Gemma Lluch, investigadora: ¡°Leer cl¨¢sicos no solo da cultura a los chavales, sino beneficios psicol¨®gicos¡±
La catedr¨¢tica de la Universidad de Valencia publica sus conclusiones sobre c¨®mo son los libros que leen los ni?os y adolescentes tras 20 a?os de investigaci¨®n

La comprensi¨®n lectora de los estudiantes espa?oles ha empeorado, seg¨²n las evaluaciones internacionales. Los de 15 a?os est¨¢n peor que en 2009 (seg¨²n el Informe PISA), y los de 10 a?os, peor que en 2016 (la primera edici¨®n en la que particip¨® Espa?a del estudio PIRLS). Gemma Lluch, catedr¨¢tica de Filolog¨ªa de la Universidad de Valencia, acaba de publicar junto a siete colegas las conclusiones de 20 a?os de investigaci¨®n. Los libros que leemos, ?qui¨¦n, d¨®nde y c¨®mo se decide? es una obra que dedica muchas p¨¢ginas a los ni?os y adolescentes, y al papel de la escuela. La entrevista tiene lugar en el despacho de Lluch, nacida hace 67 a?os en el Puerto de Sagunto (Valencia), con el sol que se filtra por la ventana mientras se derrama sobre montones de vol¨²menes.
Pregunta. Su investigaci¨®n resume las caracter¨ªsticas de los libros que recomiendan a los chavales los influencers. ?C¨®mo son?
Respuesta. Llevamos investig¨¢ndolo desde 2003. Empezamos analizando los foros de Laura Gallego, despu¨¦s los blogs, los booktubers, ahora Instagram y TikTok, y a pesar del tiempo transcurrido y de las diferentes plataformas, las caracter¨ªsticas son las mismas. El tipo de libro que les recomiendan es ficci¨®n narrativa, ¨¦pica, fantas¨ªa ¨¦pica, y cada vez m¨¢s, rom¨¢ntica. Mayoritariamente, traducidos del ingl¨¦s y con un patr¨®n narratol¨®gico repetido. Son los mismos libros continuamente. Si le pides a una adolescente que te cuente los argumentos, muchas veces cuesta distinguirlos.
P. ?Hay diferencias con lo que encuentran en las bibliotecas p¨²blicas y en la escuela?
R. En las bibliotecas espa?olas hay una diferencia abismal entre lo que los adolescentes piden en mostrador, sin mediaci¨®n, de lo que leen en los clubes de lectura organizados por propias bibliotecas p¨²blicas o escolares, en los que existe dicha mediaci¨®n por parte del bibliotecario o de un docente. En mostrador piden pr¨¢cticamente lo mismo que les recomiendan los book influencers. Podemos decir que siempre est¨¢n leyendo lo mismo, es como un patr¨®n que necesitan repetir continuamente. En el caso de los clubes de lectura, la mediaci¨®n resulta m¨¢gica. Los bibliotecarios abren las propuestas a diferentes g¨¦neros. Se lee tambi¨¦n poes¨ªa, ¨¢lbum ilustrado, teatro. No son solo novedades, sino libros de diferentes momentos hist¨®ricos. Provienen de culturas diferentes, por ejemplo, en los clubes de lectura se leen las diferentes lenguas del Estado, algo que sucede muy pocas veces cuando piden en mostrador.
P. ?Y en los centros escolares?
R. Hay algunos libros que ser¨ªan de las mismas caracter¨ªsticas que los del book influencer. Encontramos tres o cuatro t¨ªtulos repetidos, pero tambi¨¦n vemos obras que pertenecen al patrimonio cultural.
P. En su investigaci¨®n se?alan que ni?os y adolescentes tienden a demandar historias con las que se identifican.
R. S¨ª. Se produce de diferentes maneras, pero hay un tipo de libro que est¨¢ muy arraigado a su realidad, a su cotidianidad. Hay investigaciones que apuntan a que de aqu¨ª a unos a?os estos libros se podr¨¢n leer como un diario de ¨¦poca. Y hay un tipo de libro que les da soluciones a sus problemas de vida. Tanto PISA como una encuesta del Gobierno sobre consumos culturales coinciden en se?alar que a los adolescentes y los postadolescentes les gusta cada vez menos leer ficci¨®n, pero que s¨ª les gusta leer, digamos, de cosas de la vida, y que les ofrezcan soluciones. Y este tipo de ficci¨®n narrativa, que les pone delante, por ejemplo, de un problema de bullying, de identidad sexual, etc¨¦tera, y aporta alg¨²n tipo de soluci¨®n, liga perfectamente con esa preferencia. Por una parte es ficci¨®n, y por otra les muestra que hay salida a los conflictos vitales que tienen en esa ¨¦poca de construcci¨®n personal que es la adolescencia. Despu¨¦s, dentro de la ficci¨®n narrativa, Harry Potter representa un ejemplo paradigm¨¢tico de identificaci¨®n. Se inicia con un ni?o de 11 a?os, que empieza la escolaridad, y el lector va creciendo a medida que lo hace el protagonista. J. K. Rowling (su autora) utiliza diferentes mecanismos para captar su atenci¨®n. El protagonismo coral de la obra hace que si t¨² eres una lectora, te identifiques con la chica. Si eres un poco m¨¢s patoso te identifiques con el chico... Cada lector encuentra su alter ego. Y la abundancia del di¨¢logo, habitual en estos libros, que hace que los ritmos sean muy r¨¢pidos, se adapta mucho al lector juvenil actual.
