El debate sobre los m¨®viles en los centros: ¡°Prohibir es lo f¨¢cil. Es mejor educar sobre su uso¡±
La Generalitat pide a escuelas e institutos que tengan lista una regulaci¨®n de los dispositivos para el pr¨®ximo curso, mientras, cada centro aplica sus propias reglas
El debate sobre el uso de los m¨®viles en los centros educativos es uno de los temas estrellas de este inicio de curso en Espa?a y ha acabado derivando en un movimiento espont¨¢neo de familias que apuestan por no regalar el dispositivo a su hijo antes de los 16 a?os. Los docentes hace tiempo que alertan de que el uso y abuso de estos dispositivos y de las redes sociales se ha disparado con la pandemia, y con ello los casos de ciberacoso. ?Y qu¨¦ est¨¢n haciendo los centros? A falta de una normativa com¨²n en la mayor parte de las comunidades aut¨®nomas, muchos institutos han decidido por su cuenta poner ciertos l¨ªmites: los hay donde la prohibici¨®n es total y los alumnos dejan el tel¨¦fono en casa o en una taquilla, pero tambi¨¦n abundan los que lo permiten en clase para tareas acad¨¦micas. Caso aparte es el recreo: hay centros que los restringen para fomentar la socializaci¨®n de los alumnos, mientras otros lo permiten y apuestan por una buena educaci¨®n sobre la tecnolog¨ªa.
Para conocer qu¨¦ tipo de regulaci¨®n tiene cada centro, en Catalu?a, el Departamento de Educaci¨®n realiz¨® a finales del curso pasado una encuesta entre todos los centros de primaria y secundaria, que revel¨® que un 23% ya prohib¨ªa el uso de los m¨®viles y as¨ª lo recog¨ªan las normas de funcionamiento del centro. Asimismo, seg¨²n el estudio, en el que participaron el 86% de centros educativos (de un total de 3.400) p¨²blicos y concertados, m¨¢s de la mitad (un 53%) ya cuenta con unas normas escritas que regulan estos dispositivos en grados muy diferentes. De estos, uno de cada cuatro centros obliga a los alumnos a dejar los tel¨¦fonos en casa y casi un 12% solo lo permiten en el recreo.
Uno de ellos es el instituto Vall de Tenes, en Santa Eul¨¤lia de Ron?ana (Barcelona). Aqu¨ª los alumnos pueden llevar el m¨®vil al centro, pero guardado en la mochila. En el recreo est¨¢ prohibido, pero lo pueden usar en el aula para ciertas tareas. Si el m¨®vil suena en clase, el profesor puede requisarlo. Los docentes tambi¨¦n dan ejemplo y no pueden tenerlo visible. Este instituto fue uno de los pioneros a la hora de prohibir la presencia de los tel¨¦fonos en sus instalaciones. Lo hicieron hace cuatro a?os, justo antes de la pandemia. ¡°Los alumnos se pasaban el rato sentados contra la pared con el m¨®vil, no se relacionaban. Y hab¨ªa muchos conflictos por las redes sociales¡±, recuerda Ester Prats, jefa de estudios. Pero tambi¨¦n han tenido que lidiar con casos de acoso y con problemas por el abuso de los dispositivos fuera del centro, ya que algunos alumnos llegaban somnolientos porque se iban a dormir tarde. ¡°Se hace un trabajo sobre el buen uso del m¨®vil y las redes, pero cuesta porque es una herramienta que siempre llevan encima. Y hay familias que no controlan el uso que sus hijos hacen de los m¨®viles o que no saben c¨®mo hacerlo¡±, tercia Juan D¨ªaz, coordinador pedag¨®gico.
El equipo directivo admite que el primer a?o tras el cambio fue duro, pero al final ha sido m¨¢s f¨¢cil de lo esperado gracias a la colaboraci¨®n de las familias. Y las mejoras se han notado r¨¢pido: ¡°La relaci¨®n entre los alumnos es mejor y m¨¢s fluida. Tambi¨¦n en clase el ambiente es mejor porque el profesor no tiene que pelearse para que guarden el m¨®vil¡±, a?ade Prats. ¡°Ahora da gusto verlos jugar a cartas en el patio y ver c¨®mo ellos mismos guardan el m¨®vil al cruzar la puerta del centro¡±, comenta el director, Francesc Mart¨ª.
