Frances McDormand: ¡°Los hermanos Coen son unos vagos¡±
La int¨¦rprete estadounidense, descubierta por los hermanos Coen en 1984, aspira a ganar su segundo Oscar mientras reivindica con pasi¨®n su triple dimensi¨®n de actriz, madre y militante feminista
A ESPALDAS?del escenario donde se acaban de entregar los Globos de Oro, una botella de tequila busca due?o. La camarera atraviesa veloz los salones del hotel Hilton de Los ?ngeles en busca del cliente que ha reclamado el ansiado Patr¨®n Reposado. Guillermo del Toro, ganador del premio al mejor director, le hace ojitos a la copa. De repente, una voz de mujer, mucho m¨¢s ¨¢spera que la del realizador mexicano, la reclama con furia: ¡°?Que corra el tequila, esta es mi ronda!¡±, grita Frances McDormand. La actriz hab¨ªa pedido el trago desde el mismo escenario, con la estatuilla a mejor int¨¦rprete dram¨¢tica en la mano y tras un discurso varias veces censurado por una televisi¨®n puritana que se escandaliz¨® con sus juramentos. ¡°?Necesitamos tequila!¡±, lanz¨® tras una ceremonia larga y previsible. McDormand es de las que mantienen su palabra. La actriz de 60 a?os, ganadora del Globo de Oro por Tres anuncios en las afueras, no es de las que hablan al tunt¨²n. Y hoy quiere regar su victoria. ¡°?Todas las candidatas de mi categor¨ªa, al bar, tequila para todas!¡±, arenga desde el podio. En pocos d¨ªas extender¨¢ su invitaci¨®n a Margot Robbie, Saoirse Ronan, Sally Hawkins y Meryl Streep, las futuras perdedoras de esta temporada de premios¡, porque si algo se antoja casi seguro en la 90? edici¨®n de los Oscar es que McDormand recibir¨¢ su segundo ¡°sujetapuertas¡±, como ella misma llama a la estatuilla que ya tiene. Y m¨¢s vale que el tequila est¨¦ listo con la sal y el gajo de lima para saborear la victoria. ¡°Ya basta de fotos, hay cosas mejores que hacer. ?V¨¢monos, camarero!¡±, resumi¨® dando carpetazo a las loas de la noche de los Globos y sacando a su marido, Joel Coen, del trabajo de paparazi familiar que ¨¦l mismo se adjudic¨® en este pase¨ªllo de gloria. Al fin y al cabo todos los hombres ¡ª¡°menos George Clooney¡±, como murmura la actriz¡ª tienen pinta de camarero vestidos de ping¨¹ino. Y uno de los cineastas m¨¢s respetados de Hollywood no va a ser diferente. No para Frances McDormand.
¡°Eso es muy propio de Fran: ver el ¨¦xito que la rodea como algo que puede corromperla en lugar de tom¨¢rselo como motivo de celebraci¨®n. As¨ª es y ha sido siempre¡±, explica la actriz Holly Hunter, amiga desde que ambas comenzaron sus carreras. Es de las pocas que saben ver m¨¢s all¨¢ del talento de esta int¨¦rprete salida de la Am¨¦rica profunda, de esa dinamo imparable que es Frances McDormand. De puertas afuera todos coinciden con que es ¡°una fuerza de la naturaleza¡±, alguien ¡°¨ªntegra y aut¨¦ntica¡±, la ¡°verdadera Wonder Woman¡±, ¡°la antih¨¦roe que necesitamos¡±, como dice Sam Rockwell tras trabajar con ella. Woody Harrelson la llama ¡°hurac¨¢n Fran¡±. Y su director en Tres anuncios en las afueras, Martin McDonagh, solo a?ade un detalle: ¡°Probablemente la mejor int¨¦rprete de su generaci¨®n¡±.
Pero Hunter conoce las otras caras de Frances. ¡°No tuve m¨¢s que verla con el premio del Sindicato de Actores en la mano diciendo desde el podio ¡®?Hola, hola!¡¯ como cualquier otro d¨ªa. Esa es la Fran que conozco¡±, a?ade Hunter. Son tres Frances, como McDormand detall¨® hace ahora 21 a?os al recibir su primer Oscar por la ic¨®nica agente de polic¨ªa de Fargo (1996). Entonces agradeci¨® a su cu?ado Ethan Coen haber hecho de ella una actriz; a Joel Coen, hacer de ella una mujer, y a su ¡°luna y sol¡± Pedro McDormand Coen, por encontrar en ella a ¡°la verdadera madre¡±. Actriz, mujer y madre. ¡°?Que qu¨¦ es lo mejor de Fran? Que no hay nada especial¡±, resume Ethan Coen. ¡°Que con ella se trabaja muy a gusto. Supongo que porque nos conocemos bien¡±, a?ade. Los hermanos Coen fueron quienes le iniciaron en su carrera cuando le dieron un papel en su primera pel¨ªcula, Sangre f¨¢cil (1984). Con ella llevan rodados siete largometrajes. ¡°Son unos vagos¡±, les responde risue?a la actriz.
La protagonista de Fargo refunfu?¨® antes de conceder esta entrevista. No le gusta hablar con la prensa. Odia los aut¨®grafos y los selfies, y no le agradan las galas de premios. Fue una de las pocas ausentes en el almuerzo de los nominados. Pero aqu¨ª est¨¢, sentada en una de las habitaciones del hotel Four Seasons de Los ?ngeles, cuartel general no oficial del Hollywood en temporada de premios, y si no le apetece charlar lo disimula bien. Quiz¨¢ porque se siente a gusto rodeada de los suyos, y ¡°el clan de los McCoen¡±, como llama a su familia, est¨¢ en la habitaci¨®n de al lado. Lo de llamarles vagos es pura iron¨ªa. ¡°Pero todos sabemos que trabajan con su propia cantera de actores, as¨ª no tienen que dar explicaciones¡±, afirma muy en serio. Asegura que fueron ellos quienes la ¡°malcriaron¡± en el cine, pues admite que no es el veh¨ªculo creativo que m¨¢s disfruta. Lo suyo es el teatro. Viene de la literatura, de la palabra escrita, el germen de toda historia. Comenz¨® su carrera art¨ªstica cuando descubri¨® Lady Macbeth en la clase de literatura. Ten¨ªa 14 a?os. Luego hubo de todo. Dada la fisonom¨ªa de Hollywood, y la suya propia, hubo muchos personajes secundarios que, gracias a ella, se adue?aron de la historia. Entre otros, la camionera de En tierra de hombres (2005), la esposa maltratada de Arde Mississippi (1988) o la verdadera madre de un joven Cameron Crowe en la semibiograf¨ªa Casi famosos (2000). ¡°Lo mejor fue c¨®mo call¨® a mi madre al decirle: ¡®Alice, no eres t¨² ni soy yo. Se trata de otra persona, el personaje¡±, cuenta Crowe recordando una m¨¢s de las clases magistrales de interpretaci¨®n con el sello ?McDormand. Para ella nunca hubo personaje peque?o. ?O quiz¨¢ s¨ª? Lo bueno de sus escasas conversaciones con la prensa es que cuando McDormand habla no se corta: ¡°En el teatro no¡±, subraya la diferencia, ¡°pero en cine gran parte del trabajo que hice fueron papeles de reparto, por lo general perif¨¦ricos al var¨®n protagonista. Algo que ya no estoy dispuesta a aceptar¡±.
M¨¢s que de resentimiento, habla de futuro, de lo que como actriz y como mujer intenta cambiar. Una mujer y una actriz que hasta ahora solo se expresaba as¨ª en casa o en el teatro. En iniciativas experimentales como el Wooster Group, al que pertenece desde hace dos d¨¦cadas. O que solo hab¨ªa sido clara con los Coen pidi¨¦ndoles abiertamente que le escribieran papeles a su medida. Lo mismo que le pidi¨® a McDonagh tras conocerle y admirarle como dramaturgo con el estreno de The Pillowman, hace casi una d¨¦cada. De McDo?nagh valor¨® su palabra, ¡°la Biblia¡±, como describe esta hija adoptiva de pastor protestante el guion de Tres anuncios en las afueras, que el director y tambi¨¦n guionista escribi¨® pensando en ella. Y al que McDormand dijo que no. Porque, como declar¨® tambi¨¦n al recoger ya su primer Oscar, los actores no solo tienen oportunidades. Tambi¨¦n tienen la opci¨®n de hacer el trabajo que se les ofrece. O rechazarlo. Y Frances dijo no. ¡°En el cine digo mucho que no. Es el lujo que me permito por trabajar en el teatro¡±, reconoce la ganadora de la llamada Triple Corona, con el Tony, el Emmy y el Oscar en su poder. No le sobran las ofertas. ¡°Seguro que Joel preferir¨ªa estar casado con una estrella de Hollywood que pague la hipoteca¡±, suelta entre risas. Pero se niega a hacer aquello en lo que no cree. Esos a?os pasaron. ¡°No busco una buena pel¨ªcula, busco escritores que generen una conversaci¨®n cultural¡±, explica. Insiste en que est¨¢ mal acostumbrada por los Coen, los tipos que escribieron un personaje como el de Marge en Fargo cuando las mujeres embarazadas en el lugar de trabajo eran vistas de otra forma. Aunque tambi¨¦n a ellos les mete ca?a: ¡°Siempre les insisto que trabajen m¨¢s sus papeles femeninos¡±. De ah¨ª sus dudas con Martin McDonagh. ¡°Le dije que no porque a mis 60 era muy vieja para el papel. Me gusta interpretar a mujeres de mi edad. Es algo pol¨ªtico. Y como alguien de clase trabajadora, s¨¦ perfectamente que una mujer as¨ª no habr¨ªa esperado a los 38 para tener su primer hijo¡±, argumenta acerca de Tres anuncios en las afueras.
Siempre se muestra as¨ª de combativa, incluso con aquellos que comparten sus ideas. Menos mal para todos ¡ª?incluido el Oscar¡ª que Joel Coen tuvo la ¨²ltima palabra. A su lado desde hace 34 a?os y casados desde hace 24, el hombre al que seg¨²n ella misma es dificil¨ªsimo sacar una respuesta clara le dijo eso de ¡°deja de poner pegas y di que s¨ª de una vez¡±. ¡°As¨ª que le tengo que dar las gracias a Joel por esta pel¨ªcula¡±, admite. ¡°Y a Martin, por el gran regalo que me hizo al dejarme respirar en este personaje ir¨®nicamente tan diferente a todas las mujeres que vemos en la pantalla, la respuesta a todas las injusticias de mi profesi¨®n¡±, a?ade agradecida a ambos.
Junto a Joel se nota una cercan¨ªa que no solo le dan los a?os, sino el respeto. ¡°Turistas en Hollywood¡±, como se definen, diluyen la fama que no disfrutan entre su apartamento neoyorquino y esa casa perdida en una peque?a localidad del noroeste estadounidense. McDormand es como es desde la cuna, cuando Cynthia Ann Smith naci¨® en 1957 en Gibson City, Illinois, (EE UU). ¡°Heterosexual y white trash¡±, puntualiz¨® a una emisora de radio. El calificativo se lo dedica a su madre biol¨®gica, a la que nunca quiso conocer, y no a quienes la adoptaron cuando ten¨ªa un a?o y la llamaron Frances Louise. ¡°No eran unos meapilas y les agradezco el poso ¨¦tico que me dieron. Pero mi familia era muy conservadora y siempre supe que all¨ª no iba a vivir eternamente. Desde el momento en el que dej¨¦ el hogar familiar busqu¨¦ a mi tribu, mi identidad¡±, recuerda. El encuentro con los Coen se lo debe a Holly Hunter, que la recomend¨® para el papel de Sangre f¨¢cil cuando ella no pudo aceptarlo y le present¨® a este ¡°par de t¨ªos raros¡±, como su amiga le previno entonces. ¡°Pero somos mucho m¨¢s convencionales de lo que todos se creen¡±, explica ahora McDormand. ¡°Gente madura con estudios y cultura que disfruta leyendo libros, yendo al cine y a museos. Que no nos vemos tanto como parece porque Joel y Ethan se pasan el d¨ªa trabajando juntos. Pero que nos tenemos el uno al otro¡±, explica sobre su relaci¨®n con Joel Coen.
Un hogar que completa su hijo Pedro, paraguayo de nacimiento y adoptado hace 24 a?os, alguien que sacudi¨® la vida de McDormand para siempre. Porque si le das a escoger entre sus tres caras, probablemente esta actriz y militante feminista antepondr¨ªa la maternidad a cualquiera de las otras dos. La adopci¨®n fue la soluci¨®n a sus problemas a la hora de concebir, algo que no oculta. Como nunca le ocult¨® a Pedro lo mucho que le quiere. A veces demasiado, seg¨²n su hijo: ¡°Siempre le est¨¢ diciendo a su padre que soy la reina del melodrama¡±, dice ella riendo en referencia a su hijo, quien describe a su madre como la mejor mujer que conocer¨¢ jam¨¢s. ¡°Aprend¨ª espa?ol para decirle que le quer¨ªa¡±, recuerda de sus primeras palabras en un idioma que Pedro maneja con la misma soltura que el ingl¨¦s. Ella no puede decir lo mismo. ¡°Yo sigo hablando como un ni?o, Pedro se averg¨¹enza. Joel es mejor. Lee y escribe, pero prefiere no hablarlo¡±.
Pero lo que Pedro le ense?¨® a su madre es algo que nadie menciona cuando habla de Frances: el miedo. ¡°Cuando conoc¨ª a mi hijo entend¨ª lo que era el miedo. Ser madre cambi¨® mi perspectiva del universo¡±. Es un miedo que acepta sin titubeos. Incluso lo abraza como actriz. De nuevo, no es f¨¢cil hablar con McDormand. Reh¨²ye la vida p¨²blica, especialmente desde que adopt¨® a Pedro, momento en el que abandon¨® el cine casi por completo. ¡°No habr¨ªa sabido c¨®mo criar a un hijo famoso¡±. Pero cuando accede a ser entrevistada busca una conversaci¨®n, sin discursos preparados por publicistas o temas tab¨²es. Quien habla es Frances McDormand, sin maquillaje, ense?ando las canas. Y esta Wonder Woman sabe lo que es el miedo. Por eso su interpretaci¨®n como Mildred Hayes, la madre que reclama de las autoridades que investiguen la violaci¨®n y muerte de su hija en una peque?a localidad rural inexistente, se merece, seg¨²n muchos, el Oscar. ¡°Porque, si te fijas, si una pierde a sus padres, es hu¨¦rfana; si pierde a su marido, es una viuda, pero no existe una palabra que explique la p¨¦rdida de un hijo¡±, resume sin apartar la mirada. Richard Jenkins la recuerda as¨ª en el set de rodaje de la serie Olive Kitteridge, pero como madre, no como actriz. ¡°Se pas¨® el d¨ªa diciendo: ¡®Me preocupa Pedro, me preocupa Pedro¡¯. Lo divertido es que cuando ves a Pedro es este encanto dulce y divertido, seguro de s¨ª mismo, que nos dio masajes a todo el equipo¡±, explica el actor.
Frances McDormand tiene miedo a poco m¨¢s y la edad no la atemoriza. Le gusta re¨ªrse de los 60, aunque admite que hoy le cuesta algo m¨¢s levantarse por las ma?anas. ¡°Pero admiro los picos y los valles de mi rostro¡±, comenta orgullosa y coqueta. Otras cosas le dan m¨¢s rabia, como la goleada que Dinamarca le endos¨® a Irlanda, eliminando a su selecci¨®n de los Mundiales. Odia Twitter y las redes sociales, a las que dedicar¨ªa vallas publicitarias diciendo ¡°Muere, Twitter. Muere¡±. Y le preocupa el actual estado de su pa¨ªs, que siente ¡°como cortes de papel en los que echan lim¨®n¡±. Y lo mismo piensa de la situaci¨®n de la mujer dentro de esta cultura. Odia la cirug¨ªa est¨¦tica, el sexismo, la forma en la que las mujeres han sido convertidas en un objeto. ¡°No es que me pase la vida mirando el Playboy, pero en los setenta ve¨ªa a mujeres como yo, con vello p¨²bico, sin implantes. Ahora parece una revista de coches, con todas esas chicas retocadas, tuneadas, listas para ser consumidas¡±, describe entre el enfado y la indignaci¨®n, pero sin perder el sarcasmo.
Por eso ha retomado su inter¨¦s en la interpretaci¨®n ahora que Pedro es mayor. Nunca lo hab¨ªa perdido, pero, como dice McDonagh, est¨¢ ¡°muy bien que las chavalas de 12 a?os tengan un ejemplo como Mildred a la hora de ser mujer¡±. O como McDormand. ¡°Es la hora de reclamar como actrices, como mujeres, como madres y como p¨²blico historias en las que nos reflejemos, no estereotipos¡±, remata dispuesta a marcharse. Pero se vuelve antes de dejar la habitaci¨®n. ¡°Con ello no quiero decir que no tenga mi lado fr¨ªvolo. Como actriz me paso tanto tiempo o m¨¢s desempleada que trabajando. Y una tiene que tener su vida¡±, concede con el mismo gui?o con el que semanas despu¨¦s de esta entrevista se convirti¨® en la reina del tequila.?
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