La igualdad de g¨¦nero entra en la universidad
Se cumple el 20 aniversario del M¨¢ster de G¨¦nero y Desarrollo, una titulaci¨®n que es referencia indiscutible de los estudios de g¨¦nero tanto en el panorama acad¨¦mico espa?ol como internacional
El objetivo de la equidad de g¨¦nero, conseguir la plena igualdad entre hombres y mujeres en derechos y oportunidades efectivas, pareciera resultar un prop¨®sito especialmente esquivo. Son pocos los que se manifiestan expresamente en su contra, pero la realidad cotidiana nos recuerda lo lejos que estamos de alcanzarlo. La perdurable brecha salarial entre hombres y mujeres en similar puesto de trabajo, los recurrentes episodios de violencia machista o la escasa presencia de la mujer en los puestos de decisi¨®n de empresas e instituciones p¨²blicas evidencian el camino que resta por recorrer. Incluso en la universidad, un espacio en el que este objetivo de equidad pareciera asumido, son claras las asimetr¨ªas que existen en la presencia de mujeres tanto entre los puestos docentes como en los cargos universitarios, sin que ello promueva la incomodidad de sus colegas. Y ello a pesar de que hoy en muchas de las titulaciones son mayor¨ªa las alumnas y son ellas las que atesoran, de forma dominante, los mejores expedientes.
La meta est¨¢ todav¨ªa distante, pero hay que reconocer que en las ¨²ltimas d¨¦cadas se ha avanzado muy notablemente en este campo. No es necesario recordar que hace apenas siete d¨¦cadas, en la mayor parte de los pa¨ªses que hoy se tienen por democracias consolidadas, las mujeres carec¨ªan de derecho de voto o que en muchos pa¨ªses, incluido el nuestro, las esposas no pod¨ªan abrir una cuenta sin la autorizaci¨®n de su marido. En la promoci¨®n de ese cambio, que cabr¨ªa considerar tect¨®nico, ha tenido mucho que ver la tenacidad y el compromiso de los movimientos de mujeres, tanto a escala como internacional. Es dif¨ªcil ponderar adecuadamente la enorme aportaci¨®n que la perspectiva feminista hizo para cambiar nuestra perspectiva de an¨¢lisis y nuestra forma de percibir las tareas asociadas a la construcci¨®n de una sociedad m¨¢s justa.
En el ¨¢mbito de la teor¨ªa del desarrollo ese aporte fue absolutamente crucial. Sin la contribuci¨®n de la tradici¨®n feminista es dif¨ªcil que se hubiese alumbrado el enfoque de ¡°desarrollo humano¡± sobre el que se asienta buena parte de la teor¨ªa y la acci¨®n de desarrollo desde comienzos de los noventa. Son las aportaciones de los estudios de g¨¦nero las que de forma m¨¢s insistente reivindicaron la necesidad de trascender los promedios y asociar el desarrollo a los cambios en las condiciones de vida de las personas, en sus capacidades y en su libertad efectiva; fueron esas mismas aportaciones las que insistieron en la necesidad de adoptar una perspectiva activamente inquisitiva (ponerse las llamadas ¡°lentes de g¨¦nero¡±) para desvelar los mecanismos reproductores de la desigualdad bajo la apariencia de lo convencionalmente admitido; y fueron ellas tambi¨¦n las que evidenciaron que no hay cambio posible si la acci¨®n correctora no se traslada a todos los ¨¢mbitos de la vida social (la llamada ¡°transversalizaci¨®n¡±) y se reequilibran las relaciones de poder entre hombres y mujeres.
Hace apenas siete d¨¦cadas, en la mayor parte de los pa¨ªses que hoy se tienen por democracias consolidadas, las mujeres carec¨ªan de derecho de voto
En todo ese proceso, los estudios de g¨¦nero desplegaron enfoques doctrinales y categor¨ªas anal¨ªticas que han sido de enorme utilidad para el an¨¢lisis econ¨®mico y social. La Universidad espa?ola tard¨® en hacerse eco de estos avances y acoger este tipo de estudios en su oferta formativa y en el reconocimiento de la actividad investigadora. Viene esta menci¨®n a cuento porque en estos d¨ªas se cumple el 20 aniversario de los trabajos para dise?ar el M¨¢ster de G¨¦nero y Desarrollo, una titulaci¨®n que ha constituido, desde entonces, una referencia indiscutible de los estudios de g¨¦nero tanto en el panorama acad¨¦mico espa?ol como en la escena internacional. El m¨¢ster empez¨® su andadura en el curso 1999, de la mano del Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI) y el Instituto de la Mujer, entonces dependiente del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, con el generoso apoyo de un programa de igualdad del Fondo Social Europeo.
Hasta aquel momento, los cursos de g¨¦nero eran impartidos en Espa?a por algunas entidades de la sociedad civil. Los estudios, la investigaci¨®n y la docencia en g¨¦nero eran casi inexistentes o quiz¨¢s para ser m¨¢s exactos, carec¨ªan del reconocimiento debido en el ¨¢mbito universitario. La m¨¦trica de reconocimiento del esfuerzo investigador ¡ªlos sexenios¡ª era ciega a los estudios de g¨¦nero; y eran excepci¨®n los cursos de postgrado en esa materia.
En ese contexto, dar reconocimiento universitario a los estudios de g¨¦nero supon¨ªa, por una parte, abrir la puerta a un trabajo de formaci¨®n, docencia e investigaci¨®n que no ten¨ªa muchos precedentes en Espa?a y que claramente se presentaba como una necesidad, especialmente tras la demandante agenda de cambio acordada en las reuniones internacionales habidas desde la d¨¦cada de los 70. Pero, al tiempo, iniciar el proceso de reconocimiento universitario reclamaba abrir expectativas de estudio e investigaci¨®n en el ¨¢mbito universitario, en un ¨¢rea de conocimiento no reconocida y en la que se carec¨ªa de los medios de apoyo para el desarrollo y publicaci¨®n de los resultados investigadores.
El proceso no estuvo exento de retos. El dise?o de la docencia, la b¨²squeda de profesorado que diera respuesta a las necesidades del curr¨ªculo formativo, el reconocimiento del t¨ªtulo universitario que no ten¨ªa precedentes y la localizaci¨®n de lugares y entidades dispuestas a acoger la parte pr¨¢ctica de la ense?anza, con estancias en el terreno, son una parte del esfuerzo que en aquel momento se llev¨® a cabo para confeccionar un programa riguroso. Pero, hab¨ªa por parte de las instituciones implicadas un claro convencimiento de que el entorno internacional y nacional condicionaban el trabajo y llamaban a la acci¨®n. En el ¨¢mbito internacional, estaba reciente la IV Conferencia mundial sobre las Mujeres y Desarrollo, celebrada en Pek¨ªn en 1995, que acababa de aprobar una definici¨®n de lo que significaba la igualdad de g¨¦nero. En el Consejo de Europa hab¨ªan empezado los seminarios de debate para integrar a los hombres en el debate de la igualdad, entendi¨¦ndolo como un objetivo social y no responsabilidad exclusiva de las mujeres. En Espa?a, acababa de aprobarse la ley 23/1998, de 7 de julio, de Cooperaci¨®n Internacional para el Desarrollo, que integraba en sus principios la igualdad de g¨¦nero, as¨ª como el respeto al ejercicio de derechos y libertades por parte de las mujeres.
Este marco facilit¨® el dise?o del m¨¢ster. Uno de sus grandes activos fue combinar una ense?anza te¨®rica en el aula con el desarrollo de un largo per¨ªodo de pr¨¢cticas en instituciones que trabajaban por la igualdad de g¨¦nero (mecanismos de igualdad, organismos internacionales, ONG o la propia cooperaci¨®n espa?ola) en los pa¨ªses en desarrollo. Para muchas de estas instituciones, la recepci¨®n de las alumnas constituy¨® una valiosa oportunidad para dise?ar un programa consistente y meditado de promoci¨®n de la equidad de g¨¦nero. A trav¨¦s de sus 14 ediciones, el M¨¢ster de G¨¦nero y Desarrollo ha formado a m¨¢s de 270 mujeres (y ¨²ltimamente tambi¨¦n a hombres) para que sean agentes de cambio social. El ¨¦xito del programa no est¨¢ solo en el espacio que ha ayudado a consolidar en la Universidad, sino tambi¨¦n ¨Cy de forma muy importante- la contribuci¨®n que sus alumnas y alumnos han tenido en empujar un proceso de cambio (en Espa?a y en los pa¨ªses en desarrollo) que hoy juzgamos perentorio. El hecho de que un buen n¨²mero alumnas del programa ocupen hoy puestos de responsabilidad en organismos multilaterales de desarrollo (como PNUD u ONU Mujeres), agencias oficiales de desarrollo (como la Aecid, JICA o la EuropeAid) o instituciones financieras internacionales (como el BIRD y el BID) son una expresi¨®n del ¨¦xito del programa. Un programa vivo que hoy se sigue desplegando desde la Universidad Complutense, y apoyo de la Aecid, con una inacabada tarea por delante.
Paloma Duran es directora del Fondo para los Objetivos de Desarrollo Sostenible en Naciones Unidas, y Jos¨¦ Antonio Alonso es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la UCM y miembro de UN Committee for Development Policy. Ambos fueros codirectores de la primera edici¨®n del M¨¢ster en G¨¦nero y Desarrollo.
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