?Por qu¨¦ no cambiamos de opini¨®n aunque nos demuestren que estamos equivocados?
Los datos contrastados convencen menos que los mensajes emocionales. Diversos estudios revelan las limitaciones de la raz¨®n
La primera impresi¨®n es la que cuenta. Cuando nuestro cerebro recibe por primera vez informaci¨®n sobre un asunto ¡ª¡°ese de ah¨ª es Juan, es un vago¡±¡ª deja grabada una silueta que provoca que todo lo que sepamos desde entonces en ese ¨¢mbito tenga que encajar en ella. Los humanos vivimos en un relato, necesitamos que las piezas encajen, y por eso nos costar¨¢ tanto asumir en el futuro que Juan es un currante. ¡°Es como una mancha¡±, explica la psic¨®loga Dolores Albarrac¨ªn, ¡°es mucho m¨¢s f¨¢cil ponerla que eliminarla despu¨¦s¡±. Si esa mancha forma parte de nuestra visi¨®n del mundo, nuestra escala de valores ser¨¢ casi imposible limpiarla, porque ser¨ªa como replantear nuestra identidad. Por eso nos cuesta horrores cambiar de opini¨®n: los hechos deben encajar en la silueta o ni siquiera los tendremos en cuenta.
Cada vez m¨¢s estudios muestran las limitaciones de la raz¨®n humana. En ocasiones se ignoran los hechos porque no se adaptan a lo que pensamos. La verdad no siempre importa. Hace justo un a?o, se realiz¨® una prueba muy sencillita. ?En cu¨¢l de estas fotos ve usted a m¨¢s gente? En la foto A, de la toma de posesi¨®n de Donald Trump, se ve¨ªa a mucha menos gente que en la foto B, de la inauguraci¨®n de Barack Obama, llena hasta la bandera. El 15% de los votantes de Trump dijo que hab¨ªa m¨¢s gente en la foto A, un error manifiesto. ?Tienen un problema de visi¨®n, alguna carencia cognitiva, para llevarle la contraria a un hecho tan evidente? Es m¨¢s sencillo: a veces, cuando discutimos sobre hechos, en realidad no estamos discutiendo sobre los hechos. Ese 15% sabe que dar la respuesta B es reconocer que Trump es un mentiroso y, por tanto, admitir que han votado a un mentiroso. Es decir, si se trata de un enamorado del presidente de EE UU, estamos pidiendo que ponga en tela de juicio su propia identidad.
¡°Lo m¨¢s probable es que las personas lleguen a las conclusiones a las que quieren llegar¡±, dej¨® escrito la psic¨®loga social Ziva Kunda al desarrollar la teor¨ªa del pensamiento motivado. La idea es sencilla: para defender nuestra visi¨®n del mundo, nuestro relato, vamos razonando inconscientemente, descartando unos datos y recogiendo otros, en la direcci¨®n que nos conviene hasta llegar a la conclusi¨®n que nos interesaba inicialmente. Visto as¨ª, parece una flaqueza, un fallo de dise?o en el raciocinio. Pero tendr¨ªa una explicaci¨®n muy plausible: es un escudo protector contra la manipulaci¨®n, pues es l¨®gico pensar que las cosas tienen que encajar con lo que ya sabemos del mundo. Si de pronto vemos una piedra elevarse hacia el cielo no dudamos de la existencia de la gravedad; pensamos que hay trampa en la piedra.
Pero hay situaciones preocupantes en las que si los ciudadanos no hacen caso de los hechos pueden poner en riesgo bienes mayores. La salud es uno de los ¨¢mbitos m¨¢s peligrosos, como sucede con el peque?o colectivo que se niega a vacunar a sus hijos. ?C¨®mo se puede tomar una decisi¨®n as¨ª, que pone en riesgo la salud de las criaturas propias y las del resto? ¡°Es una opci¨®n irracional que puede ser corregida aportando toda la informaci¨®n necesaria¡±, dicen m¨¦dicos, divulgadores y autoridades. Datos hist¨®ricos, detalles sobre enfermedades, estad¨ªsticas consistentes¡, pero no, eso no funciona. Es m¨¢s, como han mostrado algunos estudios, esta forma de abordar el problema no solo no convence, sino que puede provocar un efecto bumer¨¢n, reforzando todav¨ªa m¨¢s las creencias de los antivacunas. Es un efecto que el investigador Brendan Nyhan ha registrado en distintos escenarios, desde la pol¨ªtica a la salud, y en el caso de las vacunas particularmente. Mostrar folletos con informaci¨®n sobre inmunizaci¨®n no doblega a los recelosos y a algunos los convence m¨¢s todav¨ªa.