P. ?Conecta con su cultura audiovisual?
R. S¨ª. Autoras de sagas de mucho ¨¦xito, como la de Los Juegos del hambre (Suzanne Collins), son guionistas de series televisivas, y eso se nota en el estilo.
P. ?Por qu¨¦ triunfan tanto las sagas (un universo que se cierra con el ¨²ltimo libro) y las series (un libro detr¨¢s de otro) entre los chavales?
R. Se familiarizan con los personajes, son predecibles, son f¨¢ciles de leer y se reconocen en ese universo de ficci¨®n. Siempre esperan la misma lectura. Al mismo tiempo, a los padres, madres y docentes les facilita las cosas porque saben que esos libros van a tener ¨¦xito y son confiables. La cuesti¨®n es si se quedan solo en eso o si es obligaci¨®n de la escuela que crezcan y rompan ese modelo para que vayan a m¨¢s.
P. ?Deben los centros educativos ofrecer a los estudiantes este tipo de libros que demandan, aunque solo sea como forma de lograr que lean?
R. No hay datos para poder decir si ese tipo de literatura es un puente para llegar a otro. Pero creo que es importante romper la construcci¨®n mental que asocia lectura cl¨¢sica, tanto antigua como moderna, con obligaci¨®n y aburrimiento.
P. ?Dice algo la ciencia sobre los efectos de que los chavales lean obras cl¨¢sicas?
R. Una investigaci¨®n realizada en Alemania a lo largo del tiempo, entre adolescentes que le¨ªan el tipo de libros que coment¨¢bamos y adolescentes que le¨ªan cl¨¢sicos modernos, ha medido c¨®mo influye ello en sus actitudes prosociales, como la empat¨ªa. En el primer caso se vio que no influ¨ªa, y en el segundo s¨ª, hab¨ªa una empat¨ªa mayor. ?Por qu¨¦? Una hip¨®tesis es que la mayor¨ªa de los cl¨¢sicos, modernos o tradicionales, plantean mundos diferentes a los de los chicos. Personajes con m¨¢s profundidad, de edades diferentes, procedencias geogr¨¢ficas, culturales, y ¨¦tnicas m¨¢s variadas, con problemas y momentos hist¨®ricos distintos a los suyos. Y eso rompe esa inercia de nuestro tiempo, reforzada por las redes sociales y los algoritmos, que nos lleva a pensar mucho sobre nosotros mismos, y a hablar con personas parecidas a nosotros. Hay que investigar m¨¢s, pero hasta ahora defend¨ªamos la lectura de los cl¨¢sicos como un aspecto cultural, y ahora vemos que no es solo cultural. Parece que hay un beneficio, digamos, psicol¨®gico, y que contribuye a formarlos como ciudadanos y a ver la diversidad.
P. ?Incluye en ello los cl¨¢sicos adaptados?
R. S¨ª. Asistimos a una biblioteca escolar en la que cada semana se le¨ªa un cap¨ªtulo del Lazarillo de Tormes, eran ni?os de nueve y diez a?os, que luego hac¨ªan comentarios, preguntas y destacaban aquello que les hab¨ªa llamado la atenci¨®n. El libro les suscitaba cuestiones: ¡°?Por qu¨¦ el lazarillo no denuncia al ciego a la polic¨ªa?¡±, ¡°Lo que hace est¨¢ prohibido, no se puede maltratar a un ni?o¡±, ¡°?Si tiene hambre, porque no va a un comedor social?¡± ¡°?Por qu¨¦ la madre no lo dio en adopci¨®n?¡± El libro habla de la realidad de un momento hist¨®rico de Espa?a que choca con la suya y les provoca una cantidad de preguntas que otro tipo de libros, en los que aparece una escuela y un entorno como el que ellos viven, dif¨ªcilmente puede provocar.
P. Leer cl¨¢sicos resulta m¨¢s complejo.
R. S¨ª, pero en muchos centros educativos y bibliotecas escolares se realizan pr¨¢cticas magn¨ªficas. Hay una serie de competencias lectoras de textos complejos que se adquieren, obviamente, en clase de literatura. Y hay otras que se adquieren en la biblioteca escolar. Son experiencias que se pueden adquirir con el resto de la comunidad educativa, el profesorado, las familias. Y que no implica solo a la clase de literatura, sino que tambi¨¦n puede implicar a otras, como la de historia, geograf¨ªa o pl¨¢stica por ejemplo.
P. ?C¨®mo est¨¢ la salud de las bibliotecas escolares en Espa?a?
R. Hay una gran diferencia entre comunidades aut¨®nomas. Funcionan de maravilla en Extremadura y en Galicia. Y en otros sitios est¨¢n dejadas de la mano de Dios respecto a las pol¨ªticas p¨²blicas de educaci¨®n, aunque pueda haber colegios con buenas experiencias porque el profesorado ha trabajado en ellas.
P. ?Los adolescentes espa?oles leen cada vez menos?
R. No hay datos concluyentes. Entre 2009 y 2018, el porcentaje de los que le¨ªan por placer cay¨® cinco puntos porcentuales, y el de quienes consideraban que leer era una p¨¦rdida de tiempo, subi¨® otros cinco puntos, seg¨²n datos del Informe PISA. Pero son anteriores a la pandemia. Lo que hay es una brecha enorme, cada vez mayor, entre los hijos de familias con capital cultural, que leen en casa, y los que no lo tienen y no lo hacen. Y eso repercute en sus resultados educativos. La escuela tiene la obligaci¨®n de nivelar el capital cultural que los chicos traen de casa.
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