El embri¨®n de los robots personales del futuro puede ser una aspiradora
La empresa china Ecovacs quiere que una aspiradora aut¨®noma con capacidad para comunicarse con usuarios y otros electrodom¨¦sticos sea el centro de la casa inteligente
Cuando Javen Lee habla de los objetos que dise?a cuesta creer que est¨¦ hablando de m¨¢quinas para quitar el polvo. ¡°Queremos que nuestro dise?o nos d¨¦ una sensaci¨®n de empoderamiento y seguridad en este mundo impredecible¡±, afirma. ¡°De momento, nuestros usuarios tienen un perfil de explorador t¨¦cnico, pero queremos que cada vez sea m¨¢s de influidor emocional¡±, a?ade. Lee es el jefe de dise?o industrial de Ecovacs Robotics, una empresa china que comercializa robots para limpiar el suelo con el nombre de Deebot. La apariencia de los aparatos que lanzar¨¢n en el futuro pretende que sean objetos con una est¨¦tica que los convierta en una presencia deseada en el hogar m¨¢s all¨¢ del cumplimiento de su funci¨®n.
El fundador de la empresa, Dong-Qi Qian, no renuncia a que sus robots se conviertan en objetos m¨¢s sofisticados, incluso ¡°en el centro de las casas inteligentes¡±, pero de momento es consciente de cu¨¢l es el centro de su negocio: vender robots aspiradora. El origen de Ecovacs est¨¢ precisamente en las aspiradoras convencionales, que empez¨® a producir en 1998 en Suzhou, una ciudad de 10 millones de habitantes pegada a Shanghai. Tiempo despu¨¦s, en 2006, Dong-Qi vio las posibilidades de robotizar esa tarea y comenz¨® una nueva etapa para la compa?¨ªa. En 2002, iRobot, la empresa l¨ªder en el mundo en la venta de este tipo de artefactos, hab¨ªa puesto en el mercado su Roomba. Quince a?os despu¨¦s, Ecovacs, l¨ªder en el mercado chino, se acerca a la compa?¨ªa estadounidense y quiere recortarle terreno fuera de Asia.
La empresa l¨ªder del mercado desat¨® la pol¨¦mica ante la posibilidad de que vendiese datos sobre la distribuci¨®n de los hogares
La tecnolog¨ªa no es, aparentemente, muy compleja. El robot realiza un mapa de la casa con un sistema l¨¢ser y una vez completo avanza poco a poco hasta cubrir toda la superficie del hogar. Tambi¨¦n es posible, a partir de una aplicaci¨®n de m¨®vil, fijar zonas de exclusi¨®n para que la m¨¢quina no pase por ellas. Una vez realizada la tarea, regresa a su punto de carga. El problema, como suele suceder en rob¨®tica, est¨¢ en los detalles y en que el aparato funcione de forma consistente y que producirlo no sea demasiado caro. Los problemas m¨¢s frecuentes con este tipo de robots es que dejan zonas sin limpiar, se chocan con objetos desperdigados por la casa o no regresan al cargador.
¡°La principal dificultad para estos robots es que cada hogar es diferente, y adem¨¢s, si queremos hacer unos pocos robots que sean ¨²tiles en hogares de todo el mundo tienen que funcionar en una diversidad de superficies enorme¡±, explica Gary Li, jefe de producto de la empresa. Para dise?ar los robots y los algoritmos que los gobiernan, Ecovacs tiene un laboratorio en Suzhou donde se somete a los robots a todo tipo de vicisitudes: superficies duras de diferentes materiales, alfombras de diferentes grosores, suelos solo con polvo o con cigarrillos y otros residuos incluidos. Tambi¨¦n se prueba el ruido que genera en c¨¢maras anecoicas, para reducirlo al m¨¢ximo o la capacidad de que el sistema del robot sea capaz de conectarse a la multitud de routers que se emplean por el mundo para acceder a internet.
Mientras sus robots avanzan lentamente por todas las superficies de su laboratorio, Ecovacs, que la semana pasada invit¨® a este peri¨®dico junto a un grupo de medios europeos a visitar su sede china, prepara el asalto de un mercado que prev¨¦n inmenso. ¡°Por ahora, en Europa, solo un 2,6% de los hogares tienen un robot de este tipo¡±, explica Andreas Wahlich, el director general de la compa?¨ªa en Europa y el encargado de preparar el asalto a este continente. En el mundo, calculan que la clase media alcanzar¨¢ los 4.900 millones de personas. En Europa, el 33% de la poblaci¨®n ya vive sola y en EE UU, el 28%. ¡°Muchas de estas son personas que podr¨¢n y querr¨¢n pagar a cambio de ahorrar tiempo para dedicarlo a tareas m¨¢s agradables que pasar la aspiradora¡±, aventura Wahlich. El a?o pasado, el volumen de negocios de Ecovacs fue de 700 millones.
Aunque no es su principal estrategia, la introducci¨®n de sus robots, que van desde una gama alta que supera los 500 euros hasta otros m¨¢s baratos por 199 euros, en hogares de todo el mundo, puede ser una puerta de entrada en las casas del futuro. Este tipo de m¨¢quinas ser¨ªan unas de las primeras capaces de moverse por nuestras viviendas y ya est¨¢n dise?ando una variante, el Unibot, que incluye la capacidad para comunicarse con otros electrodom¨¦sticos de la casa, un detector de humo que permitir¨ªa avisar a los bomberos en caso de incendio o una c¨¢mara que podr¨ªa tomar una fotograf¨ªa de un intruso que tratase de colarse por la ventana.
En la sala de exposiciones de sus artefactos en la sede de Suzhou, Gary Li muestra otras tentativas de robots de la compa?¨ªa, como el humanoide Benebot, una especie de C3PO con ojos y voz ani?ada que responde a preguntas simples y podr¨ªa servir como asistente de compras en un supermercado. Li reconoce que se plantean muchas opciones para incorporar nuevos robots que desarrollen todo tipo de tareas del hogar, pero que por el momento "los androides generan rechazo".
El mercado de los robots para el hogar cuenta con que en Europa, el 33% de la poblaci¨®n ya vive sola y en EE UU, el 28%
Siguiendo la estela de los Roomba de iRobot, que ya pueden ser controlados por la voz a trav¨¦s de aparatos como Google Home, en los pr¨®ximos meses algunas de las m¨¢quinas de Ecovacs podr¨¢n emparejarse a estos dispositivos. Tanta conexi¨®n despierta algunos miedos sobre el uso de los datos que har¨¢n estas compa?¨ªas que pueden tener un mapa muy preciso de nuestra casa. En julio de este a?o, Colin Angle, director general de iRobot, gener¨® pol¨¦mica cuando se refiri¨® al ¡°rico ecosistema de objetos y servicios que la casa inteligente te puede ofrecer una vez que tienes un mapa del hogar que el usuario ha permitido compartir¡±. Aunque puntualiz¨® que esta informaci¨®n no se distribuir¨¢ sin permiso, a?adi¨® que ¡°la mayor¨ªa dar¨ªa su consentimiento para acceder a las funciones de casa inteligente¡±. Pocos d¨ªas despu¨¦s negaba rotundamente que iRobot vender¨ªa la informaci¨®n de sus usuarios.
La postura de Ecovacs es similar. Aseguran que no van a compartir los datos, que no forma parte de su negocio y que la informaci¨®n sobre los hogares se queda en el robot y no se guarda en la nube. Y recalcan sobre todo que seguir¨¢n lo que diga la ley de cada pa¨ªs. ¡°Sobre todo queremos respetar la ley¡±, enfatiza Wahlich. La declaraci¨®n puede no ser tranquilizadora desde el punto de vista europeo dicho en un pa¨ªs como China que, durante los d¨ªas que Ecovacs invit¨® a los periodistas, ten¨ªa bloqueados de forma legal casi todos los servicios de mensajer¨ªa y redes sociales m¨¢s populares en occidente, como Twitter, Facebook, Gmail o WhatsApp con motivo de la gran reuni¨®n quinquenal en la que el partido comunista renovar¨¢ la mayor¨ªa de sus mandos.
Pese a lo discutible de los m¨¦todos, es indudable el ¨¦xito industrial del pa¨ªs, del que tambi¨¦n forma parte Ecovacs. La integraci¨®n vertical de la compa?¨ªa, que cuenta con sus f¨¢bricas al lado de su sede, en el mismo continente asi¨¢tico al que tienen que llevar sus f¨¢bricas compa?¨ªas como la estadounidense iRobot, le ofrece una ventaja competitiva importante. Jonathan Tang, uno de los vicepresidentes de la compa?¨ªa, defiende adem¨¢s que no solo copian sino que ¡°muchas compa?¨ªas chinas como la suya est¨¢n liderando la innovaci¨®n a nivel mundial¡±.
Es posible que los aspiradores rob¨®ticos solo sean un gran negocio con escaso glamour y que los sue?os est¨¦ticos de Javen Lee o la aspiraci¨®n de Dong-Qi Qian, que quiere que ¡°Ecovacs sea una empresa amada en todo el mundo¡±, resulten exagerados. Pero tambi¨¦n es posible que m¨¢quinas como las suyas, a las que en el futuro quieren incorporar la capacidad para escucharnos y detectar nuestro estado de ¨¢nimo, sean la puerta de entrada de los robots a nuestras vidas dom¨¦sticas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.