Divulgadores, fact-checkers (verificadores de datos), periodistas y pol¨ªticos asumen, en general, que la gente se equivoca porque les faltan datos. Es un enfoque simplista, llamado de d¨¦ficit de informaci¨®n, que se empe?a en obviar los mecanismos conocidos de una psicolog¨ªa humana que, como explica Nyhan, no va a cambiar. Hay que conocer esas fisuras del cerebro humano y aprovecharlas para colarnos y ser verdaderamente persuasivos. Pero llegados a este punto, es importante preguntarse, qu¨¦ es convencer??Lograr que una familia antivacunas reconozca que est¨¢ equivocada o conseguir que ponga una, dos o todas las vacunas necesarias a sus hijos?
Los expertos afirman
que, para ser efectivos,
los hechos deben integrarse en una narrativa
Esta reflexi¨®n ten¨ªa en mente el pediatra Roi Pi?eiro cuando lanzaron en el Hospital General de Villalba, un municipio de la sierra de Madrid, una consulta pionera que usar¨ªa enfoques distintos para convencer a los inconvencibles. ¡°Se trata de conocer los motivos y rebatirlos, pero no desde la l¨®gica sino desde los sentimientos. Mucha empat¨ªa y dejarlos hablar¡±, explica Pi?eiro; ¡°porque es muy dif¨ªcil convencer con datos cient¨ªficos, suelen ser unos expertos, pero escogiendo los que les interesa¡±. Pi?eiro, jefe asociado del servicio de Pediatr¨ªa, us¨® intuitivamente trucos que han mostrado su eficacia en distintos experimentos psicol¨®gicos. Ponerse de su parte, dedicarles tiempo, dejar que se expliquen, conectar emocionalmente y abordar los mitos solo cuando hay confianza. ¡°Piensas que si te enfadas y los abroncas entender¨¢n que es grave, pero en realidad pierdes a esa familia, no vuelven¡±, cuenta el pediatra. Al lanzar esta consulta abierta, recibi¨® a 20 familias recelosas en sesiones individuales de media hora; al final, el 90% acept¨® poner alguna vacuna a sus hijos y el 45% accedi¨® a pon¨¦rselas todas.
Un experimento realizado el a?o pasado, sobre racismo y pol¨ªtica, obtuvo resultados inquietantes. A un grupo de ciudadanos se les cont¨® algunas de las mentiras habituales de Marine Le Pen sobre los inmigrantes. A otro, esto mismo, pero contrastado con los datos reales. Al tercer grupo se les cont¨® ¨²nicamente la informaci¨®n veraz, sin las falsedades de Le Pen. Los ¡°hechos alternativos¡± de la pol¨ªtica francesa lograron mejorar sus opciones de voto por igual (un 7%) en el primer grupo y el segundo, mostrando que el desmentido fue in¨²til. Lo que es m¨¢s sorprendente: sus opciones tambi¨¦n crecieron (4,6%) entre quienes solo leyeron informaci¨®n real sobre inmigraci¨®n. Por eso a este tipo de pol¨ªticos populistas les da igual que les desmientan: han colocado el mensaje, que se hable de lo que les interesa, fijando el marco de la conversaci¨®n p¨²blica: la inmigraci¨®n como problema. Los investigadores consideran que no basta con el trabajo period¨ªstico con los datos, sino que ¡°para ser efectivo, los hechos deben integrarse en una narrativa con argumentaci¨®n persuasiva¡± y ¡°presentados por un pol¨ªtico carism¨¢tico¡±.
Esta es la paradoja de los verificadores (o fact-checkers), esos periodistas que se dedican a comprobar y desmentir las afirmaciones de los pol¨ªticos: que solo funcionen con quienes no hace falta. Los primeros trabajos de Nyhan indicaban poca utilidad y que a veces eran contraproducentes, pero en un estudio reciente mostr¨® que gracias al fact-checking se pod¨ªa conseguir que algunos seguidores de Trump admitieran que sus afirmaciones eran falsas. Eso s¨ª, no mov¨ªan un mil¨ªmetro su intenci¨®n de voto hacia el candidato republicano. ¡°Tienden a ignorar la informaci¨®n disidente. Este escenario fomenta la aparici¨®n de una caja de resonancia en torno a narrativas y creencias compartidas. En este punto, la verificaci¨®n de hechos puede ser percibida como otra tesis de los rivales y por tanto ignorada¡±, explica Walter Quattrociocchi, especialista en c¨®mo se disemina la desinformaci¨®n.
¡°Cuando se trata del bulo de un medicamento retirado o algo as¨ª, la gente te cree y lo agradece. Pero si les toca la patata, dejan de discernir entre opini¨®n y datos. Si ya han elegido bando es m¨¢s complicado sacarles del error¡±, resume Clara Jim¨¦nez, del equipo de Maldito Bulo (MB), un proyecto period¨ªstico creado para combatir la desinformaci¨®n. Jim¨¦nez cuenta que esas disonancias fueron notables durante el 1 de octubre en Catalu?a: cada desmentido se negaba por el bando puesto en evidencia, c¨®mo no, dudando de la objetividad de MB. Durante la campa?a electoral catalana, surgi¨® el bulo de las tarjetas censales que podr¨ªan ser usadas, seg¨²n algunos independentistas, para provocar un pucherazo. Cuando lo desment¨ªa MB, muchos cargaban contra el mensajero. Pero cuando lo desminti¨® Josep Costa, candidato de JxC, algunos se lo discut¨ªan, pero muchos de sus seguidores optaron por fiarse de ¨¦l. ¡°Si es tu propio c¨ªrculo el que te desmiente es mucho m¨¢s f¨¢cil¡±, explica Jim¨¦nez, que forma parte del equipo que asesora contra la desinformaci¨®n a la Comisi¨®n Europea. Adem¨¢s, los portales de verificaci¨®n de datos tienen otro problema a?adido: muy pocos de sus lectores (un 13%) son consumidores de fake news, seg¨²n otro estudio reciente: no estar¨ªan llegando al p¨²blico que los necesita.
La gente de MB ha puesto en pr¨¢ctica un sistema que encaja muy bien con las recomendaciones de psic¨®logos expertos: el bulo es como una mancha dif¨ªcil de quitar, y conviene usar mensajes sencillos y directos, informaci¨®n gr¨¢fica o visual, y no repetir la falsedad sino centrarse en la explicaci¨®n. El mejor quitamanchas es el porqu¨¦: cuando a los miembros de un jurado se les dice ¡°no tengan en cuenta esta prueba¡±, no sirve de nada. Pero ser¨¢n capaces de borrar esa informaci¨®n si les explican que hubo una motivaci¨®n sospechosa al intentar incluir la prueba viciada.
Los verificadores de datos que desmienten a los pol¨ªticos solo influyen en los que ya est¨¢n convencidos
El cambio clim¨¢tico es otro experimento natural oportuno para analizar el fen¨®meno. Los especialistas han probado de todo para convencer a los esc¨¦pticos y no hay una varita m¨¢gica. Pero el papa Francisco nos da una clave: tras escribir una enc¨ªclica ecologista, en EE UU creci¨® 10 puntos el porcentaje de convencidos de que el calentamiento ser¨¢ da?ino y 13 puntos el bloque de cat¨®licos que creen que el cambio clim¨¢tico es real. L¨ªder carism¨¢tico y que habla desde dentro del c¨ªrculo identitario. En este ¨¢mbito, hablar de cat¨¢strofes y amenazas puede ser contraproducente. Sin embargo, funcionan contenidos emocionales que hablan a la gente de c¨®mo encaja el problema en su vida (la salud), o mensajes que indiquen que combatir el calentamiento traer¨¢ avances cient¨ªficos y econ¨®micos, y que mejorar¨¢ la cohesi¨®n y los valores de la comunidad.
Muchas de estas estratagemas est¨¢n destinadas a escuchar al sujeto para aprovechar sus debilidades: a un empresario negacionista del cambio clim¨¢tico no le convencer¨¢s habl¨¢ndole de la crecida de los mares, sino de oportunidades de negocios verdes. Por eso, un equipo de la Universidad de Queensland (Australia) ha acu?ado el concepto de persuasi¨®n jiu jitsu, en referencia a ese arte marcial que usa contra el rival su propia fuerza. Por ejemplo, dejar que explique c¨®mo funcionar¨ªa exactamente paso a paso su idea, para que vea sus flaquezas saliendo de su propia boca.
¡°Cuando se trata de temas cient¨ªficos, la gente habla usando evidencias, cuando sus actitudes est¨¢n motivadas por otra cosa. El divulgador tiene que resistir la tentaci¨®n natural de debatir las ideas articuladas por el sujeto y en su lugar centrarse en su motivaci¨®n oculta en la sombra¡±, explican. ¡°Identifique la motivaci¨®n subyacente, y luego adapte el mensaje para que se alinee con esa motivaci¨®n¡±, sugieren. Por ejemplo, decirle a un votante de Trump que salvar el planeta es la ¨²nica forma de mantener el estilo de vida americano.
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