5 ciudades que es mejor buscar en Google Maps que visitar
La escritora Aude de Tocqueville publica un compendio de urbes tristes, perdidas, con punto y final. Una est¨¢ en Espa?a
Para escribir su rom¨¢ntico y terrible Atlas de las ciudades perdidas (GeoPlaneta), la escritora especializada en Arte e Historia Aude de Tocqueville viaj¨® a muchos lugares con el fin de narrar su triste destino en c¨®digo po¨¦tico. Se trata de una ruta por m¨¢s de 45 enclaves diseminados, silenciosos, por cuatro continentes entre los que se encuentran todo tipo de peripecias, desde poblaciones legendarias de la Antig¨¹edad (como Cartago, Leptis Magna, Teotihuac¨¢n o Angkor) hasta emplazamientos abandonados hace no tanto. En cualquier caso todas son hoy ciudades casi fantasma. Recogemos cinco casos sugerentes de las urbes a las que alcanz¨® el desastre ya en la era contempor¨¢nea. Una est¨¢ en Espa?a. B¨²squenlas en Google Maps o atr¨¦vanse a visitarlas.
1. Kantubek, Uzbekist¨¢n
En uno de los mayores desastres medioambientales de la historia reciente, el mar de Aral se ha reducido a un 10% de lo que era (68.000 kil¨®metros cuadrados), debido a los trasvases de los r¨ªos que lo alimentaban. Adem¨¢s, alberga las ruinas de esta ciudad fantasma, que nadie puede visitar m¨¢s que con una autorizaci¨®n especial y mono de protecci¨®n. ¡°Fruto de la paranoia estalinista y de la Guerra Fr¨ªa, esta poblaci¨®n, que nunca lleg¨® a contar m¨¢s de 1.500 habitantes, fue el coraz¨®n de un inmenso centro de investigaci¨®n en el que el gobierno sovi¨¦tico elaboraba y probaba sus programas de armas biol¨®gicas¡±, relata De Tocqueville. El clima ¨¢rido y seco y la temperatura en el subsuelo de 60 grados imped¨ªan la diseminaci¨®n de microorganismos peligrosos. A pesar de las medidas de seguridad, se produjeron varios incidentes y la ciudad fue evacuada en 1992 a consecuencia de una alerta. Todo rodeado de misterio. La zona permaneci¨® en el olvido aunque, eso s¨ª, sin descontaminar del todo. Con la desecaci¨®n del mar de Aral la isla se convirti¨® en una pen¨ªnsula y la comunidad internacional reaccion¨® para prevenir males mayores. En 2001, Estados Unidos neutraliz¨® all¨ª hasta 200 toneladas de ¨¢ntrax.
2. Centralia, Estados Unidos
Hay muchos pueblos mineros abandonados en este libro, porque en varias partes del mundo la miner¨ªa toca a su fin. Sin ir m¨¢s lejos, muchos lugares de la cuenca minera asturiana est¨¢n abocados a la desaparici¨®n y pronto podr¨¢n entrar en este atlas de la geograf¨ªa caduca. Quiz¨¢s el m¨¢s curioso de los que recoge la autora es Centralia, Pensilvania, un pueblo minero emplazado sobre un incendio que nadie consigue apagar desde un d¨ªa de mayo de 1962, hace la ?friolera? de m¨¢s de 50 a?os. Ocurri¨® entonces que para celebrar el Memorial Day, que hace homenaje a los estadounidenses ca¨ªdos por la patria, un grupo de empleados municipales incendiaron un mont¨®n de basura cerca del cementerio de esta poblaci¨®n. El fuego se propag¨® a la mina de carb¨®n subterr¨¢nea y desde esa fecha Centralia permanece sobre unas brasas eternas que producen muy mal olor, humaredas, causan derrumbes y grietas en el terreno por las que alg¨²n ciudadano, alguna vez, estuvo a punto de perderse. En 1981 un ni?o casi pierde la vida de esta manera, as¨ª que las autoridades decidieron evacuar el pueblo, que contaba con millares de habitantes, ya para siempre. En 2002 fue suprimido el c¨®digo postal de la poblaci¨®n, como si fuera la boca del mism¨ªsimo infierno.
