Sin curr¨ªculos
El retraso en la aprobaci¨®n de las normativas auton¨®micas est¨¢ ocasionando serios desbarajustes en la organizaci¨®n pedag¨®gica de los centros para el pr¨®ximo curso
El alumnado de los centros escolares de Espa?a est¨¢ a punto de matricularse en un curso escolar, el 2022-2023, que a¨²n no tiene desarrollo curricular auton¨®mico. Aunque no parezca f¨¢cil de creer, es as¨ª, y esa situaci¨®n c¨ªclica, a la que ya nos tienen acostumbrados, se repite en multitud de puntos de la geograf¨ªa nacional: nuestros estudiantes se van a enfrentar, por ejemplo, a un abanico de optatividad en algunos cursos de la ESO y en Bachillerato sin poder conocer, de mano de sus docentes y equipos de orientaci¨®n, cu¨¢les ser¨¢n las caracter¨ªsticas de unas materias (algunas de ellas novedosas) que van a tener que cursar para obtener un t¨ªtulo y para acabar la etapa de la educaci¨®n b¨¢sica obligatoria o el Bachillerato.
El material de trabajo con el que cuentan en la actualidad los centros escolares para poder empezar a trabajar en sus futuros planes de mejora, aparte de algunos borradores que a¨²n no son oficiales, son los reales decretos ministeriales publicados entre marzo y abril. Estos fijan unos m¨ªnimos que luego deben ser desarrollados por las correspondientes comisiones de trabajo que se crean en el ¨¢mbito de las distintas administraciones regionales.
S¨¦ que los tr¨¢mites legales y burocr¨¢ticos por los que tienen que pasar unos textos de esta envergadura, hasta ser publicados en bolet¨ªn oficial, son engorrosos y de gran complejidad. Sabemos que los grupos de profesionales conformados para dise?ar el curr¨ªculo est¨¢n trabajando a destajo desde hace meses, y no quiero quitarles ni un ¨¢pice de reconocimiento a su labor: no creo que el origen del problema se le pueda achacar a ellos. Sin embargo, s¨ª que es necesario que la opini¨®n p¨²blica entienda los problemas aparejados a este retraso, que, reitero, se est¨¢ dando en todas las comunidades aut¨®nomas del pa¨ªs, y los desbarajustes que conlleva en la organizaci¨®n pedag¨®gica de los centros.
En primer lugar, lo que considero m¨¢s importante: el tiempo con el que se cuenta para trabajar la concreci¨®n curricular con detalle, en el marco de la autonom¨ªa organizativa de los centros. La Lomloe prev¨¦ que colegios e institutos concreten ¡ªen funci¨®n de sus contextos y singularidades¡ª los curr¨ªculos. Esto, en teor¨ªa, deber¨ªa suponer un avance en cuanto al entendimiento de la diversidad escolar, pero no tener a tiempo unos curr¨ªculos que adem¨¢s van a presentar cambios significativos dilapida cualquier intento de progreso en este sentido, si lo que queremos es ponernos a trabajar ya en ello.
Se plantea, por otro lado, que se organice una alternativa pedag¨®gica para el alumnado que no cursa ense?anzas religiosas; algo similar a lo que estaba en la LOE. Pero volvemos a lo mismo: los centros necesitan tiempo y solidez legislativa para poder trabajar esas alternativas con fundamento y rigor. Adem¨¢s, la ordenaci¨®n curricular de muchas regiones contempla la presencia de materias que son a d¨ªa de hoy una inc¨®gnita (por ejemplo, en Canarias nos encontramos con la nueva materia Trabajo monogr¨¢fico en docencia compartida en 2? y 4? de ESO), pero sobre las cuales vamos a tener que programar dentro de muy poco.
A todo ello se le suma la rocambolesca elecci¨®n de libros de texto para el pr¨®ximo curso, que se antoja un trabajo casi ¡°a ciegas¡± para los departamentos did¨¢cticos que a¨²n tienen este recurso (recordemos que los libros en la escuela p¨²blica son un elemento compensador de desigualdades): su profesorado no se puede apoyar en ning¨²n tipo de concreci¨®n curricular para poder elegir lo que consideren m¨¢s id¨®neo para su alumnado, que una vez m¨¢s volver¨¢n a ser los grandes damnificados de una reforma educativa, dado su alto grado de desorientaci¨®n. Y me remito a la incertidumbre que ha rodeado al nuevo Bachillerato general en el proceso de solicitudes de plaza.
Reitero que s¨¦ que el marco de trabajo es complejo y no dudo de las capacidades de los diferentes t¨¦cnicos y sectores que est¨¢n implicados, ni tampoco de la buena voluntad de los gestores educativos que est¨¢n al frente de nuestras Administraciones. Sin embargo, el trabajo de los claustros, los equipos directivos y los servicios de inspecci¨®n tambi¨¦n debe ser reconocido y respetado. Su marco de actuaci¨®n tiene que tener un paraguas legislativo s¨®lido, que no est¨¦ apoyado en lo l¨ªquido, en lo intangible, en lo probable y en lo deseable, y menos en un panorama social que ya de por s¨ª est¨¢ plagado de incertidumbre y de creencias, con una ley educativa que no parece haber aterrizado con buen pie desde que se public¨® en el BOE, hace ya un a?o y medio.
Por eso, lo m¨ªnimo que nos queda es reconocer el adverso y confuso panorama con el que las comunidades docentes de nuestras regiones van a acercarse al verano, y el inicio de curso que nos espera tras el per¨ªodo estival. El complicado campo de trabajo, casi sin capacidad de maniobra, en el que los responsables escolares van a tener que moverse para orientar al alumnado y sus familias, los beneficiarios, reitero, del servicio p¨²blico que ofrece la educaci¨®n reglada, y los m¨¢s da?ados por estos reiterados vaivenes y este preocupante retraso legislativo.
S¨¦ que s¨ª, que se saldr¨¢ adelante, con el tes¨®n y la buena voluntad del personal de los centros escolares, la paciencia de los padres y madres y el apoyo con el que se cuente desde la inspecci¨®n. Y menos mal. Pero, cuando salgan finalmente publicados los curr¨ªculos, queda por delante un panorama incierto de desigualdades entre centros escolares (tambi¨¦n, una vez m¨¢s, entre p¨²blicos y privados), que habr¨¢n partido de puntos de arranque diferente a costa de la buena voluntad y el sobreesfuerzo de sus comunidades educativas, lo cual jam¨¢s debiera acrecentar las diferencias entre unos y otros, en un sistema educativo que tanto defiende la equidad como motor para el progreso y el desarrollo.
Es esperable y deseable que hayamos aprendido la lecci¨®n y hayan tomado nota de esta problem¨¢tica los que se encuentran al tim¨®n de lo p¨²blico, porque hay mucho en juego en materia educativa y m¨¢s en las regiones que tienen evidentes desigualdades estructurales, adem¨¢s de elevados ¨ªndices de pobreza. La incertidumbre y el desconcierto no son se?ales halag¨¹e?as cuando se trata de impulsar una reforma; el clima reinante de estos meses sin curr¨ªculos deben servirnos a todos de lecci¨®n sobre cu¨¢l es el camino que no se debe seguir cuando se trata de impulsar cambios que necesitan del consenso y, sobre todo, de la certeza y la claridad que nos dan las leyes (los curr¨ªculos lo son), en busca de la necesaria cohesi¨®n social.
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