Durante el recreo, un grupo de alumnos de 2? de bachillerato habla de forma animada. Uno de ellos, Guillem, cuenta a sus compa?eros que ha empezado a recibir clases de guitarra y pregunta si alguien quiere jugar a ping-pong. ¡°Est¨¢ muy bien que proh¨ªban el m¨®vil porque si no estar¨ªa todo el mundo con ¨¦l. As¨ª hablamos entre nosotros. Te das cuenta de que puedes hacer otras cosas¡±, comenta. Rita tambi¨¦n aplaude la medida. ¡°En bachillerato tienes mucho trabajo y te pasas toda la clase con el ordenador, as¨ª que a veces necesito desconectar y descansar de la pantalla¡±. Estos alumnos coinciden en que ven ¨²til la prohibici¨®n en los primeros cursos de ESO. ¡°Entonces te pasas el rato jugando con el m¨®vil, pero en bachillerato eres m¨¢s adulto y lo ves de otra forma¡±, comenta Ra¨²l.
Muy cerca, unos alumnos de ESO miran a sus compa?eros jugar al ping-pong y esperan su turno para unirse. ¡°Me parece bien que lo proh¨ªban porque al principio conoces poca gente y en lugar de estar solo, te socializas y conoces a m¨¢s¡±, comenta Unai, de primero de ESO. ¡°Jugamos al ping-pong o hablamos de las cosas que nos han pasado, y ello ayudar¨¢ a que las amistades sean m¨¢s fuertes en el futuro¡±, a?ade Avril, de tercero. Con todo, varios de sus compa?eros admiten que tambi¨¦n tienen sus t¨¦cnicas para saltarse las restricciones y consultar el tel¨¦fono durante la clase o en el lavabo.
El recreo del instituto escuela Feixes, en Terrassa (Barcelona), es muy parecido al del Vall de Tenes, salvo que se ve alg¨²n que otro tel¨¦fono. Porque aqu¨ª s¨ª est¨¢ permitido. Matias, de primero de ESO, es uno de los que s¨ª se aferra a la pantalla para pasar el rato con el juego de terror Granny. ¡°Despu¨¦s de dos horas en clase, necesito desconectar un poco¡±, explica antes de comer una galleta, y bajo la atenta mirada de su compa?ero Zayd, que no tiene m¨®vil, y de Arnau y Ad¨¢n, que s¨ª lo tienen desde verano, pero prefieren no usarlo en el patio. ¡°Es un rato para estar con los amigos y hablar¡±, coinciden ambos. Matias, entonces, puntualiza que no siempre usa el m¨®vil: ¡°A veces me apetece correr o hablar con mis amigos, pero otras necesito mi espacio¡±.
Un poco m¨¢s all¨¢, de un grupo de cinco chicas de 1? de ESO, tres consultan el tel¨¦fono. B¨¢sicamente, redes sociales, apuntan. ¡°Y contestar a los padres, que nos escriben y nos preguntan c¨®mo estamos¡±, explican. Con todo, aseguran que no lo usan cada d¨ªa y que prefieren ¡°hablar o jugar al f¨²tbol o al b¨¢squet¡±. Mariam tambi¨¦n tiene m¨®vil, pero lo ha dejado en la mochila. ¡°Solo me dejan usarlo para emergencias, en el patio no¡±, tercia.
Dentro del centro, en las aulas, tampoco es extra?a la presencia de estos dispositivos. Los alumnos de 2? de ESO deben grabar y editar un v¨ªdeo que servir¨¢ para ilustrar un poema. Y lo hacen con el tel¨¦fono. ¡°En clase pueden usar el m¨®vil, el ordenador o el papel, cada uno elige seg¨²n le vaya mejor y seg¨²n la actividad. Los alumnos son muy h¨¢biles con el m¨®vil y hay tareas que las hacen m¨¢s r¨¢pido con una app¡±, defiende la directora Maribel Tarr¨¦s. Esto no significa que haya una permisividad total. Si un alumno usa el m¨®vil de forma inadecuada, se le avisa que lo guarde. Si reincide, se le confisca. Tambi¨¦n hay una supervisi¨®n en el recreo. ¡°Si se detecta a un alumno que cada d¨ªa juega al m¨®vil, nos acercamos, hablamos con ¨¦l y le animamos que vaya a jugar con los compa?eros¡±, tercia la directora.
En este centro, la tecnolog¨ªa forma parte del ADN del proyecto educativo y han optado por no verla como una enemiga, sino como una oportunidad. ¡°Prohibir es lo f¨¢cil, es sacarse el problema de encima, pero no soluciona nada. ?Y por qu¨¦ prohibir el m¨®vil y no el ordenador? Es mejor educar sobre su uso, ense?ar c¨®mo y cu¨¢ndo usarlo¡±, defiende Tarr¨¦s. En el centro realizan talleres y proyectos sobre ciberacoso y abuso de las pantallas. La directora es partidaria de que se regulen los m¨®viles, igual que se hace con otros elementos, como los patinetes, pero ve ¡°incongruente¡± prohibir los m¨®viles por el perfil del centro. ¡°Adem¨¢s, hay alumnos que no tienen ordenador y solo pueden usar el m¨®vil¡±, tercia. ¡°Si a nosotros el Departamento [de Educaci¨®n] nos dice ahora que proh¨ªbe los m¨®viles, tenemos un problema¡±, zanja Tarr¨¦s.
Instrucciones comunes
La Generalitat enviar¨¢ en enero a los centros unas instrucciones e indicaciones comunes a escuelas e institutos para que elaboren su normativa, que deben tener lista el pr¨®ximo curso. La regulaci¨®n, seg¨²n el departamento, debe ser fruto del debate de los consejos escolares donde docentes, alumnos y familias confronten sus visiones. Los expertos consultados coinciden en que es necesaria la existencia de una regulaci¨®n, pero rechazan la prohibici¨®n generalizada. ¡°Si los prohibimos sin m¨¢s, los estamos poniendo al mismo nivel que una adicci¨®n, como el tabaco y alcohol. El m¨®vil como tecnolog¨ªa no es malo, el problema es el uso que se le da y abusar de ¨¦l¡±, defiende Sylvie P¨¦rez, psicopedagoga en escuelas e institutos y profesora de Estudios de Psicolog¨ªa y Educaci¨®n de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC).
En un sentido parecido se manifiesta H¨¦ctor Gardo, director de Equidad digital de la Fundaci¨®n Bofill. ¡°Si los prohibimos perdemos la alfabetizaci¨®n de los m¨®viles, y esto es peligroso, especialmente en entornos vulnerables donde no hay tanto acompa?amiento familiar. En muchos casos, el ¨²nico espacio donde se ense?a un buen uso del m¨®vil es en la escuela¡±.
Los expertos consultados coinciden en la conveniencia de permitir el tel¨¦fono para tareas acad¨¦micas, y en el recreo consideran que es importante ofrecer alternativas. ¡°Es cierto que en el patio impide las conversaciones, pero tambi¨¦n hay que ofrecer alternativas y espacios para fomentar relaciones. Hay que sustituirlo, eso es educaci¨®n¡±, constata Sylvie P¨¦rez. ¡°Los patios deben ser ambientes donde los adolescentes puedan tener intimidad, y el m¨®vil la da porque nadie puede ver qu¨¦ escriben. Tienen que ver que una pantalla no es m¨¢s importante que la persona que tienen al lado y que es m¨¢s placentero charlar con un compa?ero que chatear por el m¨®vil¡±, apunta David Bueno, fundador de la c¨¢tedra de Neuroeducaci¨®n de la Universidad de Barcelona, quien s¨ª es partidario de restringirlo en este espacio.
Pero la escuela no puede ser isla y los expertos piden tambi¨¦n responsabilidad a los adultos. ¡°Cuando estamos en casa, ?tenemos el m¨®vil cerca? No podemos reclamar a los hijos cosas que nosotros no hacemos. Ellos no son nativos digitales, son hu¨¦rfanos digitales porque los adultos no les hemos ense?ado. Y si en casa ven a los padres enganchados al m¨®vil, prohibirlos no sirve de nada¡±, concluye Bueno.
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