La otra vida (ilegal) de los trasteros que enfada a los vecinos: de plantaciones de marihuana a clases de yoga
Estos espacios se han reinventado y algunos propietarios los usan como viviendas, centros de trabajo, talleres de bricolaje
Los trasteros ya no solo sirven para el almacenamiento de muebles y enseres. A veces, se reinventan para dar cabida a otras actividades m¨¢s inusuales, y a veces ilegales, que generan conflictos entre los vecinos. Estos espacios se habilitan como centro de trabajo, para el cultivo de marihuana y, en alg¨²n caso, se transforman en viviendas ilegales. ¡°Recuerdo c¨®mo un trastero de 52 metros cuadrados cercano a la calle Vel¨¢zquez (Madrid) se convirti¨® en un centro de trabajo de una profesora de yoga. Sin pedir permiso ni autorizaci¨®n de la comunidad de propietarios, realiz¨® la conducci¨®n, canalizaci¨®n y conexi¨®n a la placa del portero autom¨¢tico de la entrada a la finca para abrir a los clientes cuando el conserje no se encontraba¡±, cuenta un administrador de fincas de la zona.
Las constantes ca¨ªdas de fluido el¨¦ctrico y un fuerte olor en una comunidad en la zona de Sanchinarro, en Madrid, ¡°acabaron descubriendo una peque?a plantaci¨®n de plantas de marihuana en uno de los trasteros de la comunidad¡±, relata otro administrador. Cultivos que tambi¨¦n han sido desmantelados en trasteros de La Palma, Albacete, Zaragoza¡ Incluso hay quien ha usado estos espacios, los m¨¢s h¨²medos del edificio, para el cultivo de hongos y la instalaci¨®n de un acuario para cultivar coral.
Una pr¨¢ctica que se repite entre los vecinos es el uso de los trasteros para actividades de bricolaje con sierras de corte, soldadores y productos t¨®xicos o inflamables para los que no est¨¢n concebidos estos espacios. Adem¨¢s, no hay que olvidar que, en la pr¨¢ctica totalidad de los casos, el consumo de energ¨ªa el¨¦ctrica corre por cuenta de la comunidad de propietarios.
Los propietarios pueden tomar distintas medidas para acabar con las actividades ilegales en los trasteros. ¡°Deben ponerlo en conocimiento del organismo municipal competente para que realice las funciones de control, vigilancia y sanci¨®n correspondiente y, adem¨¢s, tienen que avisar a la comunidad de propietarios para que adopte las medidas oportunas. Estas van desde el requerimiento extrajudicial a esos propietarios o usuarios, hasta la interposici¨®n de una demanda judicial para conseguir la tutela judicial efectiva, toda vez que las comunidades de propietarios no tienen potestad sancionadora¡±, explica Roberto Mangas, letrado especializado en propiedad horizontal.
Sin embargo, judicializar el tema, adem¨¢s de ser un proceso lento y costoso, puede deteriorar las relaciones vecinales, por lo que Mangas recomienda resolver el problema de la manera m¨¢s amistosa posible. Esto es, comenzar con una llamada telef¨®nica por parte del presidente de la comunidad para instarle a que cese en la actividad, por ser contraria a la normativa vigente y por generar un riesgo para la seguridad e integridad de los vecinos.
Si la v¨ªa conciliadora no da resultado, solo queda instar la acci¨®n judicial de cesaci¨®n contemplada en la Ley de Propiedad Horizontal, que permite obtener del juzgado o tribunal la tutela judicial efectiva cuando en el trastero (o en el piso o plaza de garaje) se desarrollen actividades prohibidas en los estatutos que resulten da?osas para la finca o que contravengan las disposiciones generales sobre actividades molestas, insalubres, nocivas, peligrosas o il¨ªcitas. ¡°Cuando estas sentencias acaban teniendo un pronunciamiento favorable a los intereses de las comunidades de propietarios, finalizan con una privaci¨®n del uso del trastero por un tiempo no superior a tres a?os en los casos de propietarios, o en la declaraci¨®n de extinci¨®n de derechos y su expulsi¨®n en los casos en los que no fuera propietario¡±, resuelve Mangas.
Un piso con licencia
A los casos anteriores se les une el uso del trastero como una vivienda, conducta la mayor¨ªa de las veces ilegal, puesto que no es nada sencillo obtener los permisos administrativos para hacer la conversi¨®n. Para ello, el inmueble deber¨¢ reunir las condiciones que la normativa exige. En Madrid, por ejemplo, aunque el concepto de trastero est¨¢ regulado en el Plan General de Ordenaci¨®n Urbana del Ayuntamiento (PGOU) de 1997, que establece que este no puede tener una superficie mayor de seis metros cuadrados y debe estar ligado a una vivienda en concreto, no pudiendo separarse de ella, existen trasteros en edificios de m¨¢s de 50 metros cuadrados anteriores a esa fecha. ¡°Las condiciones t¨¦cnicas que debe cumplir, entre otras, para convertirse en vivienda es que toda su superficie se encuentre sobre rasante y sea superior a 40 metros cuadrados, con una fachada m¨ªnima de 3,50 metros. Asimismo, deber¨¢ disponer de unas condiciones m¨ªnimas de ventilaci¨®n e iluminaci¨®n¡±, se?ala el arquitecto t¨¦cnico Enrique Fern¨¢ndez.
¡°Las normas urban¨ªsticas definen los par¨¢metros que han de cumplir las viviendas, su situaci¨®n, superficie, acceso, condiciones de habitabilidad¡ para lo cual antes deber¨ªa solicitarse un informe redactado por un t¨¦cnico competente en el que se especificara la idoneidad o no del local para el nuevo uso¡±, mantiene Alfredo Sanz, presidente del Consejo General de la Arquitectura T¨¦cnica de Espa?a.
Las modificaciones que el trastero necesita para adaptarse a la normativa pueden llevar aparejadas que el propietario precise de una autorizaci¨®n de la comunidad, ya que en muchas ocasiones la obtenci¨®n de luces, ventilaci¨®n, creaci¨®n de accesos independientes y servicios exige la alteraci¨®n o modificaci¨®n de elementos comunes.
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