El 'efecto accesorio'
DURANTE LAS ?LTIMAS d¨¦cadas, el pr¨ºt-¨¤-porter y la alta costura han ido cediendo a los complementos el trono dorado del fashion business. Las prendas de vestir, que anta?o eran la insignia de las grandes firmas, han rebajado su hechizo en el imaginario colectivo y los accesorios (principalmente los bolsos) han crecido exponencialmente en la apreciaci¨®n social de la moda, convirti¨¦ndose en los nuevos estandartes de la imagen de muchas marcas y en su l¨ªnea de negocio m¨¢s rentable. Resulta llamativo advertir que muchos de los nombres m¨¢s punteros de la moda actual tienen su origen en prestigiosas casas marroquineras: antes de su triunfal desembarco en el pr¨ºt-¨¤-porter, Prada, Loewe, Gucci, Herm¨¨s o Louis Vuitton eran acreditados productores de maletas, carteras, bolsos, fulares, zapatos, cinturones¡ Pero el efecto accesorio se deja notar tambi¨¦n en otras facetas de la moda actual: Maria Grazia Chiuri (ahora en Dior) y Pier Paolo Piccioli, art¨ªfices en Valentino de uno de los mayores bombazos acaecidos en la escena reciente del pr¨ºt-¨¤-porter, calentaron banquillo durante 10 a?os en el departamento de complementos de la c¨¦lebre casa romana. Por su parte, el ilustre zapatero franc¨¦s J. M. Weston (desde 1891) acaba de fichar como director art¨ªstico a Olivier Saillard, historiador de la moda, mandam¨¢s en el Palais Galliera (el museo parisiense del traje) y comisario estrella de las m¨¢s aclamadas y rigurosas exposiciones recientes sobre indumentaria.
¡°En la moda actual, el ¨¦xito se basa en la cantidad de bolsos de 5.000 d¨®lares que seas capaz de vender¡±, declaraba recientemente Nicole Phelps, directora de Vogue Runway, constatando la enorme repercusi¨®n que el dise?o de un bolso ic¨®nico tiene ahora en la carrera de los modistas que est¨¢n al frente de las m¨¢s celebradas casas de costura. De hecho, en los cen¨¢culos se rumore¨® en su momento que tanto la sorpresiva salida de Ghesqui¨¨re de la maison Balenciaga como la fugaz permanencia en la misma de su sucesor, Alexander Wang, se debieron fundamentalmente a sus respectivos fiascos en la creaci¨®n de un bolso emblem¨¢tico para cuya adquisici¨®n fuera forzoso inscribirse en angustiosas listas de espera.
Ahora la sofisticaci¨®n y el lujo se identifican m¨¢s con un bolso que con una prenda exquisita.
La afirmaci¨®n de Phelps revela tambi¨¦n una actitud aberrante de la industria actual, que somete al dise?o de moda a una banalizaci¨®n que, entre otras cosas, exige situar art¨ªculos ¡°accesorios¡± o ¡°complementarios¡± en un lugar privilegiado del proceso creativo, del mercado y de la prensa especializada. Aunque sean efectivamente artefactos de moda, carecen de esa ancestral dignidad que otorga al vestido su hegemon¨ªa en la sublimaci¨®n del cuerpo, la suscitaci¨®n de emociones ¨ªntimas y la lubricaci¨®n social. Los accesorios est¨¢n destinados a rematar un look, nunca a definirlo. A pesar de todo, los departamentos publicitarios de las marcas han conseguido erigirlos en rutilantes atributos de estatus socioecon¨®mico e instalar en la noci¨®n popular de elegancia la idea de que, aunque vistamos prendas de dise?o insustancial y calidad dudosa, si bolso y zapatos son de post¨ªn, luciremos un look distinguido. El lujo y la sofisticaci¨®n se identifican hoy mucho m¨¢s con un Birkin de Herm¨¨s o unos manolos que con un blazer de Armani o un pantal¨®n de Margiela exquisitamente cortados. Los accesorios han acabado imponi¨¦ndose como ¡°clave de estilo¡±.
Puede que en el protorigen de esta escalada de los accesorios est¨¦ Carlyne Cerf, la c¨¦lebre estilista de Vogue USA que, ya a mediados de los ochenta, divulg¨® con ¨¦xito la tesis de que la construcci¨®n de una imagen cautivadora consist¨ªa sobre todo en seleccionarlos y combinarlos con profusi¨®n y esmero. Para vestirse era m¨¢s que suficiente un sencillo vestido de punto negro o un par de jeans y una camiseta. Por esos a?os se pod¨ªa leer en The New York Times a prop¨®sito de la inusitada relevancia que los accesorios estaban adquiriendo en el mercado americano: ¡°Las mujeres con estilo siempre han sabido lo potente que puede ser un accesorio. De un plumazo, el bolso adecuado, una cuidadosa mezcla de joyas e incluso un sombrero pueden dar a un conjunto anticuado o anodino una apariencia flamante¡±.
El elevado coste de las prendas de alto ¡®standing¡¯ incita a consumir peque?os accesorios para lucir marca.
Tradicionalmente se ha considerado perentoria en la venta de complementos de moda la cuesti¨®n del precio. El elevado coste de las prendas de vestir de alto standing incita a las capas medias de la sociedad consumista a conformarse con la adquisici¨®n de unas gafas de sol o un perfume para sentir que les corresponde una porci¨®n del glamuroso pastel. Sin embargo, aunque esto sea cierto en el caso de los peque?os accesorios, no justifica del todo el boom actual de bolsos, zapatos y otros art¨ªculos de marca con precio obsceno. En su favor hay que se?alar que son m¨¢s duraderos: requieren menos mantenimiento y gozan de una cierta emancipaci¨®n de las ef¨ªmeras tendencias de estilo que abruman el mercado del vestido. Los accesorios de luxe son una buena inversi¨®n, se dice. Pero tambi¨¦n hay que considerar que son m¨¢s f¨¢cilmente comercializables que la ropa. Para comprarlos no es necesario superar la, a menudo, molesta verificaci¨®n de nuestra propia imagen en la soledad del probador: un bolso o un fular le sientan bien a cualquiera. Que seas rechoncho o bajita, patizamba o cargado de hombros no son h¨¢ndicaps ineludibles para lucir los botines m¨¢s molones, pero s¨ª para enfundarse un pantal¨®n o un vestido. Indiferentes, por lo general, a las convenciones indumentarias de las diferentes culturas del planeta y a las enojosas peculiaridades climatol¨®gicas de los mercados, los mismos accesorios son aptos para ser consumidos al mismo tiempo y con un frenes¨ª an¨¢logo tanto por saud¨ªes como por argentinos o coreanos sin necesidad de supeditarlos a engorrosas adaptaciones y reajustes. Esta simplificaci¨®n del proceso comercializador favorece sobremanera su mercadeo online y su c¨®moda adaptaci¨®n a estrategias mercadot¨¦cnicas de rabiosa actualidad como el ¡°Lo ves, lo compras¡±. El producto de moda ¡°globalizable¡± por excelencia es el accesorio.
Este a?o se cumple el vig¨¦simo aniversario del lanzamiento del Baguette de Fendi, emblema contempor¨¢neo del fen¨®meno it-bag y heredero de una estirpe de bolsos m¨ªticos que, como el Kelly de Herm¨¨s o el 2.55 de Chanel, sobreviviendo a coyunturas sociales, convulsiones culturales y modas variopintas, han devenido s¨ªmbolos planetarios de distinci¨®n y opulencia. Art¨ªculos de moda legendarios convertidos en fetiches modernos del deseo popular¡ El otro d¨ªa me cont¨® una amiga que, en un aeropuerto, le hab¨ªa inquietado una enorme valla publicitaria en la que una mujer abrazaba un bolso con expresi¨®n lujuriosa. No se trataba de los muslos de Ryan Gosling, no¡ Era solo un bolso.
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