El alumnado con dislexia podr¨¢ estar exento de la penalizaci¨®n por faltas de ortograf¨ªa en Selectividad
Las familias de alumnado con dificultad para reconocer las palabras escritas consideran un avance que el nuevo decreto de la EVAU aborde su caso para toda Espa?a, pero piden que se obligue a todas las autonom¨ªas a hacer adaptaciones
Las faltas de ortograf¨ªa bajar¨¢n como m¨ªnimo un 10% la nota en los ex¨¢menes de Selectividad de toda Espa?a a partir del a?o 2025, seg¨²n el borrador de decreto que EL PA?S adelant¨® este domingo. Pero el texto a?ade que dicho criterio ¡°podr¨¢ flexibilizarse en el caso del alumnado con necesidad espec¨ªfica de apoyo educativo¡±. Las asociaciones de familias de estudiantes con dislexia consideran un avance que, por primera vez, la norma que va a regular las pruebas de acceso a la universidad aborde la condici¨®n de sus hijos e hijas, que tienen dificultades en el reconocimiento de las palabras escritas. Consideran, sin embargo, que el decreto deber¨ªa ir un paso m¨¢s all¨¢ y establecer la obligaci¨®n de que todas las comunidades aut¨®nomas aprueben adaptaciones a las reglas de correcci¨®n de los ejercicios.
¡°La mayor¨ªa de comunidades tienen alg¨²n tipo de adaptaci¨®n para la Selectividad, pero no todas, ni tampoco en el mismo grado¡±, afirma la m¨¦dica de familia gallega Esther L¨®pez, presidenta de la Plataforma Dislexia, una federaci¨®n que agrupa a una veintena de entidades de familias de distintos lugares de Espa?a. ¡°Lo que nos gustar¨ªa es que se extendiera a todas, y que se aprobar¨¢ una regulaci¨®n que concretara m¨¢s, para que las personas que corrigen los ex¨¢menes tengan directrices claras. Una norma que diga: esta serie de faltas no cuentan. Es un examen muy importante y es posible que los chavales no entren en la carrera que quieren como consecuencia de un trastorno que es por definici¨®n persistente¡±.
Samuel Velasco tiene 17 a?os, estudia el segundo curso del bachillerato cient¨ªfico en Meliana, un pueblo situado al lado de Valencia, y su trayectoria refleja la de otros miles de estudiantes con dislexia, un trastorno cuya prevalencia en Espa?a no est¨¢ suficientemente estudiada. Las investigaciones dibujan una horquilla desmesurada, que va del 2% al 10% de los estudiantes. Es decir, entre 155.000 y 770.000 de alumnos si se suman las etapas de infantil, primaria y secundaria. ¡°A m¨ª me diagnosticaron dislexia siendo muy peque?o, porque una profesora se dio cuenta. En primaria tuve ciertas dificultades, pero no demasiadas. En secundaria lo not¨¦ m¨¢s, porque hab¨ªa muchos profesores y ten¨ªa que cont¨¢rselo a todos. Hablamos de hace seis a?os y, aunque parezca que no, en este tiempo han cambiado muchas cosas. Entonces algunos no sab¨ªan ni lo que era, y me tocaba llamar a mi madre para que se lo explicara¡±. Samuel dice que, pese a ello, casi siempre se ha sentido comprendido. ¡°Aunque siempre hay alguna excepci¨®n. Alguna profesora que me dec¨ªa que deb¨ªa esforzarme m¨¢s o que tener en cuenta mi condici¨®n ser¨ªa injusto. Yo creo que s¨ª es justo, porque es la adaptaci¨®n que necesito para poder estar al nivel de los dem¨¢s¡±.
Las faltas no regladas
Si no pasa nada raro, Samuel, que hasta ahora ha ido a curso por a?o y se ve estudiando Psicolog¨ªa, estrenar¨¢ en junio las nuevas reglas para la correcci¨®n en Selectividad del alumnado con dislexia establecidas en la Comunidad Valenciana, uno de los territorios que m¨¢s ha avanzado en la materia desde que en 2018 aprob¨® un decreto de inclusi¨®n educativa. ¡°Este a?o las faltas no regladas no me descontar¨¢n. Como la h de helic¨®ptero, que no tiene una regla ortogr¨¢fica que hace que vaya ah¨ª, sino que se pone por la evoluci¨®n de la palabra. Y tampoco me penalizar¨¢ poner una b en vez de una v, salvo que sea porque hay una regla ortogr¨¢fica, como la que dice que siempre va b delante de l o de r. Pero poner mal la b de barco, por ejemplo, no me descontar¨ªa¡±, explica. ¡°Creo que tengo m¨¢s probabilidades de las que hubiera tenido otros a?os de estudiar lo que quiero, porque no voy a tener de entrada dos puntos menos por las faltas¡±.
Adem¨¢s de tener un hijo con dislexia en cuarto de Arquitectura, Concha Barcel¨® es maestra de infantil y primaria, y ha comprobado ¡°la angustia tremenda¡± que siguen experimentando los ni?os cuando no saben lo que les pasa. ¡°Ven que el resto de sus compa?eros leen y escriben perfectamente, y que ellos no pueden. Y lo primero que piensan es que son menos inteligentes. Si, adem¨¢s, quienes est¨¢n a su alrededor les dicen que son unos vagos, como pasa muchas veces, lo viven todo con un gran dolor. El diagn¨®stico, que con frecuencia sigue llegando con retraso ¨Dcon 15 a?os o m¨¢s, en vez de a los 7 como ser¨ªa razonable¨D supone un antes y un despu¨¦s, dice Barcel¨®, que tambi¨¦n preside la asociaci¨®n valenciana de estudiantes con dislexia Trenca-dis: ¡°Respiran y dicen: por fin entiendo lo que me pasa. A partir de ah¨ª, si el entorno les da las adaptaciones que necesita, la vida les cambia para mejor, pero si no, su sufrimiento contin¨²a¡±.
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