3. Jeoffr¨¦court, Francia
Jeoffr¨¦court, donde supuestamente vivir¨ªan 5.000 personas, existe, pero no existe, pues es una ciudad virtual concebida exclusivamente para maniobras militares de guerra urbana, el modo en el que muy probablemente transcurrir¨¢n las guerras del futuro (los recientes atentados de Par¨ªs parecen atestiguarlo). Est¨¢ construida dentro del campo militar de Sissone, rebautizado como Centro de Entrenamiento en Zona Urbana (Cenzub), dotada de un falso campo de caravanas, un laber¨ªntico barrio de chabolas y un antiguo polvor¨ªn, adem¨¢s del pueblo de Beaus¨¦jour, que consta de 60 casas sin techo en las cuales los mandos pueden evaluar las maniobras desde unas pasarelas. Hay un ¡°lugar de culto¡± que no se sabe si es una iglesia o una mezquita. Jeoffr¨¦court no tiene habitantes reales, pero acoge cada a?o a 10.000 reclutas y hasta 200 soldados acuartelados interpretan a los civiles, tropas enemigas o guerrilleros.
4. Pr¨ªpiat, Ucrania
La principal v¨ªctima urban¨ªstica del tremendo accidente nuclear de Chern¨®bil, ocurrido el 26 de abril de 1986, es la ciudad de Prypiat, tres kil¨®metros al norte de lo que era la central. Hab¨ªa sido construida en 1960 para albergar precisamente a los trabajadores de la instalaci¨®n energ¨¦tica, en unas condiciones de confort envidiables para el resto de ciudadanos de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Al d¨ªa siguiente del accidente, los 50.000 habitantes fueron evacuados mediante una hilera de 1.225 autobuses que med¨ªa unos 20 kil¨®metros. ¡°La consigna era inapelable: no deb¨ªan llevar nada con ellos, puesto que su regreso estaba previsto, les aseguraron, tres d¨ªas m¨¢s tarde¡±, cuenta el?Aude de Tocqueville. Nunca volvieron. Los que s¨ª regresan son los turistas, que desde 2011 pueden visitar ese per¨ªmetro de 30 kil¨®metros alrededor de la central que forma el ¨¢rea prohibida. La ciudad permanece en completo silencio y tal como la dejaron sus habitantes, con los juguetes abandonados y la ropa tirada por el suelo a toda prisa. Tambi¨¦n un parque de atracciones oxidado que todav¨ªa no se hab¨ªa inaugurado. La URRS se derrumb¨® tres a?os despu¨¦s.
5. Sese?a, Espa?a
Si todo esto de las ciudades perdidas tiene cierto glamour, la espa?ola ciudad de Sese?a, a 35 minutos de Madrid, no tiene ninguno. Sese?a es como un cementerio de ballenas de hormig¨®n varadas en las mesetas castellanomanchegas. Fue construida por Paco el Pocero, un self made man que empez¨® desatascando sumideros y, al calor del boom inmobiliario patrio, construy¨® una de las m¨¢s grandes fortunas del pa¨ªs. En una de las mayores promociones privadas de la historia espa?ola, entre 2003 y 2008 quiso levantar este complejo de 13.500 viviendas para atraer 40.000 almas de la juventud de la capital que no encontraban hueco para vivir debido al alto precio de los inmuebles (?recuerdan la reivindicaci¨®n del ¡°derecho a una vivienda digna¡± incluso antes de la crisis, en pleno ¡°milagro espa?ol¡±?). ¡°Despu¨¦s de varios a?os jalonados por permisos de construcci¨®n ilegales, de demandas por sobornos y abusos de poder, el complejo se inaugur¨® en 2007 sin reparar en gastos, con conciertos de rock y 5.000 invitados¡±, escribe De Tocqueville. Se hab¨ªa construido menos de la mitad de las viviendas y solo 4.000 habitantes mostraron inter¨¦s. Luego la obra se paraliz¨® para permanecer en un estado medio zombi hasta la actualidad. El Manhattan de Sese?a, un recordatorio de los tiempos de exuberancia irracional espa?ola, lleno de carteles de ¡°en venta¡±, tiene atractivos irresistibles como un monumento a los padres de Paco o un parque bautizado como su mujer, Mar¨ªa Audena.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.