hace hincapi¨¦ en que el llamado bono demogr¨¢fico mexicano est¨¢ por convertirse en un pagar¨¦ demogr¨¢fico con m¨¢s costes que beneficios, dado el elevado riesgo de un alto coste en las pensiones, de la reducci¨®n de la poblaci¨®n econ¨®micamente activa y del incremento exponencial en los cuidados para los adultos mayores de 60 a?os. ¡°Ya vamos muy tarde, pero a¨²n hay margen de maniobra, sobre todo a partir de fortalecer la econom¨ªa del cuidado. La meta inmediata que ya est¨¢ aqu¨ª, a la vuelta, es que el pr¨®ximo gobierno va a tener que rendir cuentas en la Agenda 2030, sobre los objetivos de desarrollo sostenible, y algunos de estos temas est¨¢n directamente relacionados con el bono demogr¨¢fico, como son educaci¨®n y trabajo digno e igualdad de g¨¦nero¡±, apunta Orozco